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La lucha contra dos bestias ferocesApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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¿Adoración en qué sentido? En el sentido de anteponer el amor que se da a la patria al amor que se da a Dios. La mayoría de la gente ama el país donde ha nacido. Como buenos ciudadanos, los verdaderos cristianos también respetan a los gobernantes y los emblemas del país donde residen, obedecen las leyes y contribuyen positivamente al bienestar de su comunidad y de su prójimo. (Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17.) Sin embargo, no pueden dar devoción ciega a un país mientras se oponen a todos los demás. “Nuestra patria, tenga razón o no”, no es enseñanza cristiana. Por eso, los cristianos que adoran a Jehová Dios no pueden convertirse en individuos hinchados de orgullo que den adoración patriótica a parte alguna de la bestia salvaje, porque eso equivaldría a adorar al dragón... la fuente de la autoridad de la bestia. No pueden exclamar con admiración: “¿Quién es semejante a la bestia salvaje [...]?”. Más bien, siguen el ejemplo de Miguel —cuyo nombre significa “¿Quién Es Como Dios?”— al apoyar la soberanía universal de Jehová.
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Así, desde fines de 1914 hasta 1918, mientras las naciones en guerra se desgarraban unas a otras como bestias salvajes, a los ciudadanos de estas naciones se les presionó para que adoraran a la bestia salvaje, participaran en la religión del nacionalismo, hasta estar dispuestos a morir por su país.
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