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Islas SamoaAnuario de los testigos de Jehová 2009
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a partir de 1974 llegaron varias familias para ayudar a revitalizar la obra. Entre ellas estuvieron Risati y Mareta Segi; Happy y Maota Goeldner-Barnett; Faigaai Tu;
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Islas SamoaAnuario de los testigos de Jehová 2009
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[Ilustración y recuadro de las páginas 113 y 114]
Jehová ha respondido mis oraciones
FAIGAAI TU
AÑO DE NACIMIENTO 1932
AÑO DE BAUTISMO 1964
OTROS DATOS Fue precursora en las islas de Upolu y Savaii desde 1965 hasta 1980. En la actualidad vive en Savaii.
NACÍ con una grave deformidad en los pies: tengo las plantas tan dobladas hacia abajo que me llegan hasta los talones, por lo que se me hace muy difícil caminar.
Cuando escuché por primera vez la verdad bíblica, esta caló hondo en mi corazón. Quería asistir a las reuniones de congregación, pero me parecía imposible llegar hasta allí por el camino duro y rocoso. Con el tiempo, me volví una experta en hacerme mi propio calzado transformando sandalias de goma, y eso me permitió caminar mejor.
Comencé el precursorado poco después de bautizarme. Tras haber sido precursora durante nueve años en la isla de Upolu, me fui a vivir con mi hermana y su esposo a Savaii, donde había necesidad de publicadores del Reino. Allí fui precursora especial y tuve de compañera a Kumi Falema‘a, mi sobrina.
Kumi y yo tomábamos todas las semanas un autobús que nos llevaba desde Faga hasta Lata, una aldea en la costa occidental de Savaii. Le dábamos clases bíblicas a una señora que vivía en Lata y después caminábamos ocho kilómetros [cinco millas] hasta la aldea de Taga para visitar a otra señora. Pasábamos la noche en la casa de esta mujer y su familia, y volvíamos a Faga en el autobús de la mañana. Repetimos aquel recorrido durante unos dos años, y, felizmente, ambas mujeres y sus familias llegaron a ser Testigos.
Cuando mis parientes se marcharon de Savaii, yo me quedé para ayudar a un pequeño grupo de hermanas y mujeres interesadas que había en Faga. Conducía el estudio de La Atalaya y el Estudio de Libro de Congregación, y dirigía a las hermanas en la predicación. Un domingo al mes venía un anciano desde Apia para conducir la reunión. Puesto que el jefe del pueblo nos prohibía entonar los cánticos del Reino en las reuniones, los leíamos en voz alta. Cinco años después, Leva y Tenisia Faai‘u —un matrimonio de misioneros— vinieron de Nueva Zelanda para ayudar a nuestro pequeño grupo. Después llegaron otros misioneros. En la actualidad, Savaii cuenta con dos florecientes congregaciones, una en Faga y otra en Taga.
Aunque nunca me casé, me encantan los niños y siempre me he llevado bien con ellos. Algunos incluso han vivido en mi casa por temporadas. Para mí ha sido una gran alegría ver a mis “hijos” espirituales crecer y ponerse de parte de Jehová.
Ahora soy muy mayor y ya no puedo predicar de casa en casa. Pero doy clases bíblicas en mi hogar y también predico a la gente que llego a conocer en el hospital de la localidad. Aun así, a veces me sentía frustrada por culpa de mis limitaciones y le pedía a Jehová que me ayudara a hacer más en su servicio. Felizmente, los misioneros de mi congregación me enseñaron cómo predicar por teléfono. Al reflexionar en lo que ha sido mi vida, tengo la certeza de que Jehová ha respondido mis oraciones.
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