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Islas SamoaAnuario de los testigos de Jehová 2009
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AYUDA DEL EXTRANJERO
En mayo de 1953 llegó un matrimonio de precursores australianos, Ronald y Olive (Dolly) Sellars, para ayudar a la congregación de Apia. “La sucursal de Australia había perdido el contacto con los hermanos y estaban preocupados —escribe Ron—. Como les habíamos dicho que estábamos dispuestos a ir al Pacífico, nos pidieron que fuéramos a la congregación que se había formado en Samoa a servir de precursores especiales.”
Mientras viajaban a su destino en hidroavión, Ron y Dolly pensaron en los retos a los que se enfrentan los misioneros que van a lugares lejanos. “¡Qué sorpresa nos esperaba! —recuerda Ron—. La isla estaba cubierta de una exuberante vegetación tropical. En todas partes veíamos personas felices, rebosantes de salud. Siempre había niños correteando alrededor de las típicas casas sin paredes, con techos de paja y pisos de coral muy limpios. La gente no iba corriendo de un lugar a otro; todos vivían muy tranquilos. Parecía que habíamos llegado al paraíso.”
Los hermanos Sellars se alojaron en la casa de la familia de Pele y enseguida se pusieron a trabajar. “Me reunía casi todas las noches con los hermanos para contestar sus muchas preguntas —dice Ron—. Aunque conocían las doctrinas fundamentales de la Biblia, vi que tenían que hacer muchos cambios a fin de estar a la altura de las normas de Dios. Para ayudarlos durante este difícil período, Dolly y yo nos esforzamos por ser muy pacientes y cariñosos.” Lamentablemente, algunos se negaron a seguir los principios bíblicos y poco a poco se apartaron de la congregación. Otros, sin embargo, fueron humildes y respondieron bien a los consejos y al ánimo. Con el tiempo progresaron espiritualmente, y como resultado, la congregación quedó refinada y fortalecida.
Ron y Dolly también encabezaron la obra de predicar de casa en casa. Hasta entonces, la mayoría de los hermanos solo habían dado testimonio informal a amigos y vecinos. Pero ahora, mientras predicaban de casa en casa con los hermanos Sellars, hallaron a muchas personas interesadas. “En cierta ocasión —escribe Ron—, un jefe nos invitó a su aldea para que le habláramos del Reino. Después de la comida tuvimos una animada conversación bíblica. En una hora la conversación se convirtió en un discurso público porque ya había casi cincuenta personas presentes, y eso que no habíamos avisado a nadie.” Cuando los publicadores daban clases bíblicas a dos o tres personas a la vez, acudían de diez a cuarenta curiosos que querían conocer mejor la obra de los testigos de Jehová.
Ahora bien, el clero de la cristiandad estaba al tanto de nuestra obra. Como las autoridades se negaron a extender los permisos de estancia a Ron y Dolly, este acudió a un alto funcionario para preguntarle cuál era el problema. Ron recuerda: “Nos dijo que cierto clérigo se había quejado ante el gobierno por nuestra predicación. Por ello, solo podía extendernos el visado si nos comprometíamos a no ayudar más a la congregación en la obra de predicar. No acepté sus condiciones y le mencioné que debía tener muy presente que nadie detendría la obra de Dios. Riéndose, respondió: ‘¡Ya veremos qué ocurre cuando ustedes se vayan!’”.
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Islas SamoaAnuario de los testigos de Jehová 2009
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[Ilustración de la página 81]
Ron y Dolly Sellars se mudaron a Samoa en 1953 para ayudar en la obra
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