El fin de las armas nucleares... ¿Cómo?
NUESTRA era está llena de angustia. El matrimonio entre la ciencia y la guerra ha producido millares de armas de inconcebible poder destructivo, asesinos indiscriminados con la capacidad de aniquilar a la humanidad.
Es inquietante que el hombre esté tan dispuesto a acabar con su prójimo. Pero las tendencias asesinas de la humanidad se manifestaron prácticamente desde su principio. La Biblia nos informa: “De modo que aconteció que, mientras estaban en el campo, Caín procedió a atacar a Abel su hermano y a matarlo”. (Génesis 4:8.) A partir de entonces, los hombres siempre se han estado matando. Y aunque es verdad que desde 1945 el hombre se ha retenido de emplear armas nucleares en la guerra, nuestro siglo sigue siendo el más asesino de la historia. Queda claro, pues, que el problema no reside en las armas mismas.
Causas y remedios
A algunos entendidos en el tema les parece que puesto que es el hombre quien hace la guerra, las causas deben encontrarse en la misma naturaleza humana. De acuerdo con este punto de vista, la humanidad participa en las guerras debido a su egoísmo, estupidez e impulsos agresivos mal dirigidos. Los posibles remedios varían, pero muchos creen que la paz solo se puede conseguir si se cambian la actitud y el comportamiento del hombre mismo.
Otros dicen que puesto que las guerras se pelean entre las naciones, las causas de la guerra estriban en la estructura del sistema político internacional. Como los estados soberanos actúan según sus propias ambiciones y deseos, es inevitable que se susciten conflictos. Y dado que no hay un modo confiable ni definido de conciliar las diferencias, se desencadenan las guerras.
En su análisis acerca de las causas de la guerra, el erudito Kenneth Waltz hace notar que “el remedio para la guerra mundial es un gobierno mundial”. Pero añade: “El remedio, aunque por lógica pueda ser irrefutable, en la práctica es inviable”. Otros concuerdan con este punto. El autor Ben Bova escribió lo siguiente para la revista Omni: “Las naciones han de unirse en un solo gobierno capaz de controlar los armamentos y evitar la guerra”. Pero a la vez añadió: “Para casi todo el mundo, el hablar de un gobierno mundial de esa clase es como hacer castillos en el aire, como un sueño de ciencia-ficción que nunca podrá hacerse realidad”. El fracaso de las Naciones Unidas subraya esta sombría conclusión. Las naciones se han mostrado contrarias a entregar su soberanía tanto a esa organización como a cualquier otra.
Un gobierno mundial... ¡una realidad!
No obstante, la Biblia nos asegura que Dios mismo se propone instaurar un verdadero gobierno mundial. Millones de personas han orado inadvertidamente por este gobierno cuando han dicho en el padrenuestro: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:10.) El Cabeza de ese gobierno del Reino es el Príncipe de Paz, Jesucristo. Tocante a ese gobierno, la Biblia promete: “Triturará y pondrá fin a todos estos reinos” o gobiernos humanos. (Daniel 2:44.)
Este gobierno mundial traerá verdadera paz y seguridad, pero no mediante la disuasión nuclear o a través de un sofisticado sistema de armas defensivas de alta tecnología, ni por medio de frágiles tratados políticos. El Salmo 46:9 profetiza que Jehová Dios “hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”. Esto implica la destrucción de todas las armas, incluyendo las nucleares.
Pero, ¿qué ocurrirá con la naturaleza belicosa del hombre mismo? Bajo el gobierno celestial de Dios, los habitantes de la Tierra “tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. (Isaías 2:4.) Hoy hay tres millones de personas que ya están viviendo en armonía con este texto bíblico. Son los testigos de Jehová.
Estos Testigos viven en más de doscientos países y proceden de muchos grupos étnicos diferentes. Antes de llegar a ser cristianos verdaderos, algunos de ellos eran belicosos, en algunos casos hasta crueles. Pero como resultado de adquirir conocimiento de Dios, actualmente rehúsan tomar las armas uno contra otro o contra cualquier otra persona. Su neutralidad al encararse a conflictos políticos es un hecho que consta en las páginas de la historia. La posición pacífica que han tomado los testigos de Jehová en todo el mundo prueba que es posible la existencia de un mundo sin guerra y sin armas nucleares.
Hoy hay millones de personas que han nacido en la era nuclear y piensan morir en ella... en el supuesto de que no mueran debido a ella. Los testigos de Jehová no comparten una perspectiva tan sombría. Han cifrado su completa confianza en el Reino y en su Dios, Jehová, con quien “ninguna declaración será una imposibilidad”. (Lucas 1:37.)
[Fotografía en la página 10]
Bajo el gobierno celestial de Dios, la Tierra quedará libre de guerras y armas destructivas
[Ilustración en la página 9]
La Biblia profetiza que será Dios quien ponga fin a las armas de guerra