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¿Se da cuenta del tiempo en que vivimos?La Atalaya 1998 | 15 de septiembre
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Huida de una catástrofe ocasionada por el hombre
En el siglo primero de la era común, los cristianos que moraban en Jerusalén también tuvieron que decidir si debían abandonar o no sus hogares. Escapar de la ciudad en el año 66 los salvó de la destrucción que les sobrevino a otros habitantes de Jerusalén y a millares de judíos que habían ido allí a pasar la Pascua del año 70. Dentro de aquella ciudad amurallada había más de un millón de almas reunidas para celebrar la Pascua cuando los ejércitos romanos cortaron toda posibilidad de huir. El hambre, las luchas por el poder y los incesantes ataques romanos resultaron en la muerte de más de un millón de personas.
El desastre que aplastó la rebelión judía contra Roma se había anunciado. Varias décadas antes, Jesucristo había predicho que sitiarían Jerusalén. Dijo: “Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella” (Lucas 21:20, 21). Las instrucciones fueron claras, y los seguidores de Jesús las tomaron en serio.
Eusebio de Cesarea, historiador del siglo IV, dice que los cristianos de toda Judea hicieron caso de la advertencia de Jesús. Cuando los romanos levantaron el primer sitio de Jerusalén, en el año 66, muchos cristianos judíos se fueron a vivir a la ciudad gentil de Pela, en la provincia romana de Perea. Darse cuenta del tiempo en que vivían y prestar atención a la advertencia de Jesús les permitió escapar de lo que se ha denominado “uno de los [sitios] más terribles de la historia”.
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Es hora de despertarseLa Atalaya 1998 | 15 de septiembre
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Es hora de despertarse
“RECORDAD lo crítico del momento: ha llegado ya la hora de despertarse del sueño.” (Romanos 13:11, González Ruiz.) El apóstol Pablo escribió esas palabras a los cristianos de Roma unos catorce años antes del catastrófico fin del sistema de cosas judío del año 70. Gracias a que estaban despiertos espiritualmente, los cristianos judíos no se encontraban en Jerusalén en el momento crucial, por lo que se libraron de la muerte o la esclavitud. Ahora bien, ¿cómo supieron que tenían que marcharse de la ciudad y no volver?
Jesucristo había advertido que los enemigos de Jerusalén la rodearían y arrojarían al suelo a sus habitantes (Lucas 19:43, 44). A continuación dio a sus seguidores fieles una señal compuesta que no era difícil de reconocer (Lucas 21:7-24). Abandonar Jerusalén significaba para los cristianos que vivían en ella dejar hogares y trabajos. Pero estar vigilantes y huir les salvó la vida.
Cuando Jesús predijo la destrucción de Jerusalén, sus discípulos le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mateo 24:3). En la respuesta, Jesús comparó su presencia futura con el período que desembocó en el Diluvio universal de los días de Noé. Jesús señaló que este barrió toda la maldad (Mateo 24:21, 37-39). De ese modo indicó que Dios volvería a intervenir en los asuntos del hombre. ¿Hasta qué punto? Hasta eliminar todo el mundo, o sistema de cosas, malvado (compárese con 2 Pedro 3:5, 6). ¿Podría ocurrir tal cosa en nuestro día?
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