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  • ¿Es muy grave el estado de nuestro planeta?
    ¡Despertad! 2003 | 22 de noviembre
    • ¿Es muy grave el estado de nuestro planeta?

      DE NUESTRO CORRESPONSAL EN FILIPINAS

      El paciente está grave. Los síntomas son muchos. Tiene el aliento fétido, le han encontrado toxinas en los fluidos corporales, su temperatura es muy alta y no hay forma de bajársela... Al atacar unos síntomas, aparecen otros en diversas partes del cuerpo. Si fuese un paciente común y corriente, los médicos dirían que se trata de un enfermo crónico en fase terminal y, no sabiendo qué más hacer por él, se limitarían a prestarle cuidados paliativos hasta que le sobreviniera la muerte.

      PERO no hablamos de un ser humano, sino de nuestro hogar, la Tierra. La situación descrita arriba ilustra muy bien lo que le está sucediendo. La contaminación del aire, el envenenamiento de las aguas, los desechos tóxicos y el calentamiento global son solo unas cuantas de sus dolencias. Su estado es grave, y como en el caso mencionado antes, los expertos no saben qué hacer.

      Los medios de comunicación no cesan de señalar la precaria salud de la Tierra con titulares y pies de foto como estos: “La pesca con dinamita convierte el lecho marino en campos de exterminio”, “Mil millones de asiáticos podrían estar muertos de sed dentro de veinticuatro años”, “En el mundo se exportan anualmente 40.000.000 de toneladas de basura tóxica”, “Casi dos tercios de los 1.800 pozos de Japón están contaminados”, “El preocupante agujero de ozono sobre la Antártida se ha agrandado”.

      Algunos se habitúan a oír del peligro que amenaza al medio ambiente, y tal vez lleguen a pensar que mientras no les afecte a ellos, no hay razón para preocuparse en demasía. Pero sea que lo reconozcamos o no, la destrucción general del medio ambiente afecta a la gran mayoría de la humanidad. Dado que la contaminación se ha extendido tanto, es probable que ya perjudique más de un aspecto de nuestra vida. Por ello, todos deberíamos interesarnos por la salud y la conservación del planeta, pues al fin y al cabo, ¿dónde viviríamos si quedara inhabitable?

      ¿Qué alcance tiene el problema? ¿Es muy grave el estado de la Tierra? ¿Cómo repercute esto en la vida de la gente? Examinemos varios factores que nos ayudarán a entender que nuestro planeta no padece solo una leve indisposición, sino una grave enfermedad.

      ◼ OCÉANOS. La sobrepesca afecta grandes sectores del mar. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente asegura que “el 70% de las pesquerías marinas están tan explotadas que la reproducción no compensa la pérdida o lo hace escasamente”. Por ejemplo, en el Atlántico norte, la población de bacalao, merluza, eglefino y platija llegó a reducirse hasta un 95% entre 1989 y 1994. Si la tendencia continúa, ¿qué sucederá con los millones de personas que dependen del mar para subsistir?

      Además, todos los años se capturan y devuelven al océano entre 20.000.000 y 40.000.000 de toneladas de criaturas marinas, generalmente heridas o muertas. ¿Por qué las desechan? Son las piezas no deseadas que se recogen accidentalmente en las redes.

      ◼ BOSQUES. La deforestación tiene múltiples efectos negativos. La pérdida de árboles reduce la capacidad que tiene el planeta de absorber dióxido de carbono, y se dice que esa es una de las causas del calentamiento global. Ciertas especies de plantas, fuente potencial de medicamentos que podrían salvar vidas, desaparecerán. Sin embargo, la destrucción forestal no ha disminuido; de hecho, ha aumentado en los últimos años. Algunas autoridades en este campo opinan que si la situación continúa así, en veinte años podrían desaparecer las selvas tropicales.

      ◼ DESECHOS TÓXICOS. El vertido de materiales nocivos tanto en la tierra como en el mar es un problema grave que puede perjudicar en gran manera a millones de personas. Los desechos radiactivos, los metales pesados y los subproductos de los plásticos se cuentan entre los elementos que causan anomalías, enfermedades o muerte tanto a seres humanos como a animales.

      ◼ PRODUCTOS QUÍMICOS. Durante los últimos cien años se empezaron a utilizar cerca de cien mil productos químicos nuevos. Estos acaban con el tiempo en el aire, la tierra, el agua y el alimento. Son relativamente pocos los que se han analizado para descubrir los efectos que tienen en la salud del hombre. Pero una cantidad considerable de los que sí han sido sometidos a prueba han resultado ser cancerígenos o perjudiciales para la salud de algún otro modo.

      Hay muchos más factores que amenazan el medio ambiente: la contaminación del aire, las aguas residuales sin tratar, la lluvia ácida y la falta de agua limpia. Pero los pocos que se han mencionado bastan para probar que el estado de la Tierra es muy grave. Entonces, ¿podremos salvar a este paciente, o la batalla está ya perdida?

  • ¿Cuánto éxito hemos tenido en salvar el medio ambiente?
    ¡Despertad! 2003 | 22 de noviembre
    • ¿Cuánto éxito hemos tenido en salvar el medio ambiente?

      CHERNOBIL, Bhōpal, Valdez, Three Mile Island. Estos nombres probablemente evocan en nosotros imágenes de catástrofes medioambientales ocurridas en diversas partes del mundo. Todas ellas nos recordaron que la Tierra está bajo ataque.

      Tanto personas comunes como influyentes han dado la voz de alarma. Algunas han hecho pública su opinión mediante acciones. Una bibliotecaria británica se encadenó a una excavadora en protesta por la construcción de una carretera a través de una frágil región de gran valor ecológico. Dos mujeres aborígenes de Australia encabezaron una campaña contra la extracción de uranio en un parque nacional, y la explotación minera se suspendió. Aunque dichas tentativas son bienintencionadas, no siempre reciben una buena acogida. Por ejemplo, a un capitán de la Marina bajo el régimen soviético le preocupaban las fugas de radiación procedentes de los reactores de submarinos nucleares hundidos, y cuando publicó la ubicación de tales submarinos, fue arrestado.

      Diversas organizaciones también han dado advertencias sobre las amenazas contra el medio ambiente. Entre ellas se encuentran la UNESCO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la organización Greenpeace. Algunas se limitan a informar de los problemas medioambientales cuando guardan relación con su trabajo. Otras se consagran a la causa de dar a conocer las cuestiones ecológicas. Greenpeace es famosa por enviar activistas a puntos ecológicamente conflictivos y atraer la atención pública a cuestiones como el calentamiento global, las especies en peligro de extinción y los riesgos de los animales y plantas transgénicos.

      Algunos activistas dicen que se valen de “la confrontación creativa para poner al descubierto los problemas ecológicos mundiales”. Por ejemplo, en cierta ocasión, un grupo recurrió a la táctica de encadenarse a las puertas de un aserradero para protestar contra la tala de bosques centenarios. Otro grupo protestó contra la violación de una moratoria ballenera por parte de cierto país apareciendo frente a sus embajadas llevando puestos unos enormes ojos para indicar que vigilaban las acciones de aquella nación.

      En este campo no faltan causas a las que dedicarse. Por ejemplo, tanto organizaciones como personas a título individual han dado repetidas advertencias sobre los peligros de la contaminación del agua. Pero aun así, la situación no parece nada prometedora. Mil millones de personas no tienen acceso a agua potable. Según la revista Time, “todos los años mueren de enfermedades relacionadas con el agua 3.400.000 personas”. La contaminación del aire constituye un problema similar. El estado de la población mundial 2001 señala que esta “se cobra cada año, según se estima, entre 2,7 millones y 3,0 millones de vidas”. Y añade que “perjudica a más de 1.100 millones de personas”. Como ejemplo concreto menciona que “la contaminación con partículas de muy pequeño tamaño causa hasta un 10% de las infecciones de las vías respiratorias en niños europeos”. En efecto, a pesar de las advertencias y las medidas tomadas hasta el momento, los problemas relacionados con estos elementos fundamentales para la vida no han hecho más que empeorar.

      Para muchos, la situación resulta paradójica. Hay más información que nunca sobre asuntos ecológicos. Jamás ha habido tantas personas y organizaciones interesadas en ver una Tierra limpia. Muchos gobiernos han creado ministerios para encargarse de este tipo de problemas, y para ello disponemos de más tecnología que nunca. Aun así, la situación no parece mejorar. ¿Por qué?

      Un paso hacia adelante y dos hacia atrás

      Se suponía que el progreso industrial nos facilitara la vida. Y en algunos sentidos lo ha hecho. Pero es precisamente dicho “progreso” lo que empeora los problemas ecológicos de la Tierra. Acogemos con gusto los inventos y avances que nos ofrece la industria, pero, con frecuencia, tanto su producción como el uso que les damos destruyen los ecosistemas.

      Tenemos un ejemplo en los vehículos de motor, los cuales agilizan y facilitan los viajes. Muy pocas personas quisieran regresar a la época de los coches de caballos. No obstante, el transporte moderno ha contribuido a una gran cantidad de dificultades. Una de ellas es el calentamiento global. El hombre ha alterado la composición química de la atmósfera al utilizar inventos que arrojan a esta millones de toneladas de gases. Se dice que estos gases son los que producen el llamado efecto invernadero, el cual ocasiona el calentamiento de la atmósfera. Las temperaturas aumentaron durante el siglo pasado. La Agencia para la Protección Medioambiental, de Estados Unidos, informa que “los diez años más calurosos del siglo XX se produjeron en los últimos quince años de este”. Algunos científicos creen que en el siglo XXI, la temperatura mundial media puede aumentar entre 1,4 y 5,8 °C.

      Se teme que las temperaturas más elevadas causen otros trastornos. El volumen de nieve del hemisferio norte ha estado menguando. A principios de 2002 se desintegró en la Antártida una plataforma de hielo de 3.250 kilómetros cuadrados. En este siglo podría subir considerablemente el nivel del mar. Dado que un tercio de la población mundial vive en zonas costeras, dicha subida podría ocasionar la pérdida de viviendas y de tierras de labranza, así como causar grandes dificultades a las ciudades de esas áreas.

      A juicio de los científicos, el aumento de las temperaturas incrementará las precipitaciones y las condiciones climáticas extremas. Hay quienes opinan que las terribles tormentas, como la que en 1999 se cobró 90 vidas y destruyó 270 millones de árboles en Francia, no son más que un anticipo de lo que va a venir. Otros investigadores piensan que los cambios climáticos desencadenarán la propagación de enfermedades como el paludismo, el dengue y el cólera.

      El ejemplo de los vehículos de motor indica lo complejas que son las consecuencias de los avances tecnológicos: inventos que son útiles para la gente en general pueden provocar innumerables problemas que afecten múltiples aspectos de la vida. Lo que dice el Informe sobre desarrollo humano 2001 es muy cierto: “Todo adelanto tecnológico entraña posibles beneficios y riesgos, algunos de los cuales no son fáciles de predecir”.

      Muchos esperan que la tecnología solucione los problemas medioambientales. Por ejemplo, los ecologistas llevan tiempo condenando el uso de pesticidas. Cuando se produjeron plantas transgénicas que permitían reducir o eliminar la necesidad de pesticidas, parecía que se había encontrado una buena solución. Pero en el caso del maíz transgénico, modificado para controlar al barrenador de los tallos sin necesidad de pesticidas, se descubrió que también puede matar a las orugas de las mariposas monarcas. De modo que las “soluciones” a veces resultan contraproducentes y crean más inconvenientes.

      ¿Pueden ayudar los gobiernos?

      En vista de que la destrucción del medio ambiente es un problema de gran magnitud, se necesitaría la colaboración de todos los gobiernos para que la solución fuese efectiva. En algunos casos, los representantes gubernamentales han demostrado el valor necesario para recomendar cambios positivos que beneficiarían al medio ambiente, lo cual es encomiable. Pero las auténticas victorias han sido contadísimas.

      Un ejemplo de ello lo tenemos en la cumbre internacional celebrada en Japón en 1997. Las naciones debatieron sobre los términos de un tratado para reducir las emisiones que provocan el calentamiento global. Finalmente, para sorpresa de muchos, se llegó a un acuerdo: el Protocolo de Kioto. Según este, las regiones desarrolladas —como la Unión Europea, Japón y Estados Unidos— reducirían sus emisiones en un 5,2% como promedio para el año 2012, lo cual parecía prometedor. No obstante, a principios de 2001, Estados Unidos comunicó que abandonaba dicho protocolo, decisión que ha desconcertado a muchos, pues esta nación, pese a tener menos del 5% de la población mundial, produce alrededor de una cuarta parte de las emisiones. Además, se ha observado cierta lentitud por parte de los demás países en ratificar el acuerdo.

      Este ejemplo indica lo difícil que les resulta a los países encontrar buenas soluciones. No es fácil reunir a varios gobiernos para entablar una negociación, y, además, a estos les cuesta llegar a un acuerdo sobre la manera de abordar las cuestiones ecológicas. Aun cuando se suscriben tratados, hay firmantes que acaban retirándose. A otros se les hace difícil cumplir con lo estipulado. En ocasiones, los gobiernos o las empresas creen que no pueden asumir los gastos implicados en la limpieza del medio ambiente. En algunos lugares no es más que una cuestión de codicia por parte de las grandes empresas, que presionan a las autoridades para que no pongan en vigor las medidas que reducirían sus ganancias. La experiencia ha demostrado que las compañías quieren sacar el máximo rendimiento posible al terreno sin preocuparse por las consecuencias.

      Para complicar más las cosas, no todos los científicos se ponen de acuerdo en cuanto a la gravedad de los daños que ocasionará la contaminación. Por ello, puede que los políticos no sepan hasta qué grado reducir el crecimiento económico a fin de controlar una situación de la que se desconoce su magnitud.

      La humanidad está en apuros. Se sabe que existe un problema y que hay que hacer algo, pero aunque algunos países ya han adoptado diversas medidas, la mayoría de los trastornos medioambientales están empeorando. ¿Acabará siendo la Tierra un lugar inhabitable? Veamos.

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

      Existe un tipo de contaminación que no se percibe con la vista, sino con el oído: la contaminación acústica. Los especialistas indican que es preocupante porque puede ocasionar sordera, estrés, hipertensión, insomnio y una merma en la productividad. Los niños que asisten a clases en un entorno ruidoso pueden tener problemas con la lectura.

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      LA DEFORESTACIÓN PRODUCE UNA PLAGA DE RATAS

      Fuentes del gobierno filipino señalaron que la deforestación provocó la gran plaga de ratas que padecieron quince municipios de la isla de Samar. La disminución de masa forestal redujo la cantidad de depredadores de ratas, así como de alimento para estos roedores, que se dirigieron a las zonas más pobladas en busca de comida.

      [Reconocimiento]

      © Michael Harvey/Panos Pictures

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      ¿VÍCTIMAS DE LOS DESECHOS TÓXICOS?

      Cuando Michael tenía tres meses y medio de edad, le diagnosticaron un tipo de cáncer conocido como neuroblastoma. De haber sido un caso aislado no habría despertado sospechas, pero más tarde se descubrió que un centenar de niños de la misma pequeña región también padecían cáncer. Muchos padres se alarmaron, y hubo quienes pensaron que el desproporcionado número de casos guardaba relación con las empresas químicas de la zona. Las investigaciones revelaron que un transportista independiente de residuos había trasladado barriles llenos de un líquido tóxico desde una empresa hasta una antigua granja avícola, produciendo algún que otro vertido. Se encontraron restos de un contaminante en varios pozos de la zona. Los padres no pueden menos que preguntarse si eso contribuyó a que sus hijos enfermaran de cáncer.

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      SUSTANCIAS TÓXICAS

      Después de la II Guerra Mundial se cargaron varios barcos con 120.000 toneladas de sustancias tóxicas, mayormente gas mostaza y fosgeno, y fueron hundidos en el mar (algunos al noroeste de Irlanda del Norte). Según ciertos científicos rusos, los contenedores podrían tener fugas en cualquier momento.

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE ES MORTÍFERA

      La Organización Mundial de la Salud asegura que entre el 5 y el 6% de las muertes anuales en el mundo se deben a la contaminación del aire. Tan solo en Ontario (Canadá), este tipo de contaminación produce pérdidas de más de 1.000 millones de dólares en concepto de gastos médicos y absentismo laboral.

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      LOS ARRECIFES CORALINOS SE ESTÁN MURIENDO

      Algunos pescadores del sudeste asiático aturden a los peces con una solución de cianuro para facilitar su captura. Sin embargo, aunque los peces pueden comerse porque expulsan el veneno, este permanece en el agua y provoca la muerte de los arrecifes coralinos.

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      ¿SIRVE DE ALGO LA MASCARILLA?

      La revista Asiaweek informa que gran parte de la contaminación atmosférica de las ciudades asiáticas procede de las emisiones de los vehículos. Los motores diésel y de dos tiempos son generalmente los peores, pues expulsan grandes cantidades de diminutas partículas que quedan en suspensión y ocasionan numerosos trastornos de salud. La misma revista señala: “El doctor Chan Chang-chuan, el mayor experto de Taiwan en los efectos de la polución, afirma que el humo procedente del gasóleo es cancerígeno”. ¿Son útiles las mascarillas que lleva la gente en algunas ciudades asiáticas? El doctor Chan responde: “No son eficaces. Una simple mascarilla no puede filtrar la mayor parte de los gases y las partículas contaminantes. Además, [...] no son herméticas. Así que dan un falso sentido de seguridad”.

  • Cómo se salvará la Tierra
    ¡Despertad! 2003 | 22 de noviembre
    • Cómo se salvará la Tierra

      PESE a la desesperada situación que afronta el planeta, queremos pensar que va a sobrevivir. Al fin y al cabo, es nuestro hogar, y esperamos que también lo sea para nuestros hijos y nuestros nietos. ¿Hay algo que podamos hacer para fortalecer esa perspectiva?

      Lo cierto es que aunque casi a todo el mundo le preocupa el medio ambiente, a muchos no les molesta en absoluto arrojar basura al suelo, verter desechos en los ríos o dejar luces prendidas cuando nadie las utiliza. Parecen cosas de poca importancia, pero si cada uno de los miles de millones de habitantes de la Tierra pusiera su granito de arena, la situación sería muy distinta. Acciones como conservar energía, colaborar con los programas de reciclaje y deshacerse debidamente de la basura contribuyen a conservar el medio ambiente. Nuestros hábitos indican si nos preocupamos por la Tierra o no.

      De todas formas, no tenemos control sobre las acciones de la mayoría de las personas que nos rodean. ¿Significa esto que la situación es desesperada?

      Está en camino una solución superior

      La revista Time publicó el siguiente comentario de Thilo Bode, representante de Greenpeace, sobre la esencia del problema medioambiental: “Nuestro principal objetivo ha sido intentar que las empresas tengan en cuenta cómo van a desecharse sus productos. Han de verlo como si fuera una trilogía: la manera de producirlos, usarlos y desecharlos”. Lamentablemente, sabemos fabricar y utilizar productos, pero no los desechamos de la forma adecuada. En algunos casos lo que sucede es que no sabemos cómo deshacernos de ellos sin contaminar.

      Los seres humanos tenemos limitaciones, pero el Creador de la Tierra no. Él ya ha demostrado su sobresaliente sabiduría en las obras creativas que contemplamos a nuestro alrededor. Él sabe cómo hacer, usar y desechar las cosas adecuadamente. Muchos de los procesos que ha establecido son automáticos. Por ejemplo: una semilla germina, se convierte en una planta, crece y produce fruto. Cuando al final muere, se descompone sin contaminar, y todos sus elementos quedan listos para reutilizarse. Este es el mejor método de reciclaje que existe: un método completamente limpio.

      El Creador no piensa dejar que la Tierra se deteriore hasta el punto de convertirse en un vertedero inhabitable. La Biblia dice en Isaías 45:18: “Esto es lo que ha dicho Jehová, [...] Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”.

      Si Dios formó la Tierra para ser habitada, ¿por qué ha permitido que llegue a un estado tan deplorable? La Biblia explica que el primer hombre fue colocado en un paraíso. De hecho, Dios se propuso que aquel Paraíso se extendiera por todo el globo y se llenara de personas (Génesis 1:28). Pero nuestros primeros padres se rebelaron, no quisieron seguir sometiéndose a la autoridad divina.

      Dios permitió que los seres humanos probaran sus propias fórmulas de gobierno. Los resultados los vemos hoy: un terrible fracaso. La humanidad ha demostrado a todas luces que es incapaz de resolver sus problemas. Pero no podemos culpar a Dios. Las siguientes palabras de la Biblia son aplicables a toda la sociedad humana: “Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él; el defecto es de ellos mismos. ¡Generación torcida y aviesa!” (Deuteronomio 32:5).

      Ahora bien, Dios ve la ruina de la Tierra y actuará antes de que sea demasiado tarde, antes de que esta se convierta en un lugar desolado e inhabitable. ¿Cómo lo sabemos? Revelación (Apocalipsis) 11:18 explica: “Las naciones se airaron, y vino tu propia ira, y el tiempo señalado [...] para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. El arruinamiento de la Tierra cesará.

      Dios transformará nuestro planeta en un paraíso, cumpliendo así su propósito original para este. En varias ocasiones ha reiterado que cumple sus promesas, como cuando dijo: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado” (Isaías 55:11). ¿Por qué no lee el capítulo 35 de Isaías, donde Dios describe la transformación de campos desolados en parques ajardinados y campos fértiles? Seguro que le gustará.

      Incluso ahora, en algunos lugares donde se ha detenido la contaminación, la Tierra ha demostrado tener una sorprendente capacidad de renovación. Dios la creó con esa capacidad. Si se deja de sobrecargarla de contaminantes, una amplia variedad de microorganismos presentes en el agua y el suelo pueden reparar mucho del daño causado. Además, hay razón para creer que cuando Dios intervenga y dirija los asuntos, este proceso de recuperación será aún más efectivo, pues Él suministrará la preparación y la perfecta supervisión que la gente no tiene hoy día.

      De modo que el futuro de la Tierra no es sombrío. La flora y la fauna se salvarán: ya no habrá listas de especies en peligro de extinción. El aire y el agua volverán a ser puros, y las personas obedientes disfrutarán de ese entorno. ¿Le gustaría ser una de ellas? ¿Qué debe hacer? La respuesta está en la Biblia. ¿Por qué no la estudia de manera sistemática para averiguarlo por usted mismo? Pida a los editores de esta revista que lo pongan en contacto con alguien que lo ayude a empezar dicho estudio. ¿Por qué dejar pasar la oportunidad de aprender lo que usted y su familia deben hacer para vivir para siempre en una Tierra limpia?

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