-
¿Hacia dónde se dirige este mundo?¡Manténgase alerta!
-
-
¿Hacia dónde se dirige este mundo?
Las noticias sobre conflictos graves y sucesos terribles inundan los informativos del mundo entero. ¿Cuál es el verdadero significado de tales hechos?
SEGURIDAD PERSONAL. Atentados con bomba en varios mercados. Maestros y alumnos tiroteados en una escuela. Raptan niños en un descuido de los padres. Mujeres y ancianos asaltados a plena luz del día.
PANORAMA RELIGIOSO. Las iglesias respaldan a las facciones en conflicto. Clérigos acusados de genocidio. La Iglesia encubre a sacerdotes culpables de abuso sexual de menores. La escasa asistencia a los servicios religiosos provoca la venta de iglesias.
MEDIO AMBIENTE. Los intereses comerciales aceleran la deforestación. Comunidades pobres talan bosques enteros para conseguir combustible. La contaminación de acuíferos afecta a la potabilidad del agua. Los residuos industriales y ciertas técnicas modernas de captura ocasionan graves daños a la pesca. Asfixiante contaminación ambiental.
ECONOMÍA FAMILIAR. La renta per cápita en el África subsahariana no supera los 480 dólares anuales. La avaricia de algunos directivos causa la quiebra de sus empresas dejando a miles de empleados en la calle. Inversores estafados pierden los ahorros de toda una vida.
ESCASEZ DE ALIMENTOS. En todo el mundo, unos ochocientos millones de personas se acuestan con el estómago vacío.
GUERRAS. Los conflictos bélicos del siglo XX se cobraron más de cien millones de vidas. Hay armas nucleares suficientes para aniquilar a la humanidad varias veces. Guerras civiles. El terrorismo se ha convertido en una amenaza mundial.
EPIDEMIAS Y DIVERSAS ENFERMEDADES. A partir de 1918, la gripe española causó 21.000.000 de muertes. El sida es ya “la pandemia más devastadora de la historia”. El sufrimiento que causan el cáncer y las enfermedades cardíacas no conoce fronteras.
Procure ver el trasfondo de estas noticias. ¿Se trata de hechos aislados? ¿O constituyen un entramado mundial con un significado de mayor trascendencia?
[Ilustración y recuadro de la página 5]
¿Se interesa realmente Dios por nosotros?
Muchas personas que viven angustiadas por los terribles sucesos mundiales o que han sufrido graves pérdidas se preguntan por qué Dios no hace nada al respecto.
Dios sí se interesa por nosotros. Él nos ofrece guía confiable y verdadero alivio (Mateo 11:28-30; 2 Timoteo 3:16, 17). Ya ha tomado las medidas oportunas para erradicar la violencia, la enfermedad y la muerte. Dichas medidas muestran su interés por la gente, no de un solo país, sino de toda nación, tribu y lengua (Hechos 10:34, 35).
¿Cuánto nos interesamos nosotros por Dios? ¿Sabemos quién es el Creador del cielo y la Tierra? ¿Cómo se llama? ¿Conocemos sus propósitos para la humanidad? Las respuestas a estas preguntas están en la Biblia, donde Dios mismo nos explica los pasos que está dando para eliminar tanto la violencia como las enfermedades y la muerte. ¿Qué debemos hacer para beneficiarnos de estas reformas? Conocer al Creador y sus propósitos y, por supuesto, tener fe en él (Juan 3:16; Hebreos 11:6). Además, es necesario obedecer sus mandamientos (1 Juan 5:3). ¿Está usted dispuesto a hacerlo y demostrar así su interés por el Altísimo?
Para saber por qué permite Dios las condiciones actuales, debemos comprender una cuestión de suma importancia que se explica en las Escrituras y se expone en la página 15 de esta publicación.
-
-
¿Qué significado tienen los sucesos actuales?¡Manténgase alerta!
-
-
¿Qué significado tienen los sucesos actuales?
JESUCRISTO dijo que “la conclusión del sistema de cosas” se caracterizaría por guerras, escasez de alimentos, pestes y terremotos (Mateo 24:1-8; Lucas 21:10, 11).
Desde 1914, las guerras, ya sea entre naciones o entre etnias, han empañado la historia de la humanidad. Estos conflictos son a menudo consecuencia de la intromisión del clero en la política y, más recientemente, del terrorismo internacional.
Pese a los adelantos científicos, las hambrunas se cobran millones de vidas anualmente, y asciende a cientos de millones el número de personas que por todo el mundo sufren debido a la escasez crónica de alimentos.
Las pestes, o epidemias, constituyen otra faceta de la señal que dio Jesús. La epidemia de gripe que se declaró tras la primera guerra mundial segó más de veintiún millones de vidas. A diferencia de las plagas de la antigüedad, que diezmaban a la población en zonas muy concretas, en aquella ocasión se vieron afectadas multitud de naciones, e incluso islas remotas. En nuestros días, el sida se extiende como un reguero de pólvora por todo el planeta, y otras enfermedades como la tuberculosis, el paludismo, la ceguera de los ríos y el mal de Chagas siguen afectando a los países en desarrollo.
Todos los años se registran decenas de miles de terremotos de diversa intensidad. Pese a contar con instrumental y métodos modernos de alerta, los desastres provocados por los sismos en los núcleos urbanos siguen siendo noticia.
La Biblia también predijo: “Sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate” (2 Timoteo 3:1-5).
¿No le parece que nos hallamos en esos “tiempos críticos, difíciles de manejar”?
¿Se ha fijado en que la gente es sumamente egoísta, materialista y orgullosa?
¿Quién podría negar que el mundo está lleno de individuos exigentes, ingratos, desleales e incapaces de ponerse de acuerdo?
¿Ha observado que la desobediencia a los padres y la falta de cariño han aumentado de forma alarmante no solo en determinados lugares, sino a nivel mundial?
Sin duda, usted se da cuenta de que vivimos en un mundo que está obsesionado con la búsqueda de placeres y que carece de amor por el bien. Así describe la Biblia las actitudes predominantes en “los últimos días”.
¿Hacen falta más pruebas para identificar los tiempos en que vivimos? Jesús también predijo que durante este mismo período se predicarían en toda la Tierra habitada las buenas nuevas del Reino de Dios (Mateo 24:14). ¿Se está cumpliendo dicha profecía?
La Atalaya, una revista que se basa en la Biblia y cuyo propósito es anunciar las buenas nuevas del Reino de Jehová, es la publicación periódica que se imprime en el mayor número de idiomas.
Todos los años, los testigos de Jehová dedican más de mil millones de horas a hablar al prójimo sobre el Reino de Dios.
Además, editan publicaciones bíblicas en unos cuatrocientos idiomas, algunos de los cuales solo hablan grupos minoritarios en lugares remotos. Los testigos de Jehová han difundido el mensaje de las buenas nuevas por todas las naciones, llegando a predicar incluso en numerosas islas y territorios que por su reducido tamaño carecen de relevancia en la escena política. En la mayoría de los países llevan a cabo un programa regular de educación bíblica.
Así es, las buenas nuevas del Reino de Dios se están predicando en toda la Tierra habitada, no para convertir al mundo, sino para dar testimonio. En todas partes se ofrece a las personas la oportunidad de demostrar si se interesan en saber quién es el Creador de los cielos y la Tierra y si mostrarán respeto por sus leyes y amor al prójimo (Lucas 10:25-27; Revelación [Apocalipsis] 4:11).
Dentro de poco, el Reino de Dios limpiará el planeta de toda maldad y lo convertirá en un paraíso (Lucas 23:43).
[Recuadro de la página 6]
¿De qué últimos días se trata?
No se trata de los últimos días de la humanidad, pues según la Biblia, quienes hagan la voluntad de Dios podrán vivir para siempre (Juan 3:16, 36; 1 Juan 2:17).
Tampoco nos referimos a los últimos días del planeta, ya que la Palabra de Dios promete que la Tierra estará habitada por toda la eternidad (Salmo 37:29; 104:5; Isaías 45:18).
Más bien, son los últimos días de este sistema de cosas, donde reinan la violencia y la falta de amor, así como de quienes se aferren a él (Proverbios 2:21, 22).
[Ilustración y recuadro de la página 7]
¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios?
Los profetas bíblicos escribieron en repetidas ocasiones: “Esto es lo que ha dicho Jehová” (Isaías 43:14; Jeremías 2:2). Incluso Jesucristo, el Hijo de Dios, destacó el hecho de que él ‘no hablaba por sí mismo’ (Juan 14:10). La propia Biblia dice claramente: “Toda Escritura es inspirada de Dios” (2 Timoteo 3:16).
Ningún otro libro se ha publicado en tantos idiomas (más de dos mil doscientos, según las Sociedades Bíblicas Unidas) ni cuenta con semejante distribución (más de cuatro mil millones de ejemplares). ¿Acaso debería esperarse menos de un mensaje de Dios para la humanidad?
En el libro La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?, editado por los testigos de Jehová, encontrará un análisis más detallado de las pruebas que apoyan la inspiración divina de las Escrituras.
Leer la Biblia reconociendo que realmente es la Palabra de Dios tendrá un enorme impacto en su vida.
[Ilustraciones y recuadro de la página 8]
¿Qué es el Reino de Dios?
Es un gobierno celestial instaurado por el Dios verdadero, Jehová, Creador del cielo y la Tierra (Jeremías 10:10, 12).
La Biblia indica que Dios ha concedido a Jesucristo autoridad para gobernar (Revelación 11:15). Cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró dicha autoridad de forma sorprendente al controlar las fuerzas naturales, curar toda clase de dolencias e incluso resucitar a algunas personas que habían muerto (Mateo 9:2-8; Marcos 4:37-41; Juan 11:11-44). Una profecía bíblica inspirada predijo que el Altísimo también le otorgaría “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él” (Daniel 7:13, 14). Ese gobierno se conoce como el Reino de los cielos, y es precisamente desde los cielos desde donde Jesucristo gobierna en la actualidad.
[Ilustraciones de la página 7]
Las buenas nuevas se predican por todo el mundo
-
-
¿Qué rumbo sigue su vida?¡Manténgase alerta!
-
-
¿Qué rumbo sigue su vida?
• Muchas personas se hallan tan absortas en los asuntos cotidianos, que apenas se plantean hacia dónde se dirige su vida.
• La Biblia explica que nos aguardan acontecimientos maravillosos y nos advierte de que las instituciones humanas sufrirán un cambio radical de proporciones mundiales. Para beneficiarnos de esta información y escapar de la calamidad, debemos actuar con decisión, sin pérdida de tiempo.
• Hay quienes conocen las Escrituras y procuran seguir sus consejos, pero permiten que las inquietudes los lleven por otro derrotero.
• ¿Está usted satisfecho con el rumbo que ha tomado su vida? Al hacer planes, ¿toma en cuenta la repercusión que sus decisiones tendrán a largo plazo?
[Ilustraciones y recuadro de la página 9]
¿Qué es lo más importante para usted?
¿Qué lugar ocupan en su vida los siguientes asuntos? Numérelos por orden de importancia.
Aunque muchos de estos asuntos tienen su debido lugar en la vida, ¿cuáles son sus prioridades a la hora de escoger?
․․․ Actividades de tiempo libre
․․․ Empleo o profesión
․․․ Salud
․․․ Ser feliz
․․․ Mi cónyuge
․․․ Mis padres
․․․ Mis hijos
․․․ Una casa cómoda y buena ropa
․․․ Ser el mejor
․․․ Servir a Dios
[Recuadro de las páginas 10 y 11]
¿Contribuyen sus decisiones a lograr los objetivos que se ha propuesto?
REFLEXIONE EN LO SIGUIENTE
ACTIVIDADES DE TIEMPO LIBRE. ¿Escojo actividades que me ayudan a recuperar fuerzas? ¿O prefiero las emociones fuertes que podrían perjudicar mi salud o incluso dejarme inválido? ¿Es mi idea de pasarlo bien entregarme a unas cuantas horas de “diversión”, aunque después tenga que lamentarme por mucho tiempo? Aun si no hago nada objetable, ¿dedico tanto tiempo a divertirme que dejo a un lado asuntos más importantes?
EMPLEO O PROFESIÓN. ¿Constituye para mí un medio de vida, o me tiene esclavizado? ¿Me impone exigencias que amenazan mi salud? ¿Prefiero trabajar horas extras que estar con mi cónyuge o mis hijos? Si se me asignan tareas que perturban mi conciencia o que suelen interferir con los intereses espirituales, ¿las efectúo para no perder mi empleo?
SALUD. ¿Procuro conservar mi salud, o no me cuido como debiera? ¿Es la salud siempre mi tema de conversación? ¿Trato de cuidarme para poder atender bien a mi familia?
SER FELIZ. ¿Es lo más importante para mí? ¿Antepongo mi felicidad a la de mi cónyuge o la de mi familia? ¿Busco la felicidad de un modo que sea propio de un siervo del Dios verdadero?
MI CÓNYUGE. ¿Lo considero mi compañero, o compañera, solo cuando me conviene? ¿Lo trato con el respeto y la dignidad que se merece? ¿Influye mi fe en el concepto que tengo de mi cónyuge?
MIS PADRES. Si aún soy menor, ¿les muestro obediencia como es debido: mediante no ser respondón, al cumplir las tareas que me asignan en el hogar, al llegar a la hora que me hayan fijado y al evitar las actividades o amistades que no les parezcan adecuadas? Si soy adulto, ¿los escucho respetuosamente y los ayudo cuando lo necesitan? ¿Cómo los trato: como mejor me convenga, o como enseña la Palabra de Dios?
MIS HIJOS. ¿Asumo la responsabilidad de enseñarles buenos valores morales, o espero que los aprendan en la escuela? ¿Paso tiempo con ellos, o dejo que los juguetes, la televisión o la computadora los mantengan entretenidos? ¿Los disciplino siempre que desobedecen los recordatorios divinos, o solo cuando estoy irritado?
UNA CASA CÓMODA Y BUENA ROPA. ¿Qué factor determina la importancia que concedo a mi apariencia y mis posesiones? ¿La impresión que quiero causar a los vecinos? ¿El bienestar de mi familia? ¿El hecho de ser un siervo de Dios?
SER EL MEJOR. ¿Es importante para mí hacer las cosas bien? ¿Trato por todos los medios de ser el mejor? ¿Me molesta que me superen los demás?
SERVIR A DIOS. ¿Qué es más importante para mí: la aprobación divina, o la de mi cónyuge, mis hijos, mis padres o mi patrono? ¿Estaría dispuesto a poner el servicio a Dios en un segundo plano a fin de mantener una vida desahogada?
ANALICE DETENIDAMENTE ESTOS CONSEJOS BÍBLICOS
¿Qué lugar ocupa Dios en su vida?
Eclesiastés 12:13: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”.
PREGÚNTESE: “¿Es evidente que sigo esta norma? ¿Dictan los mandamientos divinos la forma en que atiendo las obligaciones relacionadas con mi familia, mi trabajo o mis estudios? ¿O son las inquietudes de la vida o ciertas obligaciones las que determinan el tiempo que dedico a Dios?”.
¿Cómo es su relación con Dios?
Proverbios 3:5, 6: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas”.
Mateo 4:10: “Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado”.
PREGÚNTESE: “¿Es así como veo mi relación con Dios? ¿Se refleja tal confianza y devoción en mis actividades cotidianas y en mi forma de afrontar las crisis?”.
¿Cuánta importancia les concede a la lectura y el estudio de la Biblia?
Juan 17:3: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”.
PREGÚNTESE: “Cuando analizo el lugar que ocupa en mi vida la lectura meditativa de la Palabra de Dios, ¿resulta obvio que creo en estas palabras?”.
¿Les da suficiente importancia a las reuniones cristianas?
Hebreos 10:24, 25: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, [...] y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca”.
Salmo 122:1: “Me regocijé cuando estuvieron diciéndome: ‘Vamos a la casa de Jehová’”.
PREGÚNTESE: “¿Demuestra mi estilo de vida que valoro este mandato de la Palabra de Dios? ¿Me perdí alguna reunión el mes pasado por permitir que otros asuntos tuvieran prioridad?”.
¿Participa con entusiasmo en comunicar a otras personas los propósitos de Dios?
Mateo 24:14: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio [...] y entonces vendrá el fin”.
Mateo 28:19, 20: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”.
Salmo 96:2: “Canten a Jehová, bendigan su nombre. De día en día anuncien las buenas nuevas de salvación por él”.
PREGÚNTESE: “¿Concedo a esta actividad la importancia que de verdad se merece? ¿Refleja mi participación en esta obra la convicción de que vivimos en una época trascendental?”.
-
-
Ha llegado “la hora del juicio”¡Manténgase alerta!
-
-
Ha llegado “la hora del juicio”
REVELACIÓN, el último libro de la Biblia, nos habla de un ángel que vuela en medio del cielo con “buenas nuevas eternas que declarar como noticias gozosas” y que dice con voz fuerte: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora del juicio por él” (Revelación 14:6, 7). “La hora del juicio”, durante la cual se pronuncia y ejecuta la sentencia divina, es un período de tiempo relativamente corto. Dicha hora representa la culminación de “los últimos días” en los que estamos viviendo (2 Timoteo 3:1).
La llegada de “la hora del juicio” constituye una buena noticia para quienes aman la justicia. Será entonces cuando Dios elimine al actual sistema de cosas violento y desamorado que tanto sufrimiento ha causado a sus siervos.
Es ahora, antes de que la destrucción del actual sistema de cosas malvado dé por terminada “la hora del juicio”, cuando se nos da la siguiente exhortación: “Teman a Dios y denle gloria”. ¿Lo está haciendo usted? No basta con decir: “Creo en Dios” (Mateo 7:21-23; Santiago 2:19, 20). El temor a Dios debería impulsarnos a tratarlo con reverencia y alejarnos de la maldad (Proverbios 8:13). Debería motivarnos a amar lo bueno y odiar lo malo (Amós 5:14, 15). Si glorificamos a Dios, lo escucharemos con el mayor respeto, por lo que no habrá nada que nos tenga tan ocupados que descuidemos la lectura regular de su Palabra, la Biblia. Confiaremos en él con todo nuestro corazón y en todo momento (Salmo 62:8; Proverbios 3:5, 6). Quienes de veras lo honran reconocen que es el Creador del cielo y la Tierra y, por lo tanto, se someten con amor a su soberanía universal. Si nos damos cuenta de que deberíamos prestar más atención a estos asuntos, hagámoslo sin demora.
El período en el que se ejecuta la sentencia del juicio mencionado por el ángel se conoce también como “el día de Jehová”. La antigua Jerusalén vivió un “día” similar en 607 a.E.C. porque sus habitantes desoyeron las advertencias que les dio Jehová mediante los profetas; pensaron que ese día tardaría y se expusieron a un gran peligro. Pero Jehová les había advertido: “Está cerca, y hay un apresurarse muchísimo de él” (Sofonías 1:14). Babilonia también vivió otro “día de Jehová” en 539 a.E.C. (Isaías 13:1, 6). Confiados en sus fortificaciones y en sus dioses, los babilonios no hicieron caso de las advertencias dadas por los profetas de Dios. Sin embargo, la poderosa ciudad cayó ante los medos y los persas en una sola noche.
¿A qué nos enfrentamos en la actualidad? A otro “día de Jehová” de alcance aún mayor (2 Pedro 3:11-14). Ya se ha dictado la sentencia divina contra “Babilonia la Grande”. En Revelación 14:8, un ángel declara: “¡Babilonia la Grande ha caído[!]”. Y ya ha sucedido, pues actualmente ella no puede contener a los siervos de Jehová. La corrupción de Babilonia y su implicación en las guerras han quedado claramente expuestas, y su final está cerca. Por tal motivo, la Biblia exhorta a gente de todo lugar: “Sálganse de ella [Babilonia la Grande] [...] si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia” (Revelación 18:4, 5).
¿Qué es Babilonia la Grande? Es el sistema religioso mundial que lleva el sello distintivo de la antigua Babilonia (Revelación, capítulos 17, 18). Analicemos algunas similitudes entre ambas:
• La clase sacerdotal de la Babilonia antigua participaba activamente en la política nacional. Así sucede hoy día en muchas religiones.
• Los sacerdotes babilonios a menudo fomentaban la guerra. En nuestro tiempo, los ministros religiosos han sido muchas veces los primeros en apoyar a las tropas en los conflictos bélicos.
• Las enseñanzas y prácticas de la antigua Babilonia la convirtieron en una nación sumamente inmoral. Los guías religiosos de hoy día pasan por alto las normas morales de la Biblia; en consecuencia, se observa una inmoralidad desenfrenada tanto entre el clero como entre los laicos. Además, conviene destacar que en Revelación se califica a Babilonia la Grande de ramera, debido a que se prostituye al ponerse al servicio del mundo y su sistema político.
• Las Escrituras indican también que Babilonia la Grande vive “en lujo desvergonzado”. En la antigua nación, los templos poseían grandes extensiones de terreno, y los sacerdotes mantenían una destacada actividad comercial. Hoy día, además de los lugares de culto, Babilonia la Grande es dueña de un verdadero imperio comercial. Sus doctrinas y festividades les proporcionan grandes ganancias tanto a ella como al mundo de los negocios.
• Las imágenes, la magia y la brujería eran comunes en la Babilonia antigua; hoy día son igual de habituales. La muerte se consideraba como una transición a otra vida. Los babilonios, que levantaron multitud de templos y capillas en honor a sus deidades, estaban en contra de los siervos de Jehová. Esas mismas creencias y prácticas identifican a Babilonia la Grande.
En la antigüedad, Jehová se valió de potencias políticas y militares para castigar a quienes repetidamente se negaban a hacer su voluntad. Así, los asirios destruyeron Samaria en 740 a.E.C.; Jerusalén fue arrasada por los babilonios en 607 a.E.C. y por los romanos en 70 E.C.; a su vez, los medos y los persas conquistaron Babilonia en 539 a.E.C. La Biblia predice que los gobiernos de la actualidad se comportarán como una bestia salvaje: atacarán a “la ramera”, la desnudarán —es decir, revelarán su verdadera naturaleza— y la destruirán por completo (Revelación 17:16).
¿Será posible que los gobiernos mundiales lancen semejante ataque? Según las Escrituras, Dios pondrá “en sus corazones” la idea de hacerlo (Revelación 17:17). No será un comportamiento predecible ni gradual, sino repentino, imprevisto y desconcertante.
¿Qué debe hacer usted? Pregúntese: “¿Pertenezco aún a alguna organización religiosa manchada con enseñanzas y prácticas que la identifican con Babilonia la Grande?”. Incluso aunque no fuera así, piense en lo siguiente: “¿Me he dejado influenciar por su espíritu?”. ¿En qué consiste dicho espíritu? Se trata de una actitud en la que predomina la aceptación de valores morales degradados, el apego a los bienes materiales y a los placeres más bien que a Dios o el desprecio deliberado por las Escrituras (incluso en detalles aparentemente insignificantes). Medite antes de responder.
Para conseguir el favor de Jehová, es vital que tanto nuestros deseos como nuestros actos evidencien que no somos parte de Babilonia la Grande. No podemos demorarnos, pues la Biblia nos advierte así de su repentino fin: “Con lanzamiento veloz será arrojada abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca volverá a ser hallada” (Revelación 18:21).
Se avecinan más cambios. En “la hora del juicio”, Jehová Dios también pedirá cuentas al sistema político mundial, a sus gobernantes y a cuantos pasen por alto el justo dominio de su Reino celestial en manos de Jesucristo (Revelación 13:1, 2; 19:19-21). En la visión profética de Daniel 2:20-45 se representa la dominación política desde los días de Babilonia hasta la actualidad mediante una gigantesca imagen hecha de oro, plata, cobre, hierro y barro. En alusión a nuestro tiempo, la profecía dijo: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas”. Y la Biblia revela qué más hará este Reino durante “la hora del juicio” de Jehová: “Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).
La Biblia advierte a los adoradores sinceros de Dios que no amen “las cosas que están en el mundo”, es decir, el estilo de vida que promueve este sistema de cosas alejado del Dios verdadero (1 Juan 2:15-17). ¿Muestran sus decisiones y acciones que apoya usted sin reservas el Reino de Dios? ¿Ocupa ese Reino el primer lugar en su vida? (Mateo 6:33; Juan 17:16, 17.)
[Recuadro de la página 14]
¿Cuándo llegará el fin?
“A una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre.” (Mateo 24:44.)
“Manténganse alerta, [...] porque no saben ni el día ni la hora.” (Mateo 25:13.)
“No llegará tarde.” (Habacuc 2:3.)
[Recuadro de la página 14]
¿Sería diferente su vida si supiera cuándo llega el fin?
Si tuviera la certeza de que la ejecución inminente de la sentencia divina fuera a demorarse unos cuantos años, ¿cambiaría usted su estilo de vida? ¿Ha aflojado el paso en el servicio a Jehová porque este viejo sistema parece durar más de lo que usted esperaba? (Hebreos 10:36-38.)
Desconocer el momento exacto del fin nos permite demostrar que nuestra motivación para servir a Dios es pura. Los que conocen a Jehová saben que un despliegue de devoción de última hora no va a impresionarlo, pues él lee el corazón de cada persona (Jeremías 17:10; Hebreos 4:13).
Quienes de veras aman a Dios siempre lo ponen en primer lugar. Aunque los cristianos trabajan como el resto de la gente, su objetivo no es enriquecerse, sino contar con lo suficiente para mantenerse y ayudar a los demás si surge alguna necesidad (Efesios 4:28; 1 Timoteo 6:7-12). También les gusta cambiar el ritmo y disfrutar de diversiones sanas, pero lo hacen para reponer fuerzas, no porque quieran imitar al mundo (Marcos 6:31; Romanos 12:2). Al igual que Jesucristo, se deleitan en hacer la voluntad divina (Salmo 37:4; 40:8).
Los verdaderos cristianos desean vivir para siempre sirviendo a Jehová. Dicho deseo no se apaga por el hecho de que ciertas bendiciones tarden en llegar un poco más de lo que algunos esperaban.
[Ilustración y recuadro de la página 15]
La cuestión de la soberanía
Para saber por qué permite Dios tanto sufrimiento, debemos comprender la cuestión de la soberanía, es decir, de la autoridad suprema.
Jehová es el Creador y, por lo tanto, tiene el derecho de gobernar la Tierra y a cuantos viven en ella. Sin embargo, la Biblia explica que al principio de la historia humana se puso en tela de juicio la soberanía divina. Satanás el Diablo alegó que Jehová era demasiado restrictivo y que había mentido a nuestros primeros padres sobre las consecuencias de desobedecer Su ley y actuar con autonomía. Sostuvo además que en realidad les iría mejor si se independizaban de la autoridad divina (Génesis, capítulos 2, 3).
La destrucción inmediata de los rebeldes habría demostrado el poder de Jehová, pero las acusaciones habrían quedado sin respuesta. En cambio, al dejarlos con vida, Dios permitió que toda su creación inteligente viera los resultados de la rebelión. Aunque tal decisión ha provocado sufrimiento, también nos ha dado la oportunidad de nacer.
Además, pese a que le supuso pagar un elevado precio, Jehová amorosamente hizo lo necesario para que los humanos que lo obedecieran y tuvieran fe en el sacrificio redentor de su Hijo pudieran verse libres del pecado y sus consecuencias, y vivir en el Paraíso. Si fuera preciso, Jehová puede incluso resucitarlos de entre los muertos.
Permitir que haya transcurrido tiempo para resolver esta cuestión también ha servido para que los siervos de Dios demuestren que son capaces de responder a Su amor y de ser leales bajo cualquier circunstancia. Zanjar tanto la cuestión de la soberanía divina como la de la integridad humana —estrechamente relacionada con la primera— es vital para que impere en el universo el debido respeto por la ley, sin el cual la paz sería imposible.a
[Nota]
a Dichas cuestiones y su repercusión se analizan con detalle en el libro Acerquémonos a Jehová, editado por los testigos de Jehová.
[Ilustración]
El sistema político mundial dejará de existir
-
-
El nuevo mundo que Dios promete¡Manténgase alerta!
-
-
El nuevo mundo que Dios promete
LA Biblia, la Palabra escrita de Dios, nos llena de esperanza al decir: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:13).
¿Qué son los “nuevos cielos”? La Biblia relaciona los cielos con el concepto de gobierno (Hechos 7:49). Los “nuevos cielos” representan, pues, una nueva administración que ejercerá su autoridad sobre la Tierra. Se considera que es nueva porque sustituirá al actual sistema político y, además, porque supone un paso adelante en el cumplimiento del propósito divino. Se trata del Reino que Jesús nos enseñó a pedir en nuestras oraciones (Mateo 6:10). En vista de que lo instituyó Dios —quien reside en el cielo—, recibe el nombre de “el reino de los cielos” (Mateo 7:21).
¿Qué es la “nueva tierra”? No se trata de un nuevo planeta, pues las Escrituras indican con claridad que la Tierra siempre estará habitada. Más bien, la “nueva tierra” se refiere a una nueva sociedad humana. Será nueva porque las personas malvadas habrán sido erradicadas de ella (Proverbios 2:21, 22). Todos sus miembros honrarán y obedecerán al Creador y vivirán en armonía con sus requisitos (Salmo 22:27). Gente de todas las naciones está recibiendo la invitación de conocer las normas divinas y amoldarse a ellas. ¿Está haciendo usted eso?
En el nuevo mundo de Dios, todos respetarán Su autoridad. ¿Ama usted a Dios? ¿Lo impulsa dicho amor a obedecerle? (1 Juan 5:3.) ¿Se hace evidente este hecho por su conducta en el hogar, en el empleo o en el centro de estudios? ¿Lo demuestra por su estilo de vida?
En ese nuevo mundo, la sociedad humana adorará de forma unida al Dios verdadero. ¿Adora usted al Creador del cielo y la Tierra? ¿Se siente verdaderamente unido a sus compañeros de creencia de toda nación, raza y lengua? (Salmo 86:9, 10; Isaías 2:2-4; Sofonías 3:9.)
[Recuadro de la página 17]
El Dios que hizo estas promesas
Es el Creador del cielo y la Tierra, aquel a quien Jesucristo señaló como “el único Dios verdadero” (Juan 17:3).
La mayoría de la gente honra dioses de su propia invención. Millones de personas se inclinan ante imágenes inanimadas. Hay quienes ensalzan a instituciones humanas, modos de pensar materialistas o sus propios deseos. Y hay otros que, aunque afirman incluso basarse en la Biblia, no honran el nombre que identifica al “Dios verdadero” en las Escrituras (Deuteronomio 4:35).
El Creador dice de sí mismo: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre” (Isaías 42:5, 8). Dicho nombre aparece unas siete mil veces en el texto bíblico original. Y Jesucristo enseñó a sus seguidores a pedir en oración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9).
¿Cómo es el Dios verdadero? Él se define como alguien “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”, pero que bajo ningún concepto dejará sin castigo a quienes infrinjan sus mandamientos obstinadamente (Éxodo 34:6, 7). La relación que ha mantenido con la humanidad a lo largo de la historia confirma dicha descripción.
Tanto su nombre como la persona a la que dicho nombre representa deben ser santificados, o considerados sagrados. Él es el Creador y Soberano Universal, y por tanto merece obediencia y total devoción. ¿Se las está dando usted?
[Ilustración y recuadro de la página 18]
¿Cuáles serán los logros de los “nuevos cielos” y la “nueva tierra”?
Una Tierra convertida en un paraíso Lucas 23:43
Una sociedad formada por personas Juan 13:35;
procedentes de toda nación, raza e Revelación 7:9, 10
idioma unidas por el amor
Paz mundial y verdadera seguridad Salmo 37:10, 11;
para todos Miqueas 4:3, 4
Trabajo agradable y comida en abundancia Isaías 25:6; 65:17, 21-23
Eliminación de las enfermedades, Isaías 25:8;
el dolor y la muerte Revelación 21:1, 4
Un mundo en el que todos adorarán al Revelación 15:3, 4
único Dios verdadero
[Ilustraciones y recuadro de la página 19]
¿Se beneficiará usted?
¡Dios no puede mentir! (Tito 1:2.)
Jehová declara: “Mi palabra [...] no volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isaías 55:11).
Jehová ya está creando unos “nuevos cielos y una nueva tierra”, pues el gobierno celestial ha entrado en funciones y se ha colocado el fundamento de esa “nueva tierra”.
Tras relatar algunos de los maravillosos logros de los “nuevos cielos” y la “nueva tierra” para beneficio de la humanidad, Dios mismo, el Soberano Universal, asegura en el libro bíblico de Revelación: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Revelación 21:1, 5).
Ahora bien, cada uno de nosotros debe plantearse esta pregunta crucial: “¿Estoy haciendo los cambios necesarios a fin de que se me considere digno de formar parte de la ‘nueva tierra’ bajo la administración de los ‘nuevos cielos’?”.
-
-
Prestaron atención y se salvaron¡Manténgase alerta!
-
-
Prestaron atención y se salvaron
JESUCRISTO avisó con antelación de que el sistema de cosas judío, centrado en el templo de Jerusalén, llegaría a su fin. Aunque no ofreció una fecha exacta, sí describió los sucesos que antecederían a tal destrucción y exhortó a sus discípulos a mantenerse alerta y huir de la zona de peligro.
“Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados —predijo Jesús—, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado.” También aconsejó: “Cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación [...] de pie en un lugar santo, [...] entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas”. Jesús instó a sus discípulos a que no regresaran a recoger sus bienes; si querían salvarse, tendrían que huir de inmediato (Lucas 21:20, 21; Mateo 24:15, 16).
A fin de sofocar una prolongada revuelta, en 66 E.C., Cestio Galo dirigió las fuerzas romanas contra Jerusalén, adonde logró entrar e incluso sitiar el templo. La ciudad quedó sumida en el caos. Quienes se mantuvieron alerta comprendieron que el desastre era inminente, pero ¿lograrían huir? Sin previo aviso, Cestio Galo retiró a sus soldados, quienes fueron perseguidos por los judíos insurgentes. ¡Ese era el momento de alejarse de Jerusalén y de toda Judea!
El ejército romano regresó al año siguiente bajo el mando de Vespasiano y su hijo, Tito, llevando la guerra a todo el país. A principios de 70 E.C., los romanos construyeron alrededor de la capital una empalizada de estacas puntiagudas que impedía toda posibilidad de escape (Lucas 19:43, 44). En la ciudad, las diversas facciones se mataron atrozmente entre sí. El resto del pueblo pereció a manos de los romanos o fue llevado al cautiverio. La ciudad y el templo quedaron arrasados. Según Josefo, historiador judío del siglo primero, más de un millón de judíos sufrieron y murieron en aquella ocasión. El templo jamás ha sido reconstruido.
De haber estado en Jerusalén en 70 E.C., los cristianos habrían sido masacrados o sometidos a esclavitud como el resto de la población. Pero no sucedió así, pues según los historiadores de la época, hicieron caso de la advertencia divina y huyeron de Jerusalén y Judea en dirección a las montañas situadas al este del río Jordán. Algunos se asentaron en Pela, provincia de Perea. Nunca regresaron a Judea. Prestar atención a la advertencia de Jesús les salvó la vida.
¿Toma usted en serio las advertencias que provienen de fuentes confiables?
Cuando muchas de las advertencias no se hacen realidad, la gente tiende a tomar todas a la ligera. Sin embargo, hacer caso de las advertencias puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
Por ejemplo, en 1975 se dio en China la voz de alarma sobre un posible terremoto. Las autoridades tomaron medidas, y la población reaccionó, gracias a lo cual se salvaron miles de vidas.
En abril de 1991, los habitantes de las laderas del monte Pinatubo, en las Filipinas, vieron cómo este expulsaba vapor y cenizas. Tras vigilar el estado del volcán durante dos meses, el Philippine Institute of Volcanology and Seismology declaró la alerta roja, y enseguida fueron evacuadas miles de personas. En la mañana del 15 de junio se escuchó una tremenda explosión, la cual lanzó a la atmósfera más de ocho kilómetros cúbicos de cenizas, que posteriormente fueron depositándose en el suelo. De nuevo, miles de vidas se salvaron por prestar atención.
La Biblia advierte del fin del sistema de cosas actual. Por eso, en vista de que vivimos en los últimos días y de que el fin está cada vez más cerca, ¿se mantiene usted alerta? ¿Está haciendo lo posible para permanecer fuera de la zona de peligro? Impulsado por un sentido de urgencia, ¿avisa al prójimo para que haga lo mismo?
[Ilustración de la página 20]
Muchos se salvaron de las cenizas volcánicas del monte Pinatubo por hacer caso de las advertencias
[Ilustración de la página 21]
Los cristianos que prestaron atención a la advertencia de Jesús escaparon con vida de la destrucción de Jerusalén en 70 E.C.
-
-
“No hicieron caso”¡Manténgase alerta!
-
-
“No hicieron caso”
TOMAR a la ligera las advertencias puede conducir al desastre.
En 1974, mientras la ciudad australiana de Darwin se preparaba para sus fiestas, el sonido de las sirenas anunció la llegada de un ciclón. Sin embargo, hacía casi treinta años que ninguno causaba daños serios a esa población. ¿Por qué sería diferente en esta ocasión? La mayoría de los ciudadanos no pensaron que corrían verdadero peligro hasta que las fuertes ráfagas de viento comenzaron a arrancar los tejados y las paredes de las casas donde se habían refugiado. A la mañana siguiente, la ciudad era la misma imagen de la desolación.
En noviembre de 1985, en las cercanías de la ciudad de Armero (Colombia), la erupción de un volcán fundió la nieve y el hielo que lo cubrían, desencadenando una avalancha de lodo que sepultó a más de 20.000 habitantes de dicha localidad. ¿Ocurrió sin previo aviso? Lo cierto es que la gente llevaba meses notando los temblores de la montaña, pero la mayoría se había acostumbrado y vivía despreocupada. Aunque las autoridades recibieron informes de que el desastre era inminente, no hicieron casi nada por dar la voz de alarma. Al contrario, mediante la radio y el sistema de megafonía de la iglesia emitieron anuncios para tranquilizar a la población. La noche de la tragedia se registraron dos espectaculares explosiones. ¿Habría abandonado usted sus pertenencias y echado a huir? Muy pocos reaccionaron antes de que fuera demasiado tarde.
Los geólogos suelen predecir con bastante precisión dónde se producirán los terremotos, pero casi nunca saben exactamente en qué momento. En 1999, los terremotos segaron las vidas de 20.000 personas en todo el mundo, muchas de las cuales jamás se habían imaginado que les sucedería algo semejante.
¿Cómo reacciona usted ante las advertencias procedentes de Dios mismo?
La Biblia, que describió gráficamente y con mucha antelación los sucesos que caracterizan a los últimos días, nos anima a pensar en “los días de Noé”. “En aquellos días antes del diluvio”, las personas vivían inmersas en sus actividades cotidianas, aunque sin duda les preocupaba la violencia reinante. No obstante, pese a la advertencia que Dios les hizo llegar mediante su siervo Noé, “no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos” (Mateo 24:37-39). ¿Habría prestado usted atención entonces? ¿Lo hace ahora?
¿Qué habría hecho de vivir en Sodoma, cerca del mar Muerto, en el tiempo de Lot, sobrino de Abrahán? Aquella próspera ciudad se hallaba en una región paradisíaca, y en los días de Lot, sus habitantes vivían despreocupados: “comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban”. Pero aquella sociedad era también sumamente inmoral. ¿Se habría tomado usted en serio la condena que hizo Lot de las prácticas depravadas? ¿Habría hecho caso si le hubiera dicho que Dios iba a destruir la ciudad? ¿O hubiera pensado que Lot bromeaba, como hicieron sus futuros yernos? ¿Es posible que en medio de la huida hubiera mirado atrás, como la esposa de Lot? Aunque los demás no tomaron en serio la advertencia, el día que Lot salió de Sodoma “llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos” (Lucas 17:28, 29).
En la actualidad, la mayoría de la gente tampoco hace caso. Pero los ejemplos anteriores se han conservado en la Palabra de Dios para servirnos de advertencia y para motivarnos a MANTENERNOS ALERTA.
[Ilustración y recuadro de la página 22]
¿Hubo de veras un diluvio universal?
Aunque muchos de sus detractores lo niegan, la Biblia presenta el Diluvio como un hecho real.
El propio Jesucristo se refirió a tal suceso; de hecho, lo presenció desde los cielos.
[Ilustración y recuadro de la página 23]
¿Se destruyó realmente a Sodoma y Gomorra?
Las pruebas arqueológicas así lo atestiguan.
Este hecho aparece en diversas fuentes históricas.
Jesucristo corroboró dicha devastación, y existen referencias a ella en catorce libros de la Biblia.
-
-
“Para que no entren en tentación”¡Manténgase alerta!
-
-
“Para que no entren en tentación”
“Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación.” (MATEO 26:41.)
JESUCRISTO, el Hijo de Dios, estaba a punto de terminar su vida terrestre. Se hallaba bajo una enorme presión, como nunca antes había experimentado. Sabía que de un momento a otro lo arrestarían y luego lo condenarían a morir en un madero de tormento. Comprendía igualmente que todos sus actos y decisiones repercutirían, para bien o para mal, en el nombre de su Padre. Además, era consciente de que estaba en juego el futuro de la humanidad. ¿Cómo reaccionó ante tanta presión?
2 Llevó a sus discípulos al jardín de Getsemaní, uno de sus lugares favoritos. Una vez allí se alejó un poco de ellos y, a solas, abrió el corazón a su Padre celestial para pedirle fuerzas. Y no le rogó con fervor una sola vez, sino tres veces. Aunque era perfecto, Jesús no se creyó capaz de resistir aquella presión por sí mismo (Mateo 26:36-44).
3 En la actualidad, también vivimos bajo presión. En este folleto ya se han analizado pruebas de que nos hallamos en los últimos días de este sistema malvado. Las presiones y las tentaciones generadas por el mundo de Satanás se están intensificando. Los actos y decisiones de quienes afirmamos servir al Dios verdadero repercuten en Su nombre e influyen notablemente en nuestras expectativas de vivir en Su nuevo mundo. Nosotros amamos a Jehová y queremos aguantar “hasta el fin”, ya sea el de nuestra vida o el de este sistema, sin importar cuál se produzca antes (Mateo 24:13). Ahora bien, ¿cómo lograremos conservar el sentido de urgencia y mantenernos alerta?
4 Jesús sabía que a sus discípulos —tanto entonces como en la actualidad— también se les sometería a presión; por lo tanto exhortó: “Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación” (Mateo 26:41). ¿Qué implican estas palabras para nosotros? ¿Qué tentaciones afrontamos? ¿Y cómo nos ‘mantendremos alerta’?
¿Qué tentaciones afrontamos?
5 Todos afrontamos a diario la tentación de caer en el “lazo del Diablo” (2 Timoteo 2:26). La Biblia nos advierte de que los siervos de Jehová son el principal blanco de Satanás (1 Pedro 5:8; Revelación 12:12, 17). ¿Qué se propone? No necesariamente quitarnos la vida. De hecho, que muriéramos fieles a Dios no representaría ninguna victoria para Satanás, pues él sabe que mediante la resurrección, Jehová revertirá —a su debido tiempo— los efectos de la muerte (Lucas 20:37, 38).
6 El Diablo quiere quitarnos algo de mucho más valor que la vida: nuestra integridad a Dios. Satanás está desesperado por demostrar que puede apartarnos de Jehová. Por tanto, si pudiera inducirnos a ser infieles —al dejar de predicar las buenas nuevas o al abandonar las normas cristianas—, entonces habría vencido (Efesios 6:11-13). Por eso “el Tentador” nos tiende trampas (Mateo 4:3).
7 Satanás se vale de diversos “engaños”, o tretas (Efesios 6:11, Versión Popular). Suele recurrir al materialismo, el temor, las dudas o la búsqueda de placeres. Ahora bien, uno de sus métodos más eficaces es el desánimo. Este astuto oportunista sabe que el desaliento nos debilita, haciéndonos más vulnerables (Proverbios 24:10). Por lo tanto, procura valerse de los momentos en que nos hallamos “aplastado[s]” emocionalmente para tentarnos y lograr que nos rindamos (Salmo 38:8).
8 A medida que nos adentramos en los últimos días, parece que aumentan las causas de desánimo, y nosotros no somos inmunes a ellas (véase el recuadro “Factores que contribuyen al desánimo”). Provenga de donde provenga, el desánimo mina nuestra fortaleza. Cuando alguien se encuentra agotado física, mental y emocionalmente, puede resultar un desafío “compr[ar] todo el tiempo oportuno” para las obligaciones espirituales, como son el estudio de la Biblia, la asistencia a las reuniones cristianas y la participación en el ministerio (Efesios 5:15, 16). Recordemos que el Tentador quiere que nos rindamos. Pero ahora no es el momento de aflojar el paso o perder de vista la urgencia de los tiempos (Lucas 21:34-36). Entonces, ¿cómo podemos resistir las tentaciones y mantenernos alerta? Veamos cuatro sugerencias útiles.
‘Oremos de continuo’
9 Apoyémonos en Jehová mediante la oración. ¿Qué hizo Jesús cuando se halló bajo intensa presión emocional en el jardín de Getsemaní? Pidió ayuda a Jehová mediante una oración tan ferviente que “su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo” (Lucas 22:44). Pensemos en lo siguiente: Jesús conocía bien a Satanás, pues desde el cielo había observado todas las tentaciones que utiliza para entrampar a los siervos de Dios. Sin embargo, no creyó que podía resistir fácilmente cualquiera de aquellas tentaciones. Si el Hijo perfecto de Dios consideró necesario pedir en oración la ayuda y la fortaleza divinas, ¡con cuánta más razón deberíamos hacerlo nosotros! (1 Pedro 2:21.)
10 Además, conviene recordar que después de instar a sus discípulos con las palabras “oren de continuo”, Jesús dijo: “El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). ¿A la carne de quién se refería? Está claro que a la suya no, pues en el cuerpo humano perfecto de Jesús no había rastro de debilidad (1 Pedro 2:22). Ahora bien, la situación de sus discípulos era diferente. Debido a la imperfección heredada y a las tendencias pecaminosas, necesitarían mucha ayuda para resistir las tentaciones (Romanos 7:21-24). Por este motivo, Cristo instó a aquellos discípulos —y a todos cuantos abrazarían con el tiempo el cristianismo verdadero— a que recurrieran a la oración para enfrentarse a las tentaciones (Mateo 6:13). ¿De qué forma responde Jehová esas oraciones? (Salmo 65:2.) Al menos de dos maneras.
11 En primer lugar, Dios nos ayuda a identificar las tentaciones de Satanás, que son como trampas ocultas en un camino oscuro en las que podríamos caer si no las viéramos. Mediante la Biblia y las publicaciones basadas en ella, Jehová pone al descubierto tales trampas, y así evita que caigamos en la tentación. A lo largo de los años, las publicaciones y las asambleas nos han alertado repetidamente sobre peligros como el temor al hombre, la inmoralidad sexual y el materialismo, al igual que otras tentaciones satánicas (Proverbios 29:25; 1 Corintios 10:8-11; 1 Timoteo 6:9, 10). Sin duda alguna, agradecemos que Jehová nos advierta de las artimañas del Diablo (2 Corintios 2:11). Tales advertencias constituyen una respuesta a las oraciones en las que pedimos ayuda para resistir las tentaciones.
12 En segundo lugar, Jehová contesta nuestras oraciones dándonos fortaleza para resistir. Su Palabra dice: “Dios [...] no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla” (1 Corintios 10:13). Si nos apoyamos en Dios, él jamás permitirá que una tentación se vuelva tan insoportable que nos falte fortaleza espiritual para aguantarla. ¿Cómo provee “la salida”? Concediendo “espíritu santo a los que le piden” (Lucas 11:13). Dicho espíritu nos permitirá recordar principios bíblicos que refuercen nuestra resolución de hacer el bien y que contribuyan a que tomemos buenas decisiones (Juan 14:26; Santiago 1:5, 6). También nos ayuda a manifestar las cualidades precisas para vencer las malas tendencias (Gálatas 5:22, 23). El espíritu de Dios puede lograr incluso que otros compañeros cristianos se conviertan en “un socorro fortalecedor” para nosotros (Colosenses 4:11). ¿Agradecemos la respuesta tan amorosa que Jehová da a nuestras oraciones?
Abriguemos expectativas realistas
13 Para mantenernos alerta, debemos abrigar expectativas realistas. Las presiones de la vida hacen que en ocasiones todos nos sintamos cansados, pero debemos recordar que Dios nunca prometió una vida sin problemas en este viejo sistema. Incluso los siervos de Dios de tiempos bíblicos afrontaron adversidades, como persecución, pobreza, depresión y diversas enfermedades (Hechos 8:1; 2 Corintios 8:1, 2; 1 Tesalonicenses 5:14; 1 Timoteo 5:23).
14 En la actualidad tampoco estamos libres de problemas: somos perseguidos, pasamos por apuros económicos y períodos de depresión, nos enfermamos, y sufrimos otras penalidades. De hecho, si recibiéramos protección milagrosa, eso le daría a Satanás un motivo para desafiar con escarnio a Jehová (Proverbios 27:11). Pero lo cierto es que Jehová permite que sus siervos se enfrenten a tentaciones y pruebas, y en algunos casos a una muerte prematura a manos de los opositores (Juan 16:2).
15 Entonces, ¿qué ha prometido Dios? Como se mencionó anteriormente, que nos dará las fuerzas para resistir cualquier tentación si tenemos plena confianza en él (Proverbios 3:5, 6). Mediante su Palabra, su espíritu y su organización nos protege en sentido espiritual y nos ayuda a salvaguardar nuestra relación con él. Si conservamos intacta dicha relación, venceremos, aun cuando perdamos la vida. Nada, ni siquiera la muerte, puede impedir que Dios recompense a sus siervos fieles (Hebreos 11:6). Y en el cercano nuevo mundo cumplirá sin falta el resto de sus maravillosas promesas y bendecirá a quienes lo aman (Salmo 145:16).
Recordemos las cuestiones implicadas
16 Si queremos aguantar hasta el fin, debemos recordar las cuestiones vitales implicadas en el hecho de que Dios haya permitido la maldad. En caso de que nos parezca que nuestros propios problemas son insoportables y nos sintamos tentados a rendirnos, recordemos que Satanás ha puesto en tela de juicio tanto la legitimidad de la soberanía de Jehová como la devoción e integridad de los siervos de Dios (Job 1:8-11; 2:3, 4). Tales cuestiones y la forma en que Jehová ha decidido zanjarlas son mucho más importantes que nuestra propia existencia. ¿Por qué?
17 El que Dios tolere temporalmente los problemas ha hecho posible que más personas abracen la verdad. Meditemos en lo siguiente: Jesús tuvo que soportar muchos sufrimientos para salvarnos (Juan 3:16). ¿Verdad que nos sentimos agradecidos por ello? Preguntémonos entonces: “¿Estaríamos dispuestos a soportar las dificultades un poco más de tiempo para que otras personas se salvaran?”. Para aguantar hasta el fin, hemos de reconocer que la sabiduría de Jehová supera con creces la nuestra (Isaías 55:9). El momento que ha elegido Dios para acabar con la maldad será el más conveniente tanto para resolver de una vez por todas las cuestiones pendientes como para asegurar nuestro propio bienestar eterno. ¡No esperaríamos menos de Dios, con quien no hay injusticia! (Romanos 9:14-24.)
‘Acerquémonos a Dios’
18 Para conservar el sentido de urgencia, debemos permanecer cerca de Jehová. Jamás olvidemos que Satanás trata por todos los medios de arruinar nuestra buena relación con Dios. Quiere hacernos creer que nunca llegará el fin y que no tiene sentido predicar las buenas nuevas ni regirse por las normas bíblicas. Pero él “es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44). Resolvámonos a ‘oponernos al Diablo’ y a no dar por sentada nuestra relación con Jehová. Las Escrituras nos exhortan amorosamente: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:7, 8). Ahora bien, ¿cómo nos acercamos a Jehová?
19 Son fundamentales la oración y la meditación. Cuando las presiones de la vida parezcan inaguantables, abramos nuestro corazón a Jehová. Cuanto más específicos seamos, más fácil resultará ver su respuesta a nuestras peticiones. Tal vez no siempre sea la que esperábamos, pero si deseamos honrar a Dios y serle fieles, él nos dará la ayuda necesaria para aguantar (1 Juan 5:14). A medida que percibimos su guía en nuestra vida, nos sentiremos más cerca de él. También resulta esencial leer y meditar sobre las cualidades y caminos de Jehová, tal como se exponen en la Biblia. Dicha meditación nos permite conocerlo mejor, pues nos conmueve y profundiza nuestro amor por él (Salmo 19:14). Y ese amor, más que cualquier otra cosa, nos ayudará a resistir las tentaciones y mantenernos alerta (1 Juan 5:3).
20 Para permanecer cerca de Jehová también es importante no alejarnos de nuestros hermanos en la fe. La última sección de este folleto analizará dicho asunto.
PREGUNTAS DE ESTUDIO
• ¿Qué hizo Jesús cuando al final de su vida se vio sometido a extrema presión, y a qué instó a sus discípulos? (Párrs. 1-4)
• ¿Por qué dirige Satanás sus ataques contra los siervos de Jehová, y de qué formas nos tienta? (Párrs. 5-8)
• A fin de resistir las tentaciones, ¿por qué debemos orar de continuo (párrs. 9-12), abrigar expectativas realistas (párrs. 13-15), recordar las cuestiones implicadas (párrs. 16, 17) y ‘acercarnos a Dios’ (párrs. 18-20)?
[Recuadro de la página 25]
Factores que contribuyen al desánimo
Mala salud o edad avanzada. Tal vez nos deprimamos al vernos limitados por una enfermedad crónica o por la edad avanzada, pues sentimos que no podemos hacer cuanto quisiéramos en nuestro servicio a Dios (Hebreos 6:10).
Desilusión. Quizá nos descorazone ver que nuestros esfuerzos por predicar la Palabra de Dios no dan mucho fruto (Proverbios 13:12).
Baja autoestima. Es probable que una persona que haya sufrido maltrato durante años llegue a convencerse de que nadie la quiere, ni siquiera Jehová (1 Juan 3:19, 20).
Sentimientos heridos. Cuando alguien se siente muy ofendido por un compañero de creencia, a veces se perturba tanto que piensa en dejar de asistir a las reuniones cristianas o de participar en el ministerio del campo (Lucas 17:1).
Persecución. Es posible que tengamos que soportar la burla, oposición y persecución de quienes no comparten nuestra fe (2 Timoteo 3:12; 2 Pedro 3:3, 4).
[Ilustración de la página 26]
Jesús nos exhortó a pedir “de continuo” ayuda para luchar contra las tentaciones
-
-
“Ante todo, tengan amor intenso”¡Manténgase alerta!
-
-
“Ante todo, tengan amor intenso”
“El fin de todas las cosas se ha acercado. [...] Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros.” (1 PEDRO 4:7, 8.)
JESÚS sabía que las últimas horas con sus apóstoles eran valiosísimas, pues estaba muy al tanto de lo que les aguardaba. Habrían de efectuar un gran trabajo y enfrentarse, como él, al odio y la persecución (Juan 15:18-20). Aquella última noche que estuvieron juntos les recordó más de una vez la necesidad de “am[arse] los unos a los otros” (Juan 13:34, 35; 15:12, 13, 17).
2 El apóstol Pedro, uno de los presentes, captó bien el punto. Años más tarde, poco antes de la destrucción de Jerusalén, destacó en sus cartas la importancia del amor cuando aconsejó a los cristianos: “El fin de todas las cosas se ha acercado. [...] Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros” (1 Pedro 4:7, 8). Las palabras del apóstol están cargadas de significado para quienes vivimos en “los últimos días” del presente sistema de cosas (2 Timoteo 3:1). Pero ¿qué es “amor intenso”? ¿Por qué es importante que sintamos ese amor por los demás? ¿Cómo lo demostraremos?
¿Qué es “amor intenso”?
3 Para muchas personas, el amor es un sentimiento que surge de forma espontánea. Sin embargo, Pedro no se refería a cualquier tipo de amor, sino al más noble. La palabra amor empleada en 1 Pedro 4:8 traduce el término griego a·gá·pe, que denota amor altruista basado en principios o gobernado por ellos. Cierta obra de consulta señala: “El amor agape es gobernable, pues no es tanto un sentimiento, sino una decisión de la voluntad que produce acciones”. Dado que hemos heredado la tendencia al egoísmo, necesitamos recordatorios a fin de amar según los principios piadosos (Génesis 8:21; Romanos 5:12).
4 Eso no significa que debamos amarnos por pura obligación, pues la palabra a·gá·pe abarca los matices de cariño y afecto. De hecho, Pedro dijo que debíamos tener “amor intenso [literalmente, “que se extiende”] unos para con otros” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras [con referencias], nota).a Claro está, mostrar dicho amor exige esfuerzo. Cierto especialista dijo lo siguiente sobre el vocablo griego que se traduce “intenso”: “Evoca la imagen de un atleta que tensa los músculos al máximo cuando hace el último esfuerzo para cruzar la meta”.
5 Así pues, no es asunto de amar solo a unas cuantas personas o hacer únicamente lo que nos resulte fácil. El amor cristiano exige “extender” el corazón, amar más, aunque resulte difícil (2 Corintios 6:11-13). Es evidente que tal amor es una cualidad que ha de cultivarse, al igual que un deportista debe entrenarse para mejorar su rendimiento. ¿Por qué es vital tener esa clase de amor mutuo? Existen al menos tres razones.
¿Por qué debemos amarnos los unos a los otros?
6 En primer lugar, “porque el amor es de Dios” (1 Juan 4:7). Fue Jehová, la Fuente de esta atrayente cualidad, quien nos amó primero. El apóstol Juan dice: “Por esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiéramos la vida mediante él” (1 Juan 4:9). Dios “envió a su Hijo” para que este viviera como un ser humano, cumpliera con su ministerio y muriera en un madero de tormento: todo esto con el objetivo de que “nosotros consiguiéramos la vida”. ¿Cómo deberíamos responder a esta expresión suprema del amor divino? Juan nos contesta: “Si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11). Notemos que Juan no escribió: “Si Dios le amó así a usted”, sino: “Si Dios nos amó así a nosotros”. Está claro, pues, que si el Altísimo ama a nuestros compañeros cristianos, nosotros también deberíamos amarlos.
7 En segundo lugar, el amor mutuo es fundamental en estos tiempos, pues así podremos socorrer a nuestros hermanos necesitados ahora que “el fin de todas las cosas se ha acercado” (1 Pedro 4:7). Vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). En vista de las dificultades que nos causan la situación mundial, los desastres naturales y la oposición, hemos de estrechar aún más los lazos entre nosotros. El amor intenso nos unirá y nos motivará a cuidar “los unos de los otros” (1 Corintios 12:25, 26).
8 En tercer lugar, es necesario mostrar amor porque al hacerlo no dejaremos “lugar para [que] el Diablo” se aproveche de nosotros (Efesios 4:27). Satanás está presto a convertir las imperfecciones de nuestros compañeros (sus debilidades, faltas y errores) en piedras de tropiezo. ¿Permitiremos que un comentario irreflexivo o un acto descortés nos alejen de la congregación? (Proverbios 12:18.) No si amamos intensamente a nuestros hermanos, pues eso nos ayudará a conservar la paz y servir a Dios unidos “hombro a hombro” (Sofonías 3:9).
Cómo demostrar nuestro amor a los demás
9 El amor debe manifestarse primero en el hogar. Jesús dijo que a sus verdaderos seguidores se les identificaría por el amor que tendrían entre sí (Juan 13:34, 35). Este amor debe ser evidente no solo en la congregación, sino también en la familia: entre cónyuges, y entre padres e hijos. No basta con sentir amor por los miembros de la familia; debemos expresarlo de forma activa.
10 ¿Cómo se muestran amor los cónyuges? El esposo que ama de verdad a su esposa le hace saber por palabras y acciones, tanto en público como en privado, cuánto la valora. Respeta su dignidad y es considerado con sus ideas, opiniones y sentimientos (1 Pedro 3:7). Antepone el bienestar de ella al suyo propio y hace cuanto puede por atender sus necesidades materiales, espirituales y emocionales (Efesios 5:25, 28). La esposa que realmente ama a su esposo lo trata con “profundo respeto”, aunque él no siempre satisfaga sus expectativas (Efesios 5:22, 33). Además, se muestra colaboradora y sumisa, no le pide cosas irrazonables; más bien, coopera con él para que la familia se centre en los asuntos espirituales (Génesis 2:18; Mateo 6:33).
11 ¿Qué hay de ustedes, padres? ¿Cómo pueden mostrar amor por sus hijos? Una forma de hacerlo es estar dispuestos a trabajar arduamente para mantenerlos (1 Timoteo 5:8). Pero los hijos precisan algo más que comida, ropa y un lugar donde vivir. Si queremos que lleguen a amar y servir al Dios verdadero, necesitan educación espiritual (Proverbios 22:6). Es decir, la familia tiene que estudiar la Biblia, participar en el ministerio y asistir a las reuniones cristianas (Deuteronomio 6:4-7). Realizar estas actividades de forma regular supone un gran sacrificio, sobre todo en estos tiempos críticos. El interés y el esfuerzo implicados en atender las necesidades espirituales de los hijos son una expresión de amor por parte de los padres, quienes así demuestran que desean el bienestar eterno de los suyos (Juan 17:3).
12 Es vital que los padres también manifiesten su amor atendiendo las necesidades emocionales de los hijos. Los niños son vulnerables y necesitan que se les confirme el amor que se siente por ellos. Hay que decirles que se les quiere y darles mucho cariño, pues con tales expresiones se sienten amados y valorados. Se les debe elogiar de forma sincera y afectuosa, ya que así sabrán que ustedes, sus padres, observan y valoran sus esfuerzos. Disciplinen a los niños con amor, puesto que al corregirlos les demuestran que se interesan en su formación (Efesios 6:4). Todas estas sanas expresiones de amor contribuyen a formar una familia unida y feliz, mejor preparada para resistir las presiones de estos últimos días.
13 El amor nos impulsa a pasar por alto los defectos ajenos. Recordemos que cuando Pedro exhortó a sus lectores a tener “amor intenso unos para con otros”, también explicó por qué era tan importante: “Porque el amor cubre una multitud de pecados” (1 Pedro 4:8). ‘Cubrir’ pecados no significa encubrir faltas graves, pues estas deben ponerse en conocimiento de quienes ocupan puestos de responsabilidad en la congregación para que las atiendan (Levítico 5:1; Proverbios 29:24). Sería una gran falta de amor, además de un proceder contrario a las Escrituras, permitir que los pecadores obstinados siguieran perjudicando o lastimando a las personas inocentes (1 Corintios 5:9-13).
14 En la mayoría de los casos, los errores y faltas de nuestros compañeros son leves. En vista de que todos, de vez en cuando, tropezamos de palabra u obra y herimos o desilusionamos a otros, ¿deberíamos apresurarnos a divulgar los defectos de los demás? (Santiago 3:2.) Hacerlo solo produciría fricciones en la congregación (Efesios 4:1-3). Si nos regimos por el amor, no “divulgar[emos] una falta” de un compañero (Salmo 50:20). Tal como el yeso y la pintura tapan las imperfecciones de una pared, el amor cubre los defectos ajenos (Proverbios 17:9).
15 El amor nos impulsará a socorrer a los necesitados. Puesto que en los últimos días las condiciones siguen deteriorándose, en ocasiones nuestros hermanos en la fe necesitarán ayuda material (1 Juan 3:17, 18). Por ejemplo, ¿hay alguien en la congregación que haya perdido el empleo o sufrido un fuerte revés económico? En tal caso, quizá podamos ayudarlo materialmente según lo permitan nuestras circunstancias (Proverbios 3:27, 28; Santiago 2:14-17). ¿Necesita reparaciones la casa de alguna viuda de edad avanzada? Entonces tal vez sería bueno tomar la iniciativa y ayudarla (Santiago 1:27).
16 Pero no debemos limitarnos a manifestar amor tan solo a quienes viven cerca de nosotros. A veces nos enteramos de que siervos de Dios de otros países han sufrido a causa de fuertes tormentas, terremotos o disturbios civiles. Quizá necesiten con urgencia comida, ropa y otros artículos. Sin importar su raza o etnia, mostramos “amor a toda la asociación de hermanos” (1 Pedro 2:17). De modo que, al igual que las congregaciones del siglo primero, estamos deseosos de apoyar las labores de socorro que se organizan (Hechos 11:27-30; Romanos 15:26). Cuando manifestamos nuestro amor de esas maneras, estrechamos el vínculo que nos une en estos últimos días (Colosenses 3:14).
17 El amor nos impulsa a llevar a otros las buenas nuevas del Reino de Dios. Pensemos en el ejemplo de Jesús. ¿Por qué predicaba y enseñaba? Había observado la pésima condición espiritual de las muchedumbres y “se enterneció” (Marcos 6:34). Los guías religiosos falsos, que deberían haberles infundido esperanza y enseñado verdades espirituales, las tenían descuidadas y engañadas. Por eso, movido por un sentimiento profundo y sincero de amor y compasión, Jesús las consoló con “las buenas nuevas del reino de Dios” (Lucas 4:16-21, 43).
18 En la actualidad también hay mucha gente a la que se ha descuidado y engañado en sentido espiritual y que carece de esperanza. Si, como Jesús, procuramos ser más sensibles a las necesidades espirituales de quienes todavía no conocen al Dios verdadero, el amor y la compasión nos impulsarán a transmitirles las buenas nuevas del Reino de Dios (Mateo 6:9, 10; 24:14). En vista del poco tiempo que queda, jamás ha sido tan urgente predicar este mensaje salvador (1 Timoteo 4:16).
“El fin de todas las cosas se ha acercado”
19 Recordemos que antes de aconsejar que nos amáramos los unos a los otros, Pedro dijo: “El fin de todas las cosas se ha acercado” (1 Pedro 4:7). Dentro de poco, el justo nuevo mundo de Dios reemplazará a este mundo malvado (2 Pedro 3:13). Así que no es momento de tomarnos las cosas con calma. Jesús advirtió: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo” (Lucas 21:34, 35).
20 Así pues, hagamos todo lo posible por ‘mantenernos alerta’ y no olvidar el momento que vivimos en la corriente del tiempo (Mateo 24:42). Estemos en guardia contra cualquiera de las tentaciones de Satanás que pudiera distraernos. Jamás permitamos que este mundo frío y desamorado nos impida mostrar amor a los demás. Ante todo, acerquémonos aún más al Dios verdadero, Jehová, cuyo Reino mesiánico pronto cumplirá su glorioso propósito para este planeta (Revelación 21:4, 5).
-