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  • ¿Qué cambios ha experimentado el mundo?
    ¡Despertad! 1993 | 8 de enero
    • ¿Qué cambios ha experimentado el mundo?

      ¿HA CAMBIADO su mundo? Heráclito, filósofo griego de la antigüedad, dijo: “No hay nada que perdure tanto como los cambios”. En la vida de todos nosotros se producen cambios constantemente.

      Si usted repasa los últimos diez, veinte, treinta o más años, ¿qué cambios ha visto? Puede que haya visto cambios relacionados con la modernización y también con el abandono de los valores tradicionales. Seguramente opinará que algunos de los cambios son positivos y otros negativos.

      Si tiene más de setenta años, ¿qué cambios ha visto desde su juventud? Quizás recuerde los tiempos en que no había televisión, los aviones volaban pesadamente a 150 kilómetros por hora, la mayor parte de los viajes internacionales se hacían en transatlántico, el consumo ilegal de droga parecía efectuarse solo en los fumaderos de opio y los automóviles eran muy escasos. Sí, su mundo ha experimentado un gran cambio.

      La sociedad de consumo ha cambiado

      Pero el mundo ha cambiado hasta para los más jóvenes. Hace tan solo cuarenta y cinco años, los mercados del mundo estaban dominados por los productos y conocimientos occidentales. Hoy día, las naciones orientales bañadas por el Pacífico van a la cabeza en la fabricación de automóviles, ordenadores, cámaras fotográficas, televisores y muchos tipos de aparatos electrónicos.

      Las palabras de cierto viajante chino con años de experiencia lo ilustran muy bien. Dijo a ¡Despertad!: “Hace tan solo treinta o cuarenta años, el sueño del habitante medio de China era tener una bicicleta y una máquina de coser. En aquel entonces esos eran los símbolos de una buena posición social. Hoy día se sueña con tener un televisor en color, un aparato de vídeo, un refrigerador y una motocicleta”. La sociedad de consumo, tanto de China como de cualquier otro lugar, ha cambiado sus gustos y exigencias.

      Este tipo de cambio en el punto de vista se ha producido en muchas naciones como consecuencia del mejoramiento de sus economías. Pedro, un catalán de cuarenta años, dijo: “Hace treinta años, la ambición de muchos españoles era tener por lo menos un pequeño utilitario: un Seat [Fiat] 600. Los españoles de hoy ansían poseer un BMW alemán”. Jagdish Patel, natural de la India y residente en Estados Unidos, comentó lo siguiente sobre un viaje que hizo hace poco a su tierra natal: “Me sorprendió ver la cantidad de vehículos que circulan ahora por las carreteras de la India. En las autopistas todavía pueden verse los mismos automóviles Hindustan, pero ahora circulan también versiones modernas de automóviles, escúteres y motocicletas fabricados en la India con licencia de compañías extranjeras”.

      Cambios en la ciencia

      Hace tan solo veinticinco años, la Luna todavía era para muchas personas un misterio intrigante. Desde entonces el hombre ha dejado sus huellas e instrumentos científicos en aquel paisaje particular y se ha traído muestras de rocas para analizarlas. Los vuelos del transbordador espacial de Estados Unidos son ahora un acontecimiento regular, y los científicos de ese país hablan de establecer una estación espacial permanente y de ir a Marte.

      ¿Quién había oído hablar del sida hace quince años? Actualmente es una plaga mundial, y millones de personas viven con el temor de contraerlo.

      Cambios políticos

      Hace tan solo cuatro años, un muro aparentemente infranqueable dividía la ciudad de Berlín; había una Unión Soviética comunista y una guerra fría. Ahora Berlín ha sido escogida como la capital de una Alemania unificada, y 11 de las 15 repúblicas de la anterior Unión Soviética han formado una Comunidad de Estados Independientes.

      Hace solo unos cuantos años, las Naciones Unidas eran principalmente la arena en que las potencias capitalistas y comunistas debatían, mientras que los países No Alineados adoptaban una política de distanciamiento y eran simples espectadores. Ahora las naciones de Oriente y Occidente hablan de paz y seguridad, y las Naciones Unidas han adquirido más poder. Pueden enviar fuerzas militares a casi cualquier región del mundo que se encuentre en crisis. Hace tres años existían dos países denominados Yugoslavia y Checoslovaquia. Actualmente ambos se han fragmentado en estados independientes más pequeños.

      Con todos estos cambios, ¿ha progresado mucho el mundo hacia verdadera paz, justicia y una distribución equitativa de alimentos y recursos? ¿Se ha vuelto más civilizado el mundo? ¿Puede usted caminar por las calles sin temor a los delincuentes? ¿Hemos sido educados para que ya no odiemos a otros por causa de su raza, religión, política, estilo de vida o idioma? ¿Están llevándonos los cambios a un verdadero progreso para la familia humana en general y para nuestro hogar, la Tierra? ¿Adónde iremos a parar? Los siguientes artículos analizarán estas y otras preguntas.

  • El mundo está cambiando. ¿Hacia dónde va?
    ¡Despertad! 1993 | 8 de enero
    • El mundo está cambiando. ¿Hacia dónde va?

      ALGUNOS cambios producen un efecto profundo y duradero en la vida de millones de personas, en realidad, en la entera población del mundo y en las generaciones futuras. Los delitos violentos, el consumo ilegal de drogas, la propagación del sida, la contaminación del agua y el aire y la deforestación son tan solo algunos de los cambios que nos están afectando a todos. El fin de la guerra fría y la expansión de la democracia occidental con su economía de mercado también están cambiando vidas e influyendo en el futuro. Examinemos algunos de estos factores.

      Cómo ha cambiado nuestra vida el delito

      ¿Cómo están las calles de su vecindario? ¿Se siente seguro al caminar por ellas solo y de noche? Hace solo treinta o cuarenta años, muchas personas podían dejar la puerta de su casa sin cerrar con llave. Pero los tiempos han cambiado. Ahora algunas puertas tienen dos o tres cerraduras, y las ventanas están protegidas con rejas.

      La gente de hoy tiene miedo de llevar sus mejores prendas y joyas por la calle. En algunas ciudades, personas han perdido la vida por una chaqueta de cuero o un abrigo de visón. Otras han muerto en el fuego cruzado entre bandas de narcotraficantes. Casi a diario resultan heridas o muertas personas inocentes, muchas de las cuales son niños. Los automóviles no se pueden dejar a salvo en la calle sin instalar algún ingenioso dispositivo antirrobo. En este ambiente mundial tan trastornado, la gente ha cambiado. La honradez y la integridad son valores casi olvidados. La confianza ha desaparecido.

      El delito y la violencia son un fenómeno mundial, como lo ilustran los siguientes titulares de noticias procedentes de diversas publicaciones: “Ladrones, crimen organizado y vicio; Moscú descubre que tiene de todo”; “Llega a Corea una nueva era, seguida del crimen”; “El crimen callejero afecta la vida cotidiana de Praga”; “Japón ataca al crimen organizado, y este contraataca”; “Los tentáculos de la Mafia. Muere asesinado en una explosión el principal luchador de Italia contra la Mafia”. El crimen es un problema universal.

      El crimen de hoy día también es más violento. Apenas se da valor a la vida. Un barrio bajo de las afueras de Río de Janeiro (Brasil) ha sido “reconocido oficialmente por las Naciones Unidas como el lugar más violento del mundo. Todos los años asesinan en él a más de 2.500 personas”. (World Press Review.) En Colombia, los grandes narcotraficantes envían en motocicleta a sus jóvenes sicarios —asesinos a sueldo— para zanjar cuentas con competidores y deudores por medio de su especial y rápida forma de aplicar la pena de muerte. Y, con frecuencia, pobre del que presencia un crimen, sea en Colombia o en cualquier otra parte. Esa persona posiblemente se convierta en la próxima víctima.

      Otro cambio grande es que cada vez más criminales llevan armas de fuego automáticas y más personas recurren a portar un arma para defenderse. Esta escalada de armamentos supone automáticamente una escalada de muertos y heridos, bien por causa del crimen o por accidente. Actualmente es un axioma de aceptación universal que un arma de fuego en el bolsillo o en la casa puede hacer de cualquiera un homicida en potencia.

      Crimen y drogas

      ¿Quién se hubiera imaginado hace cincuenta años que las drogas serían un problema mundial? Actualmente es una de las principales causas del crimen y la violencia. En el libro Terrorism, Drugs and Crime in Europe after 1992 (Terrorismo, drogas y crimen en Europa después de 1992), Richard Clutterbuck prevé que “el incremento del narcotráfico podría convertirse a la larga en la mayor amenaza para la civilización humana. [...] Las ganancias no solo otorgan un enorme poder económico y político a los magnates de la droga [Colombia es un claro ejemplo], sino que también financian una espantosa cantidad de delitos por todo el mundo”. Y añade: “Una de las causas principales de terrorismo y violencia criminal en el mundo es el tráfico de cocaína desde los campos colombianos de coca hasta los cocainómanos de Europa y Estados Unidos”.

      La actual ola de crímenes y el aumento de la población reclusa en el mundo indican que hay millones de personas con tendencias criminales y pocos deseos de cambiar. Son demasiadas las que se han dado cuenta de que el crimen es lucrativo. Como resultado, nuestro mundo ha cambiado, pero para mal. Se ha hecho más peligroso.

      ¿Ha hecho el sida que el mundo cambie?

      Lo que al principio parecía ser una enfermedad que afectaba principalmente a la población homosexual se ha convertido en una plaga que afecta a gente de toda raza y estilo de vida. El sida ya no tiene preferencias. En algunos países africanos está diezmando a la población heterosexual. Como resultado, la promiscuidad sexual a algunas personas de pronto les parece pasada de moda, no por moralidad, sino por temor a la infección. El lema que se oye actualmente es el de “sexo seguro”, y la barrera preventiva que más se recomienda es la de los preservativos, mientras que la abstinencia es la protección que menos apoyo recibe. Pero ¿qué efectos sobre la familia humana tendrá el sida en el futuro inmediato?

      La revista Time publicó recientemente: “Para el año 2000 el sida podría convertirse en la mayor epidemia del siglo, llegando a eclipsar a la gripe del año 1918. Aquel desastre mató a 20 millones de personas, lo que equivale al 1% de la población mundial: más del doble de la cantidad de soldados que perecieron en la I Guerra Mundial”. Una especialista en estos temas dijo que “esta epidemia es de proporciones históricas”.

      A pesar de los millones de dólares y lo que se aporta en diferentes monedas para la investigación del sida, no se ve ninguna solución. Una conferencia sobre el sida celebrada recientemente en Amsterdam (Países Bajos) reunió a 11.000 científicos y otros expertos para estudiar el problema. “Reinaba una disposición de ánimo pesimista, reflejo de una década de frustración, fracaso y tragedias crecientes. [...] Puede que la humanidad no esté más cerca de vencer el sida que cuando empezó la investigación. No hay ninguna vacuna, ninguna curación, ni siquiera un tratamiento que sea indiscutiblemente eficaz.” (Time.) Para los que ahora son seropositivos, con posibilidades de enfermar de sida, las perspectivas son poco prometedoras. En este campo, los cambios también han sido para mal.

      Cambios en la política mundial

      El cambio en el clima político de los últimos cuatro años ha tomado por sorpresa a muchos líderes, y los más sorprendidos quizás sean los de Estados Unidos. Esta nación se encuentra de pronto sin un competidor político relevante. Ha sido comparada a un equipo de baloncesto invencible y con un gran incentivo que descubre que nadie quiere volver a competir con él. Esta difícil situación se resume muy bien en un artículo publicado en 1990 por Charles William Maynes, el director de la revista Foreign Policy: “La labor de la política exterior estadounidense hoy día no es la de librar al país de una guerra catastrófica, sino la de institucionalizar la inesperada paz que ha surgido entre Estados Unidos y la [ex] Unión Soviética”.

      La proliferación de conocimientos nucleares presenta nuevas amenazas, mientras que la guerra con armas convencionales continúa floreciendo, lo que alegra a los fabricantes mundiales de armas. En un mundo que clama por la paz, muchos líderes políticos refuerzan sus ejércitos y su armamento. Y las Naciones Unidas, casi sin fondos, se dedican a poner parches para solucionar los problemas crónicos del mundo.

      La inalterable maldición del nacionalismo

      Cuando el comunismo empezó a desintegrarse, el presidente estadounidense Bush popularizó el concepto “nuevo orden mundial”. Sin embargo, como han descubierto muchos líderes, los lemas ingeniosos no cuestan mucho; lo más difícil de conseguir son los cambios radicales. En el libro After the Fall—The Pursuit of Democracy in Central Europe (Tras la caída. La búsqueda de la democracia en la Europa central), Jeffrey Goldfarb dice: “La esperanza infinita en ‘un nuevo orden mundial’ se ha visto seguida rápidamente por la comprensión de que los problemas más antiguos están todavía con nosotros, y a veces multiplicados. La euforia de la liberación [...] a menudo se ha visto eclipsada por la desesperación causada por tensiones políticas, conflictos nacionalistas, fundamentalismo religioso y depresión económica”. La guerra civil en la anterior Yugoslavia es un ejemplo claro de la influencia divisiva de la política, la religión y el nacionalismo.

      Goldfarb continúa: “La xenofobia [hostilidad hacia los extranjeros] y la inseguridad personal se han convertido en hechos cotidianos de la Europa central. La democracia no produce de manera automática los resultados económicos, políticos y culturales prometidos, y una economía de mercado no solo promete riquezas, sino que también crea problemas insondables para aquellos que no saben adaptarse a ella”.

      Pero es evidente que estos problemas no son exclusivos de la Europa central y las repúblicas de la ex Unión Soviética; la xenofobia y la inseguridad económica existen en todo el mundo, y la familia humana paga las consecuencias con sufrimiento y muerte. El futuro inmediato no ofrece ninguna esperanza de cambio en estas actitudes profundamente arraigadas que generan odio y violencia. ¿Por qué? Porque la educación que la mayoría recibe —sea de los padres o de sistemas escolares con orientación nacionalista— inculca odio, intolerancia y conceptos de superioridad basados en la nacionalidad, el origen étnico o tribual y el idioma.

      El nacionalismo, calificado por el semanario Asiaweek como “el último ‘ismo’ deplorable”, es uno de los factores inalterables que continúa provocando odio y derramamiento de sangre. La revista decía: “Cuando el orgullo de ser servio significa odiar a un croata, cuando para un armenio la libertad es vengarse en un turco, para un zulú la independencia es subyugar a un xhosa y para un rumano la democracia significa expulsar a un húngaro, el nacionalismo adopta el cariz más deplorable de todos”.

      Esto nos hace pensar en lo que dijo en cierta ocasión Albert Einstein: “El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad”. Es una enfermedad que casi todo el mundo contrae en un momento u otro, y continúa propagándose. En 1946 el historiador británico Arnold Toynbee escribió: “El patriotismo [...] ha sobrepasado por mucho al cristianismo como la religión del mundo occidental”.

      ¿Hay alguna esperanza de que la conducta humana cambie en el mundo actual? Hay quienes dicen que eso solo se puede conseguir mediante un cambio radical en la educación. El economista John K. Galbraith escribió: “Las personas son el denominador común del progreso. De modo que [...] no es posible ninguna mejoría si estas no mejoran, y cuando la gente está liberada y educada, el avance es seguro. [...] Lo primero es vencer el analfabetismo”. ¿Qué esperanza hay de que los sistemas educativos del mundo enseñen algún día amor y tolerancia en lugar de odio y recelo? ¿Cuándo serán sustituidas las profundas animosidades tribuales o étnicas por confianza y comprensión, reconociendo que todos pertenecemos a la misma y única familia humana?

      Es obvio que se necesita un cambio radical. Sandra Postel escribe en la publicación State of the World 1992 (Situación del mundo 1992): “Para mantener esperanzas realistas de un mundo mejor, durante el resto de esta década se han de producir transformaciones aún más profundas y penetrantes”. Y ¿adónde iremos a parar? Richard Clutterbuck contesta: “Sin embargo, el mundo continúa inestable y peligroso. El fervor nacionalista y religioso va a continuar. [...] La década de los noventa podría ser la más peligrosa o la más progresiva del siglo”. (Terrorism, Drugs and Crime in Europe After 1992.)

      Cambios en el medio ambiente

      Durante las últimas décadas, la humanidad se ha dado cuenta de que las actividades humanas están afectando peligrosamente el medio ambiente. La deforestación está exterminando cantidades incontables de especies de animales y plantas. Y como los bosques forman parte del sistema pulmonar del planeta, su destrucción también está reduciendo la capacidad de la Tierra de convertir el dióxido de carbono en oxígeno vital. Otro efecto de la deforestación es el debilitamiento de la capa superficial del suelo y la consiguiente desertización.

      Se han oído manifestaciones de advertencia sobre esta cuestión, una de ellas del político de Estados Unidos Al Gore. En su libro Earth in the Balance—Ecology and the Human Spirit (La Tierra en la balanza. La ecología y el espíritu humano), Gore escribe: “Al actual ritmo de deforestación, prácticamente todas las pluviselvas tropicales desaparecerán durante el próximo siglo. Si dejamos que se produzca esta destrucción, el mundo perderá el depósito más copioso de información genética del planeta y, con él, posibles remedios para muchas de las enfermedades que nos afligen. De hecho, centenares de fármacos importantes que ahora se utilizan comúnmente se obtienen de plantas y animales procedentes de las selvas tropicales”.

      Gore cree que el impacto del hombre en el medio ambiente representa una inminente amenaza para la supervivencia, y dice: “Al ir introduciéndonos en cada apartado medioambiental concebible, la fragilidad de nuestra propia civilización se hace más obvia. [...] En el transcurso de una sola generación, corremos el peligro de cambiar la composición de la atmósfera terrestre de manera mucho más desastrosa que cualquier erupción volcánica de la historia, y puede que los efectos persistan durante siglos”.

      Según Gore y otros, no solo la atmósfera está siendo amenazada, sino también el imprescindible suministro de agua, especialmente en el mundo en vías de desarrollo, “donde los efectos de la contaminación del agua se ven de manera más profunda y trágica en los elevados índices de muerte a causa de cólera, tifus, disentería y diarrea”. A continuación Gore cita el hecho de que “más de 1.700 millones de personas no disponen de un suministro adecuado de agua potable. Más de 3.000 millones de personas no cuentan con los medios de saneamiento adecuados [retretes y alcantarillado], y por lo tanto corren el riesgo de que su agua se contamine. En la India, por ejemplo, ciento catorce pueblos y ciudades vierten directamente en el Ganges excremento y orina humanos, así como otras aguas residuales sin depurar”. ¡Y ese río constituye el recurso líquido vital de millones de personas!

      Gautam S. Kaji, vicepresidente del Banco Mundial, advirtió a un auditorio reunido en Bangkok que el “suministro de agua en Asia oriental muy bien puede convertirse en la crisis del próximo siglo. [...] A pesar de los conocidos beneficios del agua potable para la salud y la productividad, los gobiernos de Asia oriental se enfrentan con servicios públicos que no proveen agua potable [...]. Esta es la cuestión que se tiene olvidada [en la lucha por] un desarrollo que respete el medio ambiente”. Por todo el mundo, uno de los elementos básicos para la vida —el agua potable— está siendo descuidado y desperdiciado.

      Todos estos son aspectos en los que el mundo está cambiando, un mundo que en muchas zonas se está transformando en un peligroso pozo negro y que está amenazando la existencia futura de la humanidad. La cuestión principal es: ¿Tienen los gobiernos y los grandes negocios la voluntad y la motivación para dar pasos que impidan el agotamiento masivo de los recursos de la Tierra?

      ¿Está la religión cambiando el mundo?

      En el campo religioso es donde quizás encontramos el mayor fracaso humano. Si a un árbol se le juzga por su fruto, entonces la religión tiene que responder por el fruto de odio, intolerancia y guerra que ha producido. Parece ser que en el caso de la mayoría de las personas, la religión es como la belleza: algo superficial. Es un barniz que enseguida se desprende bajo la presión del racismo, el nacionalismo y la inseguridad económica.

      Puesto que el cristianismo nos insta a ‘amar a nuestro prójimo y a nuestro enemigo’, ¿qué les ha sucedido a los católicos y los ortodoxos de la anterior Yugoslavia? ¿Los absolverán sus sacerdotes de todo su odio y sus matanzas? ¿Son el odio y los asesinatos lo único que han producido los varios siglos de educación “cristiana” en Irlanda del Norte? ¿Y qué puede decirse de las religiones no cristianas? ¿Han producido un fruto mejor? ¿Pueden presentar el hinduismo, el sijismo, el budismo, el islam y el sintoísmo un registro pacífico de tolerancia mutua?

      En lugar de ser una influencia positiva hacia la civilización de la humanidad, la religión ha avivado con fanatismo las llamas del patriotismo violento y ha bendecido a los ejércitos en dos guerras mundiales, así como en muchos otros conflictos. No ha sido una fuerza progresiva para cambiar el mundo.

      Por consiguiente, ¿qué puede esperarse de la religión en el futuro inmediato? De hecho, ¿qué podemos esperar que le suceda a nuestro actual sistema mundial en el futuro? ¿Qué cambios habrá? Nuestro tercer artículo tratará estas preguntas desde un punto de vista muy singular.

      [Fotografía en la página 7]

      La ola de crimen violento es otro síntoma de cambio

      [Fotografía en la página 10]

      Hitler saludado por el nuncio papal Basallo di Torregrossa, 1933. A lo largo de la historia, la religión se ha mezclado en la política y el nacionalismo

      [Reconocimiento]

      Bundesarchiv Koblenz

      [Fotografías en la página 8]

      El nacionalismo y el odio religioso siguen causando derramamiento de sangre

      [Reconocimientos]

      Jana Schneider/Sipa

      Malcom Linton/Sipa

      [Fotografías en la página 9]

      La agresión del hombre al medio ambiente está cambiando el frágil equilibrio de la biosfera

      [Reconocimientos]

      Laif/Sipa

      Sipa

  • El mundo está cambiando. ¿Qué futuro nos espera?
    ¡Despertad! 1993 | 8 de enero
    • El mundo está cambiando. ¿Qué futuro nos espera?

      SI NUESTRO mundo ha de cambiar para bien, ¿qué opciones tenemos? Una posibilidad es creer que con el tiempo los gobernantes y caudillos del mundo se volverán altruistas y empezarán a conducir a la humanidad hacia la tolerancia mutua, la comprensión y la paz.

      Eso significa creer que el tribualismo y el nacionalismo serán erradicados y reemplazados por una actitud supranacional que produzca armonía en el mundo.

      También implica creer que los dirigentes de las economías capitalistas reconocerán que pensar solo en el beneficio propio no es una ética adecuada en un mundo con tanto desempleo, tantas personas sin hogar y tantos gastos médicos.

      Además, significa creer que todos los fabricantes de armas del mundo empezarán a anhelar que haya paz mundial y batirán sus espadas en rejas de arado.

      No solo eso, también significa que los elementos criminales del mundo —incluidos los jefes de la Mafia, los jefes de las organizaciones delictivas orientales y los magnates sudamericanos de la droga— se arrepentirán y empezarán una nueva vida.

      En otras palabras, significa creer en una utopía de inspiración humana: un sueño imposible. Si se excluye a Dios del cuadro, nos encontramos en una situación similar a la que describió el historiador Paul Johnson en su libro A History of the Modern World (Una historia del mundo moderno). Él escribió que uno de los males subyacentes que han contribuido a los “catastróficos fracasos y tragedias” de nuestro siglo es “la arrogante creencia de que el ser humano resolverá todos los misterios del universo mediante su propio intelecto y sin ayuda alguna”. (Compárese con Isaías 2:2-4.)

      Pero hay una alternativa válida para un cambio positivo. Es la de creer que el Creador de la Tierra, el Dueño de nuestro planeta, el Magnífico Arquitecto de los cambios, Jehová Dios, intervendrá en los asuntos humanos a fin de salvar su obra. La historia bíblica indica que en el pasado Dios intervino para llevar a cabo sus propósitos, y la profecía bíblica muestra que pronto intervendrá de nuevo para cumplir el propósito que originalmente tenía para la humanidad y la Tierra. (Isaías 45:18.)

      Una Fuente incomparable de información fidedigna

      El profeta bíblico Isaías dice cuál es la Fuente incomparable de verdadero conocimiento sobre lo que el futuro deparará a la humanidad: “Acuérdense de las primeras cosas de mucho tiempo atrás, que yo soy el Divino y no hay otro Dios, ni nadie semejante a mí; Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho”. (Isaías 46:9-11.)

      ¿Por qué conoce de antemano Jehová Dios los sucesos que van a afectar a la humanidad? Isaías responde de nuevo: “Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes”. Los pensamientos de Dios para el futuro de la humanidad aparecen expresados en la Biblia. (Isaías 55:9.)

      “Tiempos críticos, difíciles de manejar”

      ¿Qué ha predicho la Palabra de Dios, la Biblia, para nuestra generación? El apóstol cristiano Pablo dijo: “Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar”. (2 Timoteo 3:1.) Desde 1914 y la I Guerra Mundial hemos estado viviendo en tiempos más y más críticos. El egoísmo, la codicia y el ansia de poder que tiene el hombre le han conducido a cometer atrocidades cada vez peores, no solo contra su prójimo, sino también contra la propia naturaleza. La indiferencia del hombre hacia el medio ambiente está amenazando la futura existencia de sus hijos y nietos.

      El ex presidente de Checoslovaquia, Vaclav Havel, resaltó este serio peligro al escribir acerca de las condiciones que reinaban en ese país. En realidad, sus palabras aplican a todo el mundo: “Estas no son más que las consecuencias de [...] la actitud del hombre hacia el mundo, hacia la naturaleza, hacia otros seres humanos, hacia la vida misma. Son las consecuencias [...] de la arrogancia del hombre moderno, que cree que lo entiende y lo sabe todo, que se erige en amo de la naturaleza y del mundo. [...] Ese era el pensar del hombre que rehusó reconocer que hubiera algo [...] superior a sí mismo”.

      El ya citado Al Gore escribió: “Estoy convencido de que muchas personas han perdido su fe en el futuro, pues estamos empezando a actuar en casi toda faceta de nuestra civilización como si nuestro futuro fuera tan precario que tuviera más sentido centrarse exclusivamente en nuestras necesidades actuales y en los problemas inmediatos”. (Earth in the Balance.) Parece claro que predomina una visión pesimista del futuro.

      Esta situación se ha presentado en parte porque se ha cumplido lo que Pablo pasó a decir: “Los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate”. (2 Timoteo 3:2-5.)

      Una alternativa mejor

      Pero Dios se ha propuesto que las cosas cambien en esta Tierra, y que sea para bien. Ha prometido que traerá “nuevos cielos y una nueva tierra [...], y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.) Para restaurar esta Tierra contaminada a una condición paradisiaca, Jehová Dios primero tiene que “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) ¿Cómo lo hará?

      Con un lenguaje simbólico, la Biblia indica que Dios pronto pondrá en el corazón de los elementos políticos, incluidas las Naciones Unidas, el deseo de destruir el poder y prestigio de lo que probablemente ha sido la fuerza más negativa de la historia de la humanidad: la influencia nacionalista y divisiva de la religión en toda la Tierra.a Según escribió Martin van Creveld en su libro The Transformation of War (La transformación de la guerra), “todo parece indicar que las actitudes, creencias y fanatismos religiosos desempeñarán un papel más importante en originar conflictos armados del que ha desempeñado, por lo menos en Occidente, durante los últimos trescientos años”. La religión, posiblemente debido a su intromisión en la política, va a sufrir a manos de las potencias políticas. Pero estas estarán cumpliendo inconscientemente con la voluntad de Dios. (Revelación 17:16, 17; 18:21, 24.)

      La Biblia también indica que seguidamente Dios dirigirá su atención a los elementos políticos bestiales y explotadores del corrupto sistema mundial de Satanás, contra los que peleará su guerra final, es decir, la batalla de Armagedón. Una vez eliminados los despiadados sistemas políticos y su gran manipulador, Satanás, se habrá abierto el camino para el pacífico nuevo mundo que Dios ha prometido.b (Revelación 13:1, 2; 16:14-16.)

      Los testigos de Jehová llevan casi ochenta años predicando de casa en casa acerca de estos cambios venideros. Durante ese tiempo también han visto y experimentado los muchos cambios que la humanidad ha producido. Han estado recluidos en prisiones y campos de concentración nazis debido a sus principios basados en la Biblia. En muchas partes de África han sufrido toda clase de penalidades, incluidas guerras civiles y contiendas tribuales. Han aguantado persecución a manos de la mayoría de los sistemas políticos y religiosos debido a su neutralidad y su celosa actividad de predicar. Pese a todo, han visto la bendición de Dios en su obra educativa mundial, pues de unos pocos miles en 1914 han aumentado a alrededor de cuatro millones y medio en 1993.

      Razones para el optimismo

      En lugar de dejarse vencer por el pesimismo, los Testigos son optimistas porque saben que pronto se producirán en la Tierra los cambios más grandes y mejores de toda la historia. Lo que ha sucedido a partir de 1914 ha cumplido las profecías de Jesús, que señalaron el tiempo de su presencia invisible en el poder del Reino e indicaron que nos encontramos en el tiempo del fin para cualquier “nuevo desorden mundial” de concepción humana, expresión que cierto escritor francés empleó en el periódico Le Monde al hablar de las perspectivas que había para el futuro inmediato. Jesús dijo: “Cuando vean suceder estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca”. (Lucas 21:7-32.)

      El “nuevo orden mundial” del hombre es vulnerable a los defectos de la naturaleza humana: ambición, ansia de poder, codicia, corrupción e injusticia. Pero el nuevo mundo de Dios garantizará la justicia. En la Biblia está escrito lo siguiente respecto a Dios: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. (Deuteronomio 32:4.)

      El “nuevo orden mundial” del hombre es vulnerable a lo que McGeorge Bundy, experto estadounidense en política exterior, denominó “sentimientos nacionalistas estrechos a los que los demagogos pueden apelar”. Y añadió: “La historia nos ha enseñado que los fracasos económicos y sociales pueden fortalecer a tales extremistas. También sabemos que, sin importar dónde se produzca, esa clase de nacionalismo es peligrosa”.

      El nuevo mundo de Dios garantiza armonía y paz entre personas de todas las tribus y naciones porque serán educadas según los caminos de imparcialidad y amor de Jehová. Isaías profetizó: “Y todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante”. (Isaías 54:13.) Y el apóstol cristiano Pedro dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. (Hechos 10:34, 35.)

      No hay duda de que en el futuro inmediato se producirán grandes cambios en el mundo tal y como lo conocemos hoy. Sin embargo, los cambios más grandes, que serán permanentes y beneficiosos, son los que Dios ha prometido, y él “no puede mentir”. (Tito 1:2.)

      [Notas a pie de página]

      a El imperio mundial de la religión falsa se identifica en la Biblia como “Babilonia la Grande, la madre de las rameras”, una reina manchada de sangre cuyos “pecados se han amontonado hasta llegar al cielo”. (Revelación 17:3-6, 16-18; 18:5-7.) Si se desea una explicación detallada de la identificación de Babilonia la Grande, véanse las páginas 368-371 del libro El hombre en busca de Dios, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

      b Si se desea una explicación más detallada de estos sucesos profetizados en la Biblia, véanse los capítulos 30-42 del libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, publicado en 1988 por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

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