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¿Cómo era el mundo hace cincuenta años?¡Despertad! 1995 | 8 de septiembre
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¿Cómo era el mundo hace cincuenta años?
¿TIENE suficiente edad para recordar cómo era el mundo en 1945? Este apenas comenzaba a recuperarse de los efectos de la II Guerra Mundial, desencadenada en 1939 cuando Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania como respuesta a la invasión nazi de Polonia. Si no tiene edad como para acordarse, ¿recuerda entonces la guerra de Corea, que estalló en 1950?, ¿o la de Vietnam, que duró desde los años cincuenta hasta 1975?, ¿o la de Kuwait, provocada por Irak en 1990?
Al repasar la historia a partir de la II Guerra Mundial, ¿no le parece sorprendente que esté tan poblada de contiendas que han sembrado la miseria y el dolor entre millones de seres humanos y han acabado con la vida de otros tantos? ¿Qué legado dejó este conflicto a la gente en su día?
Consecuencias de la II Guerra Mundial
Una cifra cercana a los cincuenta millones de personas murió en esta guerra. Para 1945, deambulaban por Europa millones de refugiados que procuraban regresar a sus hogares en pueblos y ciudades devastados por las bombas para rehacer sus vidas destrozadas. Cientos de miles de mujeres adultas y jóvenes que habían sido violadas por miembros de los ejércitos invasores, sobre todo en Rusia y Alemania, trataban de sobreponerse al trauma. El racionamiento afectaba a casi todo el continente europeo, pues la comida y la ropa escaseaban. Centenares de miles de soldados desmovilizados buscaban trabajo. Las viudas y los huérfanos que lloraban la muerte de sus esposos y padres se contaban por millones.
Los judíos aún trataban de asimilar la realidad del Holocausto que había exterminado a millones de compatriotas suyos y había destruido con ello las posibilidades de engendrar otras generaciones. Millones de ciudadanos —de Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y de muchas otras naciones— perecieron en el conflicto. Se perdió el potencial de un inmenso patrimonio genético por favorecer los intereses políticos y comerciales de las potencias mundiales y sus gobernantes.
Muchos países quedaron tan maltrechos que la recuperación económica se convirtió en su objetivo prioritario. La escasez de alimento en Europa se prolongó por varios años después de la guerra. Si bien España adoptó oficialmente una postura neutral, se vio hondamente afectada por una guerra civil (1936-1939) y por los embargos comerciales (el régimen de cartillas de racionamiento prevaleció hasta junio de 1952).
En el Extremo Oriente, el recuerdo de las atrocidades cometidas por los japoneses se conservaba fresco en la memoria de las víctimas de Birmania, China, Filipinas y otros países orientales. Estados Unidos, pese a ser una nación vencedora, sufrió alrededor de trescientas mil bajas militares, la mitad de ellas en las zonas de guerra del Pacífico. La pobreza, la tuberculosis y las largas filas para conseguir los alimentos racionados fueron el legado que le correspondió a la población civil de Japón.
Churchill insta a la acción
En su discurso de victoria dirigido al pueblo británico el 13 de mayo de 1945 con motivo del fin de la guerra en Europa, el primer ministro Winston Churchill declaró: “Mucho quisiera poder deciros esta noche que nuestras tribulaciones han tocado a su fin. [...] Es mi deber advertiros [...] que todavía queda mucho por hacer y que debéis prepararos para más esfuerzos de cuerpo y de alma y para nuevos sacrificios por grandes causas”. Previendo la expansión del comunismo, dijo: “En el continente europeo tenemos todavía que cerciorarnos de que [...] las palabras ‘libertad’, ‘democracia’ y ‘liberación’ no se apartan del verdadero significado con que nosotros las hemos comprendido”. A lo que siguió este llamamiento: “¡Adelante, inconmovibles, indomables, hasta que la tarea esté acabada y el mundo entero esté seguro y purificado!”. (Cursivas nuestras.)
Medio siglo de conflictos y muertes
En 1992, el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, señaló en un discurso que “desde la creación de las Naciones Unidas, en 1945, han perdido la vida aproximadamente 20 millones de personas debido a más de cien conflictos importantes ocurridos en todo el mundo”. Elevando aún más el número de víctimas mortales, la revista World Watch afirmó: “Este ha sido el siglo menos pacífico de la historia”. Y, citando las palabras de un investigador, añadió: “Las guerras han acabado con más personas en este siglo que en toda la historia humana anterior combinada. Veintitrés millones han muerto desde la II Guerra Mundial”.
El periódico The Washington Post dio otra cifra más: “Desde que finalizó la II Guerra Mundial se han librado unas ciento sesenta guerras en todo el globo terráqueo, las cuales han dejado un saldo mortal de más de siete millones de combatientes y no menos de treinta millones de civiles. Además, están los heridos, las mujeres violadas y los refugiados”. Ninguno de estos cálculos incluye los millones de víctimas del crimen por toda la Tierra durante los pasados cincuenta años.
Actualmente, en 1995, siguen librándose conflictos avivados por el odio violento, en los que no solo mueren los soldados, expuestos a la muerte en virtud de su profesión, sino también millares de civiles de África, los Balcanes, el Medio Oriente y Rusia.
¿Puede decirse, entonces, que cincuenta años después de 1945 ‘el mundo entero está seguro y purificado’? ¿Qué progresos ha hecho la humanidad para convertir este planeta en un lugar adecuado y seguro donde vivir? ¿Qué hemos aprendido en medio siglo? ¿Ha adelantado la humanidad en los asuntos de verdadera importancia, como los valores, la moral, la ética? Los siguientes dos artículos contestan estas preguntas, y el cuarto trata de las perspectivas para los habitantes de nuestra aldea mundial.
[Recuadro/Fotografía en la página 4]
Memorias de la posguerra
Un inglés de sesenta y tantos años recuerda: “Allá a finales de los años cuarenta no teníamos televisor en casa. La radio era el principal estímulo de nuestra imaginación. La lectura y los deberes escolares me mantenían la mente ocupada. Iba al cine una vez al mes si acaso. Los sábados acostumbraba recorrer varias millas en bicicleta para ver a mi equipo favorito de fútbol. Pocas familias podían permitirse el lujo de tener un automóvil o un teléfono. Al igual que otros millones de británicos, no contábamos con un cuarto de baño separado. El inodoro estaba afuera y la bañera en la cocina. Durante la guerra sobrevivimos a base de alimentos deshidratados: huevos, leche y papas en polvo. Las frutas, como las naranjas y los bananos, eran un lujo ocasional. Cuando llegaban a la frutería, todo el mundo corría a hacer fila para obtener su ración. Muchas mujeres tuvieron que trabajar en las fábricas de municiones. La gente entonces no tenía la menor idea de los increíbles cambios que depararía el futuro: un mundo con televisores, videograbadoras, computadoras, ciberespacio, fax, vuelos espaciales e ingeniería genética”.
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1945-1995: ¿cincuenta años de progreso?¡Despertad! 1995 | 8 de septiembre
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1945-1995: ¿cincuenta años de progreso?
¿HA OBSERVADO mejoras en la calidad de su vida durante los pasados cincuenta años?a Piense en la medicina: la introducción de la Seguridad Social en países como Canadá, Cuba, Gran Bretaña y Suecia, con su modalidad de medicina social, garantizó la atención médica y hospitalaria a todos los ciudadanos independientemente de su condición económica.
Incluso algunos países en desarrollo han conseguido elevar el nivel de salud de la población. La revista JAMA, de la Asociación Médica Americana, reconoce que “varios ministerios de Salud Pública del Tercer Mundo han posibilitado el acceso general a la atención primaria de la salud a un costo sostenible para el Estado. [...] El progreso en la reducción de la mortalidad infantil alcanzado por Costa Rica, China, Sri Lanka y el estado indio de Kerala ha sido sorprendente”.
Mejoras materiales
La situación económica de un gran número de personas en el año de 1995 es muy superior a la de 1945. Muchos que hace medio siglo hubieran tenido que privarse de todo lujo, ahora son dueños de automóviles, televisores, reproductores de vídeo y discos compactos, neveras, teléfonos celulares y otros aparatos de la vida contemporánea. Quizás usted mismo forme parte de esos millones.
Como explican los autores de la colección Historia de la vida privada, “el crecimiento económico, ininterrumpido durante los treinta años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, manteniendo en todo momento las separaciones, ha enriquecido a todas las categorías sociales. La nueva tríada ‘vivienda “decorosa”, coche (incluso “modesto”) y televisión’, a la que se agregan la Seguridad Social y analgésicos eficaces, ha vuelto a la vida en la tierra, si no ‘paradisíaca’, sí al menos soportable”.
No obstante, ¿significa el aumento de bienes materiales que la gente está mejor en todo sentido? ¿Conduce automáticamente a una vida mejor o más segura la acumulación de riquezas? Si bien unos cuantos prosperan, todavía hay muchos que viven en la mayor pobreza, lo que aumenta la tentación de recurrir al robo, el asalto, el fraude u otros delitos de índole más violenta. Hay pobres que están resueltos a ser ricos a todo trance. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, se cometen más de cien mil robos de vehículos al año. Las ventajas materiales no garantizan una vida más segura.
También se han operado mejoras en otros campos, aunque no tantas como a algunos les hubiera gustado.
La mujer: entonces y ahora
La segunda guerra mundial dio ímpetu a un nuevo papel femenino. Muchas mujeres estaban acostumbradas a desempeñarse como madres y amas de casa, mientras que sus esposos sostenían a la familia. La guerra cambió dicho esquema. Los hombres fueron reclutados y enviados al frente, y, de pronto, las mujeres se encontraron trabajando en las fábricas de municiones u ocupando los puestos que los hombres habían dejado vacantes. En épocas más recientes, algunas se han incorporado a las fuerzas armadas y han aprendido a matar. Millones de mujeres convertidas en asalariadas vislumbraron un estilo de vida diferente, uno de independencia económica. Ese fue el primer paso hacia la “mujer liberada” de hoy. Algunas sostienen que hay países donde todavía tienen mucho camino que recorrer en su lucha por la igualdad; afirman que hay un “techo de cristal” que limita su movilidad de ascenso en multitud de empleos.
Las migraciones masivas crean problemas
Otro enorme cambio ocurrido en estos cinco decenios es el abandono masivo de la vida agraria en un esfuerzo por hallar una mejor vida en la ciudad. Algunos han visto sus sueños volverse realidad. Pero ¿qué les ha pasado a muchos otros?
Millones de personas afluyen todos los años a las ya superpobladas ciudades, donde la vivienda es insuficiente y costosa. ¿Con qué resultados? Uno de ellos son las barriadas pobres, que se transforman en semilleros de enfermedades, delito y desestabilización política. Construidas sin una concepción planificada y con materiales de desecho, como pedazos de cartón, madera o láminas de zinc, las barracas o chabolas albergan a las luchadoras y empobrecidas clases marginadas del mundo. Dichas barriadas, llamadas favelas en portugués y gecekondus (“hechas en una noche”) en turco, son una realidad innegable en África, India, Sudamérica o cualquier otro lugar del mundo.
Presente y futuro de algunos países africanos
¿Cuál es la situación de África? Dos médicos publicaron en la revista JAMA un artículo titulado “África al borde del precipicio. Un futuro ominoso, pero no del todo desesperanzado”, en el que reconocían que las condiciones sociopolíticas de la mayor parte del continente presentan un terreno minado de problemas. Escribieron: “Los pasados veinte años han sido catastróficos para el África subsahariana [territorio que abarca 45 países]. La región ha sido acosada por hambrunas, sequías, guerras civiles, corrupción gubernamental, el sida, un acelerado crecimiento demográfico, disminución de la producción alimentaria, degradación ambiental [...]. Todos los entendidos coinciden en que la recesión económica, la pobreza y el sufrimiento continuarán inevitablemente, por lo menos a corto plazo”. El mismo artículo informa que de los 40 países más pobres del planeta, 32 están situados en el África subsahariana.
Por otra parte, ¿cuál es el ambiente moral del mundo? El siguiente artículo comenta brevemente el “progreso” alcanzado en este sentido.
[Nota a pie de página]
a Por falta de espacio, no incluimos todos los aspectos del progreso o los cambios que han tenido lugar en la segunda mitad del siglo.
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¿Qué panorama presenta el mundo hoy?¡Despertad! 1995 | 8 de septiembre
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¿Qué panorama presenta el mundo hoy?
SI TIENE edad para acordarse del año 1945, ¿ha percibido algún cambio en los principios morales del mundo? Millones de personas han abrazado la “nueva moralidad”, que supuestamente ofrece mayor libertad. ¿Pero a qué precio?
Un hombre de 70 años que prestó sus servicios en la Marina de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial recuerda: “En los años cuarenta había mucha más confianza, y los vecinos se ayudaban unos a otros. En la región de California donde vivíamos ni siquiera teníamos que cerrar las puertas con llave. No existía el crimen callejero, y, por supuesto, no había violencia armada en las escuelas. Desde entonces, la confianza prácticamente se ha desvanecido”. ¿Cuál es la situación actual en el lugar donde usted vive? Se informa que en la ciudad de Nueva York, la mitad de los muchachos mayores de 14 años portan armas. Algunos colegios tienen que usar detectores de metal para impedir que se introduzcan en las aulas navajas, cuchillas para abrir cajas de cartón y pistolas. Anualmente, cerca de un millón de adolescentes norteamericanas quedan embarazadas; de estas, una tercera parte aborta. Hay jovencitas que ya son madres; son niñas con bebés.
Los poderosos grupos de presión de homosexuales y lesbianas han promovido su forma de vida con tal eficacia que un número cada vez mayor de personas aprueba y adopta su comportamiento. Sin embargo, los homosexuales, juntamente con otras colectividades, han pagado un alto precio: dolencias y muerte por enfermedades de transmisión sexual, como el sida. La epidemia del sida se ha propagado entre la población heterosexual y entre los usuarios de drogas, segando, cual si fuera una guadaña, innumerables vidas en África, Europa y Norteamérica, sin que aún se aviste el final.
La obra Historia de la vida privada dice: “Violencia, alcoholismo, droga: tales son las principales ‘desviaciones’ en la sociedad sueca”. Esta afirmación es válida también para la mayoría de los países occidentales. La pérdida de los valores religiosos ha provocado una avalancha de degradación moral, incluso entre numerosos miembros del clero.
La toxicomanía: entonces y ahora
Allá por la década de los cuarenta, la toxicomanía era casi desconocida entre la población occidental. Cierto, la gente había oído hablar de la morfina, el opio, la cocaína, pero solo un grupo relativamente pequeño consumía estas sustancias. No existían los capos de la droga ni los narcotraficantes tal como los conocemos hoy; tampoco había drogadictos en las esquinas de las calles. Pero, ¿cuál es la situación ahora, en 1995? Muchos de nuestros lectores saben la respuesta por lo que ocurre en sus propios vecindarios. Los asesinatos relacionados con la droga están a la orden del día en las principales metrópolis del mundo. Juristas y políticos son controlados por los poderosos capos, quienes pueden mandar asesinar a cualquier persona influyente que se niegue a colaborar con ellos. La reciente historia de las conexiones de la droga en Colombia es una prueba concluyente de este hecho.
El flagelo de la droga cobra 40.000 vidas al año tan solo en Estados Unidos. Este problema de ninguna manera existía en 1945. No es de extrañar que tras décadas de gestiones gubernamentales encaminadas a erradicar la toxicomanía, Patrick Murphy, antiguo jefe de policía de Nueva York, escribiera para el Washington Post un artículo titulado “La guerra antidrogas terminó: ¡ganaron las drogas!”. Según Murphy, “el tráfico de drogas [...] figura entre las empresas más florecientes de [Estados Unidos], con utilidades que podrían rondar los 150.000 millones de dólares este año”. El narcotráfico ha alcanzado magnitudes insospechadas, y no parece tener solución. La toxicomanía va en aumento, y, al igual que muchos otros vicios, cuenta con una clientela propia. Es una industria que sostiene la economía de varios países.
John K. Galbraith, profesor de Economía, escribió en su libro La cultura de la satisfacción: “El tráfico de drogas, los tiroteos indiscriminados y otros delitos, así como la desorientación y desintegración de las familias son ya elementos de la existencia cotidiana”. También dijo que las comunidades minoritarias de muchas ciudades importantes de Estados Unidos “son ahora centros de terror y desesperación”, y agregó que “habría que esperar mayor resentimiento y conflictividad social”. ¿Por qué razón? Porque, según aduce, los ricos son cada vez más ricos y los pobres, “la subclase”, cuya cantidad va en ascenso, son cada vez más pobres.
Los tentáculos del crimen internacional
Hay abundancia de pruebas de que las organizaciones criminales están extendiendo su influencia por todo el mundo. Por años el crimen organizado, con sus sindicatos o mafias, mantuvo vínculos entre Italia y Estados Unidos. Pero ahora, según advierte el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, “el crimen organizado a escala transnacional [...] burla las fronteras y se convierte en una fuerza universal”. Dijo: “Las fuerzas de la oscuridad están en movimiento en Europa, Asia, África y América, y no perdonan a ninguna sociedad”. Además, afirmó que “el crimen transnacional [...] corroe las bases del orden democrático internacional, envenena el mundo de las finanzas, corrompe a los líderes políticos y socava los derechos humanos”.
El mapa ha cambiado
El presidente de la República Checa, Vaclav Havel, dijo en un discurso pronunciado en Filadelfia (E.U.A.) que los dos acontecimientos políticos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX son el fracaso del colonialismo y la caída del comunismo en la Europa del Este. La comparación de un mapa de 1995 con uno de 1945 pone de manifiesto al instante los profundos trastornos acaecidos en la escena mundial, sobre todo en África, Asia y Europa.
Compare el panorama político que presentan las dos fechas. Durante las cinco décadas transcurridas, el comunismo alcanzó su máximo esplendor, solo para ser depuesto en la mayoría de los países donde imperó. En estas naciones, los regímenes totalitarios han cedido el paso a una forma de “democracia”. Sin embargo, muchas personas están sufriendo las repercusiones de la transición de su sociedad a una economía de mercado. El desempleo cunde por doquier y la moneda pierde valor continuamente. La cotización del rublo ruso en 1989 era de 1,61 dólares; al momento de redactar este artículo, el dólar se cotizaba en más de cuatro mil trescientos rublos.
La revista Modern Maturity (Madurez moderna) informó que en la actualidad unos cuarenta millones de rusos carecen del mínimo necesario para vivir. Una mujer rusa dijo: “Ni siquiera podemos darnos el lujo de morir, pues no podemos pagar el entierro”. Incluso un funeral económico cuesta alrededor de cuatrocientos mil rublos. Los cadáveres están amontonándose en las morgues. Al mismo tiempo, cabe notar que en Estados Unidos más de treinta y seis millones de personas viven en la indigencia.
Respecto a los problemas que afligen a la Europa del Este, el corresponsal de finanzas del Guardian Weekly, Will Hutton, dijo lo siguiente en su artículo “Entre en la Era de la Preocupación”: “La caída del comunismo y la reducción de Rusia a su menor expresión desde el siglo XVIII son acontecimientos cuyas consecuencias apenas si se entienden”. Unos veinticinco estados nuevos han venido a reemplazar al antiguo imperio soviético. Hutton dijo que “el júbilo con que se aclamó la caída del comunismo se ha trocado en una creciente preocupación por el futuro. [...] Las posibilidades de caer en la anarquía económica y política son cada día mayores, y Europa occidental no debe considerarse inmune”.
Con perspectivas tan desalentadoras, es comprensible que el escritor concluyera el artículo diciendo: “Lo que el mundo necesita es una brújula —no simples llamamientos a la democracia y a una economía de mercado—; lamentablemente no hay ninguna disponible”. Entonces, ¿dónde pueden las naciones hallar la salida? El siguiente artículo contiene la respuesta.
[Fotografía en la página 9]
Guerras como la de Vietnam han segado la vida de más de veinte millones de personas desde 1945
[Reconocimientos en la página 8]
Patrick Frilet/Sipa Press
Luc Delahaye/Sipa Press
[Recuadro/Fotografía en la página 10]
La ONU desde 1945
¿Por qué no ha podido impedir la ONU los múltiples conflictos que se han suscitado desde su creación, en 1945? El secretario general Boutros Boutros-Ghali expresó lo siguiente en su discurso “Un programa de paz”: “Las Naciones Unidas debieron presenciar, impotentes, muchas de esas crisis debido a repetidos vetos en el Consejo de Seguridad —llegaron a registrarse 279—, clara expresión de las divisiones de ese período [de la Guerra Fría entre los bloques capitalista y socialista]”.
¿Es acaso que la ONU no ha intentado mantener la paz entre las naciones? Sí lo ha hecho, pero a qué precio. “Entre 1945 y 1987 se organizaron 13 operaciones de mantenimiento de la paz; desde entonces ha habido otras 13. Hasta enero de 1992 se calculaba que 528.000 personas habían prestado servicios bajo la bandera de las Naciones Unidas en calidad de personal militar, personal de policía y personal civil. Más de 800 de ellos, procedentes de 43 países, han muerto al servicio de la Organización. Hasta 1992, el total de gastos de estas operaciones ascendían a 8.300 millones de dólares.”
[Reconocimiento]
Tanque y misil: foto U.S. Army
[Recuadro/Fotografía en la página 11]
La televisión, ¿educadora o pervertidora?
Pocos hogares tenían televisor en 1945. Para aquel entonces todavía se hallaba en sus primeras etapas de imágenes en blanco y negro. Hoy la televisión es un ladrón y un intruso aceptado en casi todos los hogares del mundo industrializado y en todos los pueblos del mundo en desarrollo. Aunque hay unos cuantos programas educativos y constructivos, la mayoría corroe los valores morales y procura satisfacer los peores gustos del público. En vista de la popularidad de que gozan las películas de vídeo, la explotación de la pornografía y las películas clasificadas solo para adultos constituyen otro paso hacia la desaparición del buen gusto y la sana moral.
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1995: ¿qué nos depara el futuro?¡Despertad! 1995 | 8 de septiembre
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1995: ¿qué nos depara el futuro?
“Lo que el mundo necesita es una brújula —no simples llamamientos a la democracia y a una economía de mercado—; lamentablemente no hay ninguna disponible.” (Will Hutton, Guardian Weekly.)
DESDE el punto de vista humano, dicha declaración pudiera parecer cierta. El mundo aparentemente carece de una brújula confiable que apunte hacia la paz, la seguridad, la justicia, la equidad y el buen gobierno. Pese a que el hombre ha probado casi toda forma de gobierno, desde las monarquías hasta las repúblicas, desde las dictaduras hasta las democracias, aún le resulta casi imposible regir los destinos del mundo. ¿En qué dirección debe ir ahora?
Parecería que hay una alternativa: o bien seguir en descenso a un mundo de mayor violencia, delito, corrupción, injusticia, hipocresía religiosa y política, odio nacionalista y explotación de los pobres —lo que en opinión de algunos conduciría a la anarquía—. O bien emprender el difícil y sacrificado ascenso a un mundo mejor, basado en la solución de gobierno señalada por Dios en la Biblia.
Seguir este último curso es difícil porque exige fortaleza moral, abnegación, una actitud espiritual ante la vida y creer en un Dios que tenga un propósito. Además, para triunfar en dicho ascenso, el hombre tiene que ser humilde delante de su Creador y acudir a él en busca de gobernación justa. El apóstol Pedro aconsejó: “Humíllense, por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los ensalce al tiempo debido; a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes”. (1 Pedro 5:6, 7; Revelación [Apocalipsis] 4:11.)
¿Quién provoca la chispa que enciende el odio?
El hombre solo no puede cambiar permanentemente este mundo para bien, pues los elementos egoístas y perversos son numerosísimos y muy poderosos. El profeta Jeremías estaba en lo cierto al escribir: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) Sin la ayuda de Dios, el hombre es incapaz de dirigir sus pasos satisfactoriamente para beneficio del entero género humano. ¿Por qué? Porque, además de su imperfección inherente, cuenta con la presencia constante de ese enemigo invisible, Satanás, que está listo para hacer saltar la chispa, como hizo en Ruanda, y desencadenar una orgía de sangre. (Génesis 8:21; Mateo 4:1-11.)
A fin de desatar el prejuicio, el odio y el asesinato en el corazón y la mente humanos, Satanás ha imbuido a las naciones de la idea de la superioridad nacional, tribal y religiosa. Los padres, ellos mismos prisioneros de un odio profundo que afinca sus raíces en siglos de tradición, adoctrinan a sus hijos desde la infancia. La tradición, a su vez, se nutre de los sistemas escolares y las enseñanzas religiosas. Como resultado de esto, millones de individuos crecen abrigando odio y prejuicio en el corazón. Desde niños se los condiciona, se les lava el cerebro, para que se vuelvan contra su semejante a instancias de políticos y religiosos demagogos carentes de escrúpulos. La avalancha de eslóganes irracionales puede provocar la chispa y encender un fuego arrasador que desemboque en una “limpieza étnica” o un pogromo.
Indicando lo que podría depararnos el futuro cercano, Martin van Creveld, historiador militar de Israel, escribió en The Transformation of War (La transformación de la guerra): “Desde la posición estratégica del presente, se observa con claridad que el fanatismo religioso [...] aumentará su relevancia como móvil de los conflictos armados” en Occidente más de lo que lo ha hecho “durante los últimos trescientos años”. Por lo tanto, antes que ser una fuerza en favor de la paz y de la espiritualización de la humanidad, la religión sigue estancada en su papel histórico de incitadora de odio, conflictos y matanzas.
Se promete un futuro diferente
Si el hombre ha de reunir las condiciones necesarias para vivir en un nuevo y justo mundo, debe participar en el cumplimiento de esta profecía de Isaías: “Él [Jehová] nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas. [...] Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. (Isaías 2:3, 4.)
¿Quiénes, en la actualidad, prestan atención a esta espléndida profecía por todo el mundo? ¿Quiénes prefirieron morir a matar a sus compañeros de la misma fe, pero de diferente tribu, en Ruanda? ¿Quiénes murieron en los campos de concentración nazis antes que prestar sus servicios en los ejércitos de Hitler? ¿Quiénes han cumplido condenas en las prisiones de muchos países antes que aprender la guerra? Son aquellos que disfrutan del cumplimiento de Isaías 54:13: “Todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante”.
Los testigos de Jehová de todo el mundo gozan de esa paz porque han aceptado la enseñanza de Jehová procedente de su Palabra, la Biblia. Siguen las doctrinas y el ejemplo de Cristo Jesús. ¿Y qué mandó él? “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí.” (Juan 13:34, 35.) Los testigos de Jehová demuestran este amor a tal grado que, en la actualidad, antiguos católicos y protestantes trabajan aunadamente en Irlanda del Norte. Otros que eran enemigos religiosos, ahora colaboran como cristianos en Israel, Líbano y otros países. Ya no aprenden más la guerra. ¡Qué diferente sería el mundo si todos sus habitantes observaran las palabras de Jesús!
Los testigos de Jehová creen que el nuevo mundo prometido por Dios, un mundo regido por un gobierno celestial, está próximo. ¿Sobre qué base abrigan esta esperanza tan positiva?
Dios promete tomar acción definitiva
En su Palabra, la Biblia, Dios ha prometido un gobierno justo para toda la humanidad obediente. Por medio de su profeta Daniel, prometió que para el tiempo del fin del presente sistema instalaría un gobierno justo y permanente. “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Daniel 2:44.) Este es el mismo Reino por el cual Cristo instruyó a los creyentes a pedir en su famosa oración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:9, 10.)
En esta oración pedimos que Dios cumpla las promesas que conciernen a su justa gobernación. Y sabemos que Dios no puede mentir. Pablo habló de la “vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempos de larga duración”. (Tito 1:2; Hebreos 6:17, 18.) ¿Qué ha prometido Dios? El apóstol Pedro responde: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13; Isaías 65:17; Revelación 21:1-4.)
Antes de que la Tierra experimente a plenitud esa justa gobernación, es preciso efectuar una gran limpieza. El conjunto de las profecías bíblicas indica que pronto se quitará del mundo a Satanás y sus fuerzas inicuas. (Véanse Mateo, capítulo 24; Lucas, capítulo 21, y Marcos, capítulo 13.) Esta acción final de limpieza es llamada la batalla de Armagedón, “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”. (Revelación 16:14, 16.)
Pese a lo que muchos puedan creer, el año 2000 no es una fecha significativa. Después de todo, esa fecha solamente es válida para la cristiandad, dado que otras culturas poseen sus propios calendarios. Lo que verdaderamente importa es que ahora podemos acudir a Dios y su Palabra, y probar personalmente lo que es “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. (Romanos 12:1, 2.) Estamos a tiempo para escoger entre acceder a un futuro bendecido por Dios o continuar andando por la senda de frustración que ofrece el mundo de Satanás. Lo instamos a escoger el camino que Dios señala. ¡Elija la vida! (Deuteronomio 30:15, 16.)
[Comentario en la página 14]
“Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa.” (2 Pedro 3:13.)
[Ilustración en la página 13]
Las naciones batirán sus espadas en rejas de arado solo cuando gobierne el Reino de Dios
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