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¿Se está alterando el clima?¡Despertad! 2003 | 8 de agosto
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¿Se está alterando el clima?
“CUANDO dos ingleses se encuentran, de lo primero que hablan es del tiempo”, dijo en son de broma el famoso escritor Samuel Johnson. En los últimos años, sin embargo, no solo se habla del tiempo para iniciar conversaciones. El asunto se ha convertido en fuente de gran preocupación para personas de todo el mundo. ¿Por qué? Porque las condiciones meteorológicas —que siempre han sido difíciles de pronosticar— parecen cada vez más imprevisibles.
Por ejemplo, durante el verano de 2002, Europa se vio afectada por unas tormentas excepcionalmente intensas que ocasionaron, según ciertas fuentes, “las peores inundaciones de Europa central en más de un siglo”. Veamos las siguientes noticias:
AUSTRIA. “Los fuertes temporales azotaron con particular fuerza las provincias de Salzburgo, Carintia y Tirol. Muchas calles se inundaron de lodo, y había montones de barro y escombros de hasta 15 metros de altura. En Viena, una tormenta eléctrica provocó un accidente ferroviario en la estación Südbahnhof que dejó un saldo de varios heridos.”
REPÚBLICA CHECA. “Aunque ha sido una terrible experiencia para Praga, la tragedia ha sido mucho peor en las provincias. Unas doscientas mil personas han tenido que abandonar sus hogares. Pueblos enteros han quedado sumergidos por las aguas.”
FRANCIA. “Veintitrés muertos, nueve desaparecidos y miles de damnificados [...]. Tres personas murieron fulminadas por rayos durante las tormentas del lunes. [...] Un bombero falleció tras rescatar a una pareja que estaba dentro de un automóvil arrastrado por las aguas.”
ALEMANIA. “Nunca antes en la historia de la República Federal se habían tenido que evacuar pueblos y aldeas al grado que se ha hecho ahora durante esta ‘inundación del siglo’. Miles de ciudadanos han huido de sus poblaciones; la mayoría lo ha hecho como medida preventiva. Algunos fueron rescatados de las inundaciones en el último momento con la ayuda de una barca o un helicóptero.”
RUMANIA. “Desde mediados de julio han fallecido a causa de las tormentas alrededor de una docena de personas.”
RUSIA. “En las costas del mar Negro murieron por lo menos 58 personas [...]. Unos treinta automóviles y autobuses permanecen en el fondo del mar, y no se puede ir en su búsqueda porque se han dado nuevos avisos de tormenta.”
Las tormentas no estuvieron circunscritas a Europa
En agosto de 2002, el diario alemán Süddeutsche Zeitung informó: “Las nuevas rachas de aguaceros y tormentas en Asia, Europa y Sudamérica han causado estragos. El miércoles se produjo en Nepal un desprendimiento de tierras que provocó la muerte de por lo menos 50 personas. Un tifón mató a otras ocho en el sur de China y ocasionó fuertes precipitaciones en el centro de la nación. Las inundaciones de China elevaron el nivel de las aguas del río Mekong hasta una altura jamás vista en los últimos treinta años, y más de cien casas del nordeste de Tailandia quedaron sumergidas. [...] En la Argentina se ahogaron por lo menos cinco personas a consecuencia de las lluvias torrenciales. [...] El número de muertos debido a las tormentas ocurridas este verano en China asciende a más de mil”.
Mientras las lluvias asolaban muchas partes del mundo, Estados Unidos experimentaba una grave sequía. Un informe decía lo siguiente: “Existen temores a escala nacional, pues los pozos se están quedando sin agua y algunos ya se han secado; además, el caudal de muchos ríos se ha reducido como nunca antes y se ha producido más del doble de la cantidad normal de incendios arrasadores en esta época del año. En vista de los cultivos y pastos perdidos, la escasez de agua potable, los incendios arrasadores y las tormentas de polvo, los expertos predicen que el impacto económico adverso de la sequía de 2002 ascenderá a miles de millones de dólares”.
Ciertas regiones del norte de África están sufriendo una devastadora sequía desde la década de 1960. Según los informes, “las precipitaciones son entre un 20 y un 49% inferiores a las de la primera mitad del siglo XX, lo que ha producido mucha hambre y un gran número de muertes”.
El fenómeno climático conocido como El Niño —provocado por un calentamiento de las aguas del Pacífico oriental— ocasiona periódicamente inundaciones y otros trastornos climáticos en América del Norte y del Sur.a La cadena de noticias CNN informa que El Niño de 1983 y 1984 “provocó más de mil muertes y ocasionó catástrofes climáticas en casi todos los continentes con un saldo total de 10.000 millones de dólares en concepto de daños a la propiedad y pérdida de ganado”. Este fenómeno se ha repetido con regularidad (cada cuatro años aproximadamente) desde que se descubrió en el siglo XIX. Pero algunos expertos opinan que “El Niño ha incrementado su frecuencia” y que “se producirá más a menudo” en el futuro.
Un artículo publicado por la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, de Estados Unidos) dice en tono tranquilizador: “Casi todos estos fenómenos atmosféricos anómalos que hemos vivido —otoños excepcionalmente cálidos o inviernos particularmente lluviosos— se deben a cambios climáticos regionales que son normales”. Sin embargo, hay indicios de que tal vez exista un problema grave. La organización ecologista Greenpeace predice: “Los fenómenos atmosféricos peligrosos, como huracanes más intensos y lluvias torrenciales, seguirán causando estragos en todo el planeta. Peores sequías e inundaciones cambiarán literalmente la faz de la Tierra, con la consiguiente destrucción de las tierras costeras y de los bosques”. ¿Existe alguna base para tales afirmaciones? En caso de que así sea, ¿a qué se deben estos “fenómenos atmosféricos peligrosos”?
[Nota]
a Véase el artículo “¿Qué es El Niño?”, publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de marzo de 2000.
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¿Qué está sucediendo con el clima?¡Despertad! 2003 | 8 de agosto
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¿Qué está sucediendo con el clima?
“Las catastróficas inundaciones y las fuertes tormentas que estamos experimentando se harán cada vez más frecuentes.”—Thomas Loster, especialista en riesgos climáticos.
¿SE ESTÁ alterando realmente el clima? Muchos temen que sí. El doctor Peter Werner, especialista en meteorología del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto del Clima, dice: “Cuando observamos el clima mundial —los extremos en precipitaciones, inundaciones, sequías y tormentas— y notamos su evolución, podemos decir con razón que dichos extremos se han cuadruplicado en los últimos cincuenta años”.
Un buen número de personas piensan que los fenómenos atmosféricos anómalos son prueba de un calentamiento global, es decir, de que el llamado efecto invernadero está haciendo estragos. La Agencia para la Protección Medioambiental, de Estados Unidos, explica: “El efecto invernadero es el aumento de temperatura que experimenta la Tierra porque ciertos gases de la atmósfera (vapor de agua, dióxido de carbono, óxido nitroso y metano, por ejemplo) retienen la energía del Sol. Sin tales gases, el calor volvería al espacio y la temperatura promedio de la Tierra descendería unos 33 °C”.
Sin embargo, numerosas personas afirman que el hombre ha alterado este proceso natural sin darse cuenta. Un artículo de Earth Observatory, publicación digital de la NASA, señala: “Por décadas, las fábricas y los automóviles han lanzado a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero [...]. Muchos científicos temen que la mayor concentración de gases de efecto invernadero ha impedido que salgan de la Tierra otras radiaciones térmicas. En esencia, estos gases retienen el exceso de calor dentro de la atmósfera terrestre de modo muy parecido a como el parabrisas de un auto retiene la energía solar que entra en él”.
Los escépticos afirman que tan solo un pequeño porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero son producidas por el hombre. Sin embargo, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), grupo de investigadores patrocinado por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, informa: “Cada vez hay más pruebas, y más contundentes, de que la mayor parte del calentamiento que se ha observado durante los últimos cincuenta años es atribuible a actividades humanas”.
El climatólogo Pieter Tans, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, dice: “Si tuviera que cuantificarlo con una cifra, yo diría que el 60% es culpa nuestra. [...] El restante 40% se debe a causas naturales”.
Posibles consecuencias del calentamiento global
¿Cuál ha sido, pues, el patente resultado de la acumulación de los gases de efecto invernadero que produce el hombre? Casi todos los científicos concuerdan en que la Tierra se ha calentado. ¿Ha sido muy drástica esta subida de temperaturas? Según el informe del IPCC para el año 2001, “las temperaturas de la superficie del globo han aumentado entre 0,4 y 0,8 °C desde finales del siglo XIX”. Muchos investigadores creen que este leve aumento pudiera ser la explicación de las serias alteraciones climáticas que experimentamos.
Hay que admitir que el sistema meteorológico terrestre es sumamente complejo, y los científicos no pueden decir con certeza cuáles son los efectos —si los hay— del calentamiento global. No obstante, muchos creen que debido a dicho calentamiento se ha producido un aumento en las precipitaciones en el hemisferio norte, grandes sequías en Asia y África, y un incremento en la frecuencia del fenómeno El Niño en el Pacífico.
Hace falta una solución global
Dado que muchos consideran que el problema lo ha causado el hombre, ¿no puede este solucionarlo? Varias comunidades ya han promulgado leyes para limitar las emisiones contaminantes de automóviles y fábricas. Sin embargo, estas medidas, aunque encomiables, han tenido muy poca repercusión. Como la contaminación es un problema global, la solución también tiene que ser global. En 1992 se celebró la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Brasil). Diez años después, en 2002, tuvo lugar en Johannesburgo (Sudáfrica) la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, a la que asistieron unos cuarenta mil representantes, entre ellos un centenar de mandatarios.
Tales conferencias han contribuido mucho a que exista un consenso general entre los científicos. El periódico alemán Der Tagesspiegel explica: “Mientras que entonces [en 1992] la mayoría de los científicos tenían sus dudas respecto al efecto invernadero, hoy día casi nadie lo cuestiona”. Aun así, el ministro de Medio Ambiente de Alemania, Jürgen Trittin, nos recuerda que todavía no se ha encontrado la verdadera solución del problema. “De modo que Johannesburgo no debe ser solo una cumbre de palabras —subrayó—, sino también de acciones.”
¿Puede detenerse el daño ecológico?
El calentamiento global es tan solo uno de los muchos problemas ecológicos que se le plantean a la humanidad. Pero es mucho más fácil hablar de resolver el asunto que lograrlo. “Ahora que finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al medio ambiente —escribe la etóloga británica Jane Goodall—, estamos extremando nuestro ingenio para hallar soluciones tecnológicas.” Pero al mismo tiempo advierte: “La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el corazón”.
Volvamos al problema del calentamiento global. Las medidas anticontaminantes son costosas, y, normalmente, las naciones más pobres no pueden sufragarlas. Algunos expertos temen que, en vista de las restricciones en el consumo de energía, las industrias decidan trasladarse a los países pobres buscando una mayor rentabilidad. Por tanto, incluso los líderes con mejores intenciones se encuentran en un aprieto, pues si protegen los intereses económicos de sus respectivas naciones, sufre el medio ambiente, y si abogan por la protección del medio ambiente, ponen en peligro la economía.
Por ello, Severn Cullis-Suzuki, del panel asesor de la Cumbre Mundial, afirma que si queremos que cambie la situación, todos tenemos que poner de nuestra parte. “Los verdaderos cambios medioambientales los lograremos nosotros —dice ella—. No podemos depender de nuestros líderes políticos. Tenemos que ver con claridad cuáles son nuestras responsabilidades y cómo podemos lograr que se produzca el cambio.”
Es razonable esperar que los seres humanos respeten el medio ambiente. Pero no resulta fácil conseguir que efectúen los cambios necesarios en su vida. Para ilustrarlo: casi todo el mundo reconoce que los automóviles contribuyen al calentamiento global. Por eso, puede que alguien desee utilizar menos su vehículo o prescindir por completo de él. Pero tal proceder no es fácil. Como señaló recientemente Wolfgang Sachs, del Instituto de Wuppertal para el Clima, el Medio Ambiente y la Energía, “todos los lugares que desempeñan un papel importante en la vida cotidiana (el lugar de empleo, el jardín de infancia, la escuela o el centro comercial) quedan tan lejos que uno no puede arreglárselas sin auto. [...] La cuestión no es si uno quiere tener un auto o no. La mayoría no tiene otra alternativa”.
Algunos científicos, como el profesor Robert Dickinson, de la Escuela de Ciencias Atmosféricas y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Georgia, temen que tal vez ya sea demasiado tarde para salvar el planeta de las consecuencias del calentamiento global. Dickinson opina que aunque la contaminación cesara hoy mismo, los efectos de los abusos perpetrados en el pasado contra la atmósfera perdurarían durante por lo menos otros cien años.
En vista de que ningún gobierno ni nadie a título individual puede resolver los problemas ecológicos, ¿quién tiene la solución? Desde tiempos remotos la gente ha pedido ayuda al cielo para controlar el clima. Por ingenuas que fueran dichas tentativas, revelan una verdad fundamental: la humanidad necesita ayuda divina para resolver estos problemas.
[Comentario de la página 7]
“Cada vez hay más pruebas, y más contundentes, de que la mayor parte del calentamiento que se ha observado durante los últimos cincuenta años es atribuible a actividades humanas”
[Recuadro de la página 6]
¿Constituye el calentamiento global una amenaza para la salud?
Un artículo de la revista Investigación y Ciencia analizó esta interesante cuestión. Predijo que el calentamiento global incrementará “la aparición y distribución de atentados graves contra la salud”. Por ejemplo, “se prevé que en ciertos lugares el número de muertes asociadas a las olas de calor se duplique de aquí al año 2020”.
Menos obvia es la repercusión del calentamiento global en la proliferación de enfermedades infecciosas. “Las enfermedades causadas por mosquitos figuran entre las que adquirirán creciente prevalencia” ya que los mosquitos “se multiplican mejor y [pican] con mayor frecuencia cuanto más caliente está el aire. [...] Al abarcar el calentamiento zonas extensas, los mosquitos podrían colonizar territorios antaño prohibidos, portando allí la enfermedad”.
Finalmente están los efectos de las inundaciones y las sequías, que en la mayoría de los casos contribuyen a que se contaminen los suministros de agua. Es evidente que la amenaza del calentamiento global merece tomarse en serio.
[Ilustración de la página 7]
El efecto invernadero hace que el calor se acumule en la atmósfera en lugar de disiparse en el espacio
[Reconocimiento]
Foto de la NASA
[Ilustraciones de la página 7]
El hombre ha liberado en el aire miles de millones de toneladas de contaminantes, acelerando con ello el efecto invernadero
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El fin de las catástrofes climáticas¡Despertad! 2003 | 8 de agosto
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El fin de las catástrofes climáticas
“EL HOMBRE moderno, en su ambición de comodidad, rapidez y lucro, ha perdido el respeto por la Tierra”, dice la solapa de la edición en inglés del libro La Tierra: un planeta para la vida. Hoy vivimos con las consecuencias de la ambición del hombre. Y tanto si las teorías sobre el calentamiento global resultan ser ciertas como si no, de lo que no cabe duda es de que el ser humano está estropeando nuestro hermoso planeta. La única esperanza que nos queda es el cumplimiento de la promesa bíblica de que Dios va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación [Apocalipsis] 11:18).
Dios reemplazará el corrupto sistema de gobernación humano con un sistema totalmente nuevo. Pero antes de descartar esa idea como un disparate religioso, piense: ¿quién conoce mejor el medio ambiente de la Tierra que su propio Creador? ¿Y no es obvio, por tanto, que a él le interesa lo que le sucede a este planeta? La Biblia deja bien claro que sí. Por ejemplo, en Isaías 45:18 dice que Jehová es “el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”. A fin de hacer realidad ese propósito, Dios, quien tiene el poder necesario, va a intervenir.
Utilizará un nuevo gobierno, o reino, para administrar la Tierra. Cuando los cristianos piden en el padrenuestro “venga tu reino”, en realidad están pidiendo que dicho gobierno asuma el control de la Tierra (Mateo 6:9, 10). El Reino de Dios entenderá los intrincados ciclos naturales de la Tierra y los respetará. Así podrá restaurar zonas del planeta arruinadas por la contaminación y los abusos del medio ambiente. Isaías 35:1, 6 dice: “La llanura desértica [...] florecerá como el azafrán. [...] Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica”.
Hasta que Dios intervenga
Tras las inundaciones de 2002, el ex canciller alemán Helmut Schmidt escribió: “Nadie puede impedir que los elementos naturales abran una brecha en las represas. Siempre se producen desastres”. Y está en lo cierto. Cuando azotan fenómenos meteorológicos destructivos, lo único que el hombre es capaz de hacer es tratar de afrontar la situación de la mejor manera. Pero esas catástrofes, pese a toda la angustia que ocasionan, pueden tener un efecto beneficioso. Pueden impulsar a la gente a demostrar amor e interés por el prójimo (Marcos 12:31). Las inundaciones de Europa, por ejemplo, tuvieron ese efecto en algunos. Un periódico señaló: “De todas partes de Alemania han llegado voluntarios entusiastas para acometer las labores [de socorro]. Es la operación voluntaria más extensa que se ha llevado a cabo desde la II Guerra Mundial”.
Entre dichos voluntarios se contaban muchos testigos de Jehová. El siguiente artículo trata de las labores de socorro efectuadas por los Testigos en cuatro países azotados por fuertes tormentas. La conducta de estos cristianos es como una vista por anticipado de cómo será la vida bajo el gobierno entrante de Dios, cuando reinarán el amor y el interés fraternal, no la avaricia y el egoísmo (Isaías 11:9).a
Los cristianos pueden encontrar consuelo en la promesa que Dios hizo a los israelitas de la antigüedad: “Ciertamente daré lluvia para su tierra a su tiempo señalado, lluvia de otoño y lluvia de primavera” (Deuteronomio 11:14). Esa promesa también la verán cumplida los que tengan el privilegio de vivir en el nuevo mundo de Dios, un mundo que estará libre de catástrofes climáticas.
[Nota]
a Si desea saber más acerca de la promesa bíblica de dicho gobierno del Reino, solo tiene que comunicarse con los testigos de Jehová de su localidad o escribir a los editores de esta revista.
[Ilustración y recuadro de la página 9]
Un perfecto control del clima
En el nuevo mundo de Dios, nadie tendrá que temer que su casa o sus cultivos sean arrasados por tormentas anómalas (2 Pedro 3:13). La Biblia deja bien claro que Dios y su Hijo, Jesucristo, son totalmente capaces de controlar el clima. Veamos los siguientes textos:
◼ Génesis 7:4: “Dentro de solo siete días más voy a hacer que llueva sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”.
◼ Éxodo 14:21: “Jehová empezó a hacer que el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche, y que la cuenca del mar se convirtiera en suelo seco, y se iba efectuando una partición de las aguas”.
◼ 1 Samuel 12:18: “Samuel clamó a Jehová, y Jehová procedió a dar truenos y lluvia en aquel día, de modo que todo el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de Samuel”.
◼ Jonás 1:4: “Jehová mismo arrojó un gran viento en el mar, y llegó a haber una gran tormenta en el mar; y en cuanto a la nave, estaba a punto de ser destrozada”.
◼ Marcos 4:39: “Con eso, él [Jesús, con el poder que Dios le había conferido] se despertó, y reprendió al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Calla!’. Y el viento se apaciguó, y sobrevino una gran calma”.
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
En el nuevo mundo de Dios no tendremos que temer condiciones climáticas peligrosas
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