¿Cuál es la solución?
LA SITUACIÓN de los refugiados no es totalmente desesperanzada. En todo el mundo hay organizaciones humanitarias que se esfuerzan por ayudar a quienes han tenido que desplazarse por la guerra y otras dificultades. Una de las principales maneras de ayudarlos es devolviéndolos a sus países de origen.
Los refugiados abandonan su hogar, su comunidad y su país por temor de que los asesinen, torturen, violen, encarcelen, esclavicen, asalten o maten de hambre. Así que, antes de que puedan volver a casa y sentirse seguros allí, deben resolverse los problemas que los obligaron a huir. La falta de ley y orden en su lugar de origen con frecuencia desanima a la gente de regresar a su hogar, incluso cuando se ha puesto fin al conflicto armado. Agnes, una ruandesa refugiada y madre de seis hijos, se expresó así: “Devolvernos a Ruanda equivaldría a enviarnos a la sepultura”.
Con todo, desde 1989 han retornado a su hogar más de nueve millones de refugiados, incluidos los 3.600.000 que volvieron de Irán y Paquistán a Afganistán, y 1.600.000 que regresaron de seis países a Mozambique, nación que quedó deshecha tras dieciséis años de guerra civil.
No es fácil volver. Muchas veces, los países de origen son solamente ruinas: aldeas reducidas a escombros, puentes destruidos y carreteras y campos sembrados de minas. Por consiguiente, cuando los refugiados vuelven no solo tienen que reconstruir desde cero sus vidas, sino sus hogares, escuelas, clínicas y todo lo demás.
Aun así, cuando las llamas de la contienda se apagan en un lugar, permitiendo el retorno de los refugiados, se encienden en otro, lo que provoca nuevos éxodos. Por lo tanto, acabar con el problema de los refugiados exige que primero se resuelvan sus causas: la guerra, la represión, el odio, la persecución y los demás factores que obligan a la gente a huir para salvar su vida.
La situación de los refugiados en el mundo 1995 admite: “La triste realidad es que las soluciones [al problema de los refugiados] dependen en último extremo de factores políticos, militares y económicos que quedan fuera del ámbito de influencia de cualquier organización humanitaria”. La Biblia, por su parte, indica que el remedio está más allá del alcance de cualquier organización terrenal, sea humanitaria o de otro tipo.
Un mundo sin refugiados
Pero sí hay una solución. La Biblia revela que Jehová Dios se interesa en quienes han sido arrancados de su hogar y su familia. A diferencia de los gobiernos del mundo, él tiene el poder y la sabiduría que se necesitan para resolver los complejos problemas que afronta la humanidad. Los solucionará mediante su Reino, el gobierno celestial que pronto tomará el control de los asuntos de la Tierra.
El Reino de Dios reemplazará a los gobiernos humanos. En vez de que haya muchos gobiernos en la Tierra, como sucede ahora, habrá uno solo, que gobernará todo el planeta. La Biblia predice: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.)
Tal vez usted conoce la oración modelo que la Biblia contiene. Está en Mateo 6:9-13, y dice en parte: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. En conformidad con esta oración, el Reino de Dios pronto ‘vendrá’ a realizar el propósito de Dios para la Tierra.
Bajo el dominio amoroso del Reino de Dios, habrá paz y seguridad universales. Nunca más volverán a existir odios y contiendas entre los pueblos y naciones del mundo. (Salmo 46:9.) Jamás volverá a haber millones de refugiados que huyan para salvar su vida o languidezcan en campamentos.
La Palabra de Dios promete que el Rey del Reino de Dios, Cristo Jesús, “librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos”. (Salmo 72:12-14.)
[Ilustración de la página 10]
Pronto, todas las personas se tratarán como hermanos