BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Islas Samoa
    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • SAVAII ESCUCHA LAS BUENAS NUEVAS

      Dirijamos ahora nuestra atención a Savaii, la más grande y mejor conservada de las islas Samoa. Cuenta con montañas majestuosas, una cadena de picos volcánicos con unos cuatrocientos cincuenta cráteres, selvas casi impenetrables y accidentados campos de lava. La mayoría de sus habitantes, que son muy pocos, viven en pequeñas aldeas a lo largo de la costa. Las buenas nuevas llegaron por primera vez a Savaii en 1955, cuando Len Helberg y un grupo de publicadores de la isla de Upolu hicieron una visita breve para presentar la película La Sociedad del Nuevo Mundo en acción.

      Seis años después, dos misioneras —Tia Aluni, la primera samoana que asistió a Galaad, y su compañera, Ivy Kawhe— fueron invitadas a mudarse de Samoa Norteamericana a Savaii. Llegaron en 1961 y encontraron alojamiento con un matrimonio mayor que vivía en Fogapoa, en el lado oriental de la isla. Después se les unió durante un tiempo otra precursora especial que había vivido anteriormente en Savaii. A fin de animar y apoyar al nuevo grupo de entre seis y ocho personas, hermanos de Apia visitaban el grupo una vez al mes y pronunciaban discursos públicos. Estas reuniones se efectuaban en una pequeña fale de Fogapoa.

      Tia e Ivy permanecieron en Savaii hasta 1964, cuando se las asignó a otra isla. Durante los diez años siguientes hubo poca actividad espiritual en Savaii, pero a partir de 1974 llegaron varias familias para ayudar a revitalizar la obra. Entre ellas estuvieron Risati y Mareta Segi; Happy y Maota Goeldner-Barnett; Faigaai Tu; Palota Alagi; Kumi Falema‘a (más tarde Thompson), y Ron y Dolly Sellars, que vinieron de Samoa Norteamericana. El pequeño grupo de Fogapoa se reunía en la fale de los Segi, que estaba cerca de la playa. Después se construyeron un hogar misional y un Salón del Reino cerca de allí. Con el tiempo se estableció otro grupo en Taga, un pueblo situado en la costa occidental de Savaii.

      A principios de 1979 se asignó a más matrimonios de misioneros a Savaii para ayudar a los publicadores. Entre ellos estuvieron Robert y Betty Boies; John y Helen Rhodes; Leva y Tenisia Faai‘u; Fred y Tami Holmes; Brian y Sue Mulcahy; Matthew y Debbie Kurtz, y Jack y Mary Jane Weiser. Gracias al excelente ejemplo de los misioneros, la obra en Savaii avanzó a un ritmo constante.

      Ahora bien, las tradiciones y los lazos familiares aún ejercían una gran influencia en la gente de Savaii. Por ejemplo, en la tercera parte de los pueblos se prohibió a los testigos de Jehová que predicaran, y en algunos incluso se anunció la prohibición por radio. Así que se necesitó tiempo y paciencia para ayudar a los nuevos a progresar. Con todo, muchos abrazaron la verdad bíblica, entre ellos algunos que tenían graves problemas de salud.

      SIRVEN A JEHOVÁ A PESAR DE LA MALA SALUD

      Una de esas personas fue Metusela Neru, que se había caído de un caballo y fracturado la espalda cuando tenía 12 años. Un misionero recuerda sobre él: “Tras el accidente, caminaba muy encorvado y sufría dolor constante”. Metusela comenzó a estudiar la Biblia cuando tenía 19 años y soportó con firmeza la oposición de su familia. Debido a su discapacidad, lo que en circunstancias normales hubiera sido una caminata de cinco minutos para llegar a las reuniones, se convertía para él en una odisea de cuarenta y cinco minutos de duración. No obstante, Metusela progresó y se bautizó en 1990. Tiempo después emprendió el ministerio de tiempo completo como precursor regular y llenó los requisitos para ser anciano. Desde entonces, más de treinta de sus parientes han asistido a las reuniones en Faga y varios se han bautizado. Pese a sus continuos problemas de salud, Metusela es bien conocido por su sonrisa y su alegre personalidad.

      Alguien que también superó graves problemas de salud a fin de progresar en sentido espiritual fue Saumalu Taua‘anae. Desfigurado a causa de la lepra, Saumalu vivía en la remota aldea de Aopo. Como el lugar se hallaba tan aislado, en principio estudió la Biblia por correspondencia con Ivan Thompson. Entonces, un precursor especial llamado Asa Coe se mudó a Savaii y se hizo cargo del estudio. Cuando Saumalu asistió por primera vez a una reunión, en 1991, tuvo que hacer un viaje de dos horas hasta Taga, al otro lado de la isla.

      Saumalu estaba tan acomplejado por su apariencia que la primera vez que asistió a un día especial de asamblea, escuchó el programa desde su automóvil. No obstante, se sintió profundamente conmovido cuando, en el intermedio, los hermanos se acercaron a él y le dieron una afectuosa bienvenida. Agradecido, aceptó su cordial invitación y escuchó el resto del programa sentado en el auditorio.

      Él y su esposa, Torise, comenzaron a ir enseguida a las reuniones en Faga, aunque tenían que viajar más de una hora de ida y otro tanto de vuelta. Saumalu se bautizó en 1993 y, con el tiempo, llegó a ser siervo ministerial. Posteriormente, a pesar de que fue necesario amputarle una pierna, siguió conduciendo su vehículo hasta las reuniones. Aunque se prohibió la predicación en su aldea, Saumalu y Torise se las arreglaron para dar testimonio a otros de manera informal y por teléfono.

      En la actualidad viven en Apia, donde Saumalu recibe tratamiento para sus muchos problemas de salud. En vez de ser una persona amargada, se le conoce por su actitud positiva y alegre hacia la vida. Tanto él como su esposa son muy respetados por su gran fe.

  • Islas Samoa
    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • Jehová ha respondido mis oraciones

      FAIGAAI TU

      AÑO DE NACIMIENTO 1932

      AÑO DE BAUTISMO 1964

      OTROS DATOS Fue precursora en las islas de Upolu y Savaii desde 1965 hasta 1980. En la actualidad vive en Savaii.

      NACÍ con una grave deformidad en los pies: tengo las plantas tan dobladas hacia abajo que me llegan hasta los talones, por lo que se me hace muy difícil caminar.

      Cuando escuché por primera vez la verdad bíblica, esta caló hondo en mi corazón. Quería asistir a las reuniones de congregación, pero me parecía imposible llegar hasta allí por el camino duro y rocoso. Con el tiempo, me volví una experta en hacerme mi propio calzado transformando sandalias de goma, y eso me permitió caminar mejor.

      Comencé el precursorado poco después de bautizarme. Tras haber sido precursora durante nueve años en la isla de Upolu, me fui a vivir con mi hermana y su esposo a Savaii, donde había necesidad de publicadores del Reino. Allí fui precursora especial y tuve de compañera a Kumi Falema‘a, mi sobrina.

      Kumi y yo tomábamos todas las semanas un autobús que nos llevaba desde Faga hasta Lata, una aldea en la costa occidental de Savaii. Le dábamos clases bíblicas a una señora que vivía en Lata y después caminábamos ocho kilómetros [cinco millas] hasta la aldea de Taga para visitar a otra señora. Pasábamos la noche en la casa de esta mujer y su familia, y volvíamos a Faga en el autobús de la mañana. Repetimos aquel recorrido durante unos dos años, y, felizmente, ambas mujeres y sus familias llegaron a ser Testigos.

      Cuando mis parientes se marcharon de Savaii, yo me quedé para ayudar a un pequeño grupo de hermanas y mujeres interesadas que había en Faga. Conducía el estudio de La Atalaya y el Estudio de Libro de Congregación, y dirigía a las hermanas en la predicación. Un domingo al mes venía un anciano desde Apia para conducir la reunión. Puesto que el jefe del pueblo nos prohibía entonar los cánticos del Reino en las reuniones, los leíamos en voz alta. Cinco años después, Leva y Tenisia Faai‘u —un matrimonio de misioneros— vinieron de Nueva Zelanda para ayudar a nuestro pequeño grupo. Después llegaron otros misioneros. En la actualidad, Savaii cuenta con dos florecientes congregaciones, una en Faga y otra en Taga.

      Aunque nunca me casé, me encantan los niños y siempre me he llevado bien con ellos. Algunos incluso han vivido en mi casa por temporadas. Para mí ha sido una gran alegría ver a mis “hijos” espirituales crecer y ponerse de parte de Jehová.

      Ahora soy muy mayor y ya no puedo predicar de casa en casa. Pero doy clases bíblicas en mi hogar y también predico a la gente que llego a conocer en el hospital de la localidad. Aun así, a veces me sentía frustrada por culpa de mis limitaciones y le pedía a Jehová que me ayudara a hacer más en su servicio. Felizmente, los misioneros de mi congregación me enseñaron cómo predicar por teléfono. Al reflexionar en lo que ha sido mi vida, tengo la certeza de que Jehová ha respondido mis oraciones.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir