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  • El servicio sagrado me ha traído abundantes recompensas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
w97 1/12 págs. 25-28

El servicio sagrado me ha traído abundantes recompensas

RELATADO POR HARRY BLOOR

Hace unos cien años, mi abuelo era un devoto feligrés y respetado predicador laico de la Iglesia Metodista. Hacía donativos generosos a muchas de las capillas de Stoke-on-Trent, un pueblo de Inglaterra conocido por su producción de cerámica. Al correr del tiempo, sufrió penurias económicas y, con el afán de ayudarle, mi padre le consiguió trabajo como encargado de una pequeña tienda en el pueblo. El negocio contaba con un permiso para vender cerveza, y cuando los metodistas se dieron cuenta, excomulgaron inmediatamente a mi abuelo.

PAPÁ se enfureció y juró que no volvería a tener nada que ver con la religión, y, en efecto, cumplió su palabra. Además, dejó su anterior trabajo de policía y llegó a ser dueño de una taberna. A raíz de ello, me crié rodeado de los olores y el humo característicos de tal negocio. La religión no ocupaba ningún lugar en mi vida; sí lo hacían los juegos de mesa, que, por cierto, llegué a dominar bien. Sin embargo, gracias a la influencia que mi abuelo había tenido en mí a tierna edad, seguí respetando mucho la Biblia, si bien es cierto que sabía muy poco de ella.

Aprendo la verdad bíblica

En 1923, cuando tenía 24 años de edad, me mudé al este, a Nottingham, y empecé a cortejar a Mary, que vivía a unos 40 kilómetros de allí, en el pueblo de Whetstone, al sudoeste de Leicester. Su padre, Arthur Rest, que anteriormente había sido organista de una capilla de la localidad, se había hecho un devoto Estudiante de la Biblia, como se conocía en aquel entonces a los testigos de Jehová. Aunque Arthur siempre me hablaba de su nueva fe, me interesaba muy poco. Sin embargo, mi interés se despertó cuando, la tarde del domingo 13 de julio de 1924, lo acompañé a una capilla bautista de la localidad para escuchar una conferencia pronunciada por un parlamentario que era una figura destacada de aquella Iglesia. El tema sobre el cual habló, “Un análisis de las enseñanzas del pastor Russell a la luz de las Escrituras”, me intrigó. Todavía tengo los apuntes que tomé en esa ocasión.

Los bautistas denegaron a los Estudiantes de la Biblia la oportunidad de responder al ataque que se había lanzado contra sus creencias. Aquello me indignó, y me resolví a encontrar algún otro lugar para llevar a cabo tal reunión. Un granero cercano resultó ideal. Lo barrimos, sacudimos las telarañas, corrimos las trilladoras a un lado y todo quedó listo para la reunión. Conseguimos 70 sillas e imprimimos hojas sueltas de invitación.

Cuando Frank Freer llegó de Leicester para pronunciar la conferencia, todos los asientos estaban ocupados y quedaban 70 personas de pie. El claro razonamiento bíblico de Frank me atrajo, e igual efecto tuvo en muchos de los presentes. A partir de entonces, la pequeña congregación de Estudiantes de la Biblia del pueblo de Blaby, cerca de Leicester, creció con rapidez. Aquella conferencia marcó el punto decisivo en mi vida y en la de Mary. En 1925 ambos nos dedicamos a Jehová, nos bautizamos y nos casamos.

Bendiciones espirituales

El año siguiente me nombraron director de servicio de la congregación de Blaby. Mi esposa y yo abrigábamos el deseo de llegar a ser evangelizadores de tiempo completo siguiendo los pasos de los repartidores, pero al poco tiempo se hizo patente que la salud de Mary no le permitía cumplir con un horario tan riguroso. A pesar de que padeció de mala salud hasta su muerte en 1987, fue una buena compañera y ministra eficaz, pues predicaba informalmente y empezaba estudios bíblicos con facilidad. Noche tras noche, o asistíamos a las reuniones o difundíamos las verdades bíblicas entre nuestros vecinos.

Yo era ingeniero y trabajaba para una empresa que fabricaba maquinaria de aserradero, lo que implicaba viajar mucho por Gran Bretaña y Francia, y por lo general Mary me acompañaba. Estos viajes nos ofrecían amplias oportunidades de predicar.

Fundamentos para la expansión

En 1925 construimos en Blaby un edificio muy apropiado para nuestras reuniones, y organizamos un programa eficaz de giras de predicación. Todos los domingos por la mañana alquilábamos un autobús que nos llevaba a las aldeas y los pueblos pequeños dispersos por la zona. En el viaje de ida, dejábamos de camino a algunos publicadores en lugares donde podían predicar, y de regreso los recogíamos. Durante los cálidos meses del verano, los domingos por la tarde celebrábamos un estudio bíblico con un ejemplar reciente de La Atalaya. Luego, a las ocho, nos reuníamos en la plaza de mercado de Leicester, donde presentábamos una conferencia pública al aire libre. Una noche asistieron 200 personas. Así se colocó el fundamento de las muchas congregaciones que existen actualmente en Leicester y en sus alrededores.

En 1926 se celebró una asamblea histórica, para la cual se utilizaron de forma simultánea el Alexandra Palace y el Royal Albert Hall de Londres. En esa ocasión, el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, Joseph F. Rutherford, presentó el libro Deliverance (Liberación). La resolución intitulada “Un testimonio a los gobernantes del mundo” y la dinámica conferencia pública del hermano Rutherford “Por qué tambalean las potencias mundiales... el remedio”, se reprodujeron en su totalidad en uno de los principales periódicos del país al día siguiente de haberse presentado. Más de diez mil personas escucharon la conferencia, y posteriormente se distribuyeron 50.000.000 de ejemplares de la resolución por todo el mundo. Aquella asamblea aceleró la predicación en Gran Bretaña.

Una gran asamblea en tiempo de guerra

La II Guerra Mundial estalló en septiembre de 1939, y para 1941 estaba en su apogeo. Los bombarderos alemanes hacían incursiones día y noche, por lo que era obligatorio mantener apagadas las luces de todo el país. El alimento escaseaba y se racionaba rigurosamente. Era difícil conseguir transporte, aun en tren. Pese a tales obstáculos aparentemente insalvables, celebramos una asamblea nacional de cinco días, del 3 al 7 de septiembre de 1941.

Para esta asamblea se escogió el De Montfort Hall, en Leicester, por estar en el centro de Inglaterra. Puesto que trabajaba en la industria maderera, colaboré en la fabricación de los letreros que anunciaban la asamblea. Además, me encargué de conseguir el transporte que necesitaban los asistentes. Pagando los pasajes por adelantado a un precio superior al normal, logramos que los tranvías siguieran circulando aun en domingo.

Teniendo en cuenta los problemas de transporte, calculamos que llegarían unos tres mil Testigos. ¡Imagínese nuestra emoción cuando más de diez mil asambleístas indicaron que estarían presentes! Pero ¿dónde se alojarían? Los habitantes de Leicester se ofrecieron bondadosamente para hospedar a muchos en sus hogares. Además, unos mil se alojaron en tiendas de campaña que se armaron en un terreno ubicado a tres kilómetros del sitio de la asamblea. “El Campamento Gedeón”, como lo llamamos, causó gran revuelo en la comunidad.

Con el fin de albergar los departamentos de la asamblea y el excedente de asistentes, alquilamos unas grandes tiendas de campaña blancas. Pero cuando nos dimos cuenta de que la brillante luz de la luna podía convertirlas en blanco de los bombarderos nazis, rápidamente las camuflamos. La guerra, y en particular el hecho de que los Testigos no participaran en ella, era un asunto que preocupaba mucho a la gente. Para aquel tiempo, centenares de Testigos se encontraban en las cárceles debido a su postura bíblica neutral. (Isaías 2:4; Juan 17:16.)

El periódico The Sunday Pictorial, del 7 de septiembre de 1941, presentó el siguiente informe: “Es asombroso el hecho de que 10.000 personas, en su mayoría jóvenes, pasen una semana hablando de religión sin mencionar la guerra, salvo como asunto secundario.

”Pregunté si había Testigos en Alemania. Me dijeron que sí, y que casi todos, unos seis mil, estaban recluidos en campos de concentración.”

El reportero agregó: “Aunque somos muy conscientes de que los nazis constituyen el enemigo, los Testigos están haciendo muy poco al respecto, salvo vender tratados y escuchar conferencias”.

La mayoría de los comentarios que se publicaron acerca de nosotros en los periódicos fueron de índole negativa, y los opositores recurrieron incluso a la violencia en fallidos intentos de perturbar nuestra asamblea. Aun así, el periódico The Daily Mail, de Londres, admitió con cierta renuencia: “La asamblea se llevó a cabo de forma ordenada, discreta y eficiente”.

Se nos acusó de ser responsables de la escasez de cigarrillos de la ciudad, pero The Daily Mail explicó: “Ni Leicester ni el Controlador del Tabaco pueden quejarse de que los Testigos estén agotando el suministro de cigarrillos de Leicester. No fuman”. Además, se mostró que carecían de fundamento las quejas de que los Testigos estaban dejando sin alimento a la gente de la localidad, pues se explicó que, en su mayoría, habían traído consigo sus propias provisiones. De hecho, al finalizar la asamblea los Testigos obsequiaron 150 panes, de 1,8 kilogramos cada uno, a la Enfermería Real de Leicester, lo que constituía un considerable obsequio en aquellos días de escasez de alimentos.

La asamblea estimuló mucho en sentido espiritual a los aproximadamente once mil Testigos de Gran Bretaña, y les emocionó mucho la asistencia de unas doce mil personas. Los gozosos asambleístas dieron un testimonio sin precedentes en las calles de Leicester y visitaron las aldeas circunvecinas haciendo presentaciones con el fonógrafo.

Los discursos principales de la asamblea eran grabaciones, hechas el mes anterior, de los discursos que se habían presentado en la asamblea de cinco días de los testigos de Jehová celebrada en San Luis (Misuri, E.U.A.). La grabación del discurso intitulado “Hijos del Rey”, que pronunció el hermano Rutherford, fue una de las partes más destacadas de la asamblea. Puesto que no había sido posible importar ejemplares del libro Children (Hijos), presentado en San Luis, posteriormente se imprimió en Gran Bretaña una edición especial del mismo en rústica, y se envió un ejemplar a todos los niños que habían asistido a la asamblea.

Una reunión anual sin precedentes en Leicester

Después del fin de la guerra, la cantidad de predicadores del Reino experimentó un gran aumento en Gran Bretaña, y para los primeros años de la década de los ochenta, ya había diez congregaciones en Leicester. Para ese tiempo se nos informó que el Cuerpo Gobernante había decidido celebrar la reunión anual de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract para 1983 en Leicester. Como superintendente de la ciudad, al poco tiempo tuve que ocuparme de los preparativos para aquella reunión, lo que incluía alquilar nuevamente el De Montfort Hall.

Trece miembros del Cuerpo Gobernante llegaron de la central mundial de la Sociedad para asistir a esta reunión. Esta vez llenó el auditorio un total de 3.671 asambleístas procedentes de todas partes del mundo, en su mayoría Testigos de muchos años en la verdad. Otros 1.500 escucharon el programa en un Salón de Asambleas cercano.

Albert D. Schroeder, que al tiempo de la asamblea celebrada en Leicester durante la guerra tenía a su cargo la superintendencia de la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Londres, presidió esta reunión anual. Rememorando la asamblea de 1941, preguntó: “¿Cuántos de los que están aquí hoy estuvieron también presentes en aquella ocasión?”. Más de la mitad del auditorio alzó la mano, a lo que él exclamó: “¡Qué maravilloso reencuentro de hermanos fieles y leales!”. Fue una experiencia verdaderamente inolvidable.

A los 98 años de edad, todavía soy secretario de nuestra congregación y pronuncio conferencias públicas, aunque ahora lo hago sentado. Después del fallecimiento de Mary en 1987, me casé con Bettina, una viuda a quien Mary y yo habíamos conocido por muchos años. Estoy agradecido por la buena atención que reciben mis necesidades, tanto físicas como espirituales. Pese a las limitaciones debidas a la salud de Mary y las que ahora me impone la edad avanzada, he hallado que el tener mucho que hacer en el servicio sagrado siempre me ha traído abundantes recompensas. (1 Corintios 15:58.)

[Ilustraciones de la página 26]

Preparados para participar en el ministerio en los años veinte

Vistas de la asamblea de Leicester

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