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La situación mejorada de la mujer en nuestros tiemposLa Atalaya 1987 | 15 de agosto
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La situación mejorada de la mujer en nuestros tiempos
ALLÁ en 1906 el zar Nicolás de Rusia recibió de unas campesinas una petición que, entre otras cosas, decía:
“Por generaciones las campesinas han vivido sin derecho alguno. [...] Ni siquiera se nos considera seres humanos, sino solo bestias de carga. Exigimos que se nos enseñe a leer y escribir; exigimos que nuestras hijas reciban las mismas oportunidades de aprender que se dan a nuestros hijos [...] Sabemos que somos ignorantes, pero no se nos puede culpar por ello”.
Aquella lamentable situación contrasta agudamente con la descripción bíblica de la mujer capaz y respetada, presentada como ejemplo digno de imitación y alabanza. (Proverbios 31:10-31.) Sin embargo, la descripción procedente de Rusia refleja una verdad que hace mucho tiempo declaró en la Biblia el sabio rey Salomón: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9.) Ese perjuicio de ninguna manera se ha limitado a los varones. Ampliando el pensamiento, se pudiera decir que ese versículo significa: ‘Los hombres han dominado a otros hombres y mujeres para perjuicio suyo’. Pero ¡cómo ha cambiado la situación de la mujer, en vista de lo que sucede hoy en Rusia!
Hoy día, “la mayoría de los que ejercen la medicina y la enseñanza en la Rusia soviética son mujeres. Casi dos tercios de los economistas y tres cuartos de los trabajadores culturales son mujeres. El 40% de las personas en el campo científico son mujeres [...] De cada mil mujeres implicadas en la economía nacional, 862 tienen educación superior o secundaria (completa o incompleta)” (Women in the USSR [Las mujeres en la URSS]).
Las mujeres en la política
Lo que ha acontecido en Rusia ha sucedido a grado mayor o menor en muchos otros países. La primera nación que otorgó a las mujeres el derecho de votar fue Nueva Zelanda, allá en 1893. Entre 1917 y 1920 las mujeres recibieron el mismo derecho en Rusia, Gran Bretaña, los Estados Unidos y Canadá. En Suiza tuvieron que esperar hasta 1971, aunque las suizas podían ocupar puestos políticos.
Hoy las mujeres no solo votan, sino que también compiten con los hombres por los puestos políticos. Israel tuvo una primera ministra, Golda Meir, e Indira Gandhi fue primera ministra de la India. En época más reciente ha habido elección de primeras ministras en Gran Bretaña y Yugoslavia. Del Soviet Supremo de Rusia, 492 miembros son mujeres, o sea, de 30 a 40%. Entre los miembros del Tribunal Supremo de los Estados Unidos hay ahora una mujer, y en la campaña presidencial de 1984, por primera vez un partido político de importancia seleccionó a una mujer como candidata a la vicepresidencia. En Francia, el 15% de todos los puestos del Gabinete está ocupado por mujeres.
Las mujeres en el empleo
Ahora, en vez de rótulos que digan: “Hombres trabajando”, en los Estados Unidos muchos de los rótulos dicen: “Gente trabajando”. ¿Por qué? Por el cambio que ha habido en el papel de las mujeres en el sector económico. En los últimos 25 años la cantidad de las mujeres que trabajan fuera del hogar se ha duplicado. Allá en 1970 las mujeres ocupaban solo el 27% de los empleos de oficina; 14 años después ocupaban el 65%. Para algunas mujeres el empleo es una necesidad económica; para otras, es solo lo que prefieren. En algunos lugares van igualándose los salarios que reciben los hombres y las mujeres que efectúan la misma clase de trabajo.
En la educación, las artes y la religión
Por casi todo el mundo las mujeres han progresado notablemente respecto a la educación. La cantidad de mujeres en las escuelas aumentó de 95.000.000 en 1950 a 390.000.000 en 1985. Hace 25 años el analfabetismo entre las mujeres en España era el doble del de los hombres. Para 1983 la situación había mejorado tanto que el 30% de los estudiantes universitarios eran mujeres. La obra Women in Britain (Las mujeres en Gran Bretaña) informa “un aumento espectacular en la cantidad de mujeres que estudian de tiempo completo en las universidades”.
Por mucho tiempo las mujeres han figurado prominentemente como solistas en el campo de la música, tanto en el canto como en ejecuciones instrumentales. Pero antes de 1935 todas las mujeres que tocaban en las orquestas de los Estados Unidos eran arpistas, una ocupación que aparentemente evadían los hombres. En contraste con eso, hoy el 40% de los músicos de las grandes orquestas, regionales y metropolitanas, son mujeres.
En el campo de la religión ha habido un aumento similar. En los Estados Unidos son tantas las mujeres que se han matriculado en los seminarios que del 29 al 52% de los seminaristas son mujeres. Hay predicadoras en los púlpitos, y también hay rabinas. Aproximadamente el 11% de los pastores religiosos suecos son mujeres, y en el Oriente hay mujeres en el sacerdocio anglicano. El periódico The New York Times (16 de febrero de 1987) dijo que “la Iglesia Episcopal ha ordenado a 968 mujeres”.
¿Qué efecto ha tenido esto?
No puede negarse que en nuestros tiempos la situación de la mujer ha cambiado asombrosamente. Usted quizás haya visto estos cambios, o quizás le hayan afectado personalmente. Pero hay que plantear la siguiente pregunta: ¿Han sido una bendición incuestionable todos estos cambios?
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La situación mejorada de la mujer... ¿una bendición cuestionable?La Atalaya 1987 | 15 de agosto
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La situación mejorada de la mujer... ¿una bendición cuestionable?
“EN RESUMEN: Las mujeres de los años ochenta están mejor educadas, son más saludables y viven vidas más largas y satisfacientes.” Con esas palabras concluyó una revista su artículo titulado: “Cómo éramos; cómo somos”. Pero ¿pudiera ser que la situación mejorada de la mujer en realidad haya sido una bendición cuestionable, en vista de sus efectos secundarios?
Efecto en el matrimonio y la familia
Por ejemplo, usualmente hay un choque entre la sana vida familiar y el dedicarse a una carrera. Un informe declara: “Es mucho menos probable que las ejecutivas —en contraste con sus colegas varones— den gran importancia a la vida hogareña, y hay doble probabilidad de que se hayan divorciado”. ¿A qué pudiera deberse esto? Un profesor de administración en la Universidad Estatal de California explica: “Para los varones el ambiente hogareño es un sistema que los apoya, mientras que para las mujeres tiende a ser una carga. El hombre llega a casa y descansa; para eso ha estado trabajando. Pero para la mujer el hogar representa trabajo adicional”.
Esto no aplica únicamente a ejecutivos. En Rusia, en formar parte de la fuerza laboral las rusas aventajan por una generación a las mujeres de países occidentales. Todavía les parece una carga atender a su empleo y a una familia. Un editor ruso de Working Woman (La trabajadora) dice: “Las mujeres son el corazón de la familia y deben ser más afectuosas para crear un ambiente de cariño y amor”. Por eso, se enfrentan a una carga doble, mientras que muchos esposos no ayudan a sus esposas en los quehaceres domésticos.
Una de las mujeres más prósperas de Wall Street ilustra otra causa de conflicto. Se jacta de que el trabajo es recreación para ella, y añade: “Me gusta lo que hago, y me permito muy poco de lo demás”... hasta en lo que se refiere a su familia. El bienestar de su familia depende de su esposo, quien atiende a sus dos hijos a pesar de ser hombre de negocios. Los que la conocen dicen que el interés que la domina ‘de ninguna manera es bueno para la vida familiar’.
Un caso similar es el de una de las primeras ministras actuales. Por sus ambiciones políticas, su familia no recibió mucha atención. Sus hijos solían alojarse en casa de su tío mientras crecían, porque, según se nos dice: “Una de las cosas que más les gustaba era sencillamente sentarse a la mesa como familia al tiempo de las comidas, algo que nunca podían hacer fácilmente” en su hogar.
En una entrevista reciente de cuatro de las principales ejecutivas de Europa, una reveló que la crianza de su hija de 12 años dependía casi totalmente de su esposo. Otra declaró que solo durante los fines de semana podía atender a sus hijos. Según las noticias, en tres de estas mujeres el auditorio notó una tendencia hacia la falta de ternura humana.
Por supuesto, hay mujeres que tienen empleos seglares porque se han visto obligadas a ello, quizás porque su esposo ha muerto o ha abandonado a la familia. Por eso, el que hayan podido hallar empleo pudiera ser, en parte, una bendición; pero sea que les guste o no, tienen que enfrentarse a los aspectos negativos.
Efectos negativos
Se ve claramente que el cambio en la situación de la mujer ha sido una bendición cuestionable por lo que suele suceder cuando la esposa gana más dinero que el esposo o lo aventaja como profesional. Según algunos terapeutas, esta tendencia “está convirtiéndose en un importante y reconocido punto de crisis en cada vez más matrimonios”. La queja de cierto esposo es típica: “Sé que intelectualmente aplaudo el éxito de ella. Pero emocionalmente me siento mal. Me parece que me está abandonando. Y me siento culpable por pensar así”. Si actualmente tanto el esposo como la esposa cristianos tienen que trabajar, el que consideren amorosamente la situación y se traten con comprensión el uno al otro puede ayudar a minimizar estos sentimientos y efectos negativos. (1 Pedro 4:8.)
Otra indicación de que el progreso logrado por las mujeres es una bendición cuestionable es el énfasis que muchas feministas dan a lo que principalmente resulte en su ventaja. The Coming Matriarchy (El matriarcado venidero) señala al tiempo en que el mundo será gobernado por mujeres egoístas que pregunten: “¿Qué saco yo de eso?”. Es interesante que la financiera de éxito descrita anteriormente se expresó más o menos así; no estaba interesada en ayudar a nadie a adelantar en los negocios a menos que ella se beneficiara de ello. Confesó: “Me domina mucho la idea de obtener ganancia”. ¿Es prudente eso, en vista del consejo que dio Jesús? En el Sermón del Monte él dijo: “Todo lo que querrían que hicieran los demás por ustedes, háganlo ustedes por ellos”. “Total, que no se preocupen por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación.” (Mateo 7:12; 6:34, Nueva Biblia Española, edición latinoamericana.) Ciertamente las cristianas se esfuerzan por reflejar el punto de vista de Jesús sobre tales asuntos.
¿Se puede prescindir de la moralidad bíblica?
Sin duda, el aspecto más negativo del cambio en la situación de las mujeres es la erosión de los valores morales. Las feministas raramente hacen referencia a Dios y la religión, y cuando lo hacen, por lo general es en son de crítica. Suele suceder que las mujeres que por razón de sus carreras posponen el casarse no piensen que sea necesario contraer matrimonio para tener relaciones sexuales.
Una tendencia negativa del movimiento feminista es su apoyo al lesbianismo. En 1971 la reunión anual del organismo estadounidense NOW (Organización Nacional de Mujeres) resolvió: “Que la NOW reconoce la doble opresión de las mujeres que son lesbianas: Que el derecho de la mujer a su propia persona incluye el derecho de definir y expresar su propia sexualidad y escoger su propio estilo de vida, Que la NOW reconoce la opresión de las lesbianas como un interés legítimo del feminismo”. Sin embargo, compárese eso con el juicio de Dios expresado en Romanos 1:26, 27. Con frecuencia el punto de vista feminista sobre el lesbianismo y el aceptar la idea de abortos a petición van juntos. Bien declaró Billups Percy, profesor de derecho de la Universidad Tulane: “Considerar que la destrucción del feto es solo un procedimiento quirúrgico más es descartar siglos de criminología, teología y filosofía moral”.
Un informe muestra que en el último decenio los delitos graves cometidos por mujeres han aumentado mucho más rápidamente que los cometidos por hombres. Entre 1974 y 1979 la cantidad de mujeres arrestadas por fraude en los Estados Unidos aumentó en casi 50%, pero entre los hombres el aumento fue de solo 13%. Además, el desfalco por mujeres aumentó en aproximadamente 50%, pero solo hubo un aumento de 1,5% entre los hombres. Los arrestos por falsificación de firmas y de dinero entre las mujeres aumentaron en un 27,7%, pero en menos de 10% entre los hombres. Es obvio que el cambio en la situación de las mujeres no ha resultado en pleno contentamiento para ellas.
También ha aumentado el uso del tabaco entre las mujeres. El cáncer del pulmón debido al hábito de fumar está reemplazando al cáncer mamario como la principal causa de muerte por cáncer entre las mujeres. Recientemente, en un solo año dio cuenta del 25% de todas las muertes por cáncer entre las mujeres, y va aumentando a la proporción de 7% cada año.
Un futuro satisfaciente... ¿cómo?
¿Puede un empleo o una carrera dar a la mayoría de las mujeres satisfacción completa en la vida? Parece que no, como cada vez más mujeres descubren. Hilary Cosell, quien escribió Woman on a Seesaw: The Ups and Downs of Making It (La mujer en un columpio: los altibajos de ir tras el éxito), trató este problema en un artículo, y preguntó: “Si las mujeres habían errado antes al favorecer demasiado el matrimonio y la maternidad y el ser amas de casa, ¿pudiera ser que estén errando de nuevo al favorecer demasiado el profesionalismo, la carrera y el éxito?”. También pregunta: “¿Podemos realmente hacer todo cuanto nuestras madres hicieron junto con todo lo que nuestros padres hicieron?”.
De manera similar, en The Cost of Loving (El costo de amar), Megan Marshall revela que “solo levemente podían ser ocultadas por la fachada de aptitud profesional las heridas privadas: desengaños amorosos, promiscuidad sexual empedernida, experimentación lesbiana, abortos, divorcio y pura soledad”. Dice que el movimiento feminista dio origen al “Mito de la Independencia”, pero, para la mayoría, esto no está dando buenos resultados.
La escritora Marshall concluye que “tenemos que creer en el amor a largo plazo protegido por un buen matrimonio”, que “el ser humano no existe en aislamiento”, y que “tenemos que hallar a otras personas en quienes interesarnos, y que se interesen en nosotras”. Esto trae a la memoria las palabras del mayor Maestro que ha vivido en la Tierra, Jesucristo. “Hay más felicidad en dar que en recibir.” (Hechos 20:35.)
Ciertamente los humanos tendemos a pasar de un extremo a otro. El que la situación mejorada de la mujer moderna no sea una bendición incuestionable subraya las palabras del profeta Jeremías: “No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) Cuando las cristianas se enteran de los cambios que han ocurrido —con sus bendiciones y problemas— están mejor capacitadas para comprender lo valioso de seguir el consejo de Dios. La experiencia ha mostrado que es “más [...] de desearse que el oro”. ‘En guardarlo hay un galardón grande.’ (Salmo 19:7-11.)
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