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  • ¡Por fin un futuro seguro!
  • ¡Despertad! 1999
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¡Despertad! 1999
g99 22/8 págs. 9-11

¡Por fin un futuro seguro!

“Toda la tierra ha entrado en descanso, ha quedado libre de disturbio. La gente se ha puesto alegre con clamores gozosos.” (Isaías 14:7.)

“EL NUESTRO es un mundo de gigantes en el campo nuclear y enanos en el campo de la ética. Sabemos más de la guerra que de la paz, de matar que de vivir.” Esas palabras, pronunciadas en 1948 por un general del ejército estadounidense, nos recuerdan una observación recogida en la Biblia: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). Cuando los hombres poseen armas nucleares, no solo son capaces de perjudicar a su prójimo, ¡pueden incluso aniquilarlo!

Muchas personas concuerdan en que la posesión y utilización de armas nucleares es contraria a toda ética. Por ejemplo, George Lee Butler, general retirado de la Fuerza Aérea Estadounidense, dijo: “La mera existencia de un arma nuclear en un arsenal comunica la idea de que somos capaces de imaginar circunstancias en las que [...] de algún modo podemos racionalizar el empleo de tal arma. Eso no está bien”.

En cambio, el columnista británico Martin Woollacott comenta: “Las armas nucleares conservan su atractivo, pese a que los teóricos y los moralistas las tachen de inútiles y crueles. Los gobiernos creen necesitarlas por razones lógicas de seguridad; también se aferran a ellas porque obviamente constituyen una especie de magia tenebrosa que tanto políticos como soldados reconocen y quieren poseer”.

Es cierto que, de algún modo, durante las últimas cinco décadas el hombre se las ha arreglado para evitar una guerra nuclear. Pero, a lo largo de ese mismo período ha utilizado armas convencionales para segar la vida de incontables miles de personas. Dado el historial del hombre, es razonable suponer que, tarde o temprano, estas temibles armas nucleares terminarán por usarse.

Causas subyacentes

¿Pueden frenarse las tendencias bélicas del ser humano? Hay quienes sostienen que la humanidad libra guerras por estupidez, egoísmo e impulsos agresivos mal encauzados. “Si estas son las causas principales de la guerra —dice el profesor Kenneth Waltz—, entonces, para eliminarla, hay que elevar e iluminar a los hombres.”

Otros dicen que sus causas radican en la estructura de la política internacional. Dado que cada estado soberano busca sus propios intereses nacionales, es inevitable que se produzcan conflictos. Al no haber una manera sistemática y confiable de zanjar las diferencias, estalla la guerra. William E. Burrows y Robert Windrem escriben lo siguiente en su libro Critical Mass: “El aspecto más difícil es el político. Ningún régimen de control de armamentos puede ser efectivo si no existe la resolución política de detener e incluso revertir el proceso de proliferación de las superarmas”.

¿Qué puede decirse de las negociaciones en curso para poner en vigor el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares? El periódico Guardian Weekly dijo que no eran más que “intensas sesiones de conversaciones entre las potencias nucleares y los estados que ya poseen de manera encubierta armas nucleares o cuentan con la tecnología para obtenerlas pronto”. El mismo artículo admite: “Ni unos ni otros piensan renunciar a sus armas o su capacidad [nucleares] ni a ninguna de las opciones para mejorar cualquiera de las dos cosas”.

Es obvio que se requiere cooperación internacional para eliminar toda amenaza nuclear. El libro Critical Mass dice: “La confianza mutua debe, por tanto, reemplazar en todas partes a la destrucción mutua asegurada, [...] de otra forma, tarde o temprano se producirá un cataclismo”. Lamentablemente, las relaciones y negociaciones internacionales de la actualidad encajan muchas veces con la descripción que hizo el profeta Daniel hace veintiséis siglos: ‘Se sientan a una mesa para decirse mentiras’ (Daniel 11:27, Biblia del Peregrino).

Cooperación general bajo un gobierno mundial

No obstante, la Biblia nos asegura que Dios mismo se propone que haya verdadera cooperación general bajo un gobierno mundial sumamente efectivo. Millones de personas han pedido sin darse cuenta ese gobierno al rezar el padrenuestro: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). El Reino de Dios es el gobierno divino que tiene como rey a Jesucristo, el Príncipe de Paz. La Palabra de Dios, la Biblia, nos garantiza: “De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin [...]. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6, 7). También promete que el gobierno de Jesús “triturará y pondrá fin a todos estos reinos”, es decir, los gobiernos humanos (Daniel 2:44).

Este gobierno mundial traerá verdadera paz y seguridad, pero no mediante disuasión nuclear ni tratados armamentistas poco fiables. El Salmo 46:9 profetiza que Jehová Dios “[hará] cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. [Quebrará] el arco y verdaderamente [cortará] en pedazos la lanza; [quemará] los carruajes en el fuego”. El Reino de Dios bajo Cristo no tomará medidas parciales. No se limitará a reducir la cantidad de armas nucleares: las eliminará por completo, al igual que todo otro tipo de armamento.

No habrá amenaza nuclear porque no habrá superpotencias ni terroristas ni naciones peligrosas. Reinará auténtica paz: “Realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado”. Estas palabras proféticas proceden del Dios que no puede mentir (Miqueas 4:4; Tito 1:2).

De acuerdo con el Salmo 4:8, la verdadera paz y seguridad solo puede proceder de Jehová Dios: “En paz ciertamente me acostaré y también dormiré, porque tú, sí, tú solo, oh Jehová, me haces morar en seguridad”. Como dolorosamente lo atestigua la historia, toda promesa de “paz y seguridad” por otra vía que no sea el Reino de Jehová tiene que ser falsa (compárese con 1 Tesalonicenses 5:3).

“Quietud y seguridad”

Pero ¿y la naturaleza bélica del propio hombre? “Justicia es lo que los habitantes de la tierra productiva ciertamente [aprenderán].” (Isaías 26:9.) Dicha instrucción en la justicia tendrá un gran efecto en la naturaleza humana y las condiciones del mundo: “La obra de la justicia verdadera tiene que llegar a ser paz; y el servicio de la justicia verdadera, quietud y seguridad hasta tiempo indefinido” (Isaías 32:17). Cualquier impulso agresivo o instinto violento será reemplazado por amor al prójimo e interés por el bien de todos. Los habitantes de la Tierra “tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 2:4).

Utilizando lenguaje profético, Isaías predijo que las personas que tuvieran tendencias animales serían transformadas. Habló de un tiempo en que “la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová” y, como consecuencia, “el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. [...] No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña” (Isaías 11:6-9).

La creencia en estas promesas divinas ha ayudado a los testigos de Jehová a ver la vida con optimismo. Cuando pensamos en el futuro, no nos imaginamos una Tierra asolada por un cataclismo nuclear. Visualizamos, más bien, el cumplimiento de esta promesa bíblica: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29). Para algunos, la persona que profesa dicha fe es ingenua e irrealista. Pero ¿quién es realmente el ingenuo? ¿El que pone fe en la promesa de Dios, o el que se traga las promesas vanas de los políticos? Para los que verdaderamente aman la paz, la respuesta es obvia.a

[Nota]

a Mediante un curso bíblico gratuito a domicilio, los testigos de Jehová han ayudado a millones de personas a abrazar el mensaje de esperanza que ofrece la Biblia. Si desea que le visiten, escriba a los editores de esta revista o acuda al Salón del Reino de los testigos de Jehová más próximo.

[Comentario de la página 11]

“No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isaías 2:4.)

[Ilustraciones de la página 9]

En el nuevo mundo de Dios, las familias ‘morarán en seguridad’, y todo tipo de armamento será eliminado

[Ilustración de la página 10]

A medida que las personas aprenden y aplican la Palabra de Dios, la Biblia, las tendencias bélicas van desapareciendo

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