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La fauna que desaparece del planeta¡Despertad! 1997 | 8 de julio
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La fauna que desaparece del planeta
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN AUSTRALIA
¿LE GUSTARÍA ver y oír animales salvajes de carne y hueso, como un tigre, una ballena o un gorila? ¿O tener en brazos a un koala? ¿Y sentir que la tierra retumba al paso de manadas migratorias en apariencia inacabables? Lamentablemente, puede que muchas personas jamás disfruten de aventuras como estas, a menos que cataloguemos de aventuras los museos, los libros y las pantallas de las computadoras. ¿Por qué?
Porque al tiempo que usted lee este artículo, miles de especies vegetales y animales se encaminan inexorablemente a la extinción. Según el doctor Edward O. Wilson, biólogo de la Universidad de Harvard, se pierden 27.000 especies cada año, lo que representa tres por hora. De mantenerse este ritmo, al cabo de treinta años pudiera haber desaparecido hasta el 20% de las especies del planeta. Pero en vez de ser constante, el índice de extinción va en alza. Se cree que para principios del próximo siglo se perderán centenares de especies cada día.
Al borde de la extinción se halla el rinoceronte negro africano, cuyos ejemplares han disminuido drásticamente de 65.000 a 2.500 en menos de veinte años a causa de la caza furtiva. En cuanto a los orangutanes, quedan menos de cinco mil en las menguantes junglas de Borneo y Sumatra. El azote también ha caído sobre las aguas del planeta, afectando, entre otras víctimas, al grácil delfín lacustre chino del río Yangtse. La contaminación y la pesca indiscriminada han reducido su población a un centenar escaso, que pudiera desaparecer en tan solo un decenio.
“Aunque los científicos de diversas disciplinas discrepen en muchos puntos —señala Linda Koebner en la obra Zoo Book—, en lo que respecta a la urgencia de salvar las especies y la salud biológica del planeta están unánimes: los próximos cincuenta años revisten una importancia trascendental.”
¿De quién es la culpa?
El crecimiento de la población humana ha acelerado el ritmo de extinción; sin embargo, no puede culparse exclusivamente a la presión demográfica. Muchas criaturas, como la paloma migratoria o viajera, el moa, el alca gigante y el tilacino, por citar unas cuantas, se eliminaron mucho antes de que la explosión demográfica constituyese en sí misma una amenaza. El doctor J. D. Kelly, director del Consejo de Administración de Parques Zoológicos de Nueva Gales del Sur (Australia), hace este comentario sobre el historial del país: “La pérdida de biodiversidad desde el inicio de la colonización en 1788 constituye una vergüenza nacional”. Este comentario, que encajaría a la perfección en otros muchos países, es además indicativo de las causas más siniestras de la extinción: la ignorancia y la codicia.
Ante el problema mundial de las extinciones, se han lanzado al rescate de la fauna asediada nuevos e inusitados aliados: los zoológicos. En número creciente, estos enclaves urbanos se convierten en el último refugio de muchas especies. Sin embargo, tienen que lidiar con las limitaciones de espacio, así como con las dificultades, incluidas las económicas, de cuidar animales salvajes. Por otro lado, se cuestiona que sea ético tenerlos encerrados, aunque reciban buen trato. Además, una vez en el zoológico, quedan a expensas de la generosidad del hombre y sus endebles y cambiantes sistemas políticos y económicos. Por lo tanto, ¿hasta qué punto están seguros estos animales refugiados?
[Recuadro de la página 3]
¿Es natural la extinción?
“¿No forma parte del orden biológico la extinción? No, al menos no con la intensidad de los últimos años. Durante la mayor parte de los pasados tres siglos, el índice de extinción de especies fue de una por año. En la actualidad la cantidad de especies desaparecidas por culpa del hombre es como poco mil veces mayor. [...] La causa de esta rápida aceleración en el índice de extinciones es la actividad humana.” (The New York Public Library Desk Reference.)
“Me he quedado fascinado con muchas criaturas extraordinarias que han desaparecido, y a menudo me ha entristecido e incluso indignado su desaparición, pues en casi todos los casos ha sido el hombre, por codicia, crueldad, descuido o indiferencia, quien ha ocasionado directa o indirectamente las extinciones.” (David Day, The Doomsday Book of Animals.)
“La actuación del hombre provoca la extinción de especies antes de que se cataloguen.” (Biological Conservation.)
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El zoológico: ¿la última esperanza para la fauna?¡Despertad! 1997 | 8 de julio
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El zoológico: ¿la última esperanza para la fauna?
EN LOS últimos años se han revolucionado calladamente los zoológicos más progresistas del mundo. Lo denota hasta el aspecto de sus instalaciones, renovadas según el concepto más humanitario de “inmersión paisajística”, que pretende reproducir el hábitat de cada animal con sus plantas, piedras, lianas, neblinas y sonidos, e incluso con otros mamíferos y aves compatibles. Aunque la reforma es cara —tan solo en Estados Unidos se dedican cada año 1.200 millones de dólares a mejorar los zoológicos y acuarios—, se estima necesaria en vista del nuevo y ambicioso cometido de estas instituciones.
La misión que tendrán el próximo siglo
Ante la amenaza de que el planeta quede en la indigencia biológica, los principales zoológicos del mundo han definido como su misión para el siglo XXI las tareas de conservación, educación e investigación. Motivados por el reto y la urgencia, algunos hasta cambiaron la denominación tradicional por términos como “santuario fáunico” o “parque conservacionista”.
El abanderado del nuevo estilo es el libro The World Zoo Conservation Strategy (Estrategia conservacionista del zoológico mundial), que una escritora denominó “el documento más importante que haya elaborado la colectividad de los parques zoológicos”. Es, en esencia, una serie de estatutos zoológicos que “define las incumbencias y posibilidades de los zoos y acuarios en lo que a la conservación de la diversidad fáunica mundial se refiere”. Por si ofrecieran dudas los nuevos planteamientos, la citada obra agrega: “El derecho a existir de un zoológico o acuario depende de la contribución que realice en el campo de la conservación”.
La educación pública y la investigación, particularmente sobre la reproducción en cautividad, ocupan un lugar primordial en la nueva función de los zoológicos. De la juventud actual saldrán los cuidadores del mañana, a quienes competerá preservar los remanentes de la creciente lista de especies extintas en su medio natural. ¿Acometerán la labor con prudencia y entrega? ¿Asumirá el hombre una actitud más ilustrada ante la naturaleza? Con este fin, el citado libro invita a cada zoológico a ser un educador, a considerarse integrado en “una red de sensibilización mundial”.
Se forma una red mundial de zoológicos
Dada la magnitud de la labor, muchos zoológicos se unen para formar una red universal que ya abarca un millar de parques. Gracias a organismos supranacionales como la Organización Mundial de Zoológicos y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales, los zoológicos se agrupan bajo una misma dirección que coordina sus actividades.
El libro Zoo—The Modern Ark (El zoológico: El arca actual) señala una razón contundente para dicha colaboración: “A fin de mantener a raya la endogamia, esa sigilosa depredadora, el parque zoológico no podía limitarse a cuidar de su grupito de tigres siberianos, por dar un ejemplo, sino tratar como una sola población a todos los que hubiera en los zoos del mismo continente, o aun del mundo entero”. Desde luego, se precisan centenares de individuos de cada especie para minimizar o eliminar la endogamia —que precede a la infertilidad y la extinción—, una tarea que excede claramente a la capacidad de un solo jardín zoológico. Dice el libro The World Zoo Conservation Strategy: “Será preciso coordinar a gran escala los recursos disponibles a fin de que la biosfera terrestre tenga [...] las mayores posibilidades de sobrevivir. Muchos opinan que si no logramos conservar las demás especies, tampoco nos salvaremos nosotros”. Tal pesimismo, claro está, no toma en cuenta que la Biblia promete la recuperación de la Tierra a niveles paradisíacos. (Revelación [Apocalipsis] 11:18; 21:1-4.)
Medios para favorecer el éxito de los zoológicos
El problema de las extinciones también ha espoleado la creación de avanzados medios técnicos de difusión internacional para apoyar la crianza en cautividad: registros genealógicos, un anuario internacional de zoológicos (International Zoo Yearbook [IZY]) y el Sistema de Información Internacional sobre las Especies (el programa informático ISIS, por sus siglas en inglés).
Cada registro genealógico enumera detalles de los miembros de la misma especie que viven en los zoológicos de todo el mundo. Estos archivos internacionales son esenciales para conservar un patrimonio genético sano y poner coto a la endogamia, esa “sigilosa depredadora”. El jardín zoológico de Berlín abrió en 1923 su primer registro genealógico al comenzar la cría del bisonte europeo, que la I Guerra Mundial había situado al borde de la extinción.
A fin de facilitar la distribución mundial de datos científicos como los registros genealógicos, el IZY y las estadísticas demográficas, en 1974 ISIS se hizo accesible en Estados Unidos por vía informática. Su creciente red electrónica y su enorme base de datos, que continuamente se está ampliando, ayudan a los zoos a colaborar a fin de plasmar el concepto del megazoológico.
Los medios biológicos que emplean los parques comprenden la obtención de la huella genética, el trasplante de embriones, la fecundación in vitro y la criogenia, de la que se valen para congelar semen y embriones. Las huellas genéticas (del ADN) permiten al zoológico identificar el parentesco con certeza absoluta, lo que es esencial para controlar la endogamia en las especies gregarias, cuyas líneas de parentesco son difíciles de trazar. Por su parte, el trasplante de embriones y la fecundación in vitro aceleran la reproducción. Una de las formas como lo logran consiste en aumentar la cantidad de “progenitores” de las especies amenazadas. De este modo, los embriones de dichas especies pueden insertarse en madres portadoras de la misma familia, aunque sean de especies domésticas. Gracias a esta técnica, una vaca holandesa parió un gaur (un bóvido salvaje), y una gata doméstica, un gato indio del desierto, que se halla en grave peligro de extinción. Así también se reducen los gastos, los riesgos y el trauma de transportar ganado reproductor perteneciente a especies amenazadas. Solo es preciso llevar un envase con embriones o esperma congelado.
Ante la posibilidad de que algunas especies desaparezcan por completo, varios zoológicos han incursionado en la ciencia de la criogenia al grado de congelar semen y embriones para su conservación a largo plazo. Este zoológico helado brinda la posibilidad de que nazcan descendientes decenios o hasta siglos después de la extinción de su especie. Aunque encierre muchos aspectos inciertos, se le ha denominado “garantía de última instancia”.
Los estudian en libertad para fomentar la reproducción en cautividad
El estudio de la vida del animal, incluida la conducta en su hábitat natural, es crucial para la reproducción en cautividad y constituye la fuente de inspiración de las instalaciones de “inmersión”. Si los zoológicos quieren que los animales estén sanos y procreen, deben tener en cuenta sus instintos y lograr que se sientan “felices”.
Por ejemplo: En su medio natural, la hembra y el macho del guepardo se aíslan visualmente el uno del otro y solo se comunican con el olor de la orina y las heces. El olfato del macho le indica si la hembra está lista para la cópula, tras la cual solo se queda con ella un día o dos. Cuando los zoológicos supieron de este hábito, modificaron los recintos a fin de que los machos y las hembras no se vieran a excepción del breve período de celo; la táctica dio resultado y nacieron cachorros.
Aunque la ausencia avive la atracción del guepardo, no ocurre igual con el flamenco, que solo se aparea cuando está en bandadas muy numerosas que no puede mantener el zoológico promedio. Por ello, un zoológico inglés probó a “doblar” el tamaño de la bandada mediante un gran espejo. Por vez primera, las aves dieron inicio a su espectacular parada nupcial. ¿Le dan estos ejemplos una idea de la complejidad fáunica del planeta? Es innegable que los zoológicos se enfrentan a todo un reto.
¿Es realista la meta de salvar la fauna?
Como muestra del potencial del nuevo programa, ya se han restituido a su medio natural algunas especies criadas en cautividad, como el cóndor de California, el bisonte europeo, el órix de Arabia, el tití leoncito y el caballo de Przhevalski. Sin embargo, las perspectivas a largo plazo distan de ser halagüeñas.
“La sociedad es tan compleja, y los problemas del mundo tan numerosos —comenta el libro The World Zoo Conservation Strategy—, que pese a haber más conciencia y preocupación sobre los problemas naturales y ambientales no se ha logrado frenar muchos procesos destructivos.” Por eso, añade que “los conservacionistas deben disponerse a hallar un medio de capear el crítico temporal que se prevé”. Como es lógico, es preciso que haya cooperación en todos los estratos sociales. Según un escritor sobre temas científicos, la colaboración actual “está lamentablemente muy por debajo de lo necesario”. Si en vez de revertirse el proceso solo se atenúan los factores conducentes a la extinción, hasta las mejores tentativas pudieran acabar en nada. Deben crearse hábitats completos y de cierta extensión, no meramente bolsas aisladas que fomentan la endogamia. Solo de esta forma podrán los zoológicos sentirse confiados cuando restituyan sus animales a su entorno natural. ¿Es realista dicha esperanza, o utópica?
La idea pierde aún más credibilidad al pensar en la capacidad que tendría hasta un megazoológico mundial. “La dura realidad —señala el profesor Edward Wilson— es que los zoológicos del mundo solo pueden mantener un máximo de dos mil especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios”: la punta del iceberg. Así pues, tienen ante sí la tarea nada envidiable de decidir cuáles tratarán de conservar, mientras dejan que el resto nutra la larga lista de especies en vías de desaparición.
Para los expertos en la materia, se plantea una inquietante pregunta: Dada la interdependencia de todos los organismos, ¿en qué punto alcanzaría la biodiversidad la situación crítica que desencadenaría un aluvión de extinciones, que podrían acabar con gran parte de las especies que quedan en la Tierra, entre ellas la humana? Los científicos solo pueden ofrecer conjeturas. “La eliminación de una, dos o cincuenta especies tendría efectos impredecibles —indica Linda Koebner en la obra Zoo Book—. Las extinciones ocasionan cambios aun antes de que entendamos las consecuencias.” Entretanto, “los zoológicos siguen siendo uno de los baluartes más importantes para la defensa de la vida en una guerra de desgaste cuyo alcance es imprevisible, pero de la que nos harán totalmente responsables las generaciones venideras”, dice el libro Zoo—The Modern Ark.
¿Hay, por tanto, alguna razón para tener esperanza? ¿O están condenadas las generaciones futuras a vivir en un mundo de monotonía biológica, con la constante amenaza de la extinción?
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Cuando toda la tierra sea un parque natural¡Despertad! 1997 | 8 de julio
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Cuando toda la tierra sea un parque natural
QUIEN desee conocer a la criatura más peligrosa del planeta no tiene más que mirarse en el espejo. En efecto, ningún depredador es tan destructivo como nosotros, los seres humanos, que llegamos a matarnos a gran escala.
A fin de que la Tierra sea un lugar seguro para la fauna —aun la del zoo, sobre todo si este se convierte en su último refugio—, debe erradicarse el flagelo humano de la guerra. De los 12.000 especímenes del zoológico de Berlín, solo 91 sobrevivieron a la II Guerra Mundial, y en muchos parques los estragos fueron parecidos. Aunque el intrépido personal de los zoológicos evacuó muchos animales durante el reciente conflicto de los Balcanes, perecieron centenares, entre ellos venados, felinos, osos y lobos. El diario The Australian indica que, según las autoridades de Camboya, los jemeres rojos han exterminado deliberadamente multitud de animales exóticos de las junglas. ¿Para qué? Para intercambiar sus pieles y otros productos por armas.
Otra lacra que debe superarse para que la fauna viva segura dentro y fuera del zoo es el vandalismo ecológico, como el que afectó a las apartadas islas Peron, situadas al sudoeste de Darwin (Australia); en un lapso de tres años incendiaron en dos ocasiones el criadero de pelícanos, por lo visto solo por el placer de matar con saña miles de polluelos que aún no volaban.
Sin embargo, en los últimos decenios la mayor pérdida de especies no ha sido fruto de la barbarie, sino del empuje de la creciente población humana desesperada por encontrar un terreno para cultivarlo y edificar su casa. En vista de la incesante reducción de los hábitats y la consiguiente contaminación, el libro The World Zoo Conservation Strategy da esta advertencia: “Las perspectivas para el siglo XXI respecto al ecosistema del planeta no son buenas. Nada indica que vaya a cesar pronto la destrucción que tiene lugar a nivel mundial”.
Dado que cunde la inquietud por el futuro de la Tierra, tal vez parezca pura fantasía pensar en la conversión de todo el planeta en parque natural. Pero esta esperanza tiene una base sólida, pues no se funda en el hombre miope que, como indicó un escritor sobre temas científicos, ni siquiera cincuenta años atrás preveía la crisis ecológica actual, sino en aquel que la predijo, Jehová Dios. Hace más de diecinueve siglos vaticinó que en nuestros tiempos el hombre estaría “arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) Ya que esta profecía se pronunció cuando la población humana era muy pequeña, a muchos contemporáneos pudo parecerles increíble, pero se está cumpliendo con asombrosa exactitud.
Es paradójico que la destrucción ocurra en una época de maravillas científicas y tecnológicas que permiten el seguimiento de las especies amenazadas con microtransmisores y satélites, la medición desde el espacio de la pérdida de pluviselva en metros cuadrados, y el cálculo de la contaminación del aire en millonésimas. Pero, salvo contadas excepciones, el hombre parece incapaz de actuar en consonancia con el torrente de datos. Pudiera comparársele al maquinista de un tren fuera de control que, pese a tener ante sí una consola llena de avanzados artilugios y monitores que le indican todo lo que ocurre, no puede parar.
¿Por qué fracasan las gestiones?
Imagínese que el administrador arrogante y sin escrúpulos de una gran fábrica oye decir al dueño que, en vez de ascenderlo, lo despedirá dentro de unos meses. Presa de la rabia y el rencor, recurre a mentiras, sobornos y turbios manejos para que algunos obreros desestabilicen todo. Con cuidado de no delatarse, averían las máquinas, ralentizan la producción y elaboran artículos defectuosos. Entretanto, los buenos empleados, ajenos a lo que sucede, tratan de subsanar la situación; pero cuanto más se esfuerzan, más empeora.
El vil “administrador” del mundo ha urdido un plan similar contra el hombre y la Tierra. Pero en este caso no hay por qué estar “en ignorancia de sus designios”, pues la Biblia pone al descubierto quién es: un espíritu amargado, Satanás el Diablo, el ángel que se volvió megalómano y ardió en deseos de recibir culto. (2 Corintios 2:11; 4:4.) Dios lo expulsó de su familia celestial y lo condenó a la destrucción. (Génesis 3:15; Romanos 16:20.)
Al igual que el corrupto administrador fabril, el “padre de la mentira” también se vale de un arsenal de artimañas para desfogar su cólera. Odia a Jehová Dios y quiere hacer estragos en Su creación. (Juan 8:44.) Los medios satánicos más poderosos son la propaganda embustera, la codicia, el materialismo y las doctrinas religiosas nocivas. Con ellos ha ‘extraviado a toda la tierra habitada’ y ha convertido a los seres humanos, cuya encomienda era ser custodios del planeta, en los depredadores más implacables, sí, en discípulos del Nemrod de antaño, “poderoso cazador en oposición a Jehová”. (Revelación 12:9, 12; Génesis 1:28; 10:9.)
La única esperanza realista de un parque mundial
Ahora bien, no es imposible vencer a las fuerzas humanas y sobrehumanas que fomentan la extinción. El omnipotente Creador de los seres vivos puede sacarnos de esta vorágine destructiva, y de hecho promete hacerlo mediante su gobierno celestial, que destruirá a los depredadores que arruinan la Tierra. Así lo pedimos cuando oramos: “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”. (Mateo 6:9, 10, Serafín de Ausejo, 1964; Revelación 11:18.)
Si observa, se vincula la venida del Reino a la realización de la voluntad de Dios en la Tierra. La razón es que el Reino es el gobierno divino que administrará la Tierra. Al ser un reino, tiene un monarca: Jesucristo, el “Rey de reyes y Señor de señores”. (Revelación 19:16.) También cuenta con súbditos. En efecto, Jesús dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. (Mateo 5:5.) Estas personas apacibles son sus súbditos terrestres que, con la ayuda del Reino de Dios, cuidarán muy bien de su herencia y la convertirán en un paraíso rebosante de vida. El siguiente comentario del libro The World Zoo Conservation Strategy reviste interés: “El porvenir del ser humano y de la naturaleza solo estará seguro cuando toda la humanidad pueda vivir en una nueva armonía con la naturaleza”.
La historia y la imperfección del hombre denotan la imposibilidad de que “toda la humanidad” actual viva en una “nueva armonía” con la naturaleza, pues prescinde de Jehová. De hecho, una razón por la que Dios ha permitido que dure tanto este mundo es demostrar la futilidad del gobierno autónomo del hombre. Pero los que ansían el reinado de Cristo disfrutarán en breve de inmensa paz. Así lo confirma Isaías 11:9, al tiempo que indica por qué serán los únicos que vivirán en una “nueva armonía” con la naturaleza: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. En efecto, la clave es la educación divina. Y es lógico, pues ¿quién hay más sabio que el Artífice de la Naturaleza?
¿Qué les ocurrirá a quienes persistan en desatender a Jehová? “En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra”, dice Proverbios 2:22. Su beligerancia e indiferencia les costará la vida en la “gran tribulación” que se avecina, mediante la cual Dios dará su merecido a quienes, egoístamente, se obstinen en explotar y destruir su creación. (Revelación 7:14; 11:18.)
¿Le gustaría participar en la rehabilitación de la Tierra? Si así es, estudie la Biblia para saber qué exige Dios de usted. Solo así podrá pensar en sintonía con el Creador. (2 Timoteo 3:16; Hebreos 4:12.) Además, cuando ponga en práctica lo que aprenda, no solo será un mejor ciudadano ahora, sino que demostrará que es, en efecto, una persona de la clase a la que Jehová encomendará la “nueva tierra” que se avecina. (2 Pedro 3:13.)
Tanto los editores de esta revista como la congregación de los testigos de Jehová que le quede más cerca le ayudarán con mucho gusto proporcionándole, si así lo desea, un curso bíblico gratuito o publicaciones que expongan estos asuntos con más detalle.
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