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SabiduríaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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SABIDURÍA
El sentido que la Biblia da al término sabiduría destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse con éxito del conocimiento y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas o aconsejar a otros a hacer lo mismo. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con estas. (Dt 32:6; Pr 11:29; Ec 6:8.)
El término hebreo jokj·máh (verbo, ja·kjám) y el griego so·fí·a, así como sus afines, son los vocablos básicos que comunican el concepto de “sabiduría”. También está la palabra hebrea tu·schi·yáh, que se puede traducir por “trabajo eficaz” o “sabiduría práctica”, y las palabras griegas fró·ni·mos y fró·nē·sis (de frēn, la “mente”), que se refieren a la “sensatez”, “discreción” o “sabiduría práctica”.
La sabiduría implica amplitud de conocimiento y profundidad de entendimiento, que son los que aportan la sensatez y claridad de juicio que la caracterizan. El hombre sabio ‘atesora conocimiento’ y así tiene un fondo al que recurrir. (Pr 10:14.) Aunque la “sabiduría es la cosa principal”, el consejo es: “Con todo lo que adquieres, adquiere entendimiento”. (Pr 4:5-7.) El entendimiento (término amplio que con frecuencia abarca el discernimiento) añade fuerza a la sabiduría, contribuyendo en gran manera a la discreción y la previsión, cualidades que también son características notables de la sabiduría. La discreción supone prudencia, y se puede expresar en forma de cautela, autodominio, moderación o comedimiento. El hombre “discreto [una forma de fró·ni·mos]” edifica su casa sobre la masa rocosa, previendo la posibilidad de una tormenta; el insensato la edifica sobre la arena y experimenta desastre. (Mt 7:24-27.)
El entendimiento fortalece la sabiduría de otras maneras. Por ejemplo, una persona puede obedecer cierto mandato de Dios debido a que reconoce lo correcto de tal obediencia, y ese es un proceder sabio. Pero si verdaderamente entiende la razón de tal mandato, el buen fin que persigue y los beneficios que se derivan de él, su firme determinación de continuar en ese proceder sabio se verá fortalecida en gran manera. (Pr 14:33.) Proverbios 21:11 dice que “por dar uno perspicacia al sabio, este consigue conocimiento”. La persona sabia se siente contenta de conseguir cualquier información que le otorgue una visión más clara de las circunstancias, condiciones y causas subyacentes a los problemas. Así “consigue conocimiento” en cuanto a qué hacer respecto al asunto, sabe qué conclusiones sacar y lo que se necesita para resolver el problema existente. (Compárese con Pr 9:9; Ec 7:25; 8:1; Eze 28:3; véase PERSPICACIA.)
Sabiduría divina. La sabiduría en sentido absoluto solo se encuentra en Jehová Dios; Él es “solo sabio”, es decir, el único que es sabio en este sentido. (Ro 16:27; Rev 7:12.) El conocimiento consiste en estar familiarizado con los hechos, y siendo que Jehová es el Creador y es “de tiempo indefinido a tiempo indefinido” (Sl 90:1, 2), sabe todo cuanto hay que saber respecto al universo, su composición y contenido, así como su historia hasta ahora. Todos los ciclos, las leyes y las normas físicas en las que los hombres confían cuando hacen sus investigaciones e inventos provienen de Dios, y sin ellos estarían impotentes y no tendrían nada estable en que basarse. (Job 38:34-38; Sl 104:24; Pr 3:19; Jer 10:12, 13.) Lógicamente, sus normas morales son todavía más fundamentales para la estabilidad, el juicio sano y el éxito de la vida humana. (Dt 32:4-6; véase JEHOVÁ [Un Dios de normas morales].) No hay nada que se escape de su entendimiento. (Isa 40:13, 14.) Aunque puede permitir que aparezcan ciertas cosas contrarias a sus normas justas y hasta que prosperen temporalmente, al final el futuro depende de Él y se conformará exactamente a su voluntad; las cosas que Él dice tendrán “éxito seguro”. (Isa 55:8-11; 46:9-11.)
Todas estas razones hacen patente que “el temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría”. (Pr 9:10.) “¿Quién no debería temerte, oh Rey de las naciones?, porque eso es propio respecto a ti; porque entre todos los sabios de las naciones y entre todas sus gobernaciones reales no hay absolutamente nadie semejante a ti.” (Jer 10:7.) “Él es sabio de corazón y fuerte en poder. ¿Quién puede mostrarle terquedad y salir ileso?” (Job 9:4; Pr 14:16.) Como es Todopoderoso, puede intervenir a voluntad en los asuntos humanos, conducir según le plazca a los gobernantes o hasta eliminarlos, con el fin de conseguir que Sus revelaciones proféticas resulten infalibles. (Da 2:20-23.) La historia bíblica narra numerosos casos en los que poderosos reyes y sus astutos consejeros pretendieron oponer su sabiduría a la de Dios, y en estos destaca cómo Dios vindicó triunfalmente a sus siervos, que con lealtad habían proclamado su mensaje. (Isa 31:2; 44:25-28; compárese con Job 12:12, 13.)
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SabiduríaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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La sabiduría humana. En el libro de Proverbios aparece la sabiduría personificada en una mujer que invita a las personas a recibir lo que ella tiene para ofrecer. Estos relatos y otros textos relacionados muestran que la sabiduría es en realidad una combinación de muchas cosas: conocimiento, entendimiento (en el que se incluye el discernimiento), capacidad de pensar, experiencia, diligencia, sagacidad (lo opuesto a credulidad o ingenuidad; Pr 14:15, 18) y juicio recto. Pero como la verdadera sabiduría empieza con el temor de Jehová Dios (Sl 111:10; Pr 9:10), esta sabiduría superior va más allá de la sabiduría corriente, y supone atenerse a normas elevadas, manifiesta rectitud y justicia, así como adherencia a la verdad. (Pr 1:2, 3, 20-22; 2:2-11; 6:6; 8:1, 5-12.) No toda sabiduría alcanza el nivel de esta sabiduría superior.
La sabiduría humana es relativa, nunca absoluta. El hombre puede alcanzar un grado limitado de sabiduría por medio de sus propios esfuerzos, aunque en todo caso tiene que usar la inteligencia con la que Dios (quien hasta dio a los animales cierta sabiduría instintiva; Job 35:11; Pr 30:24-28) dotó inicialmente al hombre. El hombre aprende observando los elementos de la creación de Dios y trabajando con ellos. Tal sabiduría puede variar en tipo y alcance. La palabra griega so·fí·a se aplica a menudo a la destreza en cierto oficio o arte, a la destreza y el buen juicio administrativo en el gobierno y los negocios o al extenso conocimiento en algún campo particular de la ciencia o la investigación humana. Las palabras hebreas jokj·máh y ja·kjám se utilizan de manera similar para designar la ‘destreza’ de los navegantes y calafateadores de naves (Eze 27:8, 9; compárese con Sl 107:23, 27) y de los que trabajan la piedra y la madera (1Cr 22:15), así como la sabiduría y destreza de otros artesanos, algunos de los cuales tenían gran talento en una amplia variedad de oficios. (1Re 7:14; 2Cr 2:7, 13, 14.) Esos términos se utilizan hasta para designar al que talla imágenes o hace ídolos con destreza. (Isa 40:20; Jer 10:3-9.) Las prácticas sagaces del mundo de los negocios son una forma de sabiduría. (Eze 28:4, 5.)
Es posible tener toda esa sabiduría y carecer de la sabiduría espiritual que las Escrituras recomiendan de manera particular. Sin embargo, el espíritu de Dios puede realzar algunos de estos tipos de sabiduría en los casos en que puedan ser útiles para efectuar su propósito. Su espíritu activó a los que construían el tabernáculo y sus enseres y a los que tejían las prendas de vestir sacerdotales, llenando a aquellos hombres y mujeres tanto de ‘sabiduría como de entendimiento’. De ese modo, no solo entendieron qué deseaba y cuáles eran los medios para realizar el trabajo, sino también desplegaron el talento, la habilidad artística, la visión y el juicio necesarios para diseñar y producir obras magníficas. (Éx 28:3; 31:3-6; 35:10, 25, 26, 31, 35; 36:1, 2, 4, 8.)
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