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El tiempo libreLo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
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Sección 9: El tiempo libre
En algunos países en desarrollo no se disfruta de mucho tiempo libre. Pero en países occidentales a menudo los jóvenes tienen más tiempo libre que ocupaciones con las cuales llenarlo. El que tu tiempo libre sea para ti una bendición o una maldición depende de cómo lo uses. En esta sección examinaremos maneras de usarlo provechosamente.
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¿Importa lo que yo lea?Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
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Capítulo 35
¿Importa lo que yo lea?
EL REY Salomón advirtió: “El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos es fatigoso a la carne”. (Eclesiastés 12:12.) No era que Salomón estuviera disuadiendo de leer; solo aconsejaba que se seleccionara la lectura.
René Descartes, filósofo francés del siglo XVII, dijo: “Cuando uno lee buenos libros, es como tener una conversación con hombres bien educados del pasado. Hasta pudiéramos llamarla una conversación selecta, en la que el autor expresa sólo sus pensamientos más nobles”. Sin embargo, no vale la pena ‘conversar’ con todos los escritores; y no todos los pensamientos de los escritores son realmente “nobles”.
De modo que el siguiente principio bíblico, muy citado, entra de nuevo en juego: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.) Sí, tus compañeros pueden moldear tu personalidad. ¿Has pasado alguna vez tanto tiempo con algún amigo que has empezado a actuar, hablar y hasta pensar como él? Pues bien, el leer un libro es como pasar varias horas conversando con su autor.
Por eso es pertinente el principio que Jesús declaró en Mateo 24:15: “Use discernimiento el lector”. Aprende a analizar y evaluar lo que lees. Todos los humanos adolecen de cierto grado de prejuicio y por eso no son siempre totalmente honrados al describir hechos. Por lo tanto, no aceptes como absolutamente correcto todo lo que leas u oigas: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”. (Proverbios 14:15.)
Especialmente debes tener cuidado en cuanto a la lectura de filosofías de la vida. Por ejemplo, las revistas para adolescentes están llenas de consejos sobre todo: desde concertar citas hasta tener relaciones sexuales antes del matrimonio; pero no siempre son consejos que el cristiano deba aplicar. Y ¿qué hay de los libros que consideran a fondo dudas o preguntas filosóficas de peso?
La Biblia advierte: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres [...] y no según Cristo”. (Colosenses 2:8.) La Biblia y publicaciones basadas en la Biblia (como esta que estás leyendo) ofrecen mucho mejor consejo. (2 Timoteo 3:16.)
¿Son inofensivas las novelas románticas?
Tan solo en los Estados Unidos la lectura de novelas románticas se ha convertido en la afición de unos 20.000.000 de personas. Por supuesto, Dios mismo implantó en el hombre y la mujer el deseo de enamorarse y casarse. (Génesis 1:27, 28; 2:23, 24.) Por eso, no sorprende que se destaque lo romántico en la mayoría de los relatos novelescos, y eso no es necesariamente censurable. Algunas novelas románticas hasta han ascendido al nivel de la buena literatura. Pero como esas novelas escritas en el pasado se consideran aburridas a la luz de las normas modernas, para los escritores de hoy lo lucrativo ha sido producir enormes cantidades de una nueva variedad de novelas románticas. Algunos todavía usan un marco histórico o medieval para añadir dramatismo y ambiente particular a la narración. Otros son contemporáneos en el estilo y el marco de la acción. Sin embargo, excepto por diferencias leves, las novelas románticas de hoy siguen una fórmula bastante fácil de predecir: héroes y heroínas superan obstáculos impresionantes que amenazan su floreciente idilio.
Es típico que el héroe sea un hombre fuerte, hasta arrogante, que rebosa de confianza en sí mismo. Pero probablemente la heroína es delicada y vulnerable, a menudo 10 ó 15 años más joven que el héroe. Y aunque muchas veces él la trata con desprecio, ella todavía se siente atraída irresistiblemente a él.
Por lo general hay un pretendiente rival. Aunque bondadoso y considerado, no entusiasma a la heroína ni despierta su interés. De modo que ella usa sus encantos seductores para transformar a su estoico héroe en un alma tierna que ahora le declara francamente su amor duradero. Aclaradas y perdonadas todas las sospechas y dudas anteriores, alegremente se casan y viven felices para siempre...
¿Es el amor como lo pintan las historias de amor?
¿Podría la lectura de esos relatos imaginarios empañar tu visión de la realidad? Bonnie, quien empezó a leer novelas románticas a los 16 años, recuerda: “Esperaba a un joven alto, moreno y guapo; alguien que fuera excitante y tuviera una personalidad dominante”. Confesó: “Si salía con un joven que no quería besarme ni acariciarme, lo consideraba aburrido, aunque fuera considerado y bondadoso. Yo anhelaba la excitación que se describía en las novelas”.
Bonnie continuó leyendo novelas románticas después de casarse, y dice: “Tenía un hogar agradable y una bonita familia, pero no me encontraba satisfecha con aquello [...] Anhelaba la aventura, la excitación y la emoción que tan atractivamente se describían en las novelas. Creía que algo andaba mal en mi matrimonio”. La Biblia, sin embargo, ayudó a Bonnie a darse cuenta de que es más que encanto o “excitación” lo que el esposo debe ofrecer a su esposa. Dice: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:28, 29.)
Y ¿qué hay de las tramas tan comunes de las novelas románticas, los desenlaces ideales y la solución fácil de las diferencias? Bueno, están muy lejos de la realidad. Bonnie recuerda: “Cuando tenía un desacuerdo con mi esposo, en vez de considerar a fondo el asunto con él, imitaba los trucos de la heroína. Cuando mi esposo no respondía como lo hacía el héroe, me enfadaba”. ¿No es mucho más realista y práctico este consejo que da la Biblia a las esposas: “Esposas, estén en sujeción a sus esposos”? (Colosenses 3:18.)
Contenido sexual
Es interesante que las novelas románticas explícitas en lo sexual —asequibles en las bibliotecas públicas de algunas ciudades— son las de mayor demanda entre los adolescentes. ¿Pueden perjudicarte? Karen, de 18 años, explica: “La realidad es que aquellos libros despertaron en mí fuertes deseos sexuales y curiosidad. El éxtasis y la euforia que sentía la heroína en los encuentros apasionados con el héroe hicieron que yo deseara experimentar lo mismo. Así que, cuando salía con muchachos —sigue diciendo—, trataba de recrear aquellas sensaciones. Eso me llevó a cometer fornicación”. Pero ¿se sintió ella como las heroínas sobre las cuales había leído y fantaseado? Karen descubrió esto: “Esos sentimientos son imaginación de los escritores. No son reales”.
No hay duda de que el propósito de algunos escritores es crear fantasías sexuales. Considera las instrucciones de cierto publicador a los escritores de novelas románticas: “Los encuentros sexuales deben enfocar la atención en la pasión y las sensaciones eróticas que despiertan los besos y las caricias del héroe”. A los escritores también se les aconseja que las narraciones románticas “deben producir excitación, tensión y una profunda respuesta emocional y sensual en el lector”. Está claro que la lectura de ese tipo de materia no ayudaría a uno a seguir este consejo bíblico: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial”. (Colosenses 3:5.)
Escoge bien
Como se ve, es mejor evitar las novelas que despierten sentimientos inmorales o que lleven a uno a expectativas poco realistas. ¿Por qué no extiendes tu interés y tratas de leer otras clases de libros, como libros de historia o de ciencia? No es que no puedas leer literatura novelesca, pues hay obras novelescas que no solo son entretenidas, sino también educativas. Pero si cierta novela recalca lo sexual, la violencia sin sentido, las prácticas del ocultismo, o presenta “héroes” que son inmorales, rudos o avarientos, ¿deberías perder el tiempo leyéndola?
Por eso, ten cuidado. Antes de leer un libro, examina su cubierta y sobrecubierta; trata de ver si hay algo censurable en él. Y si a pesar de tomar precauciones el libro resulta malsano, ten la fuerza de voluntad para dejar de leerlo.
En contraste, el leer la Biblia y publicaciones relacionadas con la Biblia te ayudará; no te perjudicará. Por ejemplo, una joven japonesa dice que la lectura de la Biblia ha apartado su mente de lo sexual... y así ha resuelto para ella un problema común entre los jóvenes. “Siempre tengo la Biblia cerca de la cama y acostumbro leer parte de ella antes de acostarme —dice—. Cuando estoy sola y no tengo nada que hacer (como a la hora de acostarme), a veces tiendo a pensar en lo sexual. ¡De modo que el leer la Biblia en verdad es una ayuda para mí!” Sí, el “conversar” con las personas de fe de las cuales se escribió en la Biblia puede darte verdadera fortaleza moral y contribuir mucho a tu felicidad. (Romanos 15:4.)
Preguntas para consideración Capítulo 35
◻ ¿Por qué tienes que escoger bien lo que lees?
◻ ¿Por qué atraen tanto a los jóvenes las novelas románticas? Pero ¿qué peligros encierran?
◻ ¿Cómo puedes escoger materia de lectura apropiada?
◻ ¿Puedes mencionar beneficios de leer la Biblia y publicaciones basadas en ella?
[Comentario en la página 287]
“Tenía un hogar agradable y una bonita familia, pero no me encontraba satisfecha con aquello [...] Anhelaba la aventura, la excitación y la emoción que tan atractivamente se describían en las novelas. Creía que algo andaba mal en mi matrimonio”
[Fotografía en la página 283]
Porque hay millares de libros a tu alcance, tienes que saber escoger
[Fotografías en la página 285]
Las novelas románticas pueden cautivar tu atención, pero ¿enseñan un punto de vista sano sobre el amor y el matrimonio?
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¿Cómo dominarme en cuanto a la televisión?Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
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Capítulo 36
¿Cómo dominarme en cuanto a la televisión?
COMO televidentes, muchas personas —jóvenes y mayores— han adquirido lo que equivale a una adicción. Las encuestas indican que para la edad de 18 años el joven estadounidense de término medio ha estado ante el televisor por unas 15.000 horas. Y queda patente que se trata de una verdadera adicción por lo que sucede cuando televidentes incorregibles tratan de librarse de su hábito.
“En mi caso la televisión es casi irresistible. No puedo pasar por alto el televisor encendido. Se me hace imposible apagarlo. [...] Cuando voy a apagar el televisor, la fuerza se me va de los brazos. Así que me quedo sentado allí hora tras hora.” ¿Es esto lo que le pasa a un joven inmaturo? No; ¡es la triste situación de un profesor universitario de inglés! Pero los jóvenes también pueden hacerse adictos a la televisión. En lo siguiente, nota cómo reaccionaron unos jóvenes que concordaron en pasar una “Semana sin televisión”.
“Lo que tengo es una depresión [...] Me estoy volviendo loca.”—Susan, de 12 años.
“No creo que me pueda librar de este hábito. Me gusta demasiado la televisión.”—Linda, de 13 años.
“La presión era tremenda. Seguían viniéndome las ganas de encenderla. El tiempo más difícil era entre las ocho y las diez de la noche.”—Louis, de 11 años.
Por eso, no sorprende que la mayoría de los jóvenes implicados celebraran el final de la “Semana sin televisión” apresurándose al televisor para encenderlo. Pero esta adicción no es motivo de risa; con ella viene una serie de posibles problemas. Considera tan solo algunos:
Calificaciones inferiores: El Instituto Nacional de Salud Mental (E.U.A.) informó que el dedicar demasiado tiempo a la televisión puede llevar a “menos logros escolares, especialmente en la lectura”. El libro The Literacy Hoax (No estamos alfabetizados) presenta esta otra acusación: “La televisión lleva a los niños a esperar que el aprender sea un proceso fácil, pasivo y entretenido”. Por eso, al adicto a la televisión se le puede hacer muy difícil estudiar.
Malos hábitos de lectura: ¿Estás entre las personas que acostumbran leer libros de principio a fin? Un portavoz de la Asociación de Distribuidores de Libros de Alemania Occidental se lamentó así: “Nos hemos convertido en una nación de personas que después del trabajo se van a casa a quedarse dormidas delante del televisor. Cada vez leemos menos”. Un informe de Australia dijo algo parecido: “Por cada hora que el niño australiano de término medio haya dedicado a la lectura, habrá pasado siete horas ante la televisión”.
Menos vida familiar: Cierta cristiana escribió: “Por la mucha televisión que veía [...] quedé muy sola y me sentía aislada. Era como si los miembros de [mi] familia fueran todos extraños”. ¿Pasas tú, también, menos tiempo con tu familia debido a la televisión?
Pereza: Algunos opinan que la mismísima naturaleza pasiva de la televisión “puede hacer que [el joven] crea que podrá satisfacer [sus] necesidades sin esfuerzo, y que adopte una actitud pasiva en la vida”.
Exposición a malas influencias: Ciertas emisoras de televisión por cable introducen la pornografía en el hogar. Y a menudo la programación regular presenta de continuo escenas de accidentes automovilísticos, explosiones, asesinatos a puñaladas, tiroteos y karate. Un cálculo indicó que el joven estadounidense habrá visto 18.000 asesinatos en la TV para cuando cumpla los 14 años, sin mencionar las peleas a puñetazos ni los actos de vandalismo.
William Belson, investigador británico, descubrió que era mucho más probable que los muchachos que hubieran visto muchos programas de violencia en la TV “cometieran actos de violencia graves”. También afirmó que los programas que destacan la violencia podrían incitar al joven a “maldecir y usar malas palabras, ser agresivo en los deportes o el juego, amenazar a otros con emplear violencia, escribir lemas en las paredes [y] romper ventanas”. Aunque tú quizás creas que no te afectan esas influencias, nota esto: el estudio de Belson halló que la exposición a la violencia televisada no había ‘cambiado las actitudes conscientes de los muchachos hacia’ la violencia; parece que las escenas frecuentes de violencia fueron eliminando poco a poco sus inhibiciones subconscientes contra la violencia.
Pero más importante aún es el efecto que la adicción a la violencia televisada puede tener en la relación de uno con el Dios que “odia a cualquiera que ama la violencia”. (Salmo 11:5.)
¿Cómo controlar el tiempo que paso ante la TV?
Esto no necesariamente significa que haya que creer que la TV es esencialmente mala. El escritor Vance Packard señala: “Mucho de lo que transmite la televisión estadounidense puede ser provechoso [...] A menudo, al anochecer se transmiten programas que son logros magníficos del arte fotográfica y muestran lo que sucede en la naturaleza... desde la actividad de murciélagos, castores y bisontes hasta la de peces como el orbe. Las emisoras no comerciales de televisión presentan ballet, ópera y música de cámara fenomenales. La televisión presenta reportajes excelentes de sucesos importantes [...] A veces se televisan representaciones dramáticas instructivas”.
Sin embargo, hasta el exceso de algo bueno puede ser perjudicial. (Compara con Proverbios 25:27.) Y si notas que te falta autodominio para apagar el televisor cuando hay programas perjudiciales, es bueno que recuerdes estas palabras del apóstol Pablo: “Yo por nada me dejaré esclavizar”. (1 Corintios 6:12, Franquesa-Solé.) Entonces, ¿cómo puedes librarte de la esclavitud a la TV y controlar el tiempo que le dedicas?
La escritora Linda Nielsen comenta: “El autodominio empieza por aprender a establecerse metas”. Para empezar, analiza tus hábitos actuales. Por una semana, lleva un registro de los programas que ves y cuánto tiempo pasas cada día frente al televisor. ¿Lo enciendes tan pronto como llegas a casa? ¿Cuándo lo apagas? ¿Cuántos programas “tienes que ver” cada semana? Los resultados pudieran sacudirte.
Luego, examina bien la clase de programas que has estado viendo. “¿Acaso el oído mismo no prueba las palabras como el paladar gusta el alimento?”, pregunta la Biblia. (Job 12:11.) Por eso, usa discernimiento (junto con el consejo de tus padres) y determina qué programas realmente valen la pena. Algunos determinan de antemano qué programas van a ver, ¡y encienden el televisor solo para ver esos programas! Otros toman medidas más estrictas: establecen la regla de no ver televisión durante la semana escolar, o se fijan el límite de una sola hora al día.
Pero ¿qué hay si un televisor apagado presenta una tentación demasiado grande? Cierta familia resolvió así este problema: “Mantenemos el televisor en el sótano, fuera de la vista [...] Cuando está en el sótano hay menos tentación de encenderlo al entrar en el hogar. Uno tiene que hacer un viaje especial allá abajo para ver un programa”. El mantenerlo en el armario, o sencillamente dejarlo desenchufado, pudiera servir para el mismo fin.
Es interesante que, a pesar de todos sus dolorosos ‘síntomas de abstinencia’, los jóvenes que participaron en la “Semana sin televisión” descubrieron actividades provechosas para sustituir la televisión. Una joven recordó: “Hablé con mamá. Se me hizo una persona mucho más interesante, pues yo no tenía la atención dividida entre ella y el televisor”. Otra joven pasó el tiempo aprendiendo a cocinar. Un jovencito llamado Jason hasta descubrió que podía ser divertido ir “al parque en vez de estar frente a la TV”, o ir a pescar o a la playa, o leer.
La experiencia de Wyant (ve el recuadro “Fui adicto a la TV”) muestra que otra clave para controlar el tiempo dedicado a la televisión es tener “mucho que hacer en la obra del Señor”. (1 Corintios 15:58.) Tú también puedes descubrir que el acercarte a Dios, estudiar la Biblia con la ayuda de las muchas publicaciones excelentes asequibles ahora, y el ocuparte en hacer la obra que Dios nos ha asignado te ayuda a vencer una adicción a la TV. (Santiago 4:8.) Es cierto que el limitar el tiempo que dedicas a la televisión significará que te perderás algunos de tus programas favoritos. Pero ¿por qué tienes que usar de lleno la televisión y estar esclavizado a cada programa que se presenta? (Ve 1 Corintios 7:29, 31.) Es mejor que seas estricto contigo mismo, como lo fue el apóstol Pablo, quien dijo en cierta ocasión: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo”. (1 Corintios 9:27.) ¿No es eso mejor que ser esclavo de un televisor?
Preguntas para consideración Capítulo 36
◻ ¿Por qué puede decirse que algunos jóvenes son adictos a la TV?
◻ ¿Puedes mencionar perjuicios que pudieran resultar de ver demasiada televisión?
◻ ¿Qué maneras hay de controlar el tiempo que pasas ante el televisor?
◻ ¿Qué puedes hacer en vez de usar la televisión?
[Comentario en la página 295]
“Lo que tengo es una depresión [...] Me estoy volviendo loca.”—Susan, de 12 años, participante en la “Semana sin televisión”
[Recuadro en las páginas 292 y 293]
‘Fui adicto a la TV.’— Una entrevista
Entrevistador: ¿Cuántos años tenías cuando te enviciaste con la televisión?
Wyant: Como diez años. Tan pronto como llegaba a casa después de clases, encendía el televisor. Primero veía los dibujos animados y los programas infantiles. Entonces venía el noticiario, [...] y yo me iba a la cocina a buscar algo de comer. Después seguía frente a la televisión hasta que me daba sueño.
Entrevistador: Pero ¿cuándo pasabas tiempo con tus amigos?
Wyant: Mi amigo era el televisor.
Entrevistador: ¿Quieres decir que nunca tenías tiempo para jugar ni participar en deportes?
Wyant: [Riéndose.] Yo no sirvo para los deportes. Por pasar tanto tiempo con la televisión, nunca me hice bueno en ellos. Soy terrible en el baloncesto. Y en la clase de gimnasia a mí siempre me escogían a lo último. Pero hubiera querido desarrollarme mejor como atleta... no para echármelas, sino para al menos divertirme.
Entrevistador: ¿Se afectaron tus calificaciones en la escuela?
Wyant: Me las arreglaba en la escuela primaria. Me quedaba despierto hasta tarde y hacía las tareas a última hora. Pero las tareas se me hicieron más difíciles en la escuela secundaria por los malos hábitos de estudio que había desarrollado.
Entrevistador: ¿Te ha afectado el haber dedicado tanto tiempo a la televisión?
Wyant: Sí. A veces, cuando estoy con otras personas, me les quedo mirando fijamente —como si estuviera viendo un programa de televisión— en vez de participar en la conversación. Quisiera tratar mejor con la gente.
Entrevistador: Pues eso lo has hecho muy bien en esta entrevista. Parece que ya no eres adicto a la televisión.
Wyant: Empecé a alejarme de la televisión después de entrar en la escuela secundaria. [...] Busqué la compañía de unos Testigos jóvenes y empecé a adelantar en sentido espiritual.
Entrevistador: Pero ¿qué tuvo que ver eso con tu uso de la televisión?
Wyant: A medida que aumentó mi aprecio de lo espiritual, me di cuenta de que muchos de los programas que veía no eran realmente para cristianos. Además, me pareció que era necesario que estudiara más la Biblia y me preparara para las reuniones cristianas. Eso quería decir que tendría mucho menos tiempo para la televisión. Pero no se me hizo fácil aquello. Me encantaban los dibujos animados del sábado por la mañana. Pero entonces un hermano cristiano de la congregación me invitó a ir con él a predicar de casa en casa los sábados por la mañana. Eso me ayudó a alejarme de la televisión los sábados a aquella hora. Así, con el tiempo aprendí a controlarme en cuanto a la televisión.
Entrevistador: ¿Cómo te va ahora?
Wyant: Pues, todavía tengo un problema si la televisión está encendida; no puedo hacer ninguna otra cosa. Por eso la tengo apagada la mayor parte del tiempo. De hecho, hace unos meses se me dañó el televisor, y ni me he molestado en arreglarlo.
[Fotografía en la página 291]
Para algunos la TV es una grave adicción
[Fotografía en la página 294]
Cuando el televisor se pone en un lugar de difícil acceso, hay menos tentación de usarlo
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¿Por qué no puedo divertirme de vez en cuando?Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
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Capítulo 37
¿Por qué no puedo divertirme de vez en cuando?
LOS viernes por la noche Paulaa acostumbraba asistir a reuniones cristianas. Disfrutaba de lo que en ellas se consideraba, pero a veces le molestaba estar allí mientras sus amigos de la escuela salían a divertirse.
Después de las reuniones, de camino a casa Paula pasaba por un lugar donde unos adolescentes tenían fiestas. Ella recuerda esto: “La música a todo volumen y las luces intermitentes me atraían, de modo que me acercaba mucho a la ventana cuando pasábamos por allí, y me imaginaba lo mucho que estarían gozando”. Con el tiempo su deseo de divertirse con sus amigos se hizo lo más importante de su vida.
Al igual que Paula, puede que tú a veces creas que te estás perdiendo algo por ser cristiano. Quieres ver el programa de televisión del que hablan los demás jóvenes, pero tus padres dicen que es demasiado violento. Quieres ir al centro comercial y estar con los muchachos de la escuela, pero tus padres los llaman “malas compañías”. (1 Corintios 15:33.) Quieres ir a la fiesta donde van a estar todos tus condiscípulos, pero mamá y papá no te dan permiso.
Parece que tus condiscípulos hacen lo que se les antoja; van a conciertos y a fiestas hasta el amanecer sin que sus padres les digan nada. Puede que por eso tú envidies su libertad. No es que quieras hacer nada malo. Solo quieres divertirte de vez en cuando.
El punto de vista de Dios respecto a la diversión
Puedes estar seguro de que no hay nada malo en desear divertirse. Después de todo, Jehová es el “Dios feliz”. (1 Timoteo 1:11.) Y, mediante el sabio Salomón, dice: “Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón y de lo que atrae a los ojos”. Sin embargo, Salomón entonces advirtió: “Sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo”. (Eclesiastés 11:9, 10, Nueva Biblia Española.)
El saber que Dios te considera responsable por tus acciones hace que veas la diversión desde un punto de vista completamente diferente. Pues aunque Dios no condena que uno se divierta, sí rechaza al que es ‘amador de placeres’, al que vive con la mente puesta solamente en la diversión. (2 Timoteo 3:1, 4.) ¿A qué se debe esto? Considera el caso del rey Salomón. Gracias a sus muchos recursos, experimentó todo placer concebible al hombre. Dice: “Nada de lo que mis ojos pidieron mantuve alejado de ellos. No retuve mi corazón de ninguna clase de regocijo”. ¿Qué significó todo esto? “¡Mira!, todo era vanidad y un esforzarse tras viento.” (Eclesiastés 2:10, 11.) Sí, Dios sabe que, a la larga, lo único que se logra por una vida dedicada a buscar placeres es quedar vacío y frustrado.
Dios también exige que te mantengas apartado de prácticas contaminadoras, como el abuso de las drogas y las relaciones sexuales premaritales. (2 Corintios 7:1.) Sin embargo, muchas de las diversiones de los adolescentes pueden hacer que uno caiga en el lazo de prácticas como esas. Por ejemplo, cierta joven decidió asistir a una fiesta de condiscípulos suyos que no estaba supervisada por mayores. “La música era estupenda, bailamos mucho, había buenos refrescos y nos reímos muchísimo”, recuerda. Pero entonces, “alguien trajo marihuana. Y después aparecieron bebidas alcohólicas. Entonces todo empezó a dañarse”. El resultado de aquello fue inmoralidad sexual. La joven confesó: “Desde entonces me he sentido infeliz y deprimida”. Sin la supervisión de adultos, ¡qué fácil es que esas fiestas se conviertan en diversiones estrepitosas, hasta “orgías”! (Gálatas 5:21, Versión Reina-Valera, 1977.)
No debe extrañarte que tus padres se preocupen mucho por lo que haces en tu tiempo libre, de modo que quizás te limiten en cuanto a los lugares adonde puedes ir y en qué compañía. ¿Por qué lo hacen? Para ayudarte a prestar atención a la advertencia divina: “Quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad”. (Eclesiastés 11:10.)
¿Envidias a los buscadores de placeres?
Es fácil olvidar todo esto y envidiar la libertad que aparentemente tienen algunos jóvenes. Paula dejó de asistir a las reuniones cristianas e hizo amistad con jóvenes que iban tras los placeres. “Caí en la práctica de todas las cosas malas de que se me había advertido”, recuerda. Con el tiempo la búsqueda de placeres de Paula terminó en que fuera arrestada y luego pasara a una escuela para jóvenes descarriadas.
Hace mucho tiempo el escritor del Salmo 73 se sintió como Paula. “Llegué a tener envidia de los jactanciosos, cuando veía la mismísima paz de los inicuos”, confesó. Hasta empezó a dudar que fuera de valor el vivir en armonía con los principios justos. “De seguro, en vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia misma”, dijo. Pero entonces percibió una verdad profunda: ¡Los inicuos están “en suelo resbaloso”, andando vacilantes al borde del desastre! (Salmo 73:3, 13, 18.)
Paula aprendió esa lección... por dolorosa experiencia. Después de su correría en el mundo, Paula hizo cambios drásticos en su vida para volver a conseguir el favor de Dios. Por otra parte, tú no tienes que experimentar arresto, ni contraer una enfermedad transmitida por contacto sexual ni sufrir los síntomas de la abstención de drogas para darte cuenta de que el costo de ‘divertirte’ puede ser demasiado alto. Hay muchas maneras sanas y edificantes de divertirse que están libres de esos peligros. ¿Cuáles son algunas?
Diversión sana
Una encuesta realizada entre jóvenes estadounidenses reveló que los adolescentes “disfrutan de salir a veces a pasear y participar en otras actividades con su familia”. Las actividades con la familia no solo son divertidas, sino que pueden fortalecer la unidad familiar.
Esto envuelve más que simplemente sentarse juntos ante un televisor. El Dr. Anthony Pietropinto dice: “El problema con la televisión es que, aunque uno puede verla en compañía de otros, es básicamente una actividad que se efectúa a solas. [...] Sin embargo, ciertamente pasatiempos como juegos en el hogar, juegos en el patio, una comida, proyectos de artesanía y lectura en voz alta ofrecen más oportunidades de conversar, cooperar y crear estímulo intelectual que el que la familia moderna esté pasivamente absorta ante la televisión”. Como dice John, quien tiene siete hijos: ‘Hasta limpiar el patio o pintar la casa puede ser placentero cuando se hace como familia’.
Si tu familia todavía no participa como grupo en actividades de ese tipo, toma la iniciativa y sugiérelas a tus padres. Ve si te vienen a la mente ideas interesantes y excitantes para paseos o proyectos de la familia.
Sin embargo, no tienes que estar siempre con otros para divertirte. Mary, una joven que vigila cuidadosamente con quién se asocia, ha aprendido a disfrutar de las ocasiones en que está sola. “Toco el piano y el violín, y aparto tiempo para practicarlos”, dice. Melissa, otra adolescente, se expresa de manera similar: “A veces me pongo a escribir cuentos o poemas para mi propio deleite”. Tú también puedes aprender a usar el tiempo de modo productivo al desarrollar aptitudes como la lectura o la carpintería, o al tocar un instrumento musical.
El esparcimiento entre cristianos
De vez en cuando es agradable también reunirse informalmente para esparcimiento con amigos. Y en muchos lugares hay un sinnúmero de actividades sanas de las cuales puedes disfrutar. En los Estados Unidos el juego de bolos, el patinar sobre hielo, el montar en bicicleta, el béisbol y el baloncesto son actividades populares. También pudieras tratar de ampliar tu interés visitando un museo o un parque zoológico. Y, sí, pudiera ser que un grupo de jóvenes cristianos simplemente se reuniera para escuchar grabaciones musicales, o ver un programa sano de televisión.
Hasta puedes pedir a tus padres que te ayuden a planear una reunión más formal para esparcimiento. Hazla interesante mediante organizar una variedad de actividades, como juegos apropiados para una fiesta y el canto en grupo. Si algunos de tus amigos saben música, quizás puedas persuadirlos para que toquen o canten unas cuantas piezas musicales. Algo que también contribuye a animar la ocasión es servir comida apetitosa, pero no tienen que ser platos complicados ni caros. A veces los invitados podrían contribuir diferentes comestibles.
¿Hay cerca un parque o una zona al aire libre que permita actividades como la natación o el jugar béisbol? ¿Por qué no planear una comida campestre? De nuevo, la responsabilidad de llevar los alimentos pueden compartirla las diversas familias para que los gastos no sean una carga para nadie.
La moderación es la clave. La música no tiene que ser estruendosa para que se pueda disfrutar de ella; tampoco tiene que ser sensual ni vulgar el baile para que sea divertido. De igual manera, se puede disfrutar de juegos al aire libre sin competencia reñida. Pero cierto padre informa: “A veces los jóvenes discuten casi hasta el punto de pelear”. Tales actividades son placenteras cuando se sigue el consejo bíblico de evitar ‘la competencia de unos con otros’. (Gálatas 5:26.)
¿A quiénes debes invitar? La Biblia dice: “Tengan amor a toda la asociación de hermanos”. (1 Pedro 2:17.) ¿Por qué limitar tus reuniones para esparcimiento a jóvenes de tu edad? Ensancha tu compañía. (Compara con 2 Corintios 6:13.) Un padre comentó: “A las personas de edad avanzada, aunque no puedan participar en algunas de las actividades, les gusta estar presentes y ver lo que está pasando”. A menudo la presencia de adultos ayuda a evitar la conducta desenfrenada. Sin embargo, no es posible invitar a “toda la asociación” a una reunión de este tipo. Además, las reuniones de pocas personas son más fáciles de controlar.
Estas reuniones ofrecen también a los cristianos la oportunidad de edificarse unos a otros en sentido espiritual. Es verdad que algunos jóvenes creen que el añadir espiritualidad a estas reuniones las hace menos divertidas. “Cuando nos reunimos como amigos —se quejó un joven cristiano—, lo que hacemos es sentarnos, sacar la Biblia y jugar juegos bíblicos.” Pero el salmista dijo: “Feliz es el hombre [...] [cuyo] deleite está en la ley de Jehová”. (Salmo 1:1, 2.) Por eso, las consideraciones —o hasta los juegos— en torno a la Biblia pueden ser muy placenteros. Quizás lo único que tengas que hacer sea mejorar tu conocimiento de las Escrituras, para participar a mayor grado.
Otra idea es que algunos de los invitados relaten cómo llegaron a ser cristianos. O puedes despertar entusiasmo y alegría invitando a otros a relatar anécdotas humorísticas. A menudo esas anécdotas enseñan lecciones valiosas. Puede que hasta algunos capítulos de este libro se presten a una interesante consideración como grupo en una reunión para esparcimiento.
¡Mantén equilibrio en la diversión!
Ciertamente Jesucristo no se negó a participar en alguna diversión a veces. La Biblia dice que asistió a un banquete de bodas en Caná, donde indudablemente abundaban el alimento, la música, el baile y el compañerismo edificante. ¡Jesús hasta contribuyó al éxito del banquete de bodas al proveer vino milagrosamente! (Juan 2:3-11.)
Pero la vida de Jesús no consistía en estar de continuo en fiestas. Él pasaba la mayor parte del tiempo atendiendo los intereses espirituales, enseñando a la gente la voluntad de Dios. Dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Juan 4:34.) El hacer la voluntad de Dios le causaba a Jesús mucho más placer duradero que cualquier diversión temporal. Hoy todavía hay “mucho que hacer en la obra del Señor”. (1 Corintios 15:58; Mateo 24:14.) Pero cuando sientas, de vez en cuando, que necesitas un poco de diversión, disfruta de ella de manera equilibrada y sana. Como lo expresó cierto escritor: “La vida no puede estar siempre llena de acción y excitación... si lo estuviera, ¡probablemente te rendirías de agotamiento!”.
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