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  • Un remedio práctico contra las tensiones de la vida
    La Atalaya 2001 | 15 de diciembre
    • Un remedio práctico contra las tensiones de la vida

      “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré.” (MATEO 11:28.)

      1, 2. a) ¿Qué remedio contra el exceso de tensión se halla en la Biblia? b) ¿Hasta qué punto eran eficaces las enseñanzas de Jesús?

      PROBABLEMENTE, usted coincida en que la tensión excesiva es perjudicial; tiene el mismo efecto que la angustia. La Biblia señala que toda la creación humana se encuentra tan cargada, que muchas personas anhelan la liberación de las tensiones de la vida moderna (Romanos 8:20-22). Sin embargo, las Escrituras también muestran que aun ahora podemos lograr un alivio considerable de la angustia. Tal alivio proviene de seguir los consejos y el ejemplo de un hombre joven que vivió hace veinte siglos. Aunque carpintero de profesión, sentía una especial vocación por las personas. Les hablaba dirigiéndose al corazón y se centraba en sus necesidades, consiguiendo así fortalecer a las débiles y consolar a las deprimidas. Lo que es más, ayudó a muchas de ellas a desarrollar toda su potencialidad espiritual. De este modo redujo la tensión excesiva que sufrían, lo cual también se halla a nuestro alcance (Lucas 4:16-21; 19:47, 48; Juan 7:46).

      2 Este hombre, Jesús de Nazaret, no se guió por el conocimiento mundanal que algunos buscaban en las antiguas Roma, Atenas o Alejandría. Aun así, sus enseñanzas son famosas. Giraban en torno a un tema: el gobierno que Dios utilizará para regir la Tierra con acierto. Jesús también explicó principios básicos sobre cómo vivir la vida, principios muy valiosos en nuestros días. Quienes aprenden y ponen en práctica lo que él enseñó obtienen beneficios inmediatos, entre ellos verse libres del exceso de tensión. ¿No le gustaría disfrutar de ese alivio a usted también?

      3. ¿Qué magnífica invitación formuló Jesús?

      3 Es posible que dude y se pregunte: “¿Podrá ejercer una influencia real en mi vida alguien que vivió hace tanto tiempo?”. Pues bien, preste atención a la invitación de Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mateo 11:28-30). ¿Qué quiso decir? Examinemos sus palabras con cierto detalle y veamos cómo abren el camino para mitigar las tensiones que nos oprimen.

      4. ¿A quiénes se dirigió Jesús, y por qué es posible que sus oyentes encontraran difícil lo que se exigía de ellos?

      4 Muchas de las personas a quienes Jesús se dirigió se desvivían por atenerse a la ley, pero estaban ‘cargadas’ con el pesado lastre en que habían convertido la religión los caudillos judíos (Mateo 23:4). Aquellos líderes insistían en un sinfín de reglas que gobernaban casi todo aspecto de la vida. ¿No le causaría a usted tensión oír continuamente un “no debes” hacer esto o lo otro? Por el contrario, la invitación de Jesús señalaba que quienes lo escucharan se encaminarían a la verdad, la justicia y una vida mejor. En efecto, para conocer al Dios verdadero se requería prestar atención a Jesucristo, ya que en él los seres humanos podían —y pueden— ver cómo es Jehová. Jesús mismo dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:9).

      ¿Le abruman las tensiones?

      5, 6. ¿Qué comparación podría establecerse entre las condiciones laborales y los salarios de los tiempos de Jesús y los de nuestros días?

      5 Tal vez le interese este tema porque su situación laboral o familiar le imponga una carga gravosa, o quizá porque otras responsabilidades le parezcan abrumadoras. En ese caso, usted es como aquellas personas sinceras a las que Jesús conoció y ayudó. Piense, por ejemplo, en el problema de ganarse el sustento. Para muchos, esto supone una auténtica lucha, y lo mismo sucedía en tiempos de Jesús.

      6 En aquel entonces, los obreros trabajaban arduamente doce horas al día, seis días a la semana, y, en general, ganaban tan solo un denario por toda la jornada (Mateo 20:2-10). ¿Es equiparable aquel salario con el suyo o el de sus amigos? Comparar los ingresos antiguos con los de nuestros días no resulta fácil. Un modo de hacerlo es midiendo el poder adquisitivo, lo que alcanza a comprar el dinero. En tiempos de Jesús, un pan hecho con cuatro tazas de harina de trigo venía a costar lo que se ganaba en una hora de trabajo, según comenta cierto erudito. Otro señala que un vaso de vino de buena calidad se compraba con el salario correspondiente a dos horas. Estos detalles revelan que la gente de aquella época tenía que afanarse de sol a sol para seguir viviendo. Necesitaban alivio y consuelo, tal como nosotros. Si somos empleados, quizá nos sintamos presionados a rendir más. Puede que no tengamos tiempo de pensar bien las decisiones que tomemos y que admitamos lo mucho que anhelamos un respiro.

      7. ¿Qué acogida tuvo el mensaje de Jesús?

      7 Es evidente que la invitación de Jesús dirigida a todos los que en aquel tiempo ‘se afanaban y estaban cargados’ tuvo que resultar muy atractiva para muchos de sus oyentes (Mateo 4:25; Marcos 3:7, 8). Y no olvide que además prometió: “Yo los refrescaré”. Dado que esta promesa sigue en vigor hoy día, puede cumplirse en nosotros en el caso de que ‘nos afanemos y estemos cargados’, y también en nuestros seres amados, quienes quizá se hallen en esa misma situación.

      8. ¿Por qué puede decirse que la crianza de los hijos y la edad avanzada añaden tensión a la vida?

      8 Existen otras circunstancias gravosas. La crianza de los hijos constituye un desafío de primer orden, y hasta ser niño puede ser difícil. Cada vez más personas de toda edad sufren trastornos físicos o mentales, y aunque quizá se viva más tiempo, los avances de la medicina no han eliminado los achaques y problemas propios de la vejez (Eclesiastés 12:1).

      Bajo el yugo

      9, 10. ¿Qué simbolizaba el yugo en tiempos antiguos, y por qué invitó Jesús a la gente a tomar el yugo de él?

      9 ¿Observó que en Mateo 11:28, 29 dijo Jesús: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí”? En aquellos tiempos, el hombre común podría sentirse como si trabajara bajo un yugo. Desde la antigüedad, el yugo ha sido un símbolo de esclavitud o servidumbre (Génesis 27:40; Levítico 26:13; Deuteronomio 28:48). Muchos de los obreros que Jesús conoció acarreaban pesadas cargas con un yugo literal que, dependiendo de su forma, se llevaría con relativa comodidad sobre el cuello y los hombros o causaría irritación en la piel. Siendo Jesús carpintero, probablemente fabricó yugos y, por tanto, sabía qué forma darles para que fueran ‘suaves’. Quizá cubriera de piel o de tela las zonas de contacto con el cuerpo, a fin de que resultaran lo más cómodos posible.

      10 “Tomen sobre sí mi yugo”, dijo él. Con estas palabras tal vez se comparó a sí mismo a un proveedor de yugos de buena calidad, ‘suaves’ para el cuello y los hombros de los trabajadores. De ahí que agregara: “Mi carga es ligera”. Con ello subrayó que el yugo no era incómodo ni el trabajo servil. Cierto es que al invitar a sus oyentes a aceptar su yugo, Jesús no ofreció una liberación inmediata de todas las condiciones opresivas que existían entonces, pero ver los asuntos desde la nueva perspectiva que él enseñó produciría un refrigerio considerable. Los cambios que los oyentes hicieran en su estilo de vida y en su manera de actuar también los aliviarían. Y aún más importante, una esperanza clara y firme les permitiría vivir con menos tensiones.

      El remedio está a su alcance

      11. ¿Por qué puede decirse que Jesús no recomendó un simple cambio de yugos?

      11 Observe que Jesús no habló de cambiar un yugo por otro. Roma seguiría dominando el territorio, tal como los actuales gobiernos de los países donde viven los cristianos ejercen su autoridad. Los impuestos romanos del siglo primero no desaparecerían; los problemas de salud y económicos continuarían existiendo; la imperfección y el pecado no dejarían de cobrar su tributo. Aun así, abrazar las enseñanzas de Jesús aliviaría a las personas de aquel tiempo, y lo mismo puede decirse de nosotros hoy.

      12, 13. ¿A qué fuente de alivio señaló Jesús, y cómo respondieron algunos de sus oyentes?

      12 Una aplicación clave de la ilustración de Jesús acerca del yugo se hizo patente en la obra de hacer discípulos. No hay duda de que la principal actividad de Jesús fue la enseñanza, en especial la relativa al Reino de Dios (Mateo 4:23). Por esta razón, sus palabras “Tomen sobre sí mi yugo” de seguro implicarían seguir su ejemplo y dedicarse a esa misma actividad. Los relatos evangélicos indican que Jesús indujo a algunos hombres sinceros a cambiar de trabajo, campo que para muchas personas es de primordial importancia. Recuerde la invitación que dirigió a Pedro, Andrés, Santiago y Juan: “Vengan en pos de mí, y haré que lleguen a ser pescadores de hombres” (Marcos 1:16-20). Jesús demostró a aquellos pescadores lo gratificante que sería participar en la obra a la que él daba prioridad, y además contando con su guía y ayuda.

      13 Algunos de sus oyentes judíos captaron el sentido de sus palabras y actuaron en consecuencia. Imagínese la escena junto al mar descrita en Lucas 5:1-11. Cuatro pescadores se habían afanado en vano toda la noche, y ahora, en un momento, las redes rebosaban de peces. No fue casualidad: se debió a la intervención de Jesús. Al mirar hacia la orilla, aquellos cuatro hombres vieron que una multitud manifestaba vivo interés por las enseñanzas de Jesús, quien aprovechó el incidente para decirles: “De ahora en adelante estará[n] pescando vivos a hombres”. ¿Cómo respondieron? “Volvieron a traer las barcas a tierra, y abandonaron todo y le siguieron.”

      14. a) ¿Cómo podemos hallar refrigerio hoy día? b) ¿Qué reconfortantes buenas nuevas proclamó Jesús?

      14 Básicamente, usted puede responder igual que ellos, pues la obra de enseñar la verdad bíblica sigue en marcha. Por todo el mundo, unos seis millones de testigos de Jehová han aceptado la invitación de Jesús de ‘tomar sobre sí su yugo’ y se han convertido en “pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Algunos hacen de ello una ocupación a tiempo completo, mientras que otros efectúan todo lo que sus circunstancias les permiten. Todos hallan refrigerio en esta actividad, de forma que su vida se alivia de tensiones. Es una labor que les resulta muy grata, pues anuncian buenas noticias: “las buenas nuevas del reino” (Mateo 4:23). Si las buenas noticias siempre son agradables de contar, estas lo son de un modo especial. La Biblia contiene la información fundamental que se necesita para convencer a muchas personas de que es posible vivir con menos tensiones (2 Timoteo 3:16, 17).

      15. ¿Cómo puede usted beneficiarse de las enseñanzas de Jesús sobre la vida?

      15 Incluso quienes llevan muy poco tiempo adquiriendo conocimiento del Reino de Dios se han beneficiado de las enseñanzas de Jesús sobre cómo vivir la vida. Muchos de ellos pueden decir con toda sinceridad que tales instrucciones los han confortado y han contribuido a que su existencia cambie por completo. Compruébelo por usted mismo examinando algunos principios expuestos en los relatos de la vida y el ministerio de Jesús, en particular en los Evangelios que escribieron Mateo, Marcos y Lucas.

      Cómo obtener alivio

      16, 17. a) ¿Dónde se hallan algunas de las enseñanzas principales de Jesús? b) ¿Qué se requiere para obtener alivio mediante las enseñanzas de Jesús?

      16 En la primavera del año 31 de nuestra era, Jesús pronunció un discurso que hoy es mundialmente famoso y que suele conocerse como el Sermón del Monte. Se halla en los capítulos 5 a 7 de Mateo y capítulo 6 de Lucas, y resume un gran número de sus enseñanzas, si bien encontrará muchas más en el resto de los Evangelios. Gran parte de lo que dijo no requiere mayor explicación, pero llevarlo a la práctica puede ser más difícil. ¿Por qué no lee esos capítulos atentamente, meditando en las ideas y permitiendo que la fuerza de estas influya en sus pensamientos y actitudes?

      17 Como es lógico, las enseñanzas de Jesús pueden ordenarse de varias formas. Agrupe las principales de modo que a cada día del mes le corresponda una distinta, con el objetivo de ponerlas en práctica. ¿Cómo puede hacerlo? Pues bien, examínelas con detenimiento. Recuerde al gobernante rico que preguntó a Jesucristo: “¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. Cuando Jesús repasó los mandamientos esenciales de la Ley de Dios, aquel hombre le respondió que ya los estaba cumpliendo. Aun así, percibía que tenía que hacer más. Jesús lo invitó a ser un discípulo activo, a realizar un mayor esfuerzo por aplicar los principios piadosos de maneras prácticas. Pero, al parecer, aquel gobernante no estaba dispuesto a llegar tan lejos (Lucas 18:18-23). Por tanto, quien en la actualidad desea aprender las enseñanzas de Jesús no debe olvidar que una cosa es concordar con ellas y otra muy distinta abrazarlas activamente y así reducir las tensiones de la vida.

      18. Ponga un ejemplo de cómo emplear con provecho el recuadro.

      18 Como punto de partida para examinar y seguir las enseñanzas de Jesús, observe en el recuadro de las páginas 12 y 13 el primer punto, que hace referencia a Mateo 5:3-9. Lo cierto es que cualquiera de nosotros podría pasar largo rato meditando sobre los maravillosos consejos que se exponen en esos versículos. Viéndolos en conjunto, sin embargo, ¿a qué conclusión lo llevan en cuanto a las actitudes que debe tener? Si desea superar los efectos del exceso de tensiones, ¿qué le será de ayuda? ¿Cómo mejorará su vida si presta más atención a los asuntos espirituales y reflexiona más en ellos? ¿Hay intereses a los que tenga que restar importancia para centrarse en las cuestiones de índole espiritual? Hacerlo contribuirá a su felicidad aun ahora.

      19. ¿Cómo puede adquirir más perspicacia y entendimiento?

      19 Ahora vaya un paso más allá. ¿Por qué no conversa con otro siervo de Dios sobre esos versículos, quizá con su cónyuge, un pariente cercano o un amigo? (Proverbios 18:24; 20:5.) Tenga presente que el gobernante rico preguntó a otra persona —a Jesús— sobre un tema relacionado. La respuesta pudo haber acrecentado sus posibilidades de gozar de una vida feliz y duradera. El hermano cristiano con quien hable no alcanzará la talla de Jesús, pero ambos se beneficiarán de conversar sobre sus enseñanzas. Procure hacerlo cuanto antes.

      20, 21. ¿Qué programa puede seguir para conocer mejor las enseñanzas de Jesús, y cómo puede evaluar su progreso?

      20 Observe de nuevo el recuadro titulado “Enseñanzas para su provecho”. La forma en que estas se han agrupado le permitirá concentrarse cada día en por lo menos una de ellas. Empiece leyendo las palabras de Jesús en los versículos citados. A continuación, reflexione en ellas. Piense en cómo aplicar esa instrucción divina. Si le parece que ya la está obedeciendo, pregúntese cómo podría hacerlo en mayor medida. Céntrese en ella durante ese día. En caso de que le cueste comprenderla o ver maneras de aplicarla, dedíquele otro día. Ahora bien, tenga presente que no es preciso que continúe con la misma hasta dominarla por completo. Al día siguiente céntrese en otra enseñanza de Jesús. Al cabo de una semana, evalúe hasta qué punto ha logrado poner en práctica cuatro o cinco de ellas. Vaya añadiendo otras a lo largo de la segunda semana. Si percibe una deficiencia en la aplicación de algún aspecto, no se desanime: tal experiencia es común a todos los cristianos (2 Crónicas 6:36; Salmo 130:3; Eclesiastés 7:20; Santiago 3:8). Siga el mismo procedimiento durante la tercera y la cuarta semanas.

      21 Después de más o menos un mes, quizá haya abarcado los 31 aspectos. En cualquier caso, ¿cómo se sentirá al lograrlo? ¿Acaso no se sentirá más feliz, tal vez más relajado? Aun si no mejora mucho, es probable que sufra menos tensión, o que por lo menos pueda sobrellevarla mejor; además, dispondrá de un método para seguir progresando. No olvide que hay muchos otros aspectos de las enseñanzas de Jesús que no figuran en la lista. ¿Por qué no busca algunos y trata de ponerlos en práctica? (Filipenses 3:16.)

      22. ¿Qué se logra siguiendo las enseñanzas de Jesús, pero qué otro aspecto merece su atención?

      22 Como hemos visto, el yugo de Jesús no carece de peso, pero es un yugo de bondad. La carga de sus enseñanzas y del discipulado es ligera. Con una experiencia personal de más de sesenta años, el apóstol Juan, el amado amigo de Jesús, lo confirmó: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Usted puede tener la misma confianza. Cuanto más aplique las enseñanzas de Jesús, más comprobará que los problemas que hoy llenan de tensiones la vida de la gente no le causan tanta angustia. Verá como se siente mucho más aliviado (Salmo 34:8). No obstante, hay otro aspecto del amable yugo de Jesús que merece su atención. Él dijo de sí mismo que era “de genio apacible y humilde de corazón”. ¿Qué papel desempeña esta verdad en nuestros esfuerzos por aprender de Jesús e imitarlo? El siguiente artículo se centrará en este tema (Mateo 11:29).

  • Un remedio práctico contra las tensiones de la vida
    La Atalaya 2001 | 15 de diciembre
    • [Comentario de la página 14]

      El texto de los testigos de Jehová para el año 2002 será: “Vengan a mí [...] y yo los refrescaré” (Mateo 11:28).

      [Ilustración y recuadro de las páginas 12 y 13]

      Enseñanzas para su provecho

      ¿Qué puntos provechosos puede hallar en los capítulos 5 a 7 de Mateo? Este pasaje contiene las enseñanzas que Jesús, el Gran Maestro, expuso en la ladera de una colina de Galilea. Tenga la bondad de leer en su Biblia los versículos citados a continuación, y hágase las preguntas relacionadas.

      1. 5:3-9 ¿Qué me revelan estas palabras en cuanto a mi actitud en general? ¿Qué puedo hacer para ser más feliz? ¿Cómo podría prestar más atención a mis necesidades espirituales?

      2. 5:25, 26 ¿Qué da mejores resultados que imitar el espíritu de disputa que tanta gente manifiesta? (Lucas 12:58, 59.)

      3. 5:27-30 ¿Qué subrayan respecto a las fantasías románticas las palabras de Jesús? ¿Por qué tendré más felicidad y paz mental si las evito?

      4. 5:38-42 ¿Por qué debo esforzarme por no adoptar la extremada agresividad que caracteriza a la sociedad moderna?

      5. 5:43-48 ¿Cómo me beneficiará conocer mejor a quienes podría haber considerado enemigos? ¿Por qué es probable que ello contribuya a reducir o eliminar la tensión?

      6. 6:14, 15 Si en ocasiones me cuesta perdonar, ¿se deberá principalmente a la envidia o el resentimiento? ¿Cómo podría cambiar?

      7. 6:16-18 ¿Me preocupo más por las apariencias que por la persona que soy en mi interior? ¿Qué debería interesarme más?

      8. 6:19-32 ¿Cómo me afectaría el interés excesivo en el dinero y las posesiones? ¿En qué podría pensar para mantener el equilibrio en este aspecto?

      9. 7:1-5 ¿Cómo me siento cuando estoy entre personas severas y criticonas, que siempre buscan faltas? ¿Por qué es importante que evite ser así?

      10. 7:7-11 Si la persistencia es recomendable al dirigir mis peticiones a Dios, ¿qué puede decirse de su conveniencia en otras facetas de la vida? (Lucas 11:5-13.)

      11. 7:12 Aunque conozco la Regla de Oro, ¿con cuánta frecuencia pongo en práctica este consejo en mis relaciones con los demás?

      12. 7:24-27 En vista de que soy responsable de dirigir mi vida, ¿cómo puedo estar mejor preparado para enfrentar tormentas de adversidad y torrentes de dificultades? ¿Por qué debo pensar en ello ahora? (Lucas 6:46-49.)

      Otras enseñanzas sobre las cuales meditar:

      13. 8:2, 3 ¿Cómo puedo tratar con compasión a los más desfavorecidos, como tan a menudo hizo Jesús?

      14. 9:9-38 ¿Cuánta importancia doy a ser misericordioso, y cómo puedo serlo en mayor medida?

      15. 12:19 ¿Aprendo de la profecía sobre Jesús y procuro no discutir?

      16. 12:20, 21 ¿Qué bien lograré al no aplastar a los demás ni con mis palabras ni con mis actos?

      17. 12:34-37 ¿Sobre qué temas hablo la mayor parte del tiempo? Si es obvio que al exprimir una naranja sale jugo de naranja, ¿por qué debo pensar en lo que hay en mi interior, en mi corazón? (Marcos 7:20-23.)

      18. 15:4-6 ¿Qué me enseñan estas palabras de Jesús en cuanto al cuidado amoroso de las personas de edad avanzada?

      19. 19:13-15 ¿A qué debo dedicar tiempo?

      20. 20:25-28 ¿Por qué es infructuoso ejercer la autoridad por el simple placer de ejercerla? ¿Cómo puedo imitar a Jesús a este respecto?

      Otros pensamientos que Marcos puso por escrito:

      21. 4:24, 25 ¿Qué importancia tiene mi forma de tratar a los demás?

      22. 9:50 ¿Qué buenos resultados probablemente obtenga si mis palabras y acciones son de buen gusto?

      Por último, algunas enseñanzas que Lucas transcribió:

      23. 8:11, 14 Si permitiera que las inquietudes, las riquezas o los placeres dominen mi vida, ¿qué podría suceder?

      24. 9:1-6 Aunque Jesús tenía la facultad de curar a los enfermos, ¿a qué dio prioridad?

      25. 9:52-56 ¿Me ofendo con rapidez? ¿Rechazo la tendencia a tomar represalias?

      26. 9:62 ¿Cómo debo considerar mi responsabilidad de hablar del Reino de Dios?

      27. 10:29-37 ¿Cómo puedo demostrar que soy un verdadero prójimo, y no alguien insensible?

      28. 11:33-36 ¿Qué cambios podría efectuar para simplificar mi vida?

      29. 12:15 ¿Qué relación existe entre la vida y las posesiones?

      30. 14:28-30 Si me tomara el tiempo necesario para meditar bien mis decisiones, ¿qué podría evitar, y cómo me beneficiaría de ello?

      31. 16:10-12 ¿Qué beneficios me producirá ser una persona íntegra?

      [Ilustraciones de la página 10]

      La obra de salvación que efectuamos bajo el yugo de Jesús es reconfortante

  • “Aprendan de mí”
    La Atalaya 2001 | 15 de diciembre
    • “Aprendan de mí”

      “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.” (MATEO 11:29.)

      1. ¿Por qué es grato y enriquecedor aprender de Jesús?

      JESUCRISTO siempre pensó, enseñó e hizo lo que era propio. Su vida en la Tierra fue breve, pero gratificante y feliz. Reunió discípulos en torno a sí y les enseñó el modo de adorar a Dios, amar a la humanidad y conquistar el mundo (Juan 16:33). Logró que el corazón de ellos rebosara de esperanza, y ‘arrojó luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas’ (2 Timoteo 1:10). Si usted es uno de sus discípulos, ¿qué le parece que entraña tal discipulado? Analizar lo que Jesús dijo al respecto nos enseñará a enriquecer nuestra vida. Ello exige que adoptemos sus puntos de vista y apliquemos algunos principios fundamentales (Mateo 10:24, 25; Lucas 14:26, 27; Juan 8:31, 32; 13:35; 15:8).

      2, 3. a) ¿Qué es un discípulo de Jesús? b) ¿Por qué es importante que nos preguntemos de quién nos hemos hecho discípulos?

      2 En las Escrituras Griegas Cristianas, el término que se traduce “discípulo” tiene el significado básico de alguien que concentra sus facultades mentales en algo, de alguien que aprende. En Mateo 11:29, nuestro texto temático, aparece un vocablo relacionado: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas”. En efecto, un discípulo es alguien que aprende. Los Evangelios suelen aplicar la palabra “discípulo” a los seguidores íntimos de Jesús, quienes lo vieron predicar mientras viajaban con él y se beneficiaron de su instrucción. Es posible que algunas personas simplemente aceptaran sus enseñanzas, incluso en secreto (Lucas 6:17; Juan 19:38). Los escritores de los Evangelios también aludieron a “los discípulos de Juan [el Bautista] y los discípulos de los fariseos” (Marcos 2:18). Puesto que Jesús advirtió a sus seguidores que “se guardaran [...] de la enseñanza de los fariseos”, cabe preguntarse: “¿De quién me he hecho discípulo?” (Mateo 16:12).

      3 Si somos discípulos de Jesús, si en verdad hemos aprendido de él, entonces los demás deberían sentirse espiritualmente reconfortados en nuestra presencia. Tendrían que percibir que nos hemos vuelto más apacibles y humildes de corazón. Si ocupamos puestos de autoridad en el empleo, somos padres o se nos han confiado deberes de pastoreo en la congregación cristiana, ¿sienten quienes están a nuestro cuidado que los tratamos como Jesús trató a quienes estaban al cuidado de él?

      El trato que Jesús dispensó a los demás

      4, 5. a) ¿Por qué no resulta difícil saber cómo trató Jesús a las personas con problemas? b) ¿Qué ocurrió mientras Jesús comía en casa de un fariseo?

      4 Necesitamos saber cómo trató Jesús a los demás, sobre todo a aquellos con problemas graves. No nos resulta difícil, pues la Biblia nos informa de muchos encuentros de Jesús con otras personas, algunas de las cuales estaban afligidas. Observemos, además, el trato que los guías religiosos, en particular los fariseos, dispensaban a quienes sufrían dificultades parecidas. El contraste será iluminador.

      5 En el año 31 de nuestra era, durante una gira de predicación por Galilea, “uno de los fariseos seguía invitándolo [a Jesús] a comer con él”, a lo que Jesús accedió sin reparos. “Por consiguiente, él entró en la casa del fariseo y se reclinó a la mesa. Y ¡mira!, una mujer que era conocida en la ciudad como pecadora se enteró de que él estaba reclinado a la mesa en casa del fariseo, y trajo una cajita de alabastro llena de aceite perfumado y, tomando una posición detrás, junto a sus pies, lloró y comenzó a mojarle los pies con sus lágrimas, y se los enjugaba con los cabellos de su cabeza. También, le besaba los pies tiernamente y se los untaba con el aceite perfumado.” (Lucas 7:36-38.)

      6. ¿Por qué, posiblemente, pudo entrar aquella mujer, siendo “pecadora”, en la casa del fariseo?

      6 ¿Se imagina la escena? Cierta obra de consulta asegura: “La mujer (v. 37) se valió de las costumbres sociales que permitían a los necesitados ir a un banquete como aquel para conseguir algunas sobras”. Tal vez por esa razón pudo entrar sin haber sido invitada. Es posible que hubiera más personas esperando obtener algo al final de la comida, pero ella se comportó de un modo insólito. No se quedó a un lado mirando, esperando a que la comida acabara. Era una mujer de mala reputación, una “pecadora” de cierta notoriedad, de modo que Jesús dijo conocer “los pecados de ella, por muchos que [fueran]” (Lucas 7:47).

      7, 8. a) ¿Cuál podría ser nuestra reacción ante las circunstancias descritas en Lucas 7:36-38? b) ¿Cómo reaccionó Simón?

      7 Retroceda en el tiempo y póngase en el lugar de Jesús. ¿Cómo habría reaccionado? ¿Se habría sentido incómodo al acercársele aquella mujer? ¿Qué efecto habría tenido en usted una situación como esa? (Lucas 7:45.) ¿Se habría escandalizado?

      8 Si hubiese sido uno de los demás invitados, ¿habría pensado, al menos hasta cierto grado, lo mismo que Simón el fariseo? “Al ver esto, el fariseo que lo había invitado [a Jesús] dijo dentro de sí: ‘Este hombre, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora’.” (Lucas 7:39.) En cambio, Jesús era un hombre profundamente compasivo. Comprendió la situación comprometida en que ella se hallaba y advirtió su angustia. El relato no nos dice por qué cayó en una vida de pecado. Si realmente era una prostituta, parece que los hombres de la ciudad, aunque eran judíos dedicados, no la habían ayudado.

      9. ¿Cómo reaccionó Jesús, y con qué posible resultado?

      9 Pero Jesús quería ayudarla, así que le dijo: “Tus pecados son perdonados”. Y agregó: “Tu fe te ha salvado; vete en paz” (Lucas 7:48-50). Aquí finaliza el relato. Alguien pudiera objetar que Jesús no hizo mucho por ella, pues, en resumidas cuentas, la despachó con su bendición. ¿Piensa que es probable que ella volviera a su lamentable estilo de vida? No lo sabemos con certeza, pero observe que Lucas pasó a decir que Jesús viajó “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios”. Lucas también indicó que “ciertas mujeres” acompañaban a Jesús y sus discípulos, y que “les ministraban de sus [propios] bienes”. No puede descartarse la posibilidad de que aquella mujer, arrepentida y llena de gratitud, figurara entre ellas y emprendiera una vida piadosa con una conciencia limpia, un renovado sentido de propósito y un amor a Dios mucho más intenso (Lucas 8:1-3).

      La diferencia entre Jesús y los fariseos

      10. ¿Por qué es provechoso analizar el relato de Jesús y la mujer en casa de Simón?

      10 ¿Qué aprendemos de este gráfico relato? ¿Verdad que nos conmueve? De haberse hallado usted en casa de Simón, ¿cómo se habría sentido? ¿Habría reaccionado como Jesús, o de forma algo semejante a la de su anfitrión fariseo? Jesús era el Hijo de Dios, así que nosotros no podemos sentir ni actuar exactamente como él. Por otra parte, es fácil que la idea de parecernos a Simón no nos atraiga demasiado, pues pocos se enorgullecerían de ser farisaicos.

      11. ¿Por qué no quisiéramos que se nos catalogara como fariseos?

      11 Del análisis de las pruebas bíblicas y seglares se desprende que los fariseos tenían un elevado concepto de sí mismos, creyéndose guardianes del bien público y del bienestar de la nación. En esencia, la Ley de Dios era clara, fácil de entender, pero eso no los contentaba. Siempre que la consideraban imprecisa, procuraban rellenar las aparentes lagunas con normas concretas que suprimían toda necesidad de emplear la conciencia. Aquellos dirigentes religiosos trataron de formular preceptos que gobernaran hasta las situaciones más triviales.a

      12. ¿Cómo se consideraban a sí mismos los fariseos?

      12 Josefo, historiador judío del siglo primero, deja patente que los fariseos se creían bondadosos, amables, justos y totalmente cualificados para sus funciones. Es muy probable que algunos de ellos se acercaran bastante a ese ideal. Quizá nos venga a la memoria el nombre de Nicodemo (Juan 3:1, 2; 7:50, 51). Con el tiempo, algunos abrazaron el cristianismo (Hechos 15:5). El apóstol cristiano Pablo se refirió a ciertos judíos, entre ellos los fariseos, cuando escribió: “Tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Romanos 10:2). Sin embargo, los Evangelios los presentan tal como los veía la gente común: orgullosos, arrogantes, engreídos, criticones, severos y despectivos.

      El punto de vista de Jesús

      13. ¿Qué dijo Jesús sobre los fariseos?

      13 Jesús censuró la hipocresía de los escribas y fariseos: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas”. En efecto, imponían al pueblo una carga gravosa, un yugo difícil de llevar. Jesús llegó a calificarlos de “necios”. Una persona necia representa una amenaza para la comunidad. También los llamó “guías ciegos”, y afirmó que habían “desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad”. ¿Quién desearía que Jesús lo considerara farisaico? (Mateo 23:1-4, 16, 17, 23.)

      14, 15. a) ¿Qué revela respecto al proceder de los fariseos la forma en que Jesús trató a Mateo Leví? b) ¿Qué importantes lecciones encierra este relato?

      14 Casi todo lector de los relatos evangélicos observa el carácter criticón de la mayoría de los fariseos. Cuando Jesús invitó a Mateo Leví a hacerse discípulo, este recaudador de impuestos le ofreció una gran recepción. El relato pasa a decir: “Por esto los fariseos y sus escribas se pusieron a murmurar, y decían a los discípulos de él: ‘¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores?’. Respondiendo, Jesús les dijo: ‘[...] No he venido a llamar a justos, sino a pecadores a arrepentimiento’” (Lucas 5:27-32).

      15 El propio Leví comprendió lo que Jesús también dijo en aquella ocasión: “Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’” (Mateo 9:13). Aunque los fariseos afirmaban creer en los escritos de los profetas hebreos, no apoyaban las palabras de Oseas 6:6. Si iban a violar alguna norma, se aseguraban de ponerse del lado de la tradición. Todos podemos preguntarnos: “¿Tengo fama de insistir mucho en ciertas reglas, como las que reflejan opiniones personales o puntos de vista comunes? ¿O se me conoce ante todo por ser misericordioso y bueno?”.

      16. ¿En qué consistía el proceder farisaico, y qué podemos hacer para no ser como ellos?

      16 Criticar, criticar y criticar: ese era el proceder de los fariseos. Buscaban hasta la más mínima falta, fuera real o imaginaria, y mantenían a la gente a la defensiva, recordándole continuamente sus errores. Se enorgullecían de dar el diezmo de las hierbas más minúsculas, como la hierbabuena, el eneldo y el comino. Exhibían su piedad por su atuendo e intentaban dirigir a la nación. Evidentemente, para que nuestros actos se ajusten al modelo que puso Jesús, debemos reprimir la tendencia a estar siempre buscando y destacando las faltas de los demás.

      ¿Cómo trataba Jesús los problemas?

      17-19. a) Explique cómo manejó Jesús una situación que podría haber originado graves consecuencias. b) ¿Qué hacía angustiosa y desagradable la situación? c) ¿Cómo habría reaccionado usted de haber estado allí?

      17 La manera como Jesús trataba los problemas era muy distinta a la de los fariseos. Veamos cómo manejó una situación que podría haber originado graves consecuencias. Tuvo que ver con una mujer que llevaba doce años padeciendo un flujo de sangre. Leamos el relato en Lucas 8:42-48.

      18 En su Evangelio, Marcos menciona que estaba “atemorizada y temblando” (Marcos 5:33). ¿Por qué? Seguramente porque sabía que había violado la Ley de Dios. Según Levítico 15:25-28, una mujer que sufriera un flujo anormal de sangre era inmunda hasta una semana después de que le cesara. Todo lo que tocara se volvía inmundo, igual que cualquier persona con quien tuviera contacto. Para llegar hasta Jesús, esta mujer tuvo que abrirse paso entre la multitud. Cuando leemos su historia dos mil años después, el corazón se nos conmueve al pensar en su angustiosa condición.

      19 ¿Qué habría pensado usted si hubiera estado allí? ¿Qué habría dicho? Observe la bondad, amor y consideración con que Jesús la trató, sin siquiera mencionar ningún problema que ella pudiera haber causado (Marcos 5:34).

      20. Si el mandato de Levítico 15:25-28 fuera obligatorio en la actualidad, ¿qué desafío tendríamos que afrontar?

      20 ¿Aprendemos algo de aquel incidente? Supongamos que usted fuera anciano en una congregación. Supongamos también que el mandato de Levítico 15:25-28 fuera obligatorio para los cristianos actuales, y que una cristiana, en su desesperación y desamparo, infringiera esa ley. ¿Qué haría usted? ¿Humillarla criticándola en público? “Pues claro que no —quizá responda—. Yo jamás haría eso, sino que seguiría el ejemplo de Jesús y procuraría ser bondadoso, amoroso, amable y considerado con ella.” ¡Muy bien! Pero el desafío es llevarlo a la práctica, imitar el modelo que puso Jesús.

      21. ¿Qué enseñó Jesús en cuanto a la Ley?

      21 En esencia, Jesús lograba que las personas se sintieran reconfortadas, ennoblecidas y alentadas. Cuando la Ley de Dios era concluyente, no había más que hablar. Pero si tenía un carácter más general, la conciencia cobraba mayor protagonismo, lo que permitía que las decisiones que ellas tomaran evidenciaran su amor a Dios. La Ley les otorgaba cierto margen de libertad (Marcos 2:27, 28). Dios amaba a sus siervos, procuraba constantemente su bien y estaba dispuesto a ser misericordioso con ellos cuando flaqueaban. Jesús también fue así (Juan 14:9).

      Los frutos de las enseñanzas de Jesús

      22. ¿Qué actitud mental aprendieron de Jesús sus discípulos?

      22 Los que escucharon a Jesús y se hicieron sus discípulos apreciaron la verdad de la declaración: “Mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mateo 11:30). Jesús nunca los hizo sentir cargados, acosados ni recriminados, sino más libres y felices, más seguros respecto a su relación con Dios y entre sí (Mateo 7:1-5; Lucas 9:49, 50). De él aprendieron que un guía espiritual debe reconfortar a los demás, manifestar humildad mental y de corazón (1 Corintios 16:17, 18; Filipenses 2:3).

      23. ¿Qué importante lección aprendieron los discípulos del ejemplo de Jesús, y a qué conclusiones les permitió llegar?

      23 Además, en el corazón de numerosas personas se grabó profundamente la importancia de permanecer en unión con Cristo e irradiar su mismo espíritu. Él dijo a sus discípulos: “Así como me ha amado el Padre y yo los he amado a ustedes, permanezcan en mi amor. Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor” (Juan 15:9, 10). Para ser buenos ministros y siervos de Dios, tendrían que aplicar con diligencia lo que habían aprendido de Jesús, tanto respecto a predicar y enseñar en público las maravillosas buenas nuevas de Dios como en lo referente al modo de tratar a su familia y amigos. A medida que la hermandad creciera y se formaran congregaciones, necesitarían recordarse a menudo que ese era el proceder correcto. Lo que él enseñó era la verdad, y la vida que le habían visto llevar era aquella a la que debían aspirar (Juan 14:6; Efesios 4:20, 21).

      24. ¿En qué aspectos del ejemplo de Jesús hemos de centrarnos?

      24 Al reflexionar en los aspectos que hemos analizado, ¿ve algunos en los cuales mejorar? ¿Está de acuerdo con que Jesús siempre pensó, enseñó e hizo lo que era propio? Entonces, cobre ánimo. Él nos dirige a todos estas alentadoras palabras: “Si saben estas cosas, felices son si las hacen” (Juan 13:17).

      [Nota]

      a “La oposición que surge aquí aparece clara sólo a partir de la distinta concepción que de Dios tienen Jesús y los fariseos. [Estos creen que ante todo es exigente, mientras que aquel lo presenta misericordioso y compasivo.] Ciertamente el fariseo no niega la bondad y el amor de Dios, pero para él una y otro consisten en la donación de la Torá [la Ley] y en la posibilidad de cumplir lo que en ella se exige [...]. En la observancia de la tradición oral y de la normativa de ella derivada ve el fariseo el camino para el cumplimiento de la Torá [...]. Así pues, al elevar Jesús el doble mandamiento del amor (Mt 22, 34-40) al rango de norma de interpretación y al rechazar con ello el carácter obligatorio de la tradición oral [...], entra en conflicto con la casuística de los fariseos.” (Diccionario teológico del Nuevo Testamento.)

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