BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Nos estamos quedando sin agua?
    ¡Despertad! 2001 | 22 de junio
    • ¿Nos estamos quedando sin agua?

      “Para la supervivencia, el bienestar y el desarrollo socioeconómico de toda la humanidad es un requisito fundamental tener garantizado el acceso a un suministro suficiente de agua potable. Sin embargo, continuamos actuando como si el agua dulce fuera un recurso abundante e inagotable, cuando no lo es.”—Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas.

      DESDE hace mil años, todos los jueves al mediodía se reúne en la ciudad de Valencia (España) un tribunal singular. Su cometido es resolver las disputas que surgen sobre el agua.

      Los labradores de la fértil huerta valenciana dependen del riego, que exige gran cantidad de agua, recurso siempre escaso en dicha región. Cuando opinan que la distribución del valioso líquido es injusta, pueden apelar al Tribunal de las Aguas. Este tipo de disputas no son nuevas, pero en pocos lugares se resuelven de manera tan equitativa como en Valencia.

      Hace cuatro mil años, varios pastores se enzarzaron en una discusión sobre el uso de un pozo cerca de Beer-seba, en Israel (Génesis 21:25). Desde entonces han ido empeorando los problemas del agua en Oriente Medio. Al menos dos dirigentes destacados de la zona han dicho que este sería el detonante que podría llevarles a declarar la guerra a un país vecino.

      El líquido elemento siempre ha sido la manzana de la discordia en los países semiáridos, por la sencilla razón de que es esencial para la vida. “El agua dulce es preciosa, ya que no podemos vivir sin ella. Resulta irremplazable, dado que no tiene sucedáneos. Y es un recurso delicado, pues la actividad humana tiene un profundo impacto en la cantidad y calidad del agua dulce disponible”, señaló Kofi Annan.

      Hoy día, la cantidad y calidad del agua dulce de nuestro planeta se ven amenazadas como nunca antes. Así pues, no debemos dejarnos llevar por la aparente abundancia de agua que existe en algunas regiones afortunadas del mundo.

      Las reservas menguan

      “Una de las grandes contradicciones [de] la naturaleza humana [es] que únicamente valoramos las cosas una vez que se vuelven escasas —dice la secretaria general adjunta de las Naciones Unidas Elizabeth Dowdeswell—. [...] Apreciamos el valor del agua cuando el pozo se ha secado. Y los pozos no sólo están secándose en las regiones tradicionales con tendencia a las sequías, sino también en zonas que no asociamos tradicionalmente con escaseces de agua.”

      Quienes lidian a diario con la falta de agua lo entienden a la perfección. Asokan, oficinista de Madrás (India), se levanta todos los días dos horas antes del amanecer, toma cinco baldes y camina cinco minutos hasta el grifo público. Ha de ponerse en fila temprano, pues solo se suministra agua de cuatro a seis de la mañana. La cantidad que recoja tendrá que bastarle para todo el día. Muchos hindúes y otros 1.000 millones de habitantes del globo no son tan afortunados, ya que no disponen de grifos, ríos o pozos cerca de su casa.

      Abdullah, un chico de la región africana del Sáhel, es uno de ellos. La señal de carretera que anuncia su aldea la califica de oasis, pero hace tiempo que desapareció el agua, y apenas quedan árboles. La tarea de Abdullah consiste en extraer la que su familia necesita de un pozo situado a un kilómetro de distancia.

      En algunas zonas del mundo, la demanda de agua potable sobrepasa ya a las reservas existentes. La razón es obvia: buena parte de la humanidad vive en regiones áridas o semiáridas donde falta el preciado líquido desde hace mucho (véase el mapa de la pág. 3). Según el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, un tercio de la población mundial vive en zonas que sufren una escasez hídrica entre moderada y severa. Además, el incremento en la demanda ha superado en más del doble a la tasa de crecimiento demográfico.

      Por otro lado, el abastecimiento de agua es prácticamente estable. Tal vez se alivie provisionalmente la situación excavando pozos más profundos y localizando nuevas reservas, pero, en esencia, la cantidad de lluvia que cae sobre la Tierra y el agua almacenada en los acuíferos se mantienen invariables. De ahí que los meteorólogos estimen que dentro de veinticinco años cada habitante del planeta verá reducida a la mitad la cantidad de litros de que dispone en la actualidad.

      El efecto en la salud y la alimentación

      ¿Cómo afecta a las personas la escasez de agua? En primer lugar, perjudica su salud. No es que mueran de sed, sino que la poca calidad del agua que usan para beber y cocinar las enferma. Elizabeth Dowdeswell indica que “alrededor del 80% de todas las enfermedades y más de una tercera parte de todas las muertes en los países en desarrollo son causadas por aguas contaminadas”. En las naciones semiáridas en vías de desarrollo, los abastecimientos de agua suelen contaminarse con heces humanas y animales, pesticidas, fertilizantes y residuos industriales. Las familias pobres quizás no tengan otra opción que utilizar esa agua llena de impurezas.

      Tal como nuestro cuerpo necesita agua para eliminar los desechos, un saneamiento adecuado también precisa de agua en abundancia, recurso al que gran parte de la humanidad no tiene acceso. El número de personas afectadas por la falta de instalaciones sanitarias apropiadas —prácticamente un asunto de vida o muerte— aumentó de 2.600 millones en 1990 a 2.900 millones en 1997, lo que representa cerca de la mitad de la población del planeta. En una declaración conjunta, Carol Bellamy y Nitin Desai, representantes de las Naciones Unidas, advirtieron: “Cuando los niños carecen de agua potable y servicios sanitarios, se pone en peligro casi todo aspecto de su salud y desarrollo”.

      La producción alimentaria depende del agua. Aunque la lluvia riega muchos cultivos, en fechas recientes los sistemas de irrigación desempeñaron un papel decisivo en suministrar alimentos a la creciente población mundial. Hoy por hoy, el 36% de las cosechas del mundo dependen de tales sistemas. Sin embargo, la mayor extensión de tierras de regadío se alcanzó hace unos veinte años y, desde entonces, ha ido reduciéndose.

      Tal vez nos cueste creer que se esté acabando el agua limpia si esta mana en abundancia de los grifos de nuestro hogar y si disponemos de un higiénico inodoro dotado de cisterna. Pero debemos recordar que solo el 20% de la humanidad disfruta de tales lujos. En África, muchas mujeres —que dedican seis horas al día a obtener agua (no pocas veces contaminada)— comprenden mucho mejor la dura realidad: el agua limpia y potable es escasa y escaseará cada vez más.

      ¿Resolverá el problema la tecnología? ¿Se explotarán los recursos hídricos con mayor eficacia? ¿Adónde ha ido a parar el agua? Los siguientes artículos tratarán de responder a estas preguntas.

  • ¿Nos estamos quedando sin agua?
    ¡Despertad! 2001 | 22 de junio
    • [Recuadro de la página 5]

      LA CRISIS DEL AGUA

      ◼ CONTAMINACIÓN En Polonia, solo un 5% del agua fluvial es potable, y un 75% está tan contaminada que ni siquiera es apta para uso industrial.

      ◼ ABASTECIMIENTOS URBANOS En Ciudad de México, la segunda metrópoli más grande del mundo, el 80% del suministro proviene de su nivel freático, que disminuye inexorablemente, pues la extracción supera el reabastecimiento en más de un 50%. Pekín, la capital de China, sufre un problema similar: su acuífero desciende más de un metro al año, y una tercera parte de sus pozos se han secado.

      ◼ RIEGO La merma del inmenso acuífero Ogallala de Estados Unidos ha sido tal, que se ha perdido una tercera parte de las tierras de regadío del noroeste de Texas. Tanto China como la India, que ocupan el segundo y tercer puesto, respectivamente, entre los mayores productores de alimentos, se enfrentan a una crisis semejante. En el estado meridional de Tamil Nadu (India), el riego ha hecho descender el nivel freático más de 23 metros en una década.

      ◼ RÍOS QUE DESAPARECEN Durante la estación seca, las aguas del caudaloso Ganges no llegan al mar, pues son desviadas a lo largo de su curso. Y lo mismo ocurre con el río Colorado en Norteamérica.

      [Mapa de la página 3]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      LA ESCASEZ DE AGUA EN EL MUNDO

      Regiones afectadas

  • ¿Adónde ha ido el agua?
    ¡Despertad! 2001 | 22 de junio
    • ¿Adónde ha ido el agua?

      Cherrapundji (India) es una de las poblaciones más húmedas del planeta. Sobre sus colinas, al pie del Himalaya, suelen caer 9.000 milímetros de lluvia durante la temporada monzónica. Aun así, y por increíble que parezca, sus habitantes sufren escasez de agua.

      COMO queda poca vegetación que retenga el agua, se escurre casi por completo en cuanto cae del cielo. De ahí que empiece a escasear a los dos meses de terminar las lluvias. Hace años, en su libro Water: The International Crisis (La crisis internacional del agua), Robin Clarke llamó a Cherrapundji “el desierto más húmedo de la Tierra”.a

      No muy lejos de allí, río abajo, se encuentra Bangladesh, país llano y densamente poblado, castigado por las torrenciales lluvias monzónicas que se precipitan por las laderas desnudas de la India y Nepal. Hay años en que dos tercios de su territorio queda inundado; pero cuando bajan las aguas, el Ganges se convierte en un riachuelo, y la tierra se cuartea. Anualmente, más de 100 millones de habitantes aguantan este ciclo cruel de inundaciones y sequía. Por si fuera poco, los pozos están contaminados con arsénico, el cual puede que haya intoxicado ya a millones de personas.

      El problema de Nukus (Uzbekistán), cerca del mar de Aral, no es el arsénico, sino la sal, que aflora a la superficie desde el anegado subsuelo y forma costras blancas que envuelven las plantas de algodón e impiden su crecimiento. El problema de la salinización no es un fenómeno nuevo. La agricultura mesopotámica cayó en declive hace cuatro mil años precisamente por la misma razón. El riego excesivo y el drenaje deficiente hacen que se acumulen en la superficie las sales del suelo, por lo que se requiere cada vez más agua dulce para obtener una cosecha aceptable. Sin embargo, al final, el terreno se agota y ya no sirve para nada durante generaciones.

      ¿Adónde va a parar el agua?

      Es lamentable que gran parte de las lluvias sean torrenciales, pues no solo ocasionan inundaciones, sino que también hacen que el agua se dirija velozmente al mar. Por otro lado, la pluviosidad difiere mucho de un lugar a otro. En Cherrapundji se han registrado más de 26.000 milímetros en un plazo de doce meses, mientras que en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, tal vez transcurran años sin registrarse precipitaciones importantes.

      Por último, la mayoría de los habitantes del planeta viven en regiones donde no abunda el agua. Pocos, en proporción, pueblan las zonas tropicales de África y Sudamérica donde las lluvias son copiosas. Cada año, el caudaloso Amazonas vierte en el Atlántico el 15% de la escorrentía mundial; sin embargo, dada la baja densidad de población a lo largo de su cuenca, apenas se utilizan sus aguas para el consumo humano. Por otra parte, los 60.000.000 de personas que viven en Egipto —donde las precipitaciones son escasas— tienen que satisfacer prácticamente todas sus necesidades hídricas con el mermado caudal del Nilo.

      Tiempo atrás, tal disparidad en el suministro no planteaba serios problemas. Según cierto estudio, en 1950 no había ninguna región del planeta que sufriera escasez grave o extrema de agua. Pero aquella época de abundancia pasó. En las zonas áridas del norte de África y Asia central, la cantidad disponible por persona es diez veces menor que en 1950.

      Además del aumento demográfico y la baja pluviosidad en las regiones muy pobladas, la demanda ha aumentado por otras razones. En el mundo actual, el progreso y la prosperidad van de la mano con un abastecimiento de agua seguro.

      La creciente demanda de agua

      Si el lector vive en un país industrializado, seguramente habrá notado que las fábricas se aglomeran cerca de ríos importantes. La razón es sencilla: precisan del recurso hídrico para producir casi de todo, desde computadoras hasta sujetapapeles. Las empresas alimentarias asimismo usan una sorprendente cantidad de agua, y la sed de las centrales eléctricas es insaciable, por lo que también se sitúan a orillas de lagos y ríos.

      El agua es aún más necesaria para la agricultura. Como en muchos lugares las lluvias son demasiado escasas o variables y no garantizan una buena cosecha, se pensó que el riego sería la solución ideal para alimentar a un planeta hambriento. De hecho, la agricultura consume la mayor parte del agua dulce de la Tierra por la dependencia que se tiene de los cultivos de regadío.

      El uso doméstico también ha crecido. En la década de 1990 precisaron servicios sanitarios apropiados y acceso a agua salubre la sorprendente cantidad de 900 millones de nuevos ciudadanos. Las fuentes tradicionales, como los ríos y pozos, ya no dan abasto para cubrir las necesidades de las grandes urbes. Ciudad de México, por ejemplo, tiene que recibir el agua por cañerías desde más de 125 kilómetros de distancia y bombearla por encima de un macizo montañoso que se eleva a 1.200 metros sobre el nivel de la metrópoli. Dieter Kraemer, en su informe Water: The Life-Giving Source (El agua: fuente de vida) dice que la situación es “equiparable a un pulpo, cuyos tentáculos se extienden desde la ciudad en busca de agua”.

      Por lo expuesto, tanto la industria como la agricultura y los sectores urbanos reclaman cada vez más agua. Y, de momento, muchas de sus demandas se han satisfecho recurriendo a las reservas del planeta, es decir, las aguas subterráneas. Los acuíferos son uno de los principales depósitos de agua dulce de la Tierra, pero no son inagotables. Podemos compararlos al dinero ahorrado en el banco. Si depositamos poco y no cesamos de retirar fondos, tarde o temprano rendiremos cuentas.

      Uso y abuso de los acuíferos

      Cuando sacamos agua de un pozo, la extraemos de un acuífero. Un cálculo aparecido en el informe de UNICEF Groundwater: The Invisible and Endangered Resource (El agua subterránea: el amenazado recurso invisible) indica que la mitad del agua que se emplea con fines domésticos y para el riego procede del subsuelo. Dado que las aguas subterráneas suelen estar menos contaminadas que las superficiales, también se utilizan para el consumo humano, tanto en entornos urbanos como rurales. Si las extracciones fueran moderadas, los acuíferos permanecerían invariables, ya que se reabastecen constantemente con la lluvia que va filtrándose poco a poco. No obstante, el hombre lleva décadas sacando mucha más agua de la que el ciclo natural puede reemplazar.

      En consecuencia, el nivel freático desciende, y no resulta rentable ni práctico excavar pozos más hondos. Cuando un pozo se seca, provoca un desastre económico y humano. En la India ya han empezado a producirse tales tragedias. En vista de que el alimento de 1.000 millones de habitantes de las llanuras centrales de China y la India depende de los recursos hídricos subterráneos, la perspectiva es alarmante.

      Las condiciones de los mermados acuíferos se agravan con la contaminación. Los fertilizantes agrícolas, las heces humanas y animales, y los desechos industriales van a parar a las aguas subterráneas. “Cuando se contamina un acuífero, su saneamiento puede tomar largo tiempo y resultar muy costoso, incluso imposible —informa la Organización Mundial de Meteorología—. La lenta penetración de agentes contaminantes ha recibido el nombre de ‘bomba química de tiempo’. Es una amenaza para la humanidad.”

      Lo más irónico es que el agua que se extrae del subsuelo puede acabar arruinando la mismísima tierra que se pretendía regar. Gran parte de los regadíos de los países áridos o semiáridos se degradan por la salinización. En la India y Estados Unidos —dos de los mayores productores de alimento del mundo—, el 25% de los terrenos de regadío ya han sufrido graves daños.

      Quien guarda, halla

      Pese a todas estas dificultades, la situación no sería tan funesta si se gestionara mejor el preciado recurso. El 60% del agua se pierde antes de llegar a los cultivos debido a los ineficaces sistemas de riego. Las industrias podrían reducir su consumo a la mitad si dieran mejor uso a la tecnología actual. E incluso los sectores urbanos podrían recortarlo en un 30% si se repararan con prontitud las fugas en las redes de distribución.

      A fin de conservar el recurso hídrico, se necesita tanto el apoyo de la gente como planes de actuación definidos. ¿Contamos con razones sólidas para confiar en que la valiosa agua del planeta se conservará para las generaciones futuras? El último artículo tratará esta pregunta.

      [Nota]

      a Véase el artículo “Cherrapundji: una de las poblaciones más húmedas del planeta” en ¡Despertad! del 8 de mayo de 2001.

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      EL LÍQUIDO QUE MUEVE EL MUNDO

      La mayoría de los procedimientos industriales consumen muchísima agua.

      ◼ La producción de una tonelada de acero llega a precisar 280 toneladas de agua.

      ◼ La manufactura de un kilo de papel puede requerir hasta 700 kilos de agua (si la fábrica no la recicla).

      ◼ El agua que se emplea en la fabricación de un automóvil equivale a cincuenta veces el peso del vehículo.

      El sector agropecuario puede usar también gran cantidad de agua, sobre todo si los animales se crían en regiones semiáridas del planeta.

      ◼ Para producir un kilo de carne de res en California, se necesitan 20.500 litros de agua.

      ◼ Todo el proceso que se sigue para limpiar y congelar un pollo consume al menos 26 litros de agua.

      [Ilustración de la página 8]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      ¿QUÉ USO SE LE DA AL AGUA?

      Doméstico 10%

      Industrial 25%

      Agropecuario 65%

      [Ilustraciones de la página 9]

      Las tuberías rotas y los grifos que se dejan abiertos ocasionan la pérdida de millones de litros

      [Reconocimiento]

      AP Photo/Richard Drew

  • En busca del agua de la vida
    ¡Despertad! 2001 | 22 de junio
    • En busca del agua de la vida

      HACE más de dos mil años, una próspera ciudad de 30.000 habitantes cobró importancia en el desierto de Arabia. Pese al clima implacable de la región, con una pluviosidad anual de tan solo 150 milímetros, los ciudadanos de Petra aprendieron a vivir con poca agua y alcanzaron un gran nivel de riqueza y prosperidad.

      Los moradores de Petra (los nabateos), recogían y almacenaban hábilmente el agua aunque no disponían de bombas hidráulicas eléctricas ni de grandes presas. Tras recogerla con cuidado, la conducían a la ciudad y a sus parcelas mediante una extensa red de pequeños embalses, diques, acequias y cisternas. No se perdía ni una gota. Construyeron tan bien sus pozos y cisternas, que los beduinos de la actualidad todavía los utilizan.

      “La hidrología es la belleza invisible de Petra —dice maravillado un hidrólogo—. Aquella gente eran verdaderos genios.” Últimamente, varios expertos israelíes han tratado de aprender de la pericia de los nabateos, quienes, además, tenían cultivos en el Négueb, donde apenas llueve más de 100 milímetros al año. Un grupo de agrónomos han estudiado los restos de miles de pequeñas granjas nabateas en las que se encauzaba hábilmente a los bancales el agua de lluvia recogida durante el invierno.

      Algunas prácticas aprendidas de los nabateos ya están ayudando a los agricultores de los estados africanos del Sáhel, castigados por la sequía. Sin embargo, los métodos modernos para ahorrar agua también son efectivos. En Lanzarote, una de las islas Canarias, situadas frente a las costas de África, los agricultores han aprendido a cultivar uvas e higos a pesar de que las precipitaciones son prácticamente nulas. Plantan las viñas y las higueras en el fondo de un hoyo redondeado y recubren la tierra con una capa de ceniza volcánica para evitar la evaporación. De esta forma llega suficiente rocío a las raíces, lo que garantiza una buena cosecha.

      Soluciones de baja tecnología

      Por todo el mundo existen casos semejantes de colectividades que se han adaptado a los ambientes áridos, como los bishnoi, pobladores del desierto de Thar (India); las mujeres turkana (Kenia), y los indios navajos de Arizona (E.U.A.). Sus técnicas de recolección del agua de lluvia, aprendidas durante cientos de años, satisfacen las necesidades agropecuarias con mucha mayor eficiencia que las impresionantes medidas que brinda la alta tecnología.

      Durante el siglo XX se construyeron numerosas presas con el fin de aprovechar los ríos caudalosos y se crearon grandes sistemas de riego. Según un científico, hoy día se ejerce control sobre el 60% de los ríos y arroyos del globo. Si bien tales obras han reportado ciertos beneficios, los ecologistas denuncian el daño ocasionado al medio ambiente, sin contar la repercusión que han tenido en los millones de personas que se han visto desalojadas de sus hogares.

      Cabe añadir que, a pesar de las buenas intenciones, estos programas rara vez benefician a los agricultores que claman por agua. En cuanto a los proyectos de riego de la India, el ex primer ministro Rajiv Gandhi dijo: “Durante dieciséis años hemos ido dando dinero. El pueblo no ha recibido nada a cambio, ni riego, ni agua, ni incrementos de producción, ni ayuda en su vida cotidiana”.

      Por otra parte, las soluciones de baja tecnología han resultado más útiles y menos perjudiciales para el entorno. En China, diversas comunidades han construido un total de 6.000.000 de pequeños estanques y embalses que han sido muy beneficiosos. En Israel se ha visto que aguzando el ingenio se puede utilizar la misma agua primero para el lavado, luego para el inodoro y finalmente para el riego.

      Otra solución práctica es el riego por goteo, que al tiempo que no deteriora el terreno, solo usa el 5% del agua empleada en los métodos tradicionales. Es prudente, también, la elección de cosechas compatibles con el clima seco, tales como el sorgo o el mijo en vez de la caña de azúcar o el maíz, que necesitan grandes cantidades de agua.

      Además, con un poco de esfuerzo, los usuarios particulares y las industrias pueden reducir su demanda de agua. En la fabricación de un kilo de papel, por ejemplo, se consume alrededor de un litro de agua si esta se recicla, lo que supone un ahorro de más del noventa y nueve por ciento. Ciudad de México ha sustituido los inodoros convencionales por otros que usan solo un tercio de la cantidad de agua, además de patrocinar una campaña informativa destinada a conseguir una considerable reducción de su consumo.

      De qué depende el éxito

      La solución de la crisis del agua, así como de casi todos los problemas medioambientales, exige cambios de actitud. Tenemos que ser cooperadores y no egoístas, estar dispuestos a hacer sacrificios razonables cuando sea necesario y resolvernos a cuidar el planeta para el bien de las generaciones futuras. En esta misma línea, Sandra Postel hace este comentario en su libro El último oasis. Cómo afrontar la escasez de agua: “Necesitamos una ética del agua: una guía de conducta frente a las complejas decisiones a tomar sobre los sistemas naturales que no comprendemos, ni podemos llegar a comprender en su totalidad”.

      Huelga decir que tal “ética del agua” exige más que una política nacional; requiere cooperación internacional, pues los ríos que cruzan varios países no conocen fronteras. “La preocupación por la cantidad y la calidad del agua, cuestiones que históricamente han sido abordadas por separado, debe considerarse un asunto mundial”, afirma Ismail Serageldin en su informe Beating the Water Crisis (Cómo superar la crisis del agua).

      Ahora bien, Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, admite que no es fácil conseguir que las naciones se encarguen debidamente de asuntos que tienen repercusión mundial. “En el mundo globalizado de hoy —dice—, los mecanismos con que contamos para actuar a escala universal apenas se hallan en estado embrionario. Ya es hora de que se concrete de forma más real la idea de la ‘comunidad internacional’.”

      Aunque no cabe duda de que un suministro de agua salubre es fundamental, no es todo lo que se necesita para disfrutar de una vida sana y feliz. En primer lugar, el ser humano ha de reconocer su obligación ante Dios, que proveyó tanto el agua como la vida (Salmo 36:9; 100:3). Y en vez de explotar sin previsión la Tierra y sus recursos, debe ‘cultivarla y cuidarla’, tal como ordenó el Creador a nuestros primeros padres (Génesis 2:8, 15; Salmo 115:16).

      Un tipo de agua superior

      En vista de la vital importancia del agua, no sorprende que en la Biblia se le atribuya un significado simbólico. Es más, para disfrutar de la vida como estaba previsto, tenemos que reconocer la fuente de esta agua simbólica y aprender a reflejar la actitud de la mujer del siglo primero que le pidió a Jesucristo: “Señor, dame esta agua” (Juan 4:15). Veamos lo que ocurrió.

      Jesús se detuvo junto a un pozo profundo cerca de la actual Nablus, el mismo, según parece, que suelen visitar los turistas de todo el mundo hasta la fecha. Entonces llegó una samaritana que, como muchas mujeres de su tiempo, seguramente acudía allí con frecuencia para abastecer su casa. Jesús le dijo que le daría “agua viva”, una fuente que nunca se agotaría (Juan 4:10, 13, 14).

      Como es lógico, aquella afirmación despertó el interés de la mujer. Claro está, el “agua viva” de la que habló Jesús no era literal; él se refería a las provisiones espirituales que permitirían a la gente vivir para siempre. Sin embargo, existe cierta relación entre el agua simbólica y la literal: necesitamos las dos para disfrutar al máximo de la vida.

      En más de una ocasión, Dios resolvió el problema de la falta de agua que tenía su pueblo, como cuando milagrosamente la suministró a una gran multitud de refugiados israelitas que cruzaban el desierto de Sinaí camino a la Tierra Prometida (Éxodo 17:1-6; Números 20:2-11). Eliseo, profeta de Dios, sanó el pozo de Jericó, cuya agua estaba contaminada (2 Reyes 2:19-22). Y cuando un resto de israelitas arrepentidos volvieron a su patria desde Babilonia, Dios les dio ‘agua en el desierto’ (Isaías 43:14, 19-21).

      Nuestro planeta necesita con urgencia una fuente inagotable de agua. Puesto que el Creador, Jehová Dios, solucionó este problema en diversas ocasiones del pasado, ¿por qué no va a hacerlo de nuevo en el futuro? La Biblia nos asegura que lo hará. Al describir las condiciones que habrá bajo su prometido Reino, Dios dice: “Sobre colinas peladas abriré ríos; y en medio de las llanuras-valles, manantiales. Convertiré el desierto en estanque de agua lleno de cañas; y la tierra árida, en fuentes de agua [...]; a fin de que la gente vea y sepa y preste atención y tenga perspicacia al mismo tiempo, que la mismísima mano de Jehová ha hecho esto” (Isaías 41:18, 20).

      La Biblia nos promete que llegará el tiempo en que las personas “no padecerán hambre, ni padecerán sed” (Isaías 49:10). La crisis del agua se resolverá definitivamente gracias a una nueva administración mundial. Dicha administración, es decir, el Reino por el cual nos enseñó a orar Jesús, actuará “por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido” (Isaías 9:6, 7; Mateo 6:9, 10). En consecuencia, todos los pobladores de la Tierra llegarán a formar parte de una verdadera comunidad internacional (Salmo 72:5, 7, 8).

      Si buscamos ahora el agua de la vida, podemos esperar con ilusión el día en el que verdaderamente habrá suficiente agua para todos.

      [Ilustraciones de la página 10]

      Arriba: los antiguos habitantes de Petra almacenaban hábilmente el agua

      Abajo: acequia nabatea de Petra

      [Reconocimiento]

      Garo Nalbandian

      [Ilustración de la página 10]

      Los agricultores de una de las islas Canarias han aprendido a cultivar la tierra pese a que las precipitaciones son casi nulas

      [Ilustraciones de la página 13]

      ¿A qué se refería Jesús cuando prometió a la samaritana “agua viva”?

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir