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  • ¿Seguiremos la amorosa guía de Jehová?
    La Atalaya 2011 | 15 de julio
    • ¿Seguiremos la amorosa guía de Jehová?

      “Toda senda falsa he odiado.” (SAL. 119:128)

      1, 2. a) ¿Por qué pueden ser muy útiles las advertencias antes de iniciar un viaje? b) ¿De qué nos avisa Jehová, y por qué lo hace?

      SUPONGAMOS que queremos viajar a cierto lugar y le pedimos orientación a un amigo de confianza que conoce el trayecto. Él no solo nos explica la ruta, sino que también nos advierte de posibles peligros. Por ejemplo, nos dice que cierta señal de desvío engaña a muchos conductores, quienes terminan perdidos por su culpa. ¡Cuánto agradecemos su preocupación! Sin duda, seguiremos sus consejos. Pues bien, en cierto sentido, Jehová es igual. Él nos muestra cómo alcanzar nuestro destino: la vida eterna. Pero también nos advierte de las influencias que pueden sacarnos del buen camino (Deu. 5:32; Isa. 30:21).

      2 En este artículo y el siguiente veremos varios peligros contra los que nos previene nuestro Gran Amigo, Jehová. Recordemos que él nos advierte porque nos ama muchísimo y quiere que lleguemos sanos y salvos a nuestro destino. Nada le dolería más que ver cómo nos perdemos por culpa de estas malas influencias (Eze. 33:11). A continuación examinaremos tres de ellas. La primera proviene de otras personas; la segunda, de nuestros corazones; y la tercera, de cosas que, aunque la Biblia las califica de irreales, son muy peligrosas. Es necesario que comprendamos bien cuáles son estas influencias y cómo nos ayuda Jehová a evitarlas. Un escritor bíblico dijo: “Toda senda falsa he odiado” (Sal. 119:128). Al igual que él, ¿rechazamos con firmeza la maldad? ¿Qué nos ayudará a hacerlo?

      “No debes seguir tras la muchedumbre”

      3. a) ¿Por qué es arriesgado seguir a otros viajeros cuando no sabemos qué dirección tomar? b) ¿Qué importante principio encontramos en Éxodo 23:2?

      3 Supongamos que ya hemos iniciado el viaje. ¿Qué haremos si no estamos seguros de por dónde debemos continuar? Quizás veamos a muchos conductores tomando cierta salida y nos sintamos tentados a ir detrás de ellos. Pero es peligroso tomar un rumbo tan solo porque lo haga la mayoría. No todos los conductores van a ir al mismo lugar que nosotros, ni tampoco tienen por qué conocer bien la zona. Este ejemplo nos enseña una lección. Se trata de un principio que extraemos de una de las leyes que Jehová dio a Israel. A cada persona que fuera a servir de testigo o juez en un tribunal, Dios le dijo: “No debes seguir tras la muchedumbre” (léase Éxodo 23:2). ¿Por qué hizo esta advertencia? Porque sabía que, debido a la imperfección, es fácil ceder a las presiones de la gente y cometer una injusticia. Claro, la norma de no seguir ciegamente a los demás no solo es aplicable a los procesos judiciales, sino a cualquier situación de la vida.

      4, 5. ¿Qué presión sufrieron Josué y Caleb, y qué les permitió resistirla?

      4 La verdad es que las presiones para seguir a la mayoría se presentan en casi todas las circunstancias. Además, pudieran aparecer de forma repentina y ser difíciles de resistir. Pensemos, por ejemplo, en lo que les sucedió a Josué y Caleb. Los dos habían formado parte de un grupo de doce hombres que había estado espiando la Tierra Prometida. Los otros diez dieron un informe muy negativo y desalentador. Hasta aseguraron que habían visto gigantes que descendían de los nefilim, o sea, de los hijos que habían tenido los ángeles rebeldes con las mujeres (Gén. 6:4). ¡Qué disparate! Aquellos seres híbridos no solo no habían tenido hijos, sino que habían muerto siglos antes en el Diluvio. Este ejemplo ilustra que, cuando las personas están débiles en la fe, pueden aceptar las ideas más absurdas. Así les sucedió a los israelitas: los rumores de los diez espías los llenaron de pánico. Tanto es así que la mayoría pensó que sería un error hacer caso a Jehová y entrar en la Tierra Prometida. ¿Qué harían Josué y Caleb en esas circunstancias tan tensas? (Núm. 13:25-33.)

      5 Aquellos dos hombres no se dejaron arrastrar por los demás. Aunque la gente no quiso escucharlos e incluso amenazó con apedrearlos, ellos defendieron la verdad. ¿Qué les permitió ser tan valientes? Sin duda, la fe. Y es que cuando uno tiene fe, ve muy clara la diferencia entre las santas promesas de Jehová y las afirmaciones sin fundamento de los hombres. De hecho, Josué y Caleb expresaron más tarde su satisfacción al ver que Dios había cumplido todo lo que había jurado hacer (léanse Josué 14:6, 8 y 23:2, 14). Eran dos hombres devotos y nunca se les habría ocurrido ofender a Jehová por complacer a aquella multitud incrédula. Por eso, se mantuvieron firmes en su postura. ¡Qué ejemplo para todos nosotros! (Núm. 14:1-10.)

      6. ¿Qué podría empujarnos a adoptar la opinión popular?

      6 ¿Nos hemos sentido alguna vez empujados a ceder ante la opinión popular? Hoy, la gran mayoría de las personas no respetan a Jehová ni sus normas, como se refleja, por ejemplo, en su actitud hacia el entretenimiento. No son pocos los que caen en el error de afirmar que la inmoralidad, la violencia y el ocultismo que inundan la televisión, el cine y los videojuegos son del todo inofensivos (2 Tim. 3:1-5). Ahora bien, preguntémonos: “Cuando elijo las diversiones en las que mi familia o yo participaremos, ¿dejo que la sociedad actual, con su ley del ‘todo vale’, influya en mis decisiones y en mi conciencia?”. Si así fuera, estaríamos pasando por alto el consejo de “no [...] seguir tras la muchedumbre”.

      7, 8. a) ¿Cómo podemos entrenar nuestras “facultades perceptivas”, y por qué es eso más útil que recurrir a una lista de reglas para cada caso? b) ¿Qué ejemplo dan muchos jóvenes?

      7 Jehová nos ha hecho un extraordinario regalo para que podamos tomar buenas decisiones: nuestras “facultades perceptivas”. La Biblia usa esta expresión para referirse a la capacidad que tenemos de reflexionar sobre los asuntos y distinguir entre lo bueno y lo malo. Para que estas facultades funcionen como es debido, hay que entrenarlas “mediante el uso” (Heb. 5:14). Ahora bien, esto no se logra copiando a los demás sin pensar, ni tampoco aferrándose a una serie de reglas rígidas en asuntos que cada uno debe decidir según su conciencia. Por esta razón, los testigos de Jehová no publicamos ninguna lista de películas, libros o páginas de Internet que deban evitarse. Además, el mundo cambia tan rápido que cualquier lista se quedaría anticuada a los pocos minutos de salir (1 Cor. 7:31). Y, lo que es peor, una lista así nos privaría de hacer algo muy necesario: examinar los principios bíblicos, pedirle ayuda a Dios y luego tomar decisiones que le agraden (Efe. 5:10).

      8 Claro, no todos van a estar de acuerdo con nuestras decisiones basadas en la Biblia y, de hecho, van a tratar de imponernos su criterio. Por ejemplo, los jóvenes cristianos quizás tengan que relacionarse con compañeros de clase que insistan en que se comporten y diviertan igual que ellos (1 Ped. 4:4). Pero ¡qué bueno es ver a tantos hermanos que, sin importar su edad, demuestran la misma fe que Josué y Caleb! Así es, respetan el mandamiento bíblico: “No debes seguir tras la muchedumbre”.

      “No deben andar siguiendo sus corazones y sus ojos”

      9. a) ¿Por qué es peligroso que el viajero decida el camino por puro impulso? b) ¿Qué lograban los israelitas al obedecer Números 15:37-39?

      9 La segunda influencia peligrosa es interna. Volvamos a la comparación del viaje. ¿Qué ocurrirá si dejamos a un lado los mapas y actuamos por impulso, quizás eligiendo cierto camino porque nos gusta más el paisaje? Muy probablemente no lleguemos a nuestro destino. Este ejemplo nos ayuda a entender otro principio divino. Se encuentra en un mandamiento que Jehová les dio a los israelitas: su ropa tenía que llevar flecos y un cordón azul (léase Números 15:37-39). Hoy esta ley pudiera parecer un tanto extraña, pero cumplía un importante objetivo. Les recordaba a los israelitas que eran diferentes de las naciones paganas que los rodeaban, algo imprescindible para disfrutar de la aprobación de Dios (Lev. 18:24, 25). Por otro lado, ese mandato nos muestra que dentro de nosotros tenemos una peligrosa influencia que puede sacarnos del camino de la vida. ¿A qué nos referimos?

      10. ¿Qué prueba dio Jehová de que conoce muy bien cómo somos los seres humanos?

      10 Fijémonos ahora en el mandato: “No deben andar siguiendo sus corazones y sus ojos”. Jehová lo dio porque conoce muy bien cómo somos los seres humanos. Sabe que el corazón —nuestro interior— se deja arrastrar por lo que ven los ojos. Por eso nos hace esta advertencia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jer. 17:9). ¿Comprendemos entonces por qué les pidió Jehová a los israelitas que no siguieran sus ojos y su corazón? Sin duda, porque sabía que los pueblos vecinos iban a parecerles fascinantes. Si caían en la trampa de fijarse en ellos, terminarían adoptando primero sus modas y luego sus ideas y costumbres paganas (Pro. 13:20).

      11. ¿Cómo pudiera nuestro corazón dejarse engañar por los ojos?

      11 Hoy es aún más fácil que nuestro corazón se deje engañar por los sentidos. Vivimos en un mundo que se aprovecha de las malas inclinaciones de la gente. Entonces, ¿cómo podemos aplicar el principio de Números 15:39? Quizás hayamos notado que en la escuela, en el trabajo o en la comunidad en general la gente se viste de forma cada vez más provocativa. ¿Cómo influye esto en nosotros? Al fijarnos en sus modas, ¿dejamos que nos entren por los ojos? ¿Nos sentimos tentados a copiarlas y rebajar así nuestras normas? (Rom. 12:1, 2.)

      12, 13. a) ¿Qué deberíamos hacer si solemos fijar la mirada en lo que no debemos? b) ¿Por qué deberíamos esforzarnos por no despertar malos deseos en los demás?

      12 Es importantísimo que sepamos controlarnos. Si tendemos a fijar la mirada en lo que no debemos, necesitamos actuar con la misma resolución que Job, quien, por así decirlo, hizo un acuerdo con sus ojos para que no miraran nunca con deseo a ninguna mujer salvo a su esposa (Job 31:1). Igualmente, el rey David tomó esta decisión: “No pondré enfrente de mis ojos ninguna cosa que no sirva para nada” (Sal. 101:3). Sin duda, todo lo que pueda dañar nuestra conciencia y nuestra amistad con Jehová es una cosa que no sirve para nada bueno. Por eso, no deberíamos fijar la mirada en nada que siembre malos deseos en nuestro corazón y nos tiente a pecar.

      13 ¿Pudiera darse el caso de que, sin querer, nos convirtiéramos nosotros mismos en una “cosa que no sirva para nada”? En cierto sentido, sí. ¿Cómo? Si lleváramos a otras personas a contemplar algo que les despierte malos deseos. Por ejemplo, caeríamos en este error si pasáramos por alto el consejo bíblico de vestir de modo “bien arreglado” y “con modestia”, o decencia (1 Tim. 2:9). Para saber si cierta ropa es modesta, no basta con nuestra propia opinión. Tenemos que examinar si pudiera herir la conciencia y la sensibilidad de quienes nos rodean. La paz y el bienestar de nuestros semejantes deben ser más importantes que nuestros gustos y preferencias (Rom. 15:1, 2). Afortunadamente, en las congregaciones hay miles de jóvenes que se arreglan de forma ejemplar. ¡Qué orgullosos estamos de ellos! Demuestran que no están “siguiendo sus corazones y sus ojos”, sino, más bien, esforzándose por agradar a Jehová en todo.

      “No deben desviarse para seguir las cosas irreales”

      14. ¿Qué advertencia dio Jehová mediante Samuel?

      14 Continuemos con el ejemplo del viaje. ¿Qué sucedería si, al atravesar un gran desierto, nos saliéramos de la ruta porque viéramos un espejismo? Si fuéramos detrás de esa imagen engañosa, hasta podríamos perder la vida. Pues bien, Jehová conoce muy bien el peligro de confiar en algo irreal. Por eso dio una advertencia a los israelitas que pidieron un rey de carne y hueso, como tenían las naciones vecinas. Ese deseo era un pecado muy grave, pues indicaba que estaban rechazando a Jehová como su Soberano. Aunque él les permitió tener ese gobernante, les avisó a través del profeta Samuel de que corrían el grave peligro de “desviarse para seguir las cosas irreales” (léase 1 Samuel 12:21).

      15. ¿De qué formas buscaron los israelitas “cosas irreales”?

      15 ¿Se imaginaban los israelitas que un rey visible sería más real que Jehová y que podría ayudarlos mejor? En ese caso, habían caído en el error de ir detrás de “cosas irreales”. Y ahora era más fácil que fueran detrás de muchas otras de las fantasías promovidas por Satanás. Por ejemplo, sus reyes podrían llevarlos a adorar ídolos. Los idólatras cometen la terrible insensatez de creer que los dioses de madera o piedra son más reales y más dignos de confianza que el Dios verdadero. Pero él es el Creador de todas las cosas, mientras que, como bien dijo Pablo, “un ídolo no es nada” (1 Cor. 8:4). Sin lugar a dudas, los ídolos son imágenes inútiles. ¿De qué vale poder verlos y tocarlos, si ellos mismos no ven, no oyen, no hablan ni pueden ayudar a nadie? Adorarlos sería ir detrás de algo irreal, de una fantasía que solo conduce al desastre (Sal. 115:4-8).

      16. a) ¿Cómo logra Satanás que muchos vayan detrás de “cosas irreales”? b) ¿Por qué decimos que, en comparación con Jehová, los bienes materiales son “cosas irreales”?

      16 Satanás no ha perdido la habilidad de convencer a la gente para que vaya en busca de “cosas irreales”. Por ejemplo, consigue que muchos crean que en este mundo su seguridad depende de los bienes materiales. Y no hay que negar que las riquezas, las posesiones y los trabajos bien pagados les ofrecen ciertas ventajas. Pero, a la hora de la verdad, cuando les llega una enfermedad grave, una crisis económica o un desastre natural, ¿les valdrán de tanto como creen? Lo que es más, ¿impide el dinero que se sientan vacíos y desorientados en la actualidad? ¿Les ayuda a contestar las grandes preguntas de la vida? ¿Les infunde tranquilidad cuando se ven ante la muerte? Si tratáramos de saciar el hambre espiritual con bienes materiales, nos quedaríamos insatisfechos. No hay duda: son “cosas irreales”. A la larga, ni siquiera dan seguridad física, pues la vida no se puede prolongar indefinidamente, y la enfermedad y la muerte no perdonan a nadie (Pro. 23:4, 5). ¡Qué diferente es nuestro Dios! Jehová es mucho más real y nos ofrece verdadera seguridad. Pero solo la recibiremos si somos sus amigos. ¡Qué bendición tan grande es disfrutar de esa estrecha relación con él! Nunca la echemos a perder buscando “cosas irreales”.

      17. ¿Cuál debería ser nuestra resolución?

      17 ¡Qué maravilloso es tener a Jehová como nuestro amigo y nuestro guía en el viaje de la vida! Si hacemos caso de sus bondadosos consejos, no caeremos en ninguno de los tres peligros que hemos analizado: seguir a la mayoría, hacerle caso al corazón y perseguir “cosas irreales”. Así podremos alcanzar nuestro destino final: la vida eterna. En el próximo artículo analizaremos otras tres trampas en las que han caído muchos. Si prestamos atención a las advertencias que hace Jehová contra estos caminos falsos, llegaremos a odiarlos y nos esforzaremos al máximo por evitarlos (Sal. 119:128).

  • ¿Haremos caso de las claras advertencias de Jehová?
    La Atalaya 2011 | 15 de julio
    • ¿Haremos caso de las claras advertencias de Jehová?

      “Este es el camino. Anden en él.” (ISA. 30:21)

      1, 2. ¿Qué está empeñado en hacer Satanás, y cómo nos ayuda la Palabra de Dios?

      IMAGINEMOS que, yendo por la carretera, nos encontramos con una señal que apunta en la dirección equivocada. Si la siguiéramos, no solo perderíamos tiempo, sino que podríamos poner en peligro nuestra seguridad. ¡Menos mal que un amigo nos ha avisado de que no nos guiemos por la señal, pues alguien la ha cambiado con la intención de hacer daño a los conductores! Sin dudarlo, hacemos caso de su advertencia.

      2 ¿Quién encaja a la perfección con el individuo malintencionado del ejemplo? Satanás, cuyo mayor deseo es que terminemos extraviados (Rev. 12:9). Quiere sacarnos del camino que lleva a la vida eterna, y para ello utiliza “señales de tránsito” manipuladas, entre ellas las tres malas influencias que vimos en el artículo anterior (Mat. 7:13, 14). Afortunadamente, nuestro mejor Amigo, Jehová, nos previene contra ellas. Pero el Diablo emplea muchas más trampas. Veamos a continuación otras tres. Al repasar cómo nos ayuda la Biblia a no caer en tales engaños, pensemos que, por así decirlo, Jehová va detrás de nosotros, indicando la dirección correcta y diciendo: “Este es el camino. Anden en él” (Isa. 30:21). Hacemos bien en meditar en sus claras advertencias, pues así se fortalecerá nuestra determinación de seguirlas.

      Evitemos a los “falsos maestros”

      3, 4. a) ¿Por qué decimos que los falsos maestros son como pozos secos? b) ¿De dónde suelen salir los falsos maestros, y qué intención tienen?

      3 Volvamos a la comparación del viaje. Puede que al atravesar una región árida divisemos un pozo a lo lejos. Nos dirigimos hacia él con la esperanza de saciar la sed. Pero al llegar descubrimos que está seco. ¡Qué desilusión! Así ocurre con los falsos maestros: quien acude a ellos en busca de las aguas de la verdad queda decepcionado. Por eso, Jehová nos previene de este peligro. Por ejemplo, a través de Pablo y Pedro, nos advierte de tales engañadores (léanse Hechos 20:29, 30 y 2 Pedro 2:1-3). Examinemos esos consejos y veamos quiénes son estos falsos maestros, de dónde salen y cómo actúan.

      4 Pablo dijo a los superintendentes de Éfeso: “De entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas”, o retorcidas. Y Pedro escribió a sus hermanos: “Habrá falsos maestros entre ustedes”. ¿Hemos notado de dónde proceden? En muchas ocasiones, los falsos maestros salen de dentro de la congregación. En este caso, reciben el nombre de apóstatas.a ¿Qué es lo que pretenden? No se conforman con abandonar la organización que quizás amaron en su día. Pablo deja claro qué intención tienen: “arrastrar a los discípulos tras de sí”. Así es, los apóstatas quieren llevarse a los que ya son discípulos de Cristo. No salen a hacer discípulos de los no creyentes, sino que buscan sus presas en la congregación. Como “lobos voraces”, quieren devorar a los cristianos que hayan bajado la guardia, acabando con su fe y sacándolos del camino de la verdad (Mat. 7:15; 2 Tim. 2:18).

      5. ¿A qué trampas recurren los falsos maestros?

      5 ¿Cómo actúan los falsos maestros? Con mucha astucia. La Biblia destaca que infiltrarían sus ideas destructivas “calladamente”. Al igual que los contrabandistas introducen sus mercancías a escondidas, los apóstatas intentan meter sus opiniones en la congregación disimuladamente. Y tal como los falsificadores de dinero tratan de que aceptemos sus billetes, estos maestros engañadores quieren hacernos creer sus “palabras fingidas”. Ciertamente, infiltran “enseñanzas engañosas” y “tuercen” los textos bíblicos para que cuadren con sus opiniones (2 Ped. 2:1, 3, 13; 3:16). Es obvio que no buscan nuestro bien. Si los siguiéramos, lo único que lograríamos sería alejarnos del camino que lleva a la vida eterna.

      6. ¿Qué mandato acerca de los falsos maestros nos da la Biblia?

      6 ¿Cómo nos protegemos? Siguiendo los consejos de Jehová (léanse Romanos 16:17 y 2 Juan 9-11). La Biblia pide a los cristianos que “eviten” a los apóstatas, o, según otras versiones, que “se aparten”, “permanezcan lejos” e incluso “huyan” de ellos. ¡Más claro, imposible! ¿Cuál es nuestra reacción cuando un médico nos manda evitar todo contacto con alguien porque tiene una enfermedad mortal muy contagiosa? Ante una instrucción tan directa, no nos cabe ninguna duda de que debemos seguirla rigurosamente. Pues bien, Jehová, el Gran Doctor, nos manda evitar todo contacto con cualquier maestro desleal a la verdad, pues es alguien “mentalmente enfermo” que procura infectarnos con sus doctrinas (1 Tim. 6:3, 4). Como vemos, el mandato divino también es muy directo, pero ¿estamos igual de decididos a seguirlo en todas las circunstancias?

      7, 8. a) ¿De qué diversas maneras evitamos a los falsos maestros? b) ¿Por qué razón toma usted una postura tan firme en contra de los falsos maestros?

      7 ¿Cómo evitamos a los falsos maestros? No los saludamos ni los recibimos en nuestro hogar. Nunca leemos ni escuchamos la propaganda que difunden a través de la televisión, la página impresa o Internet, y tampoco añadimos nuestros comentarios a las páginas personales que tienen en la Red. ¿Por qué somos tan firmes? Por amor. En primer lugar, porque amamos a Jehová, “el Dios de la verdad”. Por eso no nos interesan las manipulaciones que contradicen su Palabra de verdad (Sal. 31:5; Juan 17:17). Y en segundo lugar, porque amamos a su organización, gracias a la cual hemos aprendido cosas como el nombre divino y su significado, el propósito con que fue creada la Tierra, el estado de los muertos y la esperanza de la resurrección. ¿Recordamos cómo nos sentimos cuando nos explicaron por primera vez estas maravillosas verdades? Entonces, ¿para qué escuchar a los apóstatas, a quienes les encanta insultar a la organización que tanto nos ha enseñado? Solo lograríamos contagiarnos de su amargura (Juan 6:66-69).

      8 ¡Que digan lo que quieran los falsos maestros! No les haremos el menor caso. ¿Para qué íbamos a hacerlo? Son pozos secos que solo ofrecen engaños e insatisfacciones. Estamos decididos a ser leales a Jehová y a su organización, la cual lleva mucho tiempo saciando nuestra sed con las refrescantes aguas de la Biblia (Isa. 55:1-3; Mat. 24:45-47).

      Evitemos los “cuentos falsos”

      9, 10. ¿Qué advertencia le hizo Pablo a Timoteo, y en qué “cuentos falsos” puede que estuviera pensando? (Véase también la nota.)

      9 Cuando vamos por la carretera, a veces vemos una señal y enseguida notamos que la han movido y que indica mal la dirección. Pero en otras ocasiones no es tan fácil darse cuenta. Lo mismo ocurre con las trampas de Satanás: algunas son más evidentes que otras. Entre las más encubiertas figuran los “cuentos falsos” (léase 1 Timoteo 1:3, 4). Si no queremos perder el camino de la vida eterna, debemos tener claro qué son estos cuentos que menciona Pablo y cómo evitar que nos engañen.

      10 La advertencia sobre los cuentos falsos se encuentra en la primera carta a Timoteo. En ella, Pablo anima a este superintendente cristiano a velar por la pureza espiritual de los hermanos y ayudarlos a mantenerse fieles (1 Tim. 1:18, 19). El término griego que se traduce “cuentos falsos” se aplica a narraciones ficticias, mitos o falsedades. Se usa “para referirse a los relatos y especulaciones inventados y carentes de verdad” (Diccionario exegético del Nuevo Testamento). Es probable que el apóstol estuviera pensando en las mentiras religiosas que aparecen en historias sensacionalistas y leyendas fantásticas.b ¿En qué sentido “proporcionan cuestiones para investigación” estos cuentos? En el sentido de que plantean temas intrascendentes que llevan a realizar estudios inútiles. Son una de las tretas favoritas del Gran Engañador, Satanás. En efecto, él se vale de innumerables mentiras y relatos de la religión falsa para distraer a los desprevenidos. El consejo de Pablo no pudiera ser más claro: ¡no hagan ni caso de esos cuentos!

      11. ¿Cómo engaña astutamente Satanás a las personas con la religión falsa, y qué exhortación nos ayuda a evitar esa trampa?

      11 ¿Qué cuentos pudieran engañar a los desprevenidos? En sentido amplio, la expresión “cuentos falsos” es aplicable a cualquier mito o mentira de carácter religioso. ¿Qué efecto pueden tener estas falsedades? La Biblia señala que, por culpa de ellas, las personas “apartarán sus oídos de la verdad” (2 Tim. 4:3, 4). Satanás, que se hace pasar por “ángel de luz”, utiliza astutamente la religión falsa para embaucar a la gente (2 Cor. 11:14). Las iglesias presentan como cristianas doctrinas que en realidad se basan en leyendas y mentiras, por ejemplo, la Trinidad, la inmortalidad del alma y los tormentos del infierno. También promueven festividades como la Navidad y la Semana Santa, que contienen muchas costumbres en apariencia inofensivas, pero que están tomadas de la mitología y el paganismo. Para que no nos engañen con cuentos como esos, sigamos en todo momento esta exhortación: “Sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda” (2 Cor. 6:14-17).

      12, 13. a) ¿Qué tres mentiras difunde Satanás, pero cuál es la verdad? b) ¿Cómo impediremos que el Diablo nos entrampe con sus cuentos?

      12 El Diablo también fomenta otras mentiras que, si nos descuidamos, podrían engañarnos. Veamos tres de ellas. Primera mentira: No hay nada bueno ni malo. Todo depende del cristal con que se mire. Los medios de comunicación y el mundo del espectáculo nos bombardean constantemente con esta idea, que nos anima a dejar de lado las normas divinas. Sin embargo, los seres humanos tenemos la imperiosa necesidad de recibir guía moral, y el único que nos la puede dar es Jehová (Jer. 10:23). Segunda mentira: Dios nunca solucionará los problemas de la humanidad. Esta idea lleva a la gente a vivir tan solo para el día presente. Si adoptáramos esa actitud, podríamos terminar siendo “inactivos o infructíferos” en nuestro servicio a Dios (2 Ped. 1:8). Pero lo cierto es que el día de Jehová se aproxima velozmente, y tenemos que mantenernos pendientes de su llegada (Mat. 24:44). Tercera mentira: Dios no se interesa por mí. Satanás quiere que creamos que no somos dignos del amor de Jehová, y lograr así que nos demos por vencidos. La realidad es que Dios ama y valora muchísimo a cada uno de sus siervos (Mat. 10:29-31).

      13 Tenemos que mantener los ojos bien abiertos. No olvidemos que, a primera vista, pudieran parecernos muy lógicas las ideas y actitudes del mundo. Hoy, más que nunca, necesitamos prestar atención a los consejos y advertencias de las Escrituras. Solo así impediremos que el maestro del engaño nos entrampe con sus “cuentos falsos artificiosamente tramados” o, como dice La Biblia de las Américas, sus “fábulas ingeniosamente inventadas” (2 Ped. 1:16).

      Evitemos “seguir a Satanás”

      14. ¿Qué advertencia hizo Pablo a ciertas viudas jóvenes, y por qué debemos tenerla muy presente?

      14 Retomemos la ilustración de la carretera. Si encontráramos una flecha que indicara: “Centro de seguidores de Satanás”, ni se nos ocurriría tomar ese desvío. No obstante, Pablo advierte de que el siervo de Dios podría llegar a desviarse “para seguir a Satanás” (léase 1 Timoteo 5:11-15). En el contexto, estaba aconsejando a “viudas de menos edad”, pero los principios son aplicables a todos. Aquellas cristianas del siglo primero probablemente no tenían idea de que estaban siguiendo al Diablo, pero eso es lo que daban a entender con sus malas costumbres. Una de ellas era esparcir chismes. Veamos el consejo de Pablo sobre este tema, pues nos ayudará a no seguir a Satanás sin darnos cuenta.

      15. ¿Qué objetivo tiene Satanás, y contra qué tácticas diabólicas nos pone en guardia Pablo?

      15 Nada le gustaría más al Diablo que conseguir que dejemos de anunciar las buenas nuevas (Rev. 12:17). Quiere que no declaremos públicamente nuestra fe, y para ello trata de enredarnos en actividades que nos hagan perder tiempo e incluso creen divisiones entre nosotros. Eso es lo que hizo con las viudas del siglo primero. Las palabras de Pablo muestran que habían caído en varias trampas de Satanás. Primero, estaban “desocupadas, andorreando por las casas”. Hoy, en esta era tan tecnológica, podríamos caer en el mismo error si desperdiciáramos nuestro tiempo y el de los demás, tal vez enviándoles mensajes electrónicos innecesarios e incluso de dudosa credibilidad. En segundo lugar, aquellas hermanas eran “chismosas”. Nosotros también podríamos difundir historias negativas sobre los demás, lo que fácilmente podría llevarnos a la calumnia, la cual siembra la división entre los hermanos (Pro. 26:20). Sea que se den cuenta o no, los calumniadores imitan la actitud maliciosa de Satanás.c Por último, aquellas viudas eran “entremetidas en asuntos ajenos”. Nadie tiene el derecho de andar diciéndoles a los demás lo que deben hacer en cuestiones personales. Si cayéramos en alguno de estos tres errores, estaríamos perdiendo el tiempo y, lo que es peor, sembrando cizaña. Pero no solo eso; también dejaríamos de colaborar con fervor en la obra que Jehová nos ha asignado: la predicación. Y al actuar así, nos pondríamos del lado de Satanás, pues no hay terreno neutral (Mat. 12:30).

      16. ¿Qué consejos evitarán que caigamos en la trampa de “seguir a Satanás”?

      16 ¿Cómo podemos evitar la trampa de “seguir a Satanás”? Obedeciendo los consejos de la Biblia. Veamos algunas sabias recomendaciones de Pablo a sus hermanos. Deben tener “mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58). El celo por la obra del Reino es un antídoto contra la pereza y la pérdida de tiempo (Mat. 6:33). Tienen que hablar lo que sea “bueno para [la] edificación” (Efe. 4:29). Debemos negarnos a escuchar o difundir rumores negativos.d Más bien, hemos de esforzarnos por confiar en nuestros hermanos y respetarlos. Es necesario usar palabras que edifiquen su ánimo y su espiritualidad, y no que los derrumben. “Ocúpense de sus propios asuntos.” (1 Tes. 4:11, Traducción en lenguaje actual.) Aunque hay que interesarse por los demás, también hay que respetar su vida privada y su dignidad. Además, no debemos imponerles nuestra opinión en cuestiones que les toca a ellos decidir (Gál. 6:5).

      17. a) ¿Por qué razón nos da advertencias Jehová? b) ¿Cuál debería ser nuestra firme decisión?

      17 ¡Qué contentos estamos de que Jehová nos diga claramente qué cosas debemos evitar! En este artículo y en el anterior hemos repasado varias de sus advertencias. Nunca olvidemos por qué nos las ha dado: porque nos ama muchísimo y quiere ahorrarnos todos los sufrimientos que padeceríamos si hiciéramos caso de las engañosas “señales de tránsito” de Satanás. El camino de Jehová quizás no sea el más fácil, pero lleva directo al mejor destino: la vida eterna (Mat. 7:14). Por eso, no lo dudemos ni un instante y sigamos la exhortación divina: “Este es el camino. Anden en él” (Isa. 30:21).

      [Notas]

      a Los apóstatas son las personas que desertan de la religión verdadera, abandonándola con rebeldía y renegando de ella.

      b Tomemos como ejemplo uno de los libros apócrifos: Tobías (o Tobit). Esta obra, redactada alrededor del siglo tercero antes de nuestra era y conocida en tiempos de Pablo, presenta como si fueran reales muchas supersticiones y narraciones absurdas de magia y brujería (véase Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 154 y 155).

      c La palabra diablo viene del griego diábolos, que significa “calumniador”. Es uno de los títulos que se aplican a Satanás, pues es el mayor mentiroso que hay (Juan 8:44; Rev. 12:9, 10).

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