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¡Cuán majestuoso es el nombre de Jehová!La Atalaya 1986 | 15 de diciembre
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Miremos aquellos acontecimientos dramáticos desde un ángulo diferente. “Jericó estaba bien cerrada a causa de los hijos de Israel; nadie salía y nadie entraba.” Esta fue la primera ciudad cananea que cayó bajo la espada de ejecución de Jehová. Por esa razón, como primicias dedicadas a Jehová, había de recibir atención especial. Josué lo explicó así: “La ciudad tiene que llegar a ser una cosa dada irrevocablemente a la destrucción; ella con todo cuanto hay en ella pertenece a Jehová”. (Josué 6:1, 17; compárese con Éxodo 22:29; Levítico 27:26.)
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¡Cuán majestuoso es el nombre de Jehová!La Atalaya 1986 | 15 de diciembre
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Josué hizo preparativos cuidadosos para sitiar a Jericó. Los hombres que se habían criado en el desierto fueron circuncidados. Esto simbolizó que quitaban de sí cualquier cosa que pudiera estorbar la devoción completa y sincera a Jehová. (Deuteronomio 10:16; 30:5, 6.) Se reanudó la observancia de la Pascua. El pueblo comenzó a alimentarse del producto de la tierra cuando cesó la provisión milagrosa del maná. Además, el “príncipe del ejército de Jehová”, quien indubitablemente era el Logos antes de existir como humano, se apareció a Josué y le infundió mayor confianza. Y Josué reconoció con humildad la presencia de Aquel. Se pueden ver analogías entre todo esto y lo que los testigos de Jehová de hoy día han experimentado mientras han efectuado devotamente su obra. Nuestro alimento espiritual se ha hecho más variado y rico en contenido a medida que el “esclavo fiel y discreto” ha adelantado bajo el acaudillamiento del Señor Jesucristo. (Josué 5:1-15.)
14. ¿Qué tácticas singulares ordena Jehová para el sitio de Jericó?
14 Mire ahora el escenario de la batalla. ¡Ciertamente Jehová ha hecho que se usen tácticas singulares! Una vez al día por los siguientes seis días los sacerdotes de Israel marchan alrededor de Jericó llevando el Arca, que representa la presencia de Jehová. Les preceden siete sacerdotes que tocan cuernos de carnero, y soldados de Israel marchan unos al frente y otros detrás de ellos. Pero el séptimo día se levantan ‘temprano, en cuanto asciende el alba’, y marchan alrededor de la ciudad siete veces. ¡Cómo tienen que estar temblando los habitantes de Jericó! (Josué 6:2-15.)
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¡Cuán majestuoso es el nombre de Jehová!La Atalaya 1986 | 15 de diciembre
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Por fin Josué le ordena al pueblo: “Griten; porque Jehová les ha dado la ciudad”. Se oye el estruendo de un gran grito de guerra. La tierra se estremece y —milagro de milagros— ¡las murallas de Jericó se desploman! Obedientemente los israelitas se precipitan dentro de la ciudad para destruir toda cosa viviente en ella. La dan al fuego. Pero ¡mire! Una pequeña sección de la muralla exterior todavía está en pie, y en su ventana hay una cuerda escarlata. Se saca de allí, sanos y salvos, a Rahab y a la familia de su padre. Con el tiempo la fe de Rahab recibe otra recompensa, pues Rahab llega a ser esposa de un israelita llamado Salmón y antepasada de Jesucristo. (Josué 6:16-26; Mateo 1:5.)
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