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    ¡Despertad! 1990 | 8 de enero
    • “Vagabundean en grupo por las calles, duermen en grandes tuberías, en los sótanos de edificios abandonados infestados de ratas, o amontonados en las esquinas de las calles. En lugar de una cama, tienen tiras de periódico, en lugar de ropa, meros harapos. Se pasan la vida robando —no solo a los transeúntes, sino también unos a otros—, prostituyéndose y cometiendo delitos menores.” ¿De quién estamos hablando? La revista Time dice que son niños vagabundos que viven en una gran ciudad latinoamericana, street children, como se les llama en inglés. No obstante, podría tratarse de jóvenes sin hogar de casi cualquier ciudad del mundo. Hay millones de ellos, y aumentan en número a un ritmo desenfrenado.

  • Los niños sin hogar. ¿De quién es la culpa?
    ¡Despertad! 1990 | 8 de enero
    • Los niños sin hogar. ¿De quién es la culpa?

      Por el corresponsal de ¡Despertad! en Brasil

      UNA noche Francisco lleva a su mujer y a sus hijos a la pizzería del barrio. En el aparcamiento, un niño andrajoso se ofrece para vigilar el automóvil mientras la familia disfruta de la comida. Tan pronto como salen del restaurante, el niño alarga la mano para recibir unas monedas por su servicio. En las calles de la ciudad, niños como él luchan por ganarse el sustento hasta ya adentrada la noche. No tienen prisa por llegar a casa, pues las calles son su casa.

      A LOS niños sin hogar se les considera los parias de la sociedad y se les ha apodado “hijos de nadie” o “niños desechables”. La cantidad de niños que viven en esas condiciones es verdaderamente espantosa, pues es posible que ascienda a 40 millones. No obstante, aunque es difícil de conseguir la cifra exacta, es lamentable que todos los entendidos en este campo concuerden en que el problema está aumentando en todo el mundo, sobre todo en Latinoamérica. A pesar de resultar tan lastimoso ver a niños sin hogar acurrucados en los portales o mendigando dinero, para la sociedad solo son cifras frías en una lista de víctimas ante la que se encoge de hombros y sigue adelante. Pero la sociedad ya no puede permitirse el lujo de seguir haciendo eso. Según la UNICEF (Fondo Internacional de las Naciones Unidas para el Socorro a la Infancia), el 60% de los jóvenes sin hogar cuyas edades oscilan entre los ocho y los diecisiete años de edad utilizan sustancias alucinógenas, el 40% toman bebidas alcohólicas, el 16% son drogadictos y el 92% fuman. Y como no están preparados para desempeñar ningún trabajo, suelen sobrevivir mediante la mendicidad, el robo o la prostitución. Al crecer como “hijos de nadie” corren el peligro de convertirse en personas fuera de la ley y esas personas son una amenaza para la seguridad de cualquier comunidad.

      El periódico brasileño O Estado de São Paulo informó lo siguiente respecto a una banda de niños sin hogar: “No tienen familia, parientes ni esperanza para el futuro. Viven cada día como si fuese el último. [...] Los niños [...] no pierden tiempo: en cuestión de segundos, se apoderan del reloj de pulsera de un adolescente, le arrancan de un tirón a una mujer la cadena que lleva en el cuello y le quitan a un anciano lo que lleva en el bolsillo. Tampoco pierden tiempo al desaparecer entre la gente. [...] Los menores empiezan a tener relaciones sexuales a temprana edad. Niñas de once años y niños de doce inician relaciones amorosas y al cabo de uno o dos meses las rompen con la misma facilidad con que las comenzaron”.

      Por qué viven en las calles

      No resulta fácil ayudar a los niños sin hogar. Un informe indicó que el 30% de ellos estaban tan asustados que no quisieron dar ninguna información a las autoridades respecto a sus antecedentes, ni siquiera su nombre. Pero, ¿por qué viven en las calles? ¿Pudiera deberse a que desean ser independientes? Este era el caso de un joven brasileño que dijo que no volvería a su casa porque su padre no le dejaba hacer lo que quería. No obstante, según el periódico mexicano El Universal, la razón principal por la que hay niños que viven en las calles es que sus padres los abandonan. De modo que el fracaso matrimonial influye en buena medida en el aumento de la cantidad de golfillos callejeros.

      Además, algunos padres no cuidan de sus hijos de manera responsable, sino que les golpean, abusan sexualmente de ellos, los echan de casa o simplemente no les hacen caso. Como resultado, el niño maltratado o desatendido suele pensar que le irá mejor si vive por su cuenta, aunque sea en las calles.

      Sin embargo, los niños necesitan cuidado y guía amorosos. En un editorial del Latin America Daily Post titulado “Kids and Tomorrow” (Los niños y el mañana) se citaron las palabras de James Grant, un director ejecutivo de la UNICEF, quien expresó muy bien esa idea al decir: “A la edad de tres o cuatro años, el 90% de las células cerebrales de una persona ya están conectadas entre sí, y el desarrollo físico alcanza el punto en que se establece el patrón para el resto de la vida de la persona. Por consiguiente, durante estos primeros años se exige una especial protección, tanto para defender el derecho del niño a desarrollarse hasta alcanzar todo su potencial, como para invertir en la formación de las personas a fin de que puedan contribuir más plenamente al bienestar de sus familias y naciones”.

      Por lo tanto, los entendidos en el tema están preocupados y culpan a la economía, a los gobiernos o al público en general. El mismo editorial continuaba: “Ni los argumentos humanitarios ni los económicos a favor del proyecto de ‘invertir en los niños’ han llegado muy lejos. [...] Con frecuencia, el ‘ajuste económico’ ha significado una reducción de los subsidios provistos para el alimento y las necesidades cotidianas. [...] Estas reducciones, sumadas al aumento en el desempleo y a la disminución del poder adquisitivo de los salarios, han resultado en que la carga más pesada recaiga ahora en quienes menos pueden soportarla: las familias más pobres y sus hijos”.

      No hay duda de que la precaria situación económica de muchos países es otra de las razones por las que está aumentando la cantidad de niños que viven en las calles. Los padres se ven obligados a enviar a sus hijos a las calles para ganar lo que puedan, y de la manera que puedan. Entonces, ¿por qué es tan difícil resolver el problema de los niños sin hogar?

  • Los niños sin hogar. Por qué es difícil ayudarlos
    ¡Despertad! 1990 | 8 de enero
    • Los niños sin hogar. Por qué es difícil ayudarlos

      EL 14 DE OCTUBRE DE 1987, Jessica McClure, una niña de dieciocho meses, quedó atrapada a más de seis metros de profundidad en un pozo abandonado. Los hombres que procuraban rescatarla tardaron cincuenta y ocho angustiosas horas en horadar la roca sólida hasta llegar a donde se encontraba la niña. El incidente ocupó los titulares de todos los periódicos y mantuvo encogido el corazón de la nación entera. Todos permanecieron atentos a sus televisores hasta que por fin Jessica salió viva de aquel oscuro agujero.

      Sin embargo, Jessica al menos tenía un hogar. No obstante, por extraño que parezca, la difícil situación en la que se encuentran los niños sin hogar no tiene la misma repercusión. ¿Podría deberse a que su condición está vinculada con la pobreza? Al analizar la situación de los necesitados, un escritor de World Health, la revista de la Organización Mundial de la Salud, dijo: “Los pobres de las ciudades no son verdaderos ciudadanos de sus países, pues no tienen derechos políticos, sociales ni económicos. Los pobres envejecen con rapidez y mueren jóvenes”. Por consiguiente, para que un país destine fondos suficientes para el alimento, la ropa y la vivienda de los pobres, tanto el gobierno como la gente tendrían que cambiar mucho en su modo de entender la pobreza.

      Cómo puede ayudarse a algunos de ellos

      Los ideales expresados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño son muy nobles, pero ¿por qué parecen inalcanzables? (Véase el recuadro.) Por lo general, a todo el mundo le gustan los niños y todos desean lo mejor para ellos. Además, los niños son importantes para el futuro bienestar de una nación. En el periódico Latin America Daily Post, James Grant, representante de la UNICEF, dice: “Al fin y al cabo, son los niños los que, con el tiempo, tendrán que sacar a sus países del estancamiento económico”. Grant añade que, según cierto informe, “la inversión en atención sanitaria básica y educación primaria conduce a aumentos significativos en la productividad y el desarrollo económico”. Países como Brasil son muy conscientes de la imagen negativa que dan los niños que viven en las calles, así como de la violencia que crea esa situación. Afortunadamente, en Brasil se está trabajando para resolver el problema por medio de instituciones benéficas, sistemas de adopción en hogares, orfanatos y reformatorios.

      Algunos gobiernos optan por apoyar las iniciativas de familias y comunidades pobres dirigidas a conseguir viviendas en lugar de limitarse a construirles casas. De esa forma, son los mismos indigentes quienes logran cambiar su situación.

      Por lo tanto, el que las familias pobres reciban ayuda de diversas agencias, no quiere decir que no deban estar dispuestas a poner de su parte. Una familia va mucho mejor en sentido económico y social cuando se mantiene unida y trata de solucionar sus propios problemas. En caso necesario, todos los miembros capacitados para hacerlo pueden contribuir al presupuesto familiar.

      Cómo han logrado algunos salir adelante

      Algunos niños sin hogar han podido escapar de esta situación. Consideremos el ejemplo de Guillermo. Antes de que él naciese, su familia vivía en una pequeña aldea, pero se trasladaron a la capital por causa de dificultades económicas. Cuando Guillermo tenía tres meses, su padre fue asesinado, y unos años después su madre murió y dejó a los niños bajo la custodia de la abuela. Así que desde muy pequeño, Guillermo se convirtió en un niño sin hogar. Día tras día, durante cinco años, iba a restaurantes y bares pidiendo comida y dinero para atender las necesidades de su familia y caminando por las calles hasta bien adentrada la noche. Personas amables que le conocían de verle por la calle le enseñaron las nociones básicas de higiene personal y conducta. Después, le recogió de la calle una agencia gubernamental y se le ingresó en un centro de acogida para niños donde recibió alimento e instrucción escolar. Los testigos de Jehová le ayudaron a ver que el Creador se interesaba en él como persona y atendieron sus necesidades espirituales. Impresionado por la sinceridad y amigabilidad de los Testigos, Guillermo dijo más tarde: “¿Quién ayudaría a un joven que prácticamente había crecido sin dirección y disciplina? Solo los amorosos hermanos me dieron tal ayuda, además de apoyo económico”. Guillermo se bautizó a los dieciocho años de edad. En la actualidad, forma parte del personal de la oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower de su país.

      También tenemos el caso de João. Cuando era tan solo un jovencito, su padre borracho les echó de casa a él y a sus hermanos. Pero un tendero le contrató. Como João era diligente en su trabajo, prosperó y pronto se ganó la confianza de sus compañeros de trabajo y de otros. Ahora es un hombre feliz que tiene su propia familia. Consideremos además el caso de Roberto, un jovencito de doce años, a quien su familia también echó de casa. Se puso a trabajar de limpiabotas y vendiendo dulces, y más tarde de pintor. El deseo de aprender y trabajar ayudó tanto a João como a Roberto a superar muchas barreras. Ellos recuerdan momentos de ansiedad e inseguridad debido a haber sido jóvenes sin hogar, pero su estudio de la Biblia con los testigos de Jehová los fortaleció. Estos ejemplos indican que por lo común los niños son bastante adaptables y que, con la ayuda apropiada y con el tiempo, pueden superar las circunstancias adversas, incluso el trauma de haber sido abandonados.

      Además, cuando los jóvenes reciben la guía de sus padres en armonía con la Palabra de Dios, eso resulta en familias estables y en que no surjan problemas como el abandono y el maltrato de niños.

      Por qué fracasan los esfuerzos humanos

      No obstante, el hecho de que haya millones de niños sin hogar pone de relieve que el hombre no puede resolver este grave problema. En la revista Time se citaron las siguientes palabras del director de una agencia de asistencia al menor: “Una persona con trastornos psicológicos y deterioro mental, una persona enferma —una población enferma y frágil— no puede promover el desarrollo”. La misma revista predijo que, como resultado de ello, en cierto país latinoamericano habría “tantos millones de adultos desnutridos, inexpertos e incultos que no serían susceptibles a ningún tipo de proceso civilizador”.

      En vista de esto, ¿piensa usted que los efectos de la desnutrición, los abusos sexuales y la violencia pueden solucionarse por medios meramente humanos? ¿Cree usted que algún programa humano puede rescatar a todos los niños que viven en las calles después que ellos han luchado por sobrevivir en ese ambiente en medio de personas agresivas e inhumanas? ¿Puede usted imaginar un programa para educar a los padres a que actúen de manera responsable para con sus hijos? La triste realidad es que, por sinceros que sean, los esfuerzos humanos no pueden resolver por completo el problema de los niños sin hogar.

      ¿Por qué? Alguien o algo está impidiendo que este problema se solucione. Es interesante que Jesús identificó a ese alguien con una persona a la que llamó “el gobernante del mundo”. (Juan 14:30.) Se trata de Satanás el Diablo, cuya insidiosa influencia sobre la humanidad es el principal obstáculo para solucionar estos problemas y lograr felicidad verdadera (véase la página 12). (2 Corintios 4:4.) Por lo tanto, si se quieren conseguir condiciones justas para todos los niños sin hogar y todas las personas desamparadas, es urgente que se elimine a Satanás y a criaturas invisibles semejantes a él. En vista de eso, ¿podemos contar con un mundo en el que no haya niños que vivan en las calles y en el que no haya miseria? ¿Existe una esperanza verdadera y duradera para los niños sin hogar?

      [Comentario en la página 6]

      ‘¿Quién querría ayudar a un joven que había crecido sin dirección y disciplina?’

      [Reconocimiento en la página 5]

      Reuters/Bettmann Newsphotos

      [Recuadro en la página 7]

      Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño:

      ◼ Derecho a un nombre y una nacionalidad.

      ◼ Derecho a recibir afecto, amor y comprensión, y a tener seguridad material.

      ◼ Derecho a disfrutar de alimentación, vivienda y servicios médicos adecuados.

      ◼ Derecho a cuidados especiales para el niño física o mentalmente disminuido o con impedimentos sociales.

      ◼ Derecho a figurar entre los primeros que reciban protección y socorro en toda circunstancia.

      ◼ Derecho a ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.

      ◼ Derecho a plena oportunidad de jugar y divertirse, así como de recibir educación gratuita y obligatoria para permitir que el niño desarrolle sus aptitudes y llegue a ser un miembro útil de la sociedad.

      ◼ Derecho a desarrollar todo su potencial en condiciones de libertad y dignidad.

      ◼ Derecho a ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal.

      ◼ Derecho a disfrutar de estos derechos sin discriminación por motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición.

      Sumario basado en Everyman’s United Nations

  • Los niños sin hogar. ¿Problema irremediable?
    ¡Despertad! 1990 | 8 de enero
    • Los niños sin hogar. ¿Problema irremediable?

      LAS PERSONAS que verdaderamente se preocupan por su prójimo no quieren darse por vencidas como si ya no se pudiese hacer nada más por los niños sin hogar. Se dan cuenta de que los niños que viven en las calles necesitan algo más que un techo bajo el cual cobijarse. Para desarrollarse bien, los niños necesitan paz mental, desempeñar tareas agradables, buena salud y confianza en sí mismos. Hombres y mujeres altruistas se ofrecen de buena gana para ayudar a los niños sin hogar, y eso es algo encomiable. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, el problema persiste.

      Esto se debe a que no es posible arreglar el sistema actual, que perpetúa las condiciones que dan pie a que haya niños sin hogar. Se le puede comparar a un viejo automóvil averiado sin posibilidad de reparación. ¿No deberíamos reconocer desde una óptica realista que la creatividad humana por sí sola es incapaz de originar una sociedad humana justa?

      Sin embargo, afortunadamente esta situación puede cambiar, pero no por medios humanos. Solo el Dios Todopoderoso tiene el poder y la sabiduría para eliminar por completo de la Tierra todo lo que es perjudicial. Su Palabra, la Biblia, nos habla de la administración de Su Reino celestial y de cómo satisfará el deseo del hombre de disfrutar de condiciones justas aquí en la Tierra. (Daniel 2:44.)

      Dios se interesa

      ¿Cree usted que Dios puede eliminar el sistema actual e introducir una nueva manera de vivir? En tal caso, recuerde que aún así no es la solución a los problemas del hombre lo que más importa, sino el nombre de Jehová Dios. Al ser el Creador, ejemplo superlativo de orden y puntualidad, nos garantiza que actuará a su debido tiempo y de la debida manera, y lo hará por medio de Su Reino. En realidad, dicho Reino no es algo vago e indefinido, sino un gobierno celestial capaz de proveer supervisión e instrucción progresiva para tratar con las verdaderas necesidades del hombre. (Isaías 48:17, 18.)

      Los niños sin hogar pueden tomar en serio las palabras de David registradas en el Salmo 27:10: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería”. También anima saber que cualquier persona puede aprender la voluntad de Dios, aunque no tenga una elevada posición económica en el mundo. Proverbios 22:2 dice: “El rico y el de escasos recursos se han encontrado. El Hacedor de todos ellos es Jehová”. En efecto, los desafortunados, si son sinceros, pueden estar seguros de que Jehová Dios está dispuesto a ayudarlos. (Salmos 10:14, 17.)

      Jehová se interesa en nuestro bienestar y sabe cómo satisfacer nuestros deseos legítimos. En cierta ocasión preguntó a los israelitas por medio del profeta Isaías: “¿No es este el ayuno que yo escojo? [...] ¿No es el repartir tu pan al hambriento, e introducir en tu casa a los afligidos, que no tienen hogar? ¿Que, en caso de que veas a alguien desnudo, de veras lo cubras [...]?”. (Isaías 58:6, 7.) Esta es la igualdad y la justicia que Dios hará posible mediante la gobernación de su Reino. Nadie será pasado por alto ni tratado como si no existiera. Por consiguiente, el Salmo 145:19 nos dice: “Ejecutará el deseo de los que le temen, y oirá su clamor por ayuda, y los salvará”. El amor a Dios y al prójimo será la principal fuerza que unirá a la familia humana. Como resultado, se resolverá el problema de los niños sin hogar, y ya no se dejará a nadie abandonado.

      ¿Impedirá la imperfección humana que se cumpla el propósito de Dios?

      No, no se permitirá que las malas inclinaciones del hombre impidan que se cumpla el propósito de Jehová de transformar la Tierra en un paraíso de placer. A los que tengan el privilegio de vivir en el nuevo mundo de Dios, ya sea porque, tal y como se describe en la Biblia, sobrevivan a la batalla de Armagedón o porque sean resucitados de entre los muertos para volver a vivir en la Tierra, se les animará a que se esfuercen al máximo. (Juan 5:28, 29; Revelación 16:14, 16.)

      Ninguno de los que colaboren con este propósito de Jehová encontrará su trabajo fútil, sino que recibirán la debida recompensa por él. Es notable la siguiente promesa de Dios: “No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio; porque son la prole [que está] compuesta de los benditos de Jehová y sus descendientes con ellos”. (Isaías 65:22, 23.) ¿No les gustaría a usted y a su familia ver el cumplimiento de estas palabras? ¡Y qué gozo da saber que para entonces no habrá en ninguna parte hambre, pobreza, desempleo ni niños sin hogar!

      Es probable que los que padecen privaciones en la actualidad, como es el caso de los niños sin hogar, valoren más plenamente las bendiciones de una familia feliz y una casa cómoda. Como leemos en Isaías 65:17: “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”. Las personas que tengan el privilegio de vivir en ese tiempo verán que las condiciones adversas habrán desaparecido para siempre y que personas de todas las naciones, lenguas y razas trabajarán juntas en una hermandad amorosa. Seguro que las familias que sobrevivan hasta ese tiempo continuarán dando gloria a Dios. El Salmo 37:11 dice lo siguiente de ese paraíso terrestre: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”.

      ¿Cómo puede usted prepararse para el futuro?

      Incluso en este tiempo es posible obtener conocimiento dador de vida y cultivar cualidades deseables, como el amor y la bondad. ¿De qué manera? Jehová ama a la familia humana, y sobre la base de ese amor, Él ‘atrae a la gente a Cristo’, lo cual se logra por medio del conocimiento de Su Palabra y de la asociación con Su pueblo. (Juan 6:44.) Además, tiene una organización en la Tierra con un programa de enseñanza que le ayuda a hacer la voluntad de Dios y así esperar una vida feliz y significativa para siempre. Por esta razón, las buenas nuevas del Reino de Dios se predican también a los necesitados. (Mateo 24:14.) La Palabra de Dios dice: “El que desprecia a su propio semejante está pecando, pero feliz es el que está mostrando favor a los afligidos”. (Proverbios 14:21.) Resulta alentador saber que hasta los desamparados pueden acercarse a Dios si lo hacen con el motivo apropiado. El salmista escribió: “Pero yo estoy afligido y soy pobre. Oh Dios, de veras obra rápidamente a favor de mí. Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape para mí. Oh Jehová, no tardes demasiado”. (Salmos 70:5.)

      En efecto, la Palabra de Dios proporciona una verdadera esperanza para el futuro. Sin embargo, el uso común de la palabra “esperanza” no siempre implica certeza. En Brasil se suele oír la expresión: “A esperança é a última que morre” (semejante a la expresión española: “La esperanza es lo último que se pierde”). Esta expresión transmite la idea de que no hay que perder la esperanza aun cuando parezca que no hay base para tenerla. En contraste, las Escrituras proporcionan razones sólidas para mantener una fe fuerte en Dios y esperanza en Sus promesas. En Romanos 10:11 leemos: “Ninguno que cifre su fe en él será desilusionado”. Tal esperanza basada en la Biblia no resultará en frustración. Tal como las maravillas de nuestra Tierra son reales y testifican de la sabiduría y el amor de Jehová, el cumplimiento de las profecías bíblicas permite tener un punto de vista positivo, una esperanza genuina para el futuro. (Romanos 15:13.)

      El Reino de Dios es la solución verdadera para el problema de los niños sin hogar, sí, para los problemas de todos los que aman lo que es recto. Si ahora adquiere conocimiento exacto de la Biblia, podrá disfrutar de felicidad y vida eterna en el nuevo mundo de Dios. Cifrar esperanza en tales promesas no es una fantasía. Como declara Proverbios 11:19: “El que se mantiene firmemente a favor de la justicia está en vías de recibir la vida”.

      [Fotografía en la página 9]

      “No plantarán y otro lo comerá.” (Isaías 65:22.)

      [Reconocimiento]

      Foto de la FAO

      [Fotografía en la página 10]

      “Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo.” (Isaías 65:22.)

      [Recuadro en la página 11]

      ¿Es solo una solución temporal?

      La mano extendida de un niño abandonado y triste puede conmover el corazón de una persona, pero posiblemente dicha persona no sabe cómo ayudar a un niño sin hogar. A fin de no sentirse tan culpables, hay quienes depositan unas monedas en la palma de la mano del niño y se alejan rápidamente. Sin embargo, las posibilidades de que la limosna se utilice para comprar alimento o para cobijarse bajo un techo son muy pocas, pues lo más probable es que se emplee para comprar drogas o bebidas alcohólicas. Por consiguiente, algunos adultos cívicos aportan dinero y cooperan de otras formas con programas locales en los que ellos confían y que están promocionados por el gobierno para ayudar a los niños sin hogar. Otras personas creen que una manera más práctica de abordar el problema es la de dirigir al niño sin hogar a la agencia adecuada para que se le preste ayuda. De esa forma, ciudadanos que se interesan por su prójimo sienten que están tratando de humanizar un poco más su propia comunidad.

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