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¡Alabemos al Rey de la eternidad!La Atalaya 1996 | 1 de abril
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LA SABIDURÍA SIN PAR DE JEHOVÁ
La sabiduría del Rey de la eternidad se refleja de múltiples maneras en sus creaciones terrenales. Escuche las palabras de Agur: “Todo dicho de Dios es refinado. Es un escudo a los que se refugian en él”. (Proverbios 30:5.) Luego, Agur menciona muchas de las creaciones animadas de Dios, tanto grandes como pequeñas. Por ejemplo, en los Proverbios capítulo 30 versículos 24 a 28 habla de “cuatro cosas que son las más pequeñas de la tierra, pero [que] son instintivamente sabias”, a saber, la hormiga, el damán, la langosta y el geco.
“Instintivamente sabias”: así están hechas las criaturas animales. No razonan, como el hombre, sino que se rigen por sabiduría innata. ¿No le maravilla su comportamiento? Son sumamente organizadas. Por ejemplo, las hormigas viven en colonias constituidas por la reina, los machos y las obreras. Las obreras de algunas especies llevan áfidos, o pulgones, a establos que ellas mismas construyen y allí los ordeñan, en tanto que las hormigas soldados ahuyentan a los posibles invasores. Proverbios 6:6 da la siguiente admonición: “Vete donde la hormiga, oh perezoso; mira sus caminos y hazte sabio”. ¿No deberían esos ejemplos animarnos a nosotros, los seres humanos, a tener “mucho que hacer en la obra del Señor”? (1 Corintios 15:58.)
El hombre ha fabricado enormes aviones. Pero cuánto más versátiles son las aves, entre ellas el colibrí, de tan solo unos gramos de peso. Un Boeing 747 requiere 180.000 litros de carburante, una tripulación bien preparada y un complejo sistema de navegación para realizar vuelos transoceánicos. En cambio, el diminuto colibrí emplea tan solo un gramo de grasa como combustible para volar desde Norteamérica hasta Sudamérica a través del golfo de México, sin una gran carga de combustible, sin ninguna formación en aeronáutica, sin complicadas cartas de navegación y sin la ayuda de computadoras ultramodernas. ¿Es su capacidad fruto de la casualidad evolutiva? ¡De ninguna manera! Esta diminuta ave es instintivamente sabia y fue biológicamente programada por su Creador, Jehová Dios.
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¡Alabemos al Rey de la eternidad!La Atalaya 1996 | 1 de abril
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La sabiduría creadora de Jehová
9, 10. a) ¿Qué grandiosas obras realizó Jehová al preparar la Tierra para darla como regalo a la humanidad? b) ¿Cómo manifiestan las creaciones de Jehová su sabiduría sin par? (Véase el recuadro.)
9 Piense en el maravilloso patrimonio que el Rey de la eternidad ha legado a los seres humanos. Salmo 115:16 dice: “En cuanto a los cielos, a Jehová pertenecen los cielos, pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres”. ¿No le parece una herencia espléndida? ¡Por supuesto que sí! ¡Y cuánto agradecemos la sobresaliente previsión de nuestro Creador al preparar la Tierra para que fuese nuestro hogar! (Salmo 107:8.)
10 Durante los seis “días” de la creación descritos en el capítulo 1 de Génesis, cada uno de los cuales abarcó millares de años, ocurrieron sucesos extraordinarios en la Tierra. Al final de la creación de Dios, la Tierra estaría totalmente cubierta de un manto de verde hierba, majestuosos bosques y vistosas flores; en ella bullirían multitudes de exóticas criaturas marinas, bandadas de hermosas aves y grandes manadas de animales domésticos y salvajes, todos ellos reproduciéndose “según su género”. Después de relatar la creación del hombre y la mujer, Génesis 1:31 dice: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno”. Un ambiente sumamente placentero rodeaba a los primeros seres humanos. ¿No percibimos en todas estas creaciones la sabiduría, previsión y cuidado de un Creador amoroso? (Isaías 45:11, 12, 18.)
11. ¿Cómo magnificó Salomón la sabiduría creadora de Jehová?
11 Alguien a quien maravilló la sabiduría del Rey de la eternidad fue Salomón. En repetidas ocasiones llamó la atención a la sabiduría del Creador. (Proverbios 1:1, 2; 2:1, 6; 3:13-18.) Salomón nos asegura que ‘la tierra subsistirá aun hasta tiempo indefinido’. Él entendía muchas de las maravillas de la creación, como, por ejemplo, la función que cumplen las nubes de refrescar la Tierra; por ello escribió: “Todos los torrentes invernales salen al mar; no obstante, el mar mismo no está lleno. Al lugar para donde salen los torrentes invernales, allí regresan para poder salir”. (Eclesiastés 1:4, 7.) Así, después de que la lluvia y los ríos refrescan la Tierra, sus aguas se reciclan al ascender de los océanos y formar las nubes. ¿Qué sería de la Tierra y de nosotros si no existiera este proceso de purificación y reciclaje del agua?
12, 13. ¿Cómo podemos mostrar agradecimiento por la creación de Dios?
12 Nuestra gratitud por el equilibrio que observamos en la creación debe ir respaldada por obras, como indicó el rey Salomón en las palabras finales de Eclesiastés: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala”. (Eclesiastés 12:13, 14.) Debemos temer hacer algo que desagrade a Dios; es más, hemos de procurar obedecerle con un respeto reverencial.
13 Ciertamente deberíamos alabar al Rey de la eternidad por su maravillosa creación. Salmo 104:24 declara: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones”. Suscribamos con alegría el último Sal 104:35 versículo de este salmo diciendo para nosotros mismos y a oídos de otras personas: “Bendice a Jehová, oh alma mía. ¡Alaben a Jah!”.
La corona de la creación terrenal
14. ¿De qué maneras es el hombre muy superior a la creación animal?
14 Si bien toda creación de Jehová es magistral, nosotros, los seres humanos, somos la creación terrenal más notable. El sexto día creativo de Jehová alcanzó su clímax con la aparición de Adán y, luego, de Eva, una creación muy superior a los peces, las aves y los animales terrestres. Mientras que muchos de estos son instintivamente sabios, al hombre se le dotó de la facultad de raciocinio, de una conciencia que puede discernir el bien del mal, de la capacidad de planificar el porvenir y del deseo innato de adorar a Dios. ¿Cómo sucedió todo esto? No por haber evolucionado de animales inferiores, sino porque fue creado a la imagen de Dios. Por tal razón, solo el hombre puede reflejar las cualidades de su Creador, quien dijo de sí mismo: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. (Éxodo 34:6.)
15. ¿Por qué debemos elogiar humildemente a Jehová?
15 Alabemos y demos gracias a Jehová por la forma extraordinaria como están hechos nuestros cuerpos. La sangre, imprescindible para la vida, recorre el sistema circulatorio cada sesenta segundos. Como asegura Deuteronomio 12:23, “la sangre es el alma” —nuestra vida—, y posee inmenso valor a los ojos de Dios. Los resistentes huesos, los elásticos músculos y el sensible sistema nervioso están gobernados por un cerebro muy superior al de cualquier animal, con capacidades que no podría igualar una computadora del tamaño de un rascacielos. ¿No nos hace eso sentirnos humildes? Debería. (Proverbios 22:4.) Piense, además, en lo siguiente: los pulmones, la laringe, la lengua, los dientes y la boca interactúan para producir el habla humana en cualquiera de los millares de idiomas existentes. David cantó apropiadamente a Jehová: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”. (Salmo 139:14.) Junto con David, loemos y demos gracias a Jehová, nuestro maravilloso Artífice y Dios.
16. ¿Qué melodía compuso un célebre músico en alabanza a Jehová, y a qué apremiante invitación debemos responder?
16 El libreto de un oratorio musical del siglo XVIII escrito por Joseph Haydn dice en alabanza a Jehová: “¡Denle gracias, todas Sus maravillosas obras! ¡Canten Su honra, canten Su gloria, bendigan y engrandezcan Su Nombre! ¡La alabanza de Jehová perdura para siempre jamás! ¡Amén, Amén!”. Más bellas aún son las repetidas expresiones inspiradas de los salmos, como la invitación que aparece cuatro veces en el Salmo 107: “Oh, dense gracias a Jehová por su bondad amorosa, y por sus maravillosas obras para con los hijos de los hombres”. ¿Participamos en dicha alabanza? Deberíamos hacerlo, pues todo lo que es verdaderamente bello dimana de Jehová, el Rey de la eternidad.
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