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  • Emigrantes. Un problema mundial
    ¡Despertad! 1992 | 8 de mayo
    • Emigrantes. Un problema mundial

      “NOS vamos a Johannesburgo a ganar dinero porque aquí no hay trabajo”, dijo un emigrante de la zona rural del sur de África. Afirmó: “Si tuviéramos empleo aquí, no nos molestaríamos en ir a Johannesburgo”. Esta conmovedora explicación refleja el problema al que se enfrentan muchos trabajadores extranjeros e inmigrantes.

      Sin embargo, la explosión migratoria que se ha producido en las últimas décadas está atemorizando a algunas personas. (Véase el recuadro de la página 5.) El diario español El País informó: “El racismo y la xenofobia han resurgido abruptamente en la nueva Alemania”. Chusmas violentas, denominadas por la prensa cabezas rapadas neonazis, han atacado a inmigrantes.

      Algunos funcionarios de inmigración admiten que siguen una política de exclusión. En un país asiático, uno de ellos declaró que su trabajo consistía en ‘no dejar pasar a los extranjeros’. En un comentario acerca de la reciente llegada de refugiados procedentes de un país de la Europa oriental, la revista Time citó las siguientes palabras de un alto funcionario: “No queremos que se sientan demasiado cómodos, lo que queremos es que se marchen”.

      Aún más severas fueron las observaciones de un periodista francés que estaba convencido de que ‘los extranjeros que emigran a ese país constituyen una amenaza’. ¿Qué razones alegó? Dijo que son de una “raza distinta, [hablan] idiomas distintos, [y tienen] un código de valores distinto”. ¿Cuál fue su conclusión? “Tendríamos que deportar a tantos como fuese posible [y] aislar al resto.”

      Con estos sentimientos de xenofobia en el ambiente, no extraña que los extranjeros se enfrenten al prejuicio de las comunidades locales, que se sienten amenazadas por la repentina llegada de estos. Un ejemplo típico de esta situación es el de un israelí encolerizado que se lamentaba de que ‘los propietarios prefirieran a los inmigrantes soviéticos’ porque a estos el gobierno les concede una subvención en metálico cuando se establecen en Israel. Como resultado, los alquileres suben y los ciudadanos locales se ven obligados a mudarse de sus casas.

      Por otra parte, no es ningún secreto el hecho de que los extranjeros muchas veces aceptan los trabajos humildes que los ciudadanos locales desprecian. Como consecuencia, muchos de los recién llegados tienen unas condiciones muy duras de trabajo y salarios muy bajos, sobre todo si son inmigrantes ilegales. Además, suelen sufrir mucha discriminación en el lugar de trabajo solo por el hecho de ser extranjeros.

      Y por si eso fuera poco, la mayoría de ellos, prescindiendo de quiénes sean o de dónde traten de establecerse, tienen que afrontar el doloroso proceso de superar la angustia emocional que supone el verse desarraigados de su entorno y el tener que esforzarse por formar nuevos vínculos para el futuro. La revista U.S.News & World Report dice que los extranjeros “muchas veces empiezan por sentirse excluidos y abrumados”. Para algunos, el esfuerzo es demasiado grande. El informe continúa diciendo respecto a estos: “La tragedia de perder una primera patria se agrava al no encontrar una segunda”. En el caso de muchos, esa sensación de estar fuera de lugar está muy relacionada con la inmensa tarea que supone luchar con un nuevo idioma.

      ¿Cómo se dice...?

      ¿Se ha visto alguna vez en la necesidad de aprender un nuevo idioma y de adaptarse a otra cultura? ¿Cómo le afectó? Lo más probable es que “el resultado final de sus esfuerzos sea una profunda sensación de estar incompleto”, responde Stanislaw Baranczak, escritor y emigrante polaco que reside en Estados Unidos. Es cierto que el idioma es esencial para formar parte activa de una sociedad; sin embargo, el aprender una nueva lengua puede ser un aspecto particularmente difícil de la integración, en especial para el extranjero adulto de cierta edad.

      El aprender un idioma a menudo se convierte en un círculo vicioso. La revista Aging dice que cuando los extranjeros no son capaces de superar la pérdida de su lengua y de su cultura, suelen deprimirse, y esa depresión, a su vez, no les permite concentrarse en lo que implica el aprender el nuevo idioma. Con el tiempo, están cada vez menos dispuestos a aceptar el riesgo y, a veces, la humillación de aprenderlo. El problema se agrava cuando los hijos asimilan el idioma y la cultura mucho más deprisa que sus padres. Como consecuencia, en muchas ocasiones surgen fricciones y una brecha generacional en las familias de inmigrantes cuyos miembros han emigrado juntos.

      Familias deshechas

      Una de las consecuencias menos documentadas y, sin embargo, más trágicas de las migraciones masivas es su desastroso efecto en la unidad familiar. En la mayoría de las ocasiones, esta se fragmenta cuando uno o ambos padres dejan a sus hijos al cuidado de otros miembros de la familia para ir a otro lugar en busca de mejores perspectivas económicas. El informe de una investigación sobre la pobreza y el desarrollo en el África del Sur —la Second Carnegie Inquiry Into Poverty and Development in Southern Africa⁠— dice que esta clase de migración “deteriora [...] la estructura familiar”. También documenta casos específicos que muestran cómo se han roto familias cuando alguno de sus miembros ha emigrado solo.

      Estos son solo algunos de los problemas con los que se enfrentan los emigrantes por todo el mundo, sin mencionar el coste de la emigración, su legalización y las decisiones que han de tomarse con respecto a salud, vivienda y educación, así como con respecto a otros familiares.

      En vista de todas estas dificultades, ¿por qué emigran las personas?

      [Recuadro en la página 4]

      Su trabajo es una aportación

      SI BIEN es cierto que un flujo desmedido de extranjeros causa ciertos problemas, no hay duda de que en muchos casos los extranjeros constituyen un haber para el país de acogida. “Es obvio que Alemania occidental se ha beneficiado de sus trabajadores extranjeros, y viceversa”, dice la revista Time, y añade que “la mano de obra de las fábricas de acero del Ruhr y de las líneas de montaje de la Mercedes en las afueras de Stuttgart la componen trabajadores invitados”. Además, según la revista National Geographic, “la industria neoyorquina de la confección se habría venido abajo” si no se hubiese utilizado mano de obra inmigrante.

      Los economistas reconocen que los emigrantes aportan una valiosa contribución al país que los acoge. A pesar de que son víctimas de muchos prejuicios, los turcos, paquistaníes y argelinos que viven en Europa han aprendido a adaptarse. “Se las ingenian para salir adelante” —dice la revista U.S.News & World Report⁠—, y seguirán ingeniándoselas “hasta que Europa [...] descubra, por razones puramente económicas, que los necesita”.

      Debido al desesperado deseo que tienen los extranjeros de triunfar en su nuevo país, tienden a una mayor autarquía (autosuficiencia económica) y a depender menos de los sistemas gubernamentales de asistencia social que los naturales del país. “No hay nada tan infundado como la acusación de que los inmigrantes viven de la asistencia social”, dijo un asesor de inmigración estadounidense que llevaba los casos de más de tres mil extranjeros.

      Es frecuente que barrios enteros hayan sido renovados por extranjeros que tratan de mejorar su entorno. Cuando África del Sur experimentó un flujo repentino de refugiados portugueses después de estallar la guerra en Angola y Mozambique, la comunidad portuguesa se encargó de mejorar suburbios enteros de Johannesburgo.

      [Recuadro en la página 5]

      Unos pocos datos sobre migraciones importantes:

      ▶ El 8% de la población de Francia lo forman 4,5 millones de inmigrantes, de los que 1,5 millones proceden del norte de África

      ▶ En solo un sector de la frontera entre México y Estados Unidos, 800 agentes de la Patrulla de Fronteras, o Border Patrol, detienen a un promedio de 1.500 inmigrantes ilegales cada noche

      ▶ Alrededor del 20% de la población de Australia es de origen extranjero

      ▶ Es posible que un millón de polacos estén trabajando de modo ilegal en Europa occidental

      ▶ En un año reciente, 350.000 hombres emigraron de manera legal a África del Sur con un contrato de trabajo. La cantidad aproximada de emigrantes ilegales es de 1,2 millones

      ▶ Al menos 185.000 judíos soviéticos emigraron a Israel en 1990

      ▶ Más de 900.000 emigrantes del sudeste de Asia se han trasladado a Estados Unidos desde 1975

      ▶ Por lo menos mil personas emigran de Hong Kong cada semana

  • Emigrantes. Por qué emigran
    ¡Despertad! 1992 | 8 de mayo
    • Emigrantes. Por qué emigran

      “NADIE puede imaginarse a qué peligros nos enfrentamos en los países del Tercer Mundo [...] y por qué dificultades atravesamos aquí simplemente para salir adelante y ayudar a los familiares que quedan en nuestro país.” Eso es lo que escribió una emigrante africana llamada Elizabeth al director de la revista National Geographic. Sus palabras revelan la principal razón por la que millones de personas están dispuestas a renunciar a sus raíces y empezar una nueva vida en un país extranjero.

      Por supuesto, cada inmigrante constituye un caso aparte. Algunos, como la mujer mencionada antes, puede que hayan emigrado para escapar de las duras condiciones de vida que existen en su país de origen. William Hance explica en su libro Population, Migration, and Urbanization in Africa (Población, migración y urbanización en África) que determinados factores, como la enfermedad, la infestación de insectos, el empobrecimiento del suelo, la sequía, las inundaciones, el hambre, la guerra y los conflictos tribuales, son las principales causas del actual éxodo masivo que se produce en África. Otras partes de la Tierra que atraviesan condiciones desesperadas similares también se han convertido en terreno abonado para la migración.

      Sin embargo, los sociólogos han llegado a la conclusión de que el deseo de escapar de unas condiciones de vida opresivas, es solo una parte de la razón que hay detrás de las tendencias migratorias actuales.

      El efecto push-pull

      La atracción hacia países que ofrecen mejores oportunidades constituye también un fuerte motivo para trasladarse. Esto, junto con el deseo de escapar de unas condiciones malas, produce el denominado efecto push-pull (presión y atracción). Las adversidades locales tienden a presionar a la persona para que emigre y las ventajas extranjeras tienden a atraerla. Tome por ejemplo el caso de Nguyen Van Tue, un vietnamita típico refugiado en Japón. Aunque sufrió mucho por el hecho de ser extranjero, admite: “Estoy contento. Tengo conmigo a mi familia, estamos vivos y nos encontramos bien en un país que disfruta de libertad y paz”.

      El atractivo económico es uno de los factores que más fomentan la migración. Al hablar acerca de la comunidad italiana de cierta ciudad de Inglaterra, John Brown dice lo siguiente en su libro The Un-melting Pot (La integración imposible): “El ganar dinero ha sido siempre su principal objetivo”. Y añade que lo ganaron trabajando “mucho y bien”. Cuando se examina la enorme desigualdad de niveles salariales que existe en los diferentes países, no resulta extraño que la gente emigre. En un comentario sobre los trabajadores mexicanos que hay en Estados Unidos, la revista National Geographic indica que “al sur de la frontera [estadounidense] se cobra por una hora de trabajo entre una quinta y una décima parte de lo que se cobra en Estados Unidos”.

      La atracción de la familia y los amigos

      Por supuesto, muchos se trasladan simplemente para estar más cerca de los familiares y los amigos que les han precedido. Por ejemplo, muchos judíos soviéticos han emigrado a Israel porque piensan que estarán más seguros si se hallan entre muchos de ellos. Algunos hasta estuvieron dispuestos a correr el riesgo de establecerse en la Cisjordania, una región desgarrada por la contienda.

      Muchos emigran porque los amigos y los parientes les instan a hacerlo. Por ejemplo, a muchos se les ha recomendado que emigren a Australia. Como consecuencia, hoy día casi el 22% de la población australiana es de origen extranjero.

      Un emigrante de Barbados afincado en Estados Unidos que fue de visita a la isla le dijo a un amigo suyo: “Piensas que estás bien aquí”, pero ‘estás perdiendo el tiempo quedándote en la isla’, afirmó. Muchos años después, su amigo admite que aquellas palabras sembraron en él la semilla del descontento, y con el tiempo le impulsaron a emigrar.

      Lamentablemente, al emigrante en perspectiva solo se le suele contar el lado optimista del cuadro. Ron, un joven que se trasladó a Canadá para escapar de los crecientes disturbios en África del Sur dijo: “Los amigos y los parientes tienden a decirte todo lo bueno [...] y, como es lógico, omiten lo negativo”.

      Prescindiendo del motivo de la migración, la mayoría de las veces los emigrantes sufren mucho. Cuando perciben por completo todo lo que implica la migración, algunos desean intensamente regresar a su lugar de origen. En vista de todo lo dicho antes, ¿cómo puede un extranjero adaptarse bien a su nuevo entorno y al mismo tiempo enfrentarse a la nostalgia, a la separación de su familia, al choque cultural, a las diferencias del idioma y a un sinfín de problemas relacionados?

      [Comentario en la página 6]

      El atractivo económico es uno de los factores que más fomentan la migración

      [Comentario en la página 6]

      “Estoy contento. Tengo conmigo a mi familia, estamos vivos y nos encontramos bien en un país que disfruta de libertad y paz.” (Un vietnamita residente en Japón.)

      [Comentario en la página 7]

      Cuando se examina la enorme desigualdad de niveles salariales que existe en los diferentes países, no resulta extraño que la gente emigre

      [Fotografía en la página 7]

      Al inmigrante que acaba de llegar todo le parece extraño y difícil

  • Emigrantes. Qué pueden hacer para integrarse
    ¡Despertad! 1992 | 8 de mayo
    • Emigrantes. Qué pueden hacer para integrarse

      “MIRA —replicó Jaroslav, de diecisiete años, cansado ya de que se burlaran de él por ser ucranio⁠—, mis padres vinieron aquí [como] refugiados.” Explicó que habían abandonado su país y que ya no podrían regresar aunque quisieran. Esta experiencia, documentada por el autor John Brown en su libro The Un-melting Pot, revela la típica lucha que muchos inmigrantes y extranjeros tienen que librar para que se les acepte. Este joven descubrió a fuerza de sinsabores que el disculparse por su condición de extranjero no servía de nada. Finalmente decidió utilizar el planteamiento de ‘acépteme tal como soy’, ¡y funcionó!

      El prejuicio, la sospecha y la intolerancia son realidades que los extranjeros tienen que afrontar. Pero si usted es un emigrante, puede dar una serie de pasos positivos que contribuirán a que la transición le resulte menos difícil.

      Motivos y actitudes

      Como sabe que en su nueva vida va a toparse con prejuicios y posiblemente con una actitud de rechazo, prepárese para reaccionar de la manera debida. Rosemary, inmigrante inglesa en Japón, dice por propia experiencia: “No se disguste cuando la gente del lugar haga observaciones mordaces sobre su país de origen”. Y añade: “Resista el poderoso impulso de defender su manera de ser, su ambiente y el país de donde procede. Con el tiempo la gente le juzgará por su actitud y su conducta en la vida cotidiana y no se dejará llevar tanto por los prejuicios. Esto puede llevar años”.

      No olvide que la comunidad en la que usted trata de integrarse recelará de los motivos por los que desea vivir en su país. Un corresponsal de ¡Despertad! en Alemania —donde ahora vive una gran cantidad de inmigrantes de la Europa oriental⁠— dice: “El problema de adaptarse a vivir en un nuevo país depende del motivo que se tenga para emigrar. Los que emigran por una buena razón y desean hacer del nuevo país su hogar, por lo general tienen un incentivo para aprender el idioma y encajar lo mejor posible en la nueva cultura. Por otra parte, los que ven su traslado como algo temporal o solo piensan en las ventajas económicas, pronto se desilusionan. Eso hace que no se esfuercen mucho por adaptarse, y resulta en frustración tanto para ellos como para los que tratan con ellos”. Por supuesto, lo antedicho no significa que los inmigrantes no deban regresar nunca a su país de origen si lo desean.

      No obstante, las actitudes y los motivos de un extranjero pueden favorecer o frustrar el proceso de integración. Si usted es inmigrante, debe reconocer que entre los naturales del lugar existe, como dice U.S.News & World Report, la firme creencia de que “los forasteros disuelven el adhesivo étnico que mantiene unida a una nación”. No obstante, al demostrar su valía como extranjero y que su colaboración es una aportación, a los naturales del país les será mucho más fácil aceptarle y hasta brindarle su amistad. Rosemary, la inmigrante mencionada antes, explica: “Ellos quieren que sigamos siendo extranjeros, pero también quieren que nos gusten las mismas cosas que a ellos”.

      Si usted aprende todo lo que pueda acerca de su futuro destino, podrá prevenir, y quizás hasta evitar, algunos de los problemas a los que tendrá que encararse como inmigrante. El leer, estudiar y hablar con otros acerca del nuevo país, de sus costumbres y de su cultura puede contribuir en gran manera a prepararle para el choque cultural que de forma inevitable experimentará.

      Por supuesto, algo esencial para ganarse el respeto de los que le rodean es legalizar su situación. Muchos ven a los inmigrantes ilegales como una molestia y una amenaza. En el mejor de los casos, se les considera mano de obra barata, y están destinados a ser explotados despiadadamente. Por eso, los inmigrantes que han logrado integrarse bien en su nuevo entorno dicen que vale la pena hacer lo posible por legalizar su presencia en el país de acogida. A fin de causar una impresión favorable a los agentes del departamento de inmigración cuando le entrevisten, procure que su apariencia sea limpia y nítida. Muestre una actitud cooperadora. No responda con evasivas.

      Pero hay mucho más que usted, el extranjero, puede hacer para reducir las dificultades de integrarse en un nuevo país.

      Ábrase a los demás

      La tendencia natural de la mayoría de los recién llegados al país de acogida es agruparse en sus propias comunidades junto con otros inmigrantes de la misma nacionalidad. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York hay barrios enteros, como Little Italy, Chinatown y el sector judío, por mencionar solo algunos, cuyas poblaciones son en su mayor parte de la misma nacionalidad. Tales comunidades proporcionan una serie de servicios esenciales que ayudan al inmigrante a sentirse como en casa y a explorar nuevos horizontes desde allí.

      Lamentablemente, algunos se aíslan y se cierran a las oportunidades y ventajas que realmente podrían ayudarles. “Si el rechazo y el distanciamiento de la cultura anfitriona se convierten en el modo preferido de hacer frente a la nueva [...] forma de vida —dice la revista Psychology of Women Quarterly⁠—, el proceso de adaptación puede que jamás termine del todo.”

      En cambio, la mayoría de los extranjeros cuyas miras han sido lo suficientemente amplias como para integrarse en la sociedad del país de acogida dicen que, como resultado, se han beneficiado mucho. Un grupo de estudiantes estadounidenses que pasaron unas semanas en la isla micronesia de Guam efectuando un estudio sobre distintas civilizaciones, comentaron que aquella experiencia había ampliado su modo de ver otras culturas. “Miro las diferencias con interés y curiosidad en lugar de verlas como una amenaza”, admitió uno de los estudiantes. Otro dijo: “Estoy empezando a ver mi cultura desde otra perspectiva. [...] Me cuestiono valores y cosas que antes daba por sentado. [...] Aprendí de ellos [los habitantes de Guam]”.

      No obstante, para llegar a integrarse en una nueva sociedad, hay que reunir ciertos requisitos previos.

      Claves para la integración

      “Aprender el idioma del país de acogida acelera y facilita la adaptación [...] porque permite una mayor interacción entre el inmigrante y [su] entorno.” Esa es la recomendación de la revista Psychology of Women Quarterly. No obstante, tenga en cuenta que aprender un idioma no es fácil. “Al principio lo pasé muy mal —recuerda George, un inmigrante afincado en Japón⁠—. Se reían cuando me equivocaba, pero no me ayudaban.” Sin desanimarse, George siempre llevaba consigo una radio portátil y escuchaba las emisoras japonesas. Añade: “Descubrí que leer mucho me ayudaba a entender el idioma”.

      El idioma de una nación es el vehículo de acceso a su cultura. Aunque con el tiempo usted puede llegar a aprender el idioma, una nueva cultura es mucho más difícil de asimilar, de modo que ahí es donde se requiere cierto grado de equilibrio. Un extranjero que desee integrarse en el país de acogida debe estar preparado para luchar contra las dificultades de aprender una nueva cultura y, al mismo tiempo, mantener intactas su propia personalidad y dignidad. Milovan Djilas, escritor yugoslavo, lo expresó así: “Un hombre puede abandonarlo todo —hogar, región, país⁠—, pero no puede abandonarse a sí mismo”. Alcanzar ese equilibrio no es una empresa fácil.

      Unidad familiar

      Cada persona reacciona de manera distinta a un nuevo entorno. Es comprensible que las personas mayores descubran que su cultura e idioma nativos están profundamente arraigados. En cambio, los niños asimilan mucho más deprisa un nuevo idioma y una nueva cultura. Tanto es así, que en poco tiempo pueden asumir el papel de intérpretes de sus padres, quienes muchas veces se encuentran en la posición de estudiantes. Esta inversión contranatural de papeles suele causar dificultades en el seno de la familia. Los padres quizás noten que están perdiendo respetabilidad y los hijos se resienten de que se les imponga la cultura ‘anticuada’ de sus padres. La pregunta que surge es: ¿Puede superar todas estas presiones una familia extranjera?

      Por un lado, los padres deberían tener en cuenta el efecto del nuevo entorno en sus hijos. Esto significa hacer el esfuerzo de integrarse a la vez que ellos, sin esperar que vivan en una cultura pero sean leales a otra. Esta concesión requiere perspicacia por parte de los padres inmigrantes, pero ayuda mucho a eliminar tensiones en casa. Un principio bíblico lo expresa de la siguiente manera: “Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida”. (Proverbios 24:⁠3.)

      De igual modo, los hijos deberían reconocer que, aunque sus padres proceden de una cultura diferente, han pasado por la escuela de la vida y, por consiguiente, tienen mucha más experiencia. El tratarlos con el debido respeto constituye una gran ayuda para que la vida de familia sea plácida.

      De modo que, a pesar de las dificultades que presenta la integración en otro país, usted puede hacer mucho para sacar provecho de la experiencia. Un joven inmigrante portugués llamado Tony, que ha conseguido integrarse en su país de acogida, lo resume con estas palabras: “Aunque experimenté muchas dificultades, a la larga he salido beneficiado. Ser capaz de entender dos idiomas y dos culturas me ha dado un punto de vista mucho más amplio de la vida”.

      [Fotografía en la página 9]

      Si aprende el idioma de su nuevo país, podrá relacionarse con más personas

      [Recuadro en la página 10]

      Cómo integrarse

      Procure...

      ▶ ... aprender el idioma

      ▶ ... aceptar y llegar a entender la nueva cultura

      ▶ ... adaptarse a las costumbres locales

      ▶ ... estudiar y preguntar acerca de su nuevo entorno

      ▶ ... que todos los miembros de la familia se integren a la par

      ▶ ... cooperar con las autoridades; haga todo lo posible por legalizar su situación

      Evite...

      ▶ ... aislarse de la comunidad que le ha acogido

      ▶ ... considerar superior su propia cultura

      ▶ ... que el dinero y las posesiones se conviertan en lo más importante de su vida

      ▶ ... esperar que sus hijos se aferren a la cultura de donde usted procede

      ▶ ... menospreciar a sus padres por el hecho de que tengan diferentes antecedentes culturales

      ▶ ... por todos los medios emigrar sin su familia

  • Emigrantes. Cómo ayudarlos
    ¡Despertad! 1992 | 8 de mayo
    • Emigrantes. Cómo ayudarlos

      EL PERIODISTA Günter Wallraff se disfrazó de obrero turco y trabajó en una fábrica de acero alemana. Cuando hizo público lo que descubrió respecto al trato que se daba a los trabajadores extranjeros, o invitados, la gente se escandalizó y enfureció. Documentó, uno tras otro, actos de patente discriminación y prejuicio degradante contra trabajadores extranjeros. En cierta ocasión presenció cómo se ordenaba a unos trabajadores turcos que trabajasen en una zona peligrosa, a pesar de las sirenas de alarma y de los destellos de luz roja. A un hombre que se asustó y quiso abandonar ese lugar, se le amenazó diciéndole que perdería el empleo.

      Las experiencias de Wallraff dan prueba gráfica de la penosa situación de los inmigrantes. A medida que ciudadanos compasivos toman conciencia de los problemas a los que se enfrentan los extranjeros, muchos se preguntan qué pueden hacer para ayudar al inmigrante y a su familia.

      Acéptenos como somos

      No tenga prejuicios. No hay nada que levante más deprisa un muro de sospecha e intolerancia entre un ciudadano local y un extranjero que los prejuicios generales. “[La cultura de nuestro país] deforma el punto de vista que tenemos acerca de cómo hacen las cosas otras personas, especialmente cuando sus métodos difieren [...] de las normas que nosotros aceptamos”, dice el escritor Ben Levitas en su libro Tribal Life Today (La vida tribual de hoy día). Luego añade que estas diferencias “con frecuencia nos llevan a criticar la manera de actuar de otros”. Helen, inmigrante coreana en Canadá, recuerda con claridad el día en que su profesora le gritó enfadada por no haber hecho una tarea que se había asignado a toda la clase. “Ella no se daba cuenta de que yo no la entendía”, dice Helen ahora, aunque en aquellos momentos se sintió muy dolida.

      Los malentendidos y las ideas preconcebidas acerca de personas de otras nacionalidades suelen basarse en imaginaciones, no en hechos. En su libro Cross-Cultural Learning & Self-Growth, una obra sobre cómo contribuye al desarrollo de la propia personalidad el aprender acerca de otras culturas, las autoras Mildred Sikkema y Agnes Niyekawa-Howard mencionan a un profesor estadounidense que probaba a los estudiantes extranjeros recién llegados a su clase contándoles un chiste y observando su reacción. Si no se reían, los enviaba inmediatamente a recibir clases de inglés. “Parecía que [el profesor] no se daba cuenta —dicen las autoras⁠— de que para comprender un chiste americano hace falta familiarizarse con la cultura americana y no solo conocer el idioma [...]. Lo que las personas de una cultura pueden considerar gracioso quizás sea considerado de mal gusto por [las de otra cultura].” Acciones como esas, de nativos bien intencionados, reflejan falta de discernimiento a la hora de tratar con extranjeros.

      Si usted acepta al extranjero tal como es, sin prejuicios, él le apreciará por ello. Tal proceder está en armonía con un principio rector expresado por Jesús: “Tienes que amar a [...] tu prójimo como a ti mismo”. (Lucas 10:27.) Yasushi Higashisawa, abogado de Tokio (Japón) vinculado a la problemática de los extranjeros, dice que “intimar con personas de otras culturas es el mejor remedio contra el prejuicio”. Esta relación también permite ayudar al inmigrante de muchas otras maneras.

      Ayuda práctica

      Hay muchas cosas que el extranjero quiere saber acerca de su nuevo país: cómo conseguir vivienda, aprender el idioma, matricular a los hijos en la escuela y beneficiarse de servicios sanitarios y sociales. Usted puede ahorrarle muchos problemas y esfuerzos innecesarios si comparte con él lo que sabe.

      Por ejemplo, ¿puede ayudarle a localizar las agencias u organizaciones que le ayudarán a adaptarse al idioma y a la cultura del país? ¿O podría quizás acompañar a una inmigrante a la compra las primeras veces, para ayudarla a identificar los productos comestibles y otros artículos domésticos? ¿Por qué no asesorar a una familia inmigrante que pasa por la tan a menudo compleja tramitación de legalizar su situación, obtener empleo, rellenar formularios para el pago de impuestos u otros trámites? (Véase la nota del recuadro.)

      Alguien en quien apoyarse

      Siempre es útil preguntarse: “Si yo me encontrase en otro país, ¿cómo me gustaría que me trataran?”. Jesús, cuando dictó la regla áurea, dijo: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.) Tener un amigo en quien apoyarse cuando uno pasa por la difícil experiencia de adaptarse a una nueva cultura es una ayuda que muchos extranjeros agradecerían. Además, ese gesto de hospitalidad por parte del residente local resulta en beneficios mutuos. Otro principio bíblico dice: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. (Hechos 20:35.)

      Si usted es testigo de Jehová, el mejor regalo que puede hacer a un extranjero es ofrecerle la oportunidad de formar parte de una hermandad unida. Es muy probable que encuentre materia impresa edificante en su propio idioma para ofrecérsela.

      Por supuesto, el extranjero que emigra es el principal responsable de llevar a buen término el paso que ha dado. Pero con un poco de previsión, usted puede hacer mucho para que se sienta como en casa y para que la emigración le resulte menos traumática, o, mejor aún, satisfaciente.

      [Comentario en la página 11]

      “Suponemos que las personas de otra cultura [...] ven, sienten y piensan igual que nosotros. [...] La suposición de que todo el mundo reacciona como nosotros provoca muchos malentendidos.” (Cross-Cultural Learning & Self-Growth.)

      [Comentario en la página 12]

      Tras pasar cierto tiempo en la isla de Guam, un estudiante dijo: “Me he hecho más tolerante con las maneras nuevas o diferentes de hacer las cosas”. (Cross-Cultural Learning & Self-Growth.)

      [Recuadro en la página 12]

      Usted puede ayudar al extranjero a...

      ▶ ... establecerse por medio de mostrarle hospitalidad

      ▶ ... tratar con los funcionarios mientras legaliza su situacióna

      ▶ ... rellenar formularios para el pago de impuestosb

      ▶ ... contactar con organizaciones que enseñan el idioma y la cultura del país

      ▶ ... obtener alojamiento

      ▶ ... beneficiarse de servicios médicos y sociales

      ▶ ... matricular a los hijos en la escuela

      ▶ ... comprar los artículos necesarios a precios razonables

      ▶ ... encontrar empleo

      [Nota a pie de página]

      a La legislación de algunos países, Alemania, por ejemplo, es estricta en cuanto a quién puede asesorar sobre cuestiones legales, de inmigración e impuestos. Debe examinarse dicha legislación antes de ofrecer ayuda a los extranjeros con relación a su situación legal.

      b La legislación de algunos países, Alemania, por ejemplo, es estricta en cuanto a quién puede asesorar sobre cuestiones legales, de inmigración e impuestos. Debe examinarse dicha legislación antes de ofrecer ayuda a los extranjeros con relación a su situación legal.

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