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  • “Solo había ido a recoger mi correspondencia”
    ¡Despertad! 2011 | junio
    • “Solo había ido a recoger mi correspondencia”

      “JAMÁS olvidaré aquella mañana de lunes en la abarrotada oficina de correos —comenta Andre, un sudafricano de raza blanca que vive en Namibia—. Vi cerca un maletín que parecía no tener dueño, pero no le hice mucho caso; recogí mi correspondencia y me marché en el auto. Apenas habían pasado un par de minutos, cuando escuché una terrible explosión. Después me enteré de que se trataba de una bomba que acababa de estallar a unos pasos de donde yo había estado haciendo fila.

      ”Solo había ido a recoger mi correspondencia, pero saber que murieron despedazadas tantas personas inocentes, entre ellas algunos conocidos míos, me dejó profundamente marcado. Han pasado más de veinticinco años y sigo estremeciéndome al pensar en aquel suceso. A veces vuelven a mi mente las imágenes de la masacre y me hacen recordar lo cerca que estuve de la muerte.”

      Un problema a escala mundial

      Aunque usted tal vez nunca tenga que vivir tan de cerca un ataque como el anterior, seguramente sabrá que este tipo de incidentes se han convertido en algo común por todo el mundo. Cada día son más las personas que recurren a actos violentos —o atentados terroristas, como se les suele llamar— para alcanzar sus objetivos (véase el recuadro “¿Qué define a un terrorista?”, de la siguiente página).

      Según un periodista de investigación, en 1997 “hubo solo cuatro países que experimentaron campañas sistemáticas de atentados suicidas”; en cambio en 2008, “más de treinta países de todos los continentes —salvo Oceanía y la Antártida— sufrieron los devastadores efectos de ese tipo de ataques”. El periodista concluyó que dichas agresiones “se han convertido en el arma de más y más organizaciones, y se vuelven cada vez más mortíferas” (The Globalization of Martyrdom [La globalización de los mártires]).

      Los miembros del grupo que se adjudicó el ataque descrito al comienzo se consideraban luchadores por la libertad y buscaban derrocar al gobierno de su país. Ahora bien, ¿por qué se vale la gente de actos tan atroces para lograr sus fines? Examinemos el caso de Hafeni.

      Hafeni es un zambiano que se crió en campos de refugiados de diversos países vecinos al suyo. Él comenta: “Me enfurecía el trato cruel e injusto al que se sometía a mi familia y a los demás que estaban en la misma situación”. ¿Qué decidió hacer? Unirse al grupo armado al que pertenecían sus padres.

      “Lo más doloroso era el trauma emocional que nos causó vivir como refugiados —continúa recordando Hafeni—. A los niños los arrancaban de sus familias, y cuando llegaban a cierta edad, los mandaban a pelear. Fueron muy pocos los que volvieron. Yo no conocí a mi padre, ni siquiera por foto. Lo único que sabía de él era que había muerto en un enfrentamiento. Aquellas cicatrices no se han borrado.”

      Es obvio que las cuestiones implicadas son complejas. Sin embargo, debemos esforzarnos por comprenderlas mejor, pues nos darán la clave de lo que se necesita para ponerle fin a esta plaga que aflige a la humanidad.

      [Ilustración y recuadro de la página 4]

      ¿QUÉ DEFINE A UN TERRORISTA?

      Según el investigador Mark Juergensmeyer, el uso de la palabra terrorista depende de si uno cree o no que estos actos están justificados. “El uso del término depende [...] de la propia visión del mundo —escribió—: si el mundo se percibe como pacífico, los actos violentos parecen terrorismo. Si el mundo se concibe como un escenario de guerra, los actos violentos pueden considerarse legítimos.”

      Como vemos, el uso del término terrorista suele tener tintes políticos. Existen grupos que se consideran luchadores por la libertad, no terroristas. La escritora Jessica Stern señala que los actos de terrorismo implican 1) acciones dirigidas a la población civil y 2) una exhibición espectacular de violencia encaminada a infundir miedo. Esa es la razón por la que los grupos armados —sean facciones rebeldes o patrocinadas por el gobierno— tienden a emplear este tipo de tácticas.

  • Por qué recurren a la violencia
    ¡Despertad! 2011 | junio
    • Por qué recurren a la violencia

      JOSEBA, que vive en España, decidió unirse a un grupo armado. Cuando se le preguntó la razón, respondió: “No soportaba ya la opresión y las injusticias a las que nos sometían. En la ciudad de Bilbao, la policía acostumbraba allanar nuestros hogares y golpear y arrestar a la gente.

      ”Una mañana me arrestaron a mí por protestar contra sus métodos. Estaba furioso; algo tenía que hacer para remediar la situación, aunque fuera violento.”

      La opresión y el deseo de venganza

      La Biblia no justifica la violencia, pero sí reconoce que “la mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”, es decir, que actúe de manera irracional (Eclesiastés 7:7). Por ejemplo, hay quienes se sienten profundamente indignados por los incesantes atropellos que sufren debido a su raza, religión o nacionalidad.

      Hafeni, de quien hablamos en el artículo anterior, era uno de ellos. Él comenta: “Nos explotaron y nos arrebataron nuestras tierras. Los animales defienden su territorio, ¿no? Pues a mí me parecía natural que defendiéramos el nuestro y que hiciéramos valer nuestros derechos”. Un terrorista suicida, miembro de un grupo armado, dejó este mensaje que se dio a conocer después de su muerte: “Seguiremos en la lucha hasta que dejen de atacarnos con bombas y gases, hasta que dejen de encarcelar y torturar a nuestra gente”.

      Motivaciones religiosas

      Aunque los grupos armados defienden causas muy diversas, es cada vez más común que el móvil sea la religión. El jefe de Estado de una potencia mundial recibió el siguiente fax del vocero de un grupo armado: “No somos unos locos ni tenemos sed de poder. Estamos al servicio de Dios, y por eso es tan inflexible nuestra postura”.

      Daniel Benjamin y Steven Simon escribieron en su libro The Age of Sacred Terror (La era del terrorismo sagrado): “En este mundo crecientemente religioso, son cada vez más los feligreses de las grandes confesiones y de las sectas nacientes que están convirtiendo la violencia en su principal doctrina”. Magnus Ranstorp, otro investigador que ha documentado una buena cantidad de “espectaculares actos de terrorismo por todo el planeta”, observó: “Existe una convicción común a todos los atacantes: la idea de que están actuando con el beneplácito, e incluso por mandato, de Dios”.

      Cabe notar, sin embargo, que la visión extremista de muchos grupos armados de orientación religiosa no coincide con las enseñanzas y los valores tradicionales de la religión que profesan.

      Corazones dominados por el odio

      Joseba, mencionado antes, fue víctima de terribles maltratos tras su arresto. Él recuerda: “Las crueldades que sufrí me convencieron de que mi odio estaba justificado. Si tenía que morir para cambiar las cosas, bien valdría la pena”.

      A menudo, las razones para recurrir a la violencia cobran más peso debido al adoctrinamiento de los grupos armados. Hafeni reconoce: “En los campos de refugiados se organizaban mítines donde nos inculcaban que los blancos se la pasaban buscando maneras de dominar a los negros”. ¿Cómo influyó esto en él?

      “Sentía que iba creciendo mi odio por los blancos —añade Hafeni—. No había uno solo en el que yo confiara. Con el tiempo, el sentimiento se hizo irrefrenable y decidí que había llegado el momento de actuar.”

      Como vemos, las posturas de Joseba y de Hafeni eran categóricas, y su odio y desconfianza estaban muy arraigados. No obstante, sucedió algo que caló hasta lo más profundo de su mente y corazón y logró transformarlos. El siguiente artículo nos dirá qué fue.

      [Comentario de la página 6]

      “Las crueldades que sufrí me convencieron de que mi odio estaba justificado. Si tenía que morir para cambiar las cosas, bien valdría la pena.” (Joseba)

  • ¿Se librará el mundo del terrorismo?
    ¡Despertad! 2011 | junio
    • ¿Se librará el mundo del terrorismo?

      “EL OBJETIVO debe ser ganar sus mentes y corazones.” Esa es la conclusión a la que llegó un estudio efectuado durante veinte años sobre el perfil psicológico de los llamados terroristas.

      Pero ¿realmente habrá algo que pueda cambiar la mente y el corazón de una persona que ha estado involucrada de lleno en actos violentos y vengativos?

      Un libro capaz de transformar el corazón

      Durante la década de 1990, Hafeni se dio a la tarea de examinar sus creencias religiosas, así que consiguió una Biblia. Él comenta: “Empecé por leer los Evangelios [los libros escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan], los cuales narran la vida de Jesús. Enseguida me sentí cautivado por la personalidad de Jesús y por su manera amable e imparcial de tratar a quienes lo rodeaban. Me llegó al corazón”.

      Al avanzar en su lectura, hubo otro pasaje que hizo mella en él: Hechos 10:34 y 35. Allí leemos: “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”.

      “Me di cuenta —continúa Hafeni— de que la gente es la responsable de los odios tribales, el nacionalismo y los prejuicios raciales. Además aprendí que el mensaje de la Biblia puede cambiar la forma de pensar de las personas y que no hay nada más importante en la vida que tener una buena relación con Dios, ni siquiera luchar a favor de la gente de cierta tribu, raza o color.”

      Joseba, citado en el artículo anterior, lideró un pequeño comando que planeaba volar un cuartel de policía. “Sin embargo, justo antes de llevar a cabo el plan —cuenta él— me arrestaron y pasé dos años en prisión.” Posteriormente, su esposa, Luci, comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, y con el tiempo él se unió a ella.

      “Cuando aprendí quién era en realidad Jesús, decidí que quería ser como él —recuerda Joseba—. Unas palabras suyas que me dejaron muy impresionado se encuentran en Mateo 26:52: ‘Todos los que toman la espada perecerán por la espada’. ¡Qué gran verdad! Si matas a alguien, lo único que lograrás es que su familia te odie y busque vengarse. La violencia solo engendra violencia, no un mundo mejor.” Como vemos, Joseba empezó a modificar su forma de pensar.

      Tanto Hafeni como Joseba descubrieron de primera mano la capacidad transformadora de la Biblia. Bien lo dice Hebreos 4:12: “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder”, y puede discernir las “intenciones del corazón”. Ese poder ha ayudado a incontables personas a corregir su actitud y conducta. Pero ¿existe unidad mundial entre quienes obedecen sin reservas los principios bíblicos?

      Una hermandad fundada en el amor

      Cuando Hafeni comenzó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová, quedó muy impresionado por la paz que observó entre personas de distinta raza. Él dijo: “¡Qué increíble fue estar sentado entre personas blancas! ¡Cuándo me iba a imaginar yo que acabaría llamando hermano a un blanco! Eso terminó de convencerme de que los Testigos tienen la religión verdadera, pues vi entre ellos la unidad que tanto ansiaba, así como un amor auténtico que superaba las barreras raciales”.

      Jesús indicó que sus discípulos se distinguirían por el amor que se tendrían entre sí (Juan 13:34, 35). Además, se negó a mezclarse en los conflictos políticos del mundo y les dijo a sus seguidores: “Ustedes no son parte del mundo” (Juan 6:15; 15:19; Mateo 22:15-22). Así es: el amor y la neutralidad eran marcas distintivas de los cristianos verdaderos en aquel entonces y lo siguen siendo en este siglo XXI.

      Las enseñanzas de Jesús en acción

      Ahora bien, ¿puede el amor vencer a las fuerzas divisivas que producen el terrorismo? Porque cuando surgen diferencias políticas, la lealtad a la etnia, a la raza o a la nación da lugar a terribles enfrentamientos, ya sea entre individuos o países.

      Por ejemplo, el orgullo nacionalista impulsó a Gavrilo Princip a asesinar en 1914 al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio austrohúngaro. Princip era miembro de una agrupación conocida como La Mano Negra, cuya constitución establecía que para alcanzar sus objetivos era preferible “recurrir a la lucha revolucionaria que a la lucha cultural”. Este asesinato fue el detonante de un conflicto entre naciones supuestamente cristianas, el cual desembocó en la primera guerra mundial y provocó la muerte de millones de soldados que afirmaban ser seguidores de Cristo, el “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

      Una vez terminada la guerra, Harry Emerson Fosdick, destacado pastor protestante, denunció a los líderes “cristianos” por no motivar a sus feligreses a seguir el ejemplo de Jesús. “Nos hemos dedicado a criar soldados”, aseveró, tras lo cual añadió: “Hemos convertido en héroes a nuestros guerreros e incluso hemos izado las banderas de la guerra en nuestras iglesias”. Y remató: “Con la misma boca hemos alabado al Príncipe de Paz y hemos glorificado la guerra”.

      En cambio, un estudio sociológico publicado en 1975 declaró: “Los testigos de Jehová han mantenido la misma postura pacífica de ‘neutralidad cristiana’ a lo largo de dos guerras mundiales y de los subsiguientes conflictos militares surgidos durante el período de la ‘guerra fría’”. A pesar de que sufrieron agresiones y fueron encarcelados, “nunca respondieron con violencia”. El estudio concluyó: “Las doctrinas de los testigos de Jehová se fundamentan en su convicción de que la Biblia es la palabra inspirada de Dios”.

      El valor de poner en práctica los principios de la Biblia

      Un ex primer ministro de Bélgica recibió de un vecino el libro El hombre más grande de todos los tiempos, que trata sobre la vida de Jesús.a Su contenido lo conmovió tanto que le escribió a su vecino una nota de agradecimiento, la cual decía en parte: “No me cabe duda de que si la gente se interesara más en el mensaje del Evangelio y llevara a la práctica las enseñanzas de Jesucristo, el mundo sería totalmente distinto”.

      Y añadió: “No sería necesario un Consejo de Seguridad; tampoco habría atentados terroristas, y desaparecería la violencia”. Sin embargo, exclamó: “¡Lástima que sea solo una ilusión!”. Pero ¿en verdad lo es? Aun hoy día, en este mundo sumido en la violencia, la Biblia ha enseñado a personas de toda condición a rechazar el uso de la violencia y a superar la amargura y el rencor provocados por décadas de derramamiento inútil de sangre.

      Andre —de quien ya dijimos que estuvo a punto de morir en una explosión que mató a varios amigos suyos— aprendió que la Biblia aconseja perdonar liberalmente, y se aplicó el consejo (Colosenses 3:13). Por su parte, Hafeni —quien años después de aquel atentado se unió al grupo que lo había perpetrado— empezó a poner en práctica los principios bíblicos y renunció a la violencia (Salmo 11:5). Ahora, los dos son testigos de Jehová y trabajan lado a lado en una oficina de traducción de los Testigos en África.

      Confianza en un futuro seguro

      El estudio de la Biblia les ha dado a millones de personas de todo el mundo razones para confiar en un futuro seguro. Veamos un caso. Andre estaba hablando con un vecino sobre el justo nuevo mundo que promete la Biblia (Isaías 2:4; 11:6-9; 65:17, 21-25; 2 Pedro 3:13). De pronto, un grupo de soldados con rifles automáticos rodearon la casa y le ordenaron que saliera para interrogarlo. Cuando se enteraron de que era maestro de la Biblia y de que su vecino lo tenía en alta estima, se marcharon.

      Andre acababa de explicar que Dios intervendrá en los asuntos humanos, tal como hizo en los días de Noé, cuando “la tierra se llenó de violencia” (Génesis 6:11). En aquel entonces, Dios eliminó a la sociedad humana mediante un diluvio, aunque conservó con vida al pacífico Noé y a su familia. Jesucristo aseguró: “Así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre” (Mateo 24:37-39).

      Jesús, “el Hijo del hombre”, ha sido designado por su Padre para encabezar el gobierno celestial conocido como el Reino de Dios. Acompañado de ejércitos celestiales, erradicará en breve la violencia de la Tierra (Lucas 4:43). Bajo su reinado celestial, “triunfará la justicia y habrá una paz firme”, y él protegerá a sus súbditos “contra la explotación y la violencia” (Salmo 72:7, 14, Martín Nieto).

      Entonces, todos los que aman la justicia y reconocen la autoridad real de Jesús tendrán la oportunidad de ver la Tierra convertida en un pacífico paraíso (Lucas 23:42, 43). La Biblia promete que habrá “paz y justicia en los montes y colinas para todo el pueblo” (Salmo 72:1-3, La Palabra de Dios para Todos).

      ¿Le gustaría vivir en un mundo gobernado por un rey de esa clase? En ese mundo, el terrorismo será cosa del pasado.

      [Nota]

      a Editado por los testigos de Jehová.

      [Comentario de la página 7]

      Tanto Hafeni como Joseba descubrieron de primera mano la capacidad transformadora de la Biblia

      [Comentario de la página 9]

      “Si la gente [...] llevara a la práctica las enseñanzas de Jesucristo, el mundo sería totalmente distinto. No sería necesario un Consejo de Seguridad; tampoco habría atentados terroristas, y desaparecería la violencia.” (Un ex primer ministro de Bélgica)

      [Ilustración de la página 8]

      Al aplicar los principios de la Biblia, Hafeni y Andre aprendieron a amarse de corazón

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