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Cómo halló Ana paz interiorLa Atalaya 2007 | 15 de marzo
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El voto de Ana
Los sacrificios de comunión se comen en el santuario. En un momento dado, Ana sale del comedor y se pone a orar a Dios (1 Samuel 1:9, 10). “Oh Jehová de los ejércitos —suplica—, si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu esclava y realmente das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza.” (1 Samuel 1:11.)
La oración de Ana es precisa: pide un hijo varón y promete dedicarlo de por vida a Jehová como nazareo (Números 6:1-5). Para que un voto así sea válido tiene que estar autorizado por el marido, y, por su modo de actuar, Elqaná aprueba la promesa de su amada esposa (Números 30:6-8).
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Cómo halló Ana paz interiorLa Atalaya 2007 | 15 de marzo
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Sin duda, Ana le habla de Jehová a Samuel desde pequeño. Pero ¿habrá olvidado el voto que ha hecho? De ninguna manera. “Tan pronto como el muchacho sea destetado, tengo que llevarlo, y tiene que presentarse delante de Jehová y morar allí hasta tiempo indefinido”, dice. Cuando Samuel es destetado, quizás a los tres años de edad o algo más tarde, Ana lo lleva a vivir al santuario de Jehová, tal como prometió (1 Samuel 1:21-24; 2 Crónicas 31:16).
Después de ofrecer un sacrificio a Jehová, Ana y su esposo conducen a Samuel ante Elí. Seguramente Ana lleva de la mano a su pequeñín cuando le dice al sumo sacerdote: “¡Dispénsame, señor mío! Por la vida de tu alma, señor mío, yo soy la mujer que estuvo de pie contigo en este lugar para orar a Jehová. Respecto a este muchacho oré que Jehová me concediera mi petición que le pedí. Y yo, a mi vez, lo he prestado a Jehová. Todos los días que en efecto él exista, es uno solicitado para Jehová”. Así comienza Samuel una vida de servicio especial a Dios (1 Samuel 1:25-28; 2:11).
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