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El nuevo terrorismo¡Despertad! 2001 | 22 de mayo
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El nuevo terrorismo
La última vez que esta revista sacó en portada el tema del terrorismo empleó la típica imagen de unos asesinos encapuchados portando sus armas, con una potente explosión de fondo. Pero hoy el cuadro ha cambiado.
DURANTE el crepúsculo, un convoy de camiones sin logotipos se mueve silenciosamente por la urbanización y termina estacionándose cerca de un colegio. Enseguida atraviesa por entre los setos un equipo de cuatro hombres con máscaras antigás y trajes protectores. Estos especialistas solo saben que durante un encuentro deportivo se ha detonado en el estadio escolar un pequeño artefacto y que las emanaciones han enfermado a muchos espectadores. Auxiliados por el personal de emergencias local, penetran con cuidado en la zona contaminada para averiguar lo sucedido. ¿Qué habrá liberado la explosión? ¿Ántrax, gas neurotóxico...?
Pertrechados con instrumentos de análisis químico, se dirigen lentamente al campo de deportes. Luego pasan a un pequeño cuarto donde localizan los restos del explosivo. Tienen entre manos una misión delicada, en la que han de manipular tanto diminutos equipos detectores como objetos pesados.
Las máscaras no tardan en empañarse. Es una labor extenuante, hasta para un equipo bien preparado. Al cabo de diez minutos ya han identificado los residuos. “Positivo en la prueba del ántrax”, dice el químico que los acompaña.
La nueva imagen del terror
La operación que acaba de describirse no fue tan peligrosa como parece. Se trataba solo de un simulacro, que se realizó en el norte del estado de Nueva York, con el fin de poner a prueba la reacción del equipo ante un atentado con gas. Era un grupo especial, uno de los recién formados Equipos de Apoyo Civil contra las Armas de Destrucción Masiva, cuya misión es evaluar la extensión y gravedad de los ataques terroristas de nuevo cuño. Para ello deben determinar si se han empleado microbios, productos químicos o material radiactivo.
Este equipo es uno de los muchos que se han formado en el mundo para afrontar los retos y amenazas del terrorismo.a Todo indica que en los últimos años han aumentado las acciones de grupos independientes o individuos extremistas. Muchos ataques se dirigen, todavía, contra instalaciones militares y embajadas; otros atentan contra blancos más desprotegidos, como sistemas de transporte, centros deportivos, calles transitadas, hoteles y lugares turísticos.
Porter Goss, presidente del Servicio de Información de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, corrobora que ha habido un cambio: “Estamos adaptando nuestra percepción del terrorismo a la nueva realidad. Ayer lo patrocinaban los gobiernos y hoy, cada vez más, los promotores de alguna causa”.
El nuevo terrorismo engloba actos y estrategias más difíciles de prevenir o combatir. Un creciente número de activistas se vale de las nuevas tecnologías y obtiene financiación privada. “Las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones, así como las conexiones con la delincuencia organizada, dificultan la lucha antiterrorista”, señala USA Today. Los nuevos atentados se dirigen contra nuevos objetivos, lo que obliga a los reporteros y analistas a acuñar términos como “ciberterrorismo”, “bioterrorismo” y “ecoterrorismo”.
¿Qué amenaza representa el nuevo terrorismo internacional? ¿Pone en peligro nuestra seguridad personal? ¿Tiene remedio esta plaga? Los siguientes artículos arrojan luz sobre estas cuestiones.
[Nota]
a Las opiniones sobre qué es el terrorismo son muy diversas. Por ejemplo, en los países desgarrados por las luchas intestinas tal vez se considere que los actos violentos que comete una facción contra la otra son medidas bélicas o terroristas, según el lado al que se pregunte. En esta serie de artículos se emplea por lo general el término terrorismo para referirse a la violencia como medio de coacción.
[Recuadro y mapa de las páginas 4 y 5]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Un decenio de terrorismo
1. Buenos Aires (Argentina)
17 de marzo de 1992
Un coche bomba demuele la Embajada israelí. Muertos: 29. Heridos: 242
2. Argel (Argelia)
26 de agosto de 1992
Explota una bomba en el aeropuerto internacional. Muertos: 12. Heridos: al menos 128
3. Nueva York (Estados Unidos)
26 de febrero de 1993
Extremistas religiosos detonan un potente explosivo bajo el World Trade Center. Muertos: 6. Heridos: cerca de 1.000
4. Matsumoto (Japón)
27 de junio de 1994
Miembros del movimiento Aum Shinrikyo rocían con el mortífero gas sarín una urbanización. Muertos: 7. Heridos: 270
5. Tokio (Japón)
20 de marzo de 1995
Miembros de Aum Shinrikyo introducen en el metro de Tokio seis paquetes que liberan gas sarín. Muertos: 12. Heridos: más de 5.000
6. Oklahoma (Estados Unidos)
19 de abril de 1995
Explota una furgoneta bomba en un edificio federal. Se acusa a un grupo de extrema derecha. Muertos: 168. Heridos: más de 500
7. Colombo (Sri Lanka)
31 de enero de 1996
Terroristas étnicos hacen chocar contra un banco un camión cargado de explosivos. Muertos: 90. Heridos: más de 1.400
8. Londres (Inglaterra)
9 de febrero de 1996
Terroristas irlandeses detonan una bomba en un estacionamiento. Muertos: 2. Heridos: más de 100
9. Jerusalén (Israel)
25 de febrero de 1996
Estalla una bomba humana suicida en un autobús. Se sospecha de extremistas religiosos. Muertos: 26. Heridos: unos 80
10. Dhahran (Arabia Saudí)
25 de junio de 1996
Junto a una urbanización del ejército estadounidense explota un camión cisterna de combustible. Muertos: 19. Heridos: 515
11. Phnom Penh (Camboya)
30 de marzo de 1997
Se lanzan cuatro granadas contra una manifestación. Muertos: 16. Heridos: más de 100
12. Coimbatore (India)
14 de febrero de 1998
Bombas detonadas por militantes religiosos. Muertos: 43. Heridos: 200
13. Nairobi (Kenia) y Dar es Salaam (Tanzania)
7 de agosto de 1998
Atentados con bombas contra las embajadas de Estados Unidos. Muertos: 250. Heridos: más de 5.500
14. Colombia
18 de octubre y 3 de noviembre de 1998
Un ataque con bombas contra un oleoducto y otro con misiles. Muertos: 209. Heridos: más de 130
15. Moscú (Rusia)
9 y 13 de septiembre de 1999
Dos grandes explosiones destrozan dos bloques de apartamentos. Muertos: 212. Heridos: más de 300
[Reconocimientos]
Fuente: Centro Interdisciplinario, Herzliya (Israel)
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Victor Grubicy/Sipa Press
[Ilustración y recuadro de la página 6]
Ciberataques
Marzo de 1999. Las computadoras del Pentágono se ven sometidas al asedio organizado de intrusos. Todos los días, el Departamento de Defensa registra entre 60 y 80 ataques cibernéticos.
Mediados de 1999. En un plazo de tres meses, los piratas informáticos contrarios al gobierno de Estados Unidos accedieron de forma ilegal a las páginas electrónicas del Senado, la Oficina Federal de Investigación, el Ejército, la Casa Blanca y varios departamentos ministeriales.
Enero de 2000. Durante el año anterior, las empresas de todo el mundo dedicaron 12.100 millones de dólares a combatir el “terrorismo económico” realizado mediante los virus informáticos.
Agosto de 2000. En el Reino Unido, un intruso penetró en sitios virtuales de una agencia oficial y de las autoridades locales.
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Ante la amenaza del terrorismo¡Despertad! 2001 | 22 de mayo
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Ante la amenaza del terrorismo
A FINALES de la década de 1980, el terrorismo parecía hallarse en retroceso. Sin embargo, ha resurgido en una nueva modalidad, cuyos perpetradores son por lo general extremistas que cuentan con sus propias redes de financiación —narcotráfico, negocios privados, fortunas personales, donaciones y apoyo económico local— y actúan con la misma saña de siempre.
En los últimos años se ha multiplicado esta barbarie: en el World Trade Center de Nueva York se provocó una explosión que mató a seis personas y lesionó a un millar. Una secta soltó sarín (gas neurotóxico) en el metro de Tokio, lo que provocó la muerte de doce ciudadanos e hirió a más de cinco mil. Valiéndose de una furgoneta bomba, un atacante demolió un edificio federal en la ciudad de Oklahoma; el siniestro arrojó un saldo de 168 muertos y cientos de heridos. Como indican las páginas 4 y 5, los actos de esta índole han proseguido hasta nuestro día.
Por regla general, los atentados se realizan ahora con menos miramientos que antes. Según fuentes fidedignas, el acusado de la explosión de Oklahoma dijo que quería llamar la atención con “un gran número de víctimas”. El cabecilla del grupo que en 1993 colocó la bomba en el World Trade Center pretendía que una de sus dos torres se desplomara sobre la otra para matar a los ocupantes de ambas.
Otra novedad es la gama de armas de que disponen estos criminales. Louis R. Mizell, hijo, experto en materia de terrorismo, comentó: “Vivimos en una era de furia inconcebible y apocalípticos arsenales: nucleares, químicos y biológicos”. Ahora los extremistas causan mayor impacto utilizando instrumentos tecnológicos más letales.
Ataques con ceros y unos
El “ciberterrorismo” recurre a la informática y otros adelantos. Entre sus armas figuran los virus de computadora, que eliminan datos o congelan sistemas, y las “bombas lógicas”, que llevan a las máquinas a iniciar operaciones imposibles, de modo que funcionan mal. Dado que la economía y la seguridad de las naciones dependen cada vez más de las redes telemáticas, se ha extendido la opinión de que el público está más expuesto a estos actos terroristas. Aunque la mayoría de los ejércitos disponen de medios para mantener las comunicaciones incluso durante una guerra atómica, los sistemas civiles —de electricidad, transporte y bolsa— pudieran ser más vulnerables al sabotaje.
Años atrás, si un activista quería provocar un apagón en una ciudad como Berlín, tal vez se infiltrara como trabajador en una compañía de servicios públicos a fin de sabotear la red eléctrica. Pero ahora se afirma que un hábil pirata informático podría generar el corte de luz desde su propia casa, situada en una aldea al otro lado del mundo.
No hace mucho, un pirata informático accedió desde Suecia a una red de computadoras de Florida y logró que un sistema de emergencias estuviese fuera de servicio por una hora, lo que entorpeció la actuación de la policía, los bomberos y las ambulancias.
“En esencia, hemos creado una aldea mundial sin agentes de seguridad”, indicó Frank J. Cilluffo, director del Equipo Operativo contra la Guerra Informática, adscrito al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. En 1997, Robert Kupperman, uno de los principales consejeros de dicho centro, declaró que si los activistas decidían usar técnicas ultramodernas, “ninguno de los organismos públicos existentes conseguiría hacer frente a las repercusiones del ataque”.
Algunos analistas creen que el ciberterrorismo dispone de medios tecnológicos que le permiten burlar cualquier protección a la que recurran las fuerzas de seguridad. “Un adversario capaz de implantar el virus preciso o de acceder al terminal adecuado puede ocasionar enormes daños”, señaló George Tenet, director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
Armas químicas y bacteriológicas
También suscita inquietud el armamento químico y biológico. A principios de 1995, el mundo quedó horrorizado al enterarse del ataque con gas venenoso en el metro de Tokio, atribuido a una secta apocalíptica.
“El terrorismo ha cambiado —señala Brad Roberts, del Instituto de Análisis para la Defensa—. El objetivo de los perpetradores tradicionales era obtener concesiones políticas, mientras que el fin declarado de algunos grupos actuales es ocasionar matanzas. De ahí la seducción de las armas biológicas.” ¿Resulta difícil conseguirlas? Responde la revista Investigación y Ciencia: “Un fermentador de cerveza, un medio de cultivo con proteínas, una máscara de gas y un traje de plástico bastan para cultivar billones de bacterias, con un riesgo relativamente pequeño para los manipuladores”. Una vez preparados los gérmenes, no es muy difícil esparcirlos. Las víctimas tal vez no sepan que sufrieron un atentado sino hasta uno o dos días después, cuando pudiera ser ya muy tarde.
Se cree que el ántrax tiene muchas probabilidades como arma biológica. Su nombre proviene del término griego para carbón, en alusión a las costras negras que suelen formarse en las úlceras cutáneas de las personas que se contagian por contacto con animales. Lo que más preocupa a los planificadores de la defensa son las infecciones que ocasiona la inhalación de esporas de ántrax. Esta enfermedad tiene un alto índice de mortalidad en el ser humano.
¿En qué radica su efectividad como arma biológica? En que el bacilo es fácil de cultivar y muy resistente. Las víctimas tardan varios días en manifestar los primeros síntomas: fatiga y malestar propios de un proceso gripal. Luego vienen la tos y leves molestias pectorales. Finalmente, pueden producirse graves problemas respiratorios, estado de choque e incluso la muerte en pocas horas.
¿Disponen de armas nucleares?
Tras la disolución de la URSS se planteó la posibilidad de que se robaran y vendieran ilegalmente armas nucleares. Pero muchos especialistas la consideran poco probable. Según Kupperman, antes citado, “no hay pruebas de que ningún grupo terrorista haya tratado de adquirir material atómico”.
Más inmediata es la preocupación por un pariente de la bomba capaz de matar sigilosamente: el material radiactivo, que, sin explotar ni emitir calor, destruye las células. Las más vulnerables son las de la médula ósea, cuya muerte desata una reacción en cadena que incluye hemorragias y colapso del sistema inmunológico. Mientras que las armas químicas se degradan en contacto con el oxígeno y la humedad, el material radiactivo sigue siendo nocivo durante años.
Sirva para ilustrar la peligrosidad de la radiación el accidente ocurrido en Goiânia, ciudad situada al sur del área central de Brasil. En 1987, un hombre vio un aparato médico con un envase de plomo que contenía cesio 137. Lo abrió tan tranquilo y, fascinado por el luminoso resplandor azul de la “piedra”, se la enseñó a sus amigos. Al cabo de una semana llegaron las primeras víctimas al centro sanitario. Se examinaron los niveles de radiación de miles de ciudadanos. Los resultados finales fueron 100 enfermos, 50 hospitalizados y 4 muertos. Los investigadores no quieren ni pensar en qué habría sucedido de haberse dispersado el cesio a propósito.
El costo astronómico
Aunque la consecuencia más evidente del terrorismo es la pérdida de vidas, tiene implicaciones más extensas, ya que puede arruinar —o por lo menos demorar— el proceso de paz en los puntos más problemáticos del globo. Suscita conflictos, los prolonga y los encona, además de acelerar el ciclo de la violencia.
También incide en las economías nacionales. Las administraciones se ven obligadas a dedicar una enorme cantidad de tiempo y recursos a combatirlo. Por ejemplo, tan solo en Estados Unidos se presupuestaron más de 10.000 millones de dólares para la lucha antiterrorista durante el año 2000.
Nos percatemos de ello o no, el terrorismo repercute en la vida de todos. Influye en nuestros viajes: cómo los hacemos y qué opciones seleccionamos. Obliga a los países de todo el mundo a dedicar buena parte del dinero del contribuyente a proteger a las figuras públicas, las instalaciones importantes y los ciudadanos.
Por consiguiente, persiste la pregunta: ¿hay algún remedio duradero contra este azote? Analizaremos esta cuestión en el próximo artículo.
[Ilustración y recuadro de la página 7]
Terrorismo en nombre de la ecología
El terror adopta una nueva modalidad, el llamado “ecoterrorismo”. “En nombre de la defensa del medio ambiente y los seres vivos —indicó el periódico The Oregonian—, se recurre a incendios, bombas y sabotajes.” Tan solo en el oeste de Estados Unidos, esta ha sido la motivación de más de cien ataques perpetrados desde 1980, que han supuesto pérdidas por valor de 42,8 millones de dólares. Con estos atentados se pretende, entre otros fines, poner coto a la tala de árboles, a las actividades recreativas en el mundo natural, y a la utilización de los animales en las industrias peletera y alimentaria, o en los laboratorios.
Son actos catalogados de terroristas, pues sus perpetradores se valen de la violencia para tratar de imponer cambios en la conducta de individuos e instituciones, así como en la política pública. Atacando objetivos lejanos, a menudo de noche, y casi sin dejar más huellas que las ruinas calcinadas, los ecoterroristas evitan ser descubiertos. Los delitos cometidos en nombre del medio ambiente solían tener impacto local y no recibían amplia cobertura. Pero en los últimos años se han atacado blancos mucho mayores. “Estos grupos pretenden llamar la atención a su causa a fin de conseguir el cambio —señaló el agente especial James N. Damitio, avezado investigador del Servicio Forestal de Estados Unidos—, y si no logran la publicidad deseada, prueban con otras medidas.”
[Ilustración y recuadro de la página 10]
El terrorismo y las noticias
“Quienes recurren al terror, sea para adelantar su causa o para fomentar la desestabilización, ven en la publicidad tanto un fin principal como un arma —dice Terry Anderson, reportero a quien unos activistas tuvieron cautivo en el Líbano durante casi siete años—. [...] El terrorista obtiene su primera victoria al lograr que se anuncie el secuestro político, el asesinato o la explosión que haya perpetrado, atrocidades que pierden sentido si no atraen la atención del mundo.”
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
1. Atentado suicida con bomba en Jerusalén (Israel).
2. Terroristas étnicos detonan una bomba en un banco de Colombo (Sri Lanka).
3. Un coche bomba explota en Nairobi (Kenia).
4. Familiares de las víctimas de una explosión en Moscú (Rusia)
[Reconocimientos]
Heidi Levine/Sipa Press
A. Lokuhapuarachchi/Sipa Press
AP Photo/Sayyid Azim
Izvestia/Sipa Press
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El fin cercano del terrorismo¡Despertad! 2001 | 22 de mayo
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El fin cercano del terrorismo
ENTRE sus objetivos puede figurar un autobús de Jerusalén, un edificio federal de Oklahoma o un bloque de apartamentos de Moscú. Aunque con tales atentados traten de transmitir un mensaje rotundo a determinados líderes —sean políticos, militares o económicos—, no suele observarse relación directa entre las causas que defienden y los blancos que atacan, constituidos en muchos casos por ciudadanos de a pie. Entonces, ¿por qué recurren los extremistas a tales medidas?
La motivación del terror
Los activistas actúan de forma sistemática, premeditada y calculada. Su fin principal no es acumular muertos y heridos. Semejante carnicería no es más que un medio para lograr su propósito, un elemento que contribuye al clima de conmoción y miedo con que pretenden socavar la autoridad y lograr que se escuche su causa. Veamos algunos factores que subyacen tras estos actos de violencia.
El odio. “El terrorismo [...] se nutre del odio —indicó Louis J. Freeh, director de la Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos—. Quienes abrigan tal hostilidad tienen una imagen del mundo coloreada por el fanatismo, oscurecida por la conspiración y enmarcada en la ignorancia.”
La opresión. “Sin duda, hay líderes de grupos y de naciones cuyo objetivo irracional es la aniquilación de otras culturas —dice Stephen Bowman en su libro When the Eagle Screams (Los gritos del águila)—, pero también es evidente que buena parte de los actos terroristas son fruto de la desesperación.”
La frustración. “En muchos casos, [...] el motivo principal del activista es la auténtica frustración que le provoca la inamovilidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales”, dice el editor del libro Urban Terrorism (Terrorismo urbano).
La injusticia. “El terrorismo es síntoma de un problema, y no la causa como tal —señala Michael Shimoff en su ensayo “La política del terrorismo”—. [...] Nuestra meta a largo plazo debe ser la eliminación de sus causas sociopolíticas. [...] A la par que adoptamos medidas antiterroristas, debemos fomentar con ahínco la libertad, la dignidad, la justicia y los valores humanitarios. Solo cuando estos grandes esfuerzos den fruto, podremos prescindir de las operaciones encaminadas a defendernos del terrorismo y contraatacarlo.”
Tanto las causas como la historia del terrorismo demuestran la veracidad de esta máxima bíblica: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). Las Escrituras predijeron incluso la existencia de características sociales propicias a este tipo de violencia: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, [...] sin [...] cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo” (2 Timoteo 3:1-4).
Lo cierto es que ninguna gestión humana, por sincera que sea, logrará atajar las causas de esta lacra. Con todo realismo, la Biblia señala: “Al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). No obstante, aunque el hombre sea incapaz de erradicar el terrorismo, no ocurre así con Dios.
El remedio
Quienes vivan frustrados a causa de los atropellos y la opresión que han sufrido pueden consolarse con esta fidedigna promesa de la Biblia: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella” (Proverbios 2:21, 22).
Esta promesa divina se cumplirá en breve. Se encargará de ello el Gobernante que Dios ha establecido, el Rey entronizado Jesucristo. De él profetizan las Escrituras: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra” (Isaías 11:3, 4).
En efecto, el Hijo de Dios, Jesucristo, eliminará en el futuro cercano la injusticia, así como a los culpables de que exista. En su nuevo sistema, Dios hará que reine la justicia y que queden en el pasado el terrorismo y cualquier otro tipo de violencia. Todos los habitantes de la Tierra vivirán seguros, sin miedo a sufrir daño alguno (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).
[Ilustración de la página 12]
La Biblia promete que Dios eliminará en breve la opresión y todo tipo de injusticia
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