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  • El día de la boda, feliz pero agotador
    ¡Despertad! 2002 | 8 de febrero
    • Es esencial elaborar un presupuesto razonable, pues no sería lógico ni amoroso que los novios o sus padres se endeudaran por celebrar una boda que está fuera de su alcance. Por otro lado, muchas personas que sí pueden costearse una ceremonia más complicada prefieren que sea modesta. En cualquier caso, puede resultar práctico llevar una lista de gastos aproximados y reales. Asimismo, tal vez sea de utilidad anotar en otra lista todo lo que hay que organizar y las fechas límite para hacerlo, ya que intentar memorizar los plazos probablemente sea estresante.

  • El día de la boda, feliz pero agotador
    ¡Despertad! 2002 | 8 de febrero
    • Aunque hay quienes gastan una fortuna, otros no incurren en muchos gastos porque así lo desean o debido a sus circunstancias. “Ambos éramos precursores [evangelizadores de tiempo completo] y no teníamos dinero, pero no nos importaba —relató una recién casada—. Mi suegra compró la tela del vestido y una amiga lo confeccionó como regalo de bodas. Mi esposo escribió a mano las invitaciones, y un amigo cristiano nos prestó un automóvil. Compramos lo esencial para la recepción, y una persona aportó el vino. No hubo lujos, pero todo quedó bien.” Un novio dice que cuando la familia y los amigos están dispuestos a colaborar, “los gastos se reducen considerablemente”.

      Prescindiendo de su situación financiera, las parejas cristianas evitarán los excesos, la mundanalidad o la ostentación (1 Juan 2:15-17). Sería muy triste que una ocasión tan feliz como una boda propiciara que alguien desobedeciera los principios bíblicos sobre la moderación, que previenen contra comer y beber en exceso y cualquier otra acción que pudiera impedir que un cristiano fuera “irreprensible” (Proverbios 23:20, 21; 1 Timoteo 3:2).

      Los novios tampoco han de intentar celebrar una boda más grande y mejor que la de otras personas, como se tiende a hacer hoy en día. Fijémonos, por ejemplo, en los extravagantes velos que llevaron dos novias de cierto país: uno medía 13 metros de diámetro y pesaba unos 220 kilos, y el otro tenía 300 metros de largo, por lo que hicieron falta 100 damas de honor para llevarlo. ¿Estaría en armonía con el consejo bíblico de ser razonables dar semejantes espectáculos? (Filipenses 4:5.)

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