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Portada/Página de los editoresAnuario de los testigos de Jehová 1998
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“Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.”
Estas palabras de Romanos 10:13 dan esperanza a toda clase de personas. También transmiten un sentido de la urgencia. Constituyen el oportuno texto del año 1998.
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Informe del anuario de los testigos de Jehová 1998Anuario de los testigos de Jehová 1998
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EN TONO de sumo apremio, el profeta Joel predijo la venida del día de Jehová e indicó cuál era la clave para sobrevivir a él cuando escribió: “Tiene que ocurrir que todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo” (Joel 1:15; 2:1, 28-32).
El día de Jehová vino sobre Jerusalén en el año 607 a.E.C., cuando Jehová ejecutó su sentencia. Con años de antelación había advertido a los habitantes de Judá y de Jerusalén que tendrían que afrontar las terribles consecuencias de tratarle con falta de respeto. Es verdad que conocían su nombre y lo usaban, pero no buscaban sinceramente Su guía. En realidad, no creían que Jehová les fuera a pedir cuentas de sus actos (Neh. 9:26; Sof. 1:4-6, 12). El que clamaran a Jehová en el día de angustia sería una burla, y él dijo que no les escucharía (Jer. 11:10, 11). Pero cuando Jerusalén sufrió destrucción, Dios salvó a los que amaban la justicia, como Jeremías, Baruc, Ébed-Mélec y los hijos de Jonadab, porque habían procurado de todo corazón hacer lo que era recto y grato a Sus ojos.
El apóstol Pedro enseñó que la profecía de Joel también tuvo un cumplimiento en el siglo primero. Dirigido por el espíritu santo, Pedro indicó que lo que ocurrió en Pentecostés del año 33 E.C., fue el cumplimiento de las palabras de Joel sobre el derramamiento del espíritu de Dios antes de que llegara su día. Aquel día de Jehová desató su furia destructiva sobre Jerusalén en 70 E.C. (Hech. 2:16-21). Sin embargo, unos catorce años antes, el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Roma y citó las palabras de Joel 2:32 (Rom. 10:13). ¿Con qué propósito? Para poner de relieve la imparcialidad de Dios para con judíos y griegos. Tal como había escrito el profeta, ‘todo el que invocara el nombre de Jehová’ podía salvarse. Ahora bien, ¿por qué necesitaban los cristianos de Roma que se les advirtiera acerca de una destrucción que iba a venir sobre la lejana Jerusalén? Para que permanecieran alejados de la zona de peligro. Todo el que fuera a Jerusalén para la fiesta judía de la Pascua del año 70 E.C., quedaría atrapado cuando la calamidad le sobreviniera a esa ciudad. Sin embargo, todos los que prestaron atención a la palabra de Dios por medio de su Hijo, habían salido de aquella ciudad sentenciada casi cuatro años antes (Luc. 21:20-22).
Ahora estamos a las puertas de un día de Jehová de alcance todavía mayor. La ejecución de su sentencia llegará a todos los confines del planeta. Pero la salvación está accesible a todo el que invoque con fe absoluta el nombre de Jehová y tenga fe en el sacrificio expiatorio de su Hijo, Jesucristo, sin importar su nacionalidad, raza o lenguaje (Rev. 7:9, 10). Aun así, Romanos 10:14 pregunta: “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han puesto fe? ¿Cómo, a su vez, pondrán fe en aquel de quien no han oído?”. Los testigos de Jehová comprenden que es apremiante dar a toda persona esa oportunidad.
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