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  • El frente hogareño: Tú y otros de tu familia
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Sección 1: El frente hogareño: Tú y otros de tu familia

      “Hogar dulce hogar.” Hoy parece que el sentir tras ese dicho familiar ha pasado completamente de moda. Los muchos conflictos dentro de la familia hacen de muchos hogares campos de batalla. Y a menudo la brecha en la comunicación es tan profunda que todo intento por lograr una tregua fracasa.

      ¿Quieres que tu hogar sea un lugar acogedor y apacible en vez de un horno de hostilidad? Es cierto que los demás miembros de la familia tienen que hacer su parte. Pero si tú aplicas algunos principios bíblicos, puedes contribuir mucho a la tranquilidad hogareña.

  • ¿Por qué debo ‘honrar a mi padre y a mi madre’?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 1

      ¿Por qué debo ‘honrar a mi padre y a mi madre’?

      “HONRA a tu padre y a tu madre.” Para muchos jóvenes esas palabras parecen venir de la Edad del Oscurantismo.

      En rebelión abierta contra su padre, la joven Veda salía con un muchacho que usaba drogas y bebía en exceso. En señal de desafío, también salía a bailar hasta la madrugada. “Creía que mi padre era demasiado estricto —dijo Veda—. Yo tenía 18 años y creía que lo sabía todo. Me parecía que mi padre era cruel y no quería que me divirtiera; por eso yo salía y hacía lo que se me antojaba.”

      Lo más probable sería que la mayoría de los jóvenes no concordaran con las acciones de Veda. Sin embargo, muchos arderían de resentimiento si sus padres les ordenaran que limpiaran su habitación, hicieran sus tareas escolares o llegaran a la casa a cierta hora; peor aún, ¡algunos se rebelarían abiertamente contra sus padres! Sin embargo, el modo como los jóvenes vean a sus padres puede al cabo decidir, no solo si habrá riña o tranquilidad en el hogar, sino también la mismísima vida de los jóvenes. Esto se debe a que el mandamiento de ‘honrar a tus padres’ viene de Dios, y él da el siguiente incentivo para obedecer ese mandamiento: “Para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra”. (Efesios 6:2, 3.) Es mucho lo que está en juego. Por lo tanto, echémosle otro vistazo a lo que significa honrar a tu padre y a tu madre.

      Lo que significa ‘honrarlos’

      ‘Honrar’ implica reconocer a una autoridad debidamente constituida. Por ejemplo, a los cristianos se les ordena: “Den honra al rey”. (1 Pedro 2:17.) Aunque uno no esté de acuerdo con cierto gobernante, el puesto que él ocupa debe respetarse. Así, también, Dios ha dado a los padres un grado de autoridad en la familia. Esto quiere decir que debes reconocer el derecho que Dios les ha concedido de establecer reglas para ti. Es cierto que otros padres quizás sean más flexibles que los tuyos. Sin embargo, tus padres tienen la responsabilidad de decidir lo que a ti te conviene... y familias diferentes pueden tener normas diferentes.

      También es verdad que de vez en cuando hasta los mejores padres quizás actúen de manera arbitraria, o hasta injusta. Pero en Proverbios 7:1, 2 un padre sabio dijo: “Hijo mío [o hija mía], [...] guarda mis mandamientos y continúa viviendo”. De igual manera, las reglas o “mandamientos” de tus padres por lo general son para tu propio bien, y muestran que te aman y de veras se interesan en ti.

      Por ejemplo, considera el caso de John: su madre solía repetirle que para cruzar la autopista de seis carriles que pasaba cerca de su hogar siempre usara el puente provisto para ello. Un día, dos condiscípulas desafiaron a John a tomar la vía más corta y cruzar la autopista misma. John decidió cruzar por el puente y no hizo caso cuando ellas le gritaron que era “un gallina”. Mientras cruzaba, John oyó el chirriar de unos neumáticos. Al mirar abajo vio una horrible escena: ¡un auto atropelló a las dos muchachas y el golpe las lanzó por el aire! Es cierto que rara vez es cuestión de vida o muerte obedecer a tus padres. Sin embargo, por lo general el que obedezcas es para tu propio bien.

      ‘Honrar a tus padres’ también significa aceptar la corrección que ellos dan, sin poner mala cara y sin berrinches. Solo un tonto “trata con falta de respeto la disciplina de su padre”, dice Proverbios 15:5.

      Finalmente, el honrar implica más que solo mostrar respeto formal u obedecer de mala gana. El verbo griego original que se traduce “honra” en la Biblia significa, básicamente, atribuir gran valor a alguien. Por eso, debes ver a tus padres como personas de gran valor a quienes estimes y quieras mucho. Esto quiere decir que les tengas afecto y los aprecies. Sin embargo, algunos jóvenes no les tienen afecto alguno a sus padres.

      ¿Merecen honra los padres que son un problema?

      Una joven llamada Gina escribió: “Mi padre bebía mucho, y las frecuentes discusiones a gritos de mis padres no me dejaban dormir. Me echaba sobre la cama a llorar. No podía decirles lo que pensaba de aquello, porque mamá probablemente me hubiera pegado. La Biblia dice ‘honra a tu padre’, pero yo no puedo”.

      Los padres que tengan mal genio, o sean inmorales, o se emborrachen o estén en constante riña entre sí... ¿merecen realmente honra? Sí; pues la Biblia condena el hacer escarnio de cualquier padre o madre. (Proverbios 30:17.) Además, Proverbios 23:22 nos recuerda que tus padres ‘causaron tu nacimiento’. Con eso bastaría para que se les debiera honra. Gregory, quien era muy irrespetuoso, ahora dice: “Doy gracias a Jehová Dios de que [mi madre] no me abortara ni me arrojara en la basura cuando nací. Tuvo que criar sola a seis hijos. Aquello tiene que haber sido duro para ella”.

      Además, aunque no son perfectos, tus padres se han sacrificado mucho por ti. “Una vez, lo único que teníamos para comer era una lata de maíz en conserva y un poco de sémola —sigue diciendo Gregory—. Mamá nos preparó aquello, pero ella no comió. Me fui a la cama satisfecho, pero me pregunté por qué mamá no había comido. Ahora que tengo mi propia familia me doy cuenta de que se sacrificaba por nosotros.” (Un estudio revela que el costo de criar a un solo hijo hasta la edad de 18 años asciende a $66.400 [dólares, E.U.A.].)

      Además, date cuenta de que el solo hecho de que alguno de tus padres no esté dando el mejor ejemplo no quiere decir que todo lo que esa persona te diga sea incorrecto. En los días de Jesús los líderes religiosos eran gente corrupta. Sin embargo, Jesús dijo a la gente: “Todas las cosas que les digan, háganlas y obsérvenlas, pero no hagan conforme a los hechos de ellos”. (Mateo 23:1-3, 25, 26.) ¿No se podría aplicar este principio a algunos padres?

      Enfrentándote al resentimiento

      ¿Qué puedes hacer si crees que uno de tus padres está abusando seriamente de su autoridada? Manténte en calma. No resuelves nada con rebelarte ni mostrar odio o rencor. (Eclesiastés 8:3, 4; compara con Eclesiastés 10:4.) Una joven de 17 años se resintió con sus padres porque estos estaban ocupados con sus propias disputas y parecían indiferentes a ella. Entonces ella dirigió aquel resentimiento contra los principios bíblicos que sus padres habían tratado de enseñarle. Por puro despecho, cometió inmoralidad sexual y empezó a usar drogas. “Me parecía que aquello era lo que mis padres se merecían”, dijo amargada. Pero el rencor solo la llevó a perjudicarse a sí misma.

      La Biblia advierte: “Cuida que la furia no te atraiga a [actuar] con rencor. [...] Manténte alerta para que no te dirijas a lo que es perjudicial”. (Job 36:18-21.) Tienes que comprender que tus padres son responsables a Jehová por su conducta y tendrán que rendirle cuentas por cualesquiera injusticias graves que cometan. (Colosenses 3:25.)

      Proverbios 19:11 dice: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”. A veces es mejor tratar de perdonar y olvidar el dolor que te haya causado uno de tus padres. En vez de seguir pensando en sus faltas, concéntrate en sus buenas cualidades. Por ejemplo, la madre de Dody era una mujer insensible y su padrastro era un alcohólico. Nota cómo la perspicacia de Dody con relación a las debilidades de sus padres impidió que se amargara. Ella dice: “Puede que mamá nunca nos mostrara amor porque en su infancia sufrió muchos maltratos y nunca aprendió a amar. Mi padrastro se interesaba en lo que hacíamos cuando estaba sobrio, aunque eran pocas las veces que estaba en esa condición. Con todo, mi hermana y yo siempre tuvimos un techo bajo el cual vivir y suficiente alimento que comer”.

      Felizmente, los padres descarriados o negligentes son una minoría. Lo más probable es que tus padres se interesen en ti y traten de darte buen ejemplo. Aun así, puede que de vez en cuando te resientas con ellos. “A veces, cuando consideraba un problema con mamá y ella no me comprendía —admitió un joven llamado Roger—, me enojaba, y para desquitarme, le decía algo que la hería. Así me vengaba de ella. Pero cuando me alejaba me sentía muy mal, y sabía que ella tampoco se sentía bien.”

      Las palabras irreflexivas pueden ser como “estocadas” y ‘causar dolor’, pero no resuelven tus problemas. “La lengua de los sabios es una curación”. (Proverbios 12:18; 15:1.) “Aunque se me hacía difícil, volvía a donde mamá y me disculpaba —explicó Roger—. Entonces podía considerar el problema con más calma, y lográbamos resolverlo.”

      ‘Papá tenía razón’

      Es interesante que algunos jóvenes se agotan a sí mismos y agotan a sus padres al resistir las instrucciones de estos, solo para descubrir, después, que sus padres tenían razón. Por ejemplo, considera el caso de Veda (mencionada al principio de este capítulo). Cierto día se fue a pasear en automóvil con su novio. Él había fumado marihuana y había bebido cerveza. Perdió el control del vehículo y el auto dio contra un poste de la luz a una velocidad de casi 100 kilómetros (60 millas) por hora. Veda sobrevivió... pero con una herida profunda en la frente. Su novio huyó del lugar del accidente y ni siquiera se presentó en el hospital para ayudarla.

      “Cuando mis padres llegaron al hospital —reconoció Veda—, les dije que papá había tenido razón en todo lo que me había dicho, y que debí haberle hecho caso mucho tiempo antes. [...] Yo había cometido un grave error que casi me había costado la vida.” Después de aquello hubo grandes cambios en la actitud de Veda hacia sus padres.

      Quizás sería apropiado que tú también hicieras algunos cambios. El ‘honrar a tus padres’ pudiera parecer una idea anticuada. Pero no solo es sabio de tu parte hacer eso, sino que es lo correcto a la vista de Dios. Pero ¿qué hay si quieres mostrar respeto a tus padres, pero te parece que no te entienden o te sientes atado por las restricciones que ellos te imponen? Examinemos ahora cómo puedes mejorar tu situación en esas circunstancias.

      [Nota a pie de página]

      a No nos referimos aquí a casos de abuso físico o sexual, en los cuales el joven tal vez tenga que buscar ayuda profesional fuera de la casa.

      Preguntas para consideración Capítulo 1

      ◻ ¿Qué significa honrar a los padres?

      ◻ ¿Por qué fijan tantas reglas los padres? ¿Pueden beneficiarte esas reglas?

      ◻ ¿Tienes que honrar a tus padres aunque su conducta sea vergonzosa? ¿Por qué?

      ◻ ¿De qué maneras útiles puedes tratar con el resentimiento que de vez en cuando pudieras sentir hacia tus padres? ¿Qué maneras de tratar con el resentimiento no serían sabias?

      [Comentario en la página 16]

      “Me parecía que mi padre era cruel y no quería que me divirtiera; por eso yo salía y hacía lo que se me antojaba”

      [Fotografía en la página 12]

      ¿Cómo debes ver las reglas que fijan tus padres?

      [Fotografía en la página 14]

      ¿Tienes que honrar a padres cuya conducta es vergonzosa?

  • ¿Por qué no me comprenden mis padres?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 2

      ¿Por qué no me comprenden mis padres?

      ES SOLO natural que uno quiera que lo comprendan. Y si tus padres critican lo que a ti te gusta o lo que consideras importante, eso pudiera frustrarte mucho.

      Robert, de 16 años, cree que su padre no comprende por qué a él le gusta cierta clase de música. Dice: “Lo único que hace es gritarme: ‘¡Quita eso!’. Así que yo quito la música, pero lo quito a él también”. Muchos jóvenes se retiran así emocionalmente a su propio mundo privado cuando parece que los padres no los comprenden. En un estudio extenso de jóvenes, el 26% de los entrevistados admitió: “Trato de estar fuera de casa la mayor parte del tiempo”.

      Como se ve, en muchos hogares existe una enorme brecha entre los hijos y los padres. ¿A qué se debe esto?

      “Poder” contra “canicie”

      Proverbios 20:29 dice: “La hermosura de los jóvenes [o las jóvenes] es su poder”. Pero esa fuerza o “poder” puede colocar la base para toda clase de conflictos entre tus padres y tú. El proverbio continúa: “Y el esplendor de los viejos es su canicie”. Quizás tus padres no estén ‘canosos’ literalmente, pero son mayores, y su manera de ver la vida difiere de la tuya. Ellos se dan cuenta de que no todo en la vida tiene resultado feliz. Puede que alguna mala experiencia personal haya templado el idealismo que tuvieron cuando eran jóvenes. Debido a esa sabiduría que han adquirido por experiencia —“canicie”, por decirlo así— puede que tus padres simplemente no se entusiasmen como tú en cuanto a ciertas cosas.

      Un joven llamado Jim dice: “Mis padres (que se criaron durante la gran depresión económica) creen que el dinero se debe ahorrar para comprar cosas importantes. Pero yo vivo ahora mismo también. [...] Quiero viajar mucho”. Sí, entre el “poder” juvenil de uno y la “canicie” de los padres pudiera haber una brecha enorme. Así, muchas familias están profundamente divididas por asuntos como el vestir y el arreglo personal, el comportamiento con personas del sexo opuesto, el uso de las drogas y las bebidas alcohólicas, el tener que llegar a casa a cierta hora, los compañeros de uno, y los quehaceres domésticos. Sin embargo, la brecha entre generaciones se puede cerrar. Pero antes de que puedas esperar que tus padres te comprendan a ti, tú debes esforzarte por comprenderlos a ellos.

      Los padres son humanos también

      “Cuando yo era más joven, daba por supuesto que mamá era ‘perfecta’ y no tenía las debilidades ni los sentimientos que yo tenía”, dice John. Pero después los padres de John se divorciaron, y su madre tuvo que atender sola a siete hijos. April, la hermana de John, añade: “Recuerdo que la veía llorar por la frustración de tratar de encargarse de todo. Entonces me di cuenta de que no estábamos viendo correctamente la situación de mamá. Ella no lo puede hacer todo, siempre en el momento oportuno ni de la manera correcta. Vimos que tenía sentimientos y era humana también”.

      El reconocer que tus padres son simplemente humanos con sentimientos como los tuyos es dar un paso grande hacia comprenderlos. Por ejemplo: ellos quizás se sientan muy inseguros de poder criarte de la manera apropiada. O puede que a veces tiendan a reaccionar de manera extrema porque se sienten abrumados por todos los peligros y las tentaciones morales que afrontas. Además, quizás tengan que luchar con dificultades físicas, financieras o emocionales. Por ejemplo, puede ser que un padre odie su trabajo, pero tal vez nunca se queje de él. Por eso, cuando su hijo dice: “No me gusta la escuela”, no es extraño que en vez de mostrar comprensión el padre replique: “¿Qué te pasa? ¡Ustedes los jóvenes no pueden tener una vida más fácil!”.

      Muestra “interés personal”

      ¿Cómo puedes enterarte, entonces, de lo que piensan tus padres respecto a ciertos asuntos? Al ‘no vigilar con interés personal solo tus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás’. (Filipenses 2:4.) Por ejemplo: pregunta a tu madre sobre sus experiencias durante la adolescencia. ¿Qué sentía, qué metas tenía? La revista ‘Teen dice: “Si se da cuenta de que quieres saber por qué ella piensa como lo hace sobre algunas cosas, y de que tienes presente eso, puede que trate de comprender mejor los sentimientos tuyos”. Probablemente suceda lo mismo si hablas así con tu padre.

      Si surge un desacuerdo, no te apresures a decir que tus padres son insensibles. Pregúntate: ‘¿Se sentía bien papá, o tenía alguna preocupación? ¿Se ofendió por algo que hice o dije sin pensarlo bien? ¿Será que simplemente no comprende lo que quiero decir?’. (Proverbios 12:18.) El ponerte así en el lugar de la otra persona es un buen comienzo para cerrar esa brecha entre generaciones. ¡Ahora puedes concentrarte en conseguir que tus padres te comprendan a ti! Sin embargo, muchos jóvenes hacen eso muy difícil. ¿Cómo?

      Llevando doble vida

      Vickie, de 17 años, llevaba doble vida, pues salía en secreto con un muchacho contra la voluntad de sus padres. Estaba segura de que no había manera de que sus padres comprendieran lo que sentía por su amigo. Desde luego, la brecha entre ella y sus padres aumentó. “Nos estábamos haciendo la vida difícil mutuamente —dice Vickie—. Yo detestaba llegar a casa.” Decidió casarse... ¡cualquier cosa para irse del hogar!

      Igual que Vickie, muchos jóvenes llevan doble vida: hacen en secreto cosas que sus padres les prohíben, ¡y luego se lamentan de que sus padres ‘no los comprenden’! Felizmente, Vickie recibió ayuda de una cristiana mayor que le dijo: “Vickie, fíjate con cuidado en tus padres [...] Ellos te criaron. Si no puedes llevarte bien con ellos, ¿cómo podrás llevarte bien con alguien de tu propia edad que no ha invertido en ti 17 años de amor?”.

      Vickie se examinó a sí misma con sinceridad. Pronto se dio cuenta de que sus padres tenían razón y de que su propio corazón estaba equivocado. Dejó de ver a su amigo y comenzó a acercarse más a sus padres. Si tú también has ocultado de tus padres algo importante de tu vida, ¿no crees que es tiempo de mostrar sinceridad? (Ve la sección “¿Cómo puedo decírselo a mis padres?”.)

      Aparta tiempo para hablar

      ‘¡Fueron los mejores momentos que he pasado con papá!’, dijo John sobre un viaje que hizo con su padre. “Nunca en la vida había pasado seis horas a solas con él. Seis horas de ida y seis horas de vuelta. El auto no tenía radio. Tuvimos buenas conversaciones. Fue como si nos hubiéramos descubierto mutuamente. Yo no lo conocía tan bien como creía. Nos hicimos amigos.” ¿Por qué no tratas tú también de tener una buena conversación con tu mamá o tu papá... con regularidad?

      El tener amistad con otros adultos también es útil. Vickie recuerda: “No tenía absolutamente nada en común con los mayores. Pero me esforcé por estar con mis padres cuando se asociaban con otros adultos. Con el tiempo hice amistad con personas de la misma edad de mis padres, y esto me dio un punto de vista más amplio. Se me hizo más fácil conversar con mis padres. El ambiente en casa mejoró muchísimo”.

      Además, el asociarte con personas que han adquirido la sabiduría que dan los años evitará que veas la vida desde un punto de vista estrecho y limitado, lo cual puede suceder si solo te asocias con jóvenes de tu edad. (Proverbios 13:20.)

      Comunica tus sentimientos

      El joven Elihú dijo: “Voy a hablar con sinceridad y a decir francamente lo que pienso”. (Job 33:3, Versión Popular.) ¿Hablas así con tus padres cuando surgen desacuerdos sobre asuntos como la ropa, el llegar a casa a una hora fija o la música?

      Un joven llamado Gregory creía que su madre era completamente irrazonable. Su solución para el conflicto ardiente entre ellos era quedarse fuera de casa lo más posible. Pero luego siguió el consejo de unos ancianos cristianos. Dice: “Empecé a contarle a mamá mis sentimientos. Le dije por qué quería hacer ciertas cosas, sin dar por sentado que ella lo supiera. A menudo fui muy sincero con ella y le expliqué que no estaba tratando de hacer nada incorrecto, y que me sentía muy mal porque ella me trataba como un niñito. Entonces ella empezó a comprender, y poco a poco la situación mejoró mucho”.

      Puede que en tu caso, también, el hablar “con sinceridad” ayude a resolver muchos malentendidos.

      Cómo manejar los desacuerdos

      Pero eso no significa que tus padres verán enseguida todo a tu manera. Por eso, tienes que poner freno a tus emociones. “Todo su espíritu [sus impulsos] es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último.” (Proverbios 29:11.) Da a conocer con calma los méritos de tu punto de vista. Concéntrate en los puntos en cuestión, en vez de decir que “¡todos los demás lo hacen!”.

      A veces tus padres van a decirte que no. Eso no significa que no te comprenden. Puede que sencillamente quieran evitarte un desastre. “Mamá es estricta conmigo —admite una joven de 16 años—. Me molesta que me diga que no puedo hacer algo o [que tengo] que llegar a casa a cierta hora. Pero en el fondo ella en verdad se preocupa por mí, [...] me cuida.”

      Faltan las palabras para describir la seguridad y el afecto que la comprensión mutua trae a la familia. Esa comprensión hace del hogar un refugio en tiempos de angustia. Pero se requiere verdadero esfuerzo de todos los implicados.

      Preguntas para consideración Capítulo 2

      ◻ ¿Por qué hay conflicto a menudo entre los hijos y los padres?

      ◻ ¿Qué efecto pudiera tener en tu manera de ver a tus padres el que los comprendieras mejor?

      ◻ ¿Cómo pudieras comprender mejor a tus padres?

      ◻ ¿Por qué aumenta la brecha entre tus padres y tú el que lleves doble vida?

      ◻ Cuando tienes problemas graves, ¿por qué es mejor decírselo a tus padres? ¿Cómo puedes decírselo?

      ◻ ¿Cómo puedes ayudar a tus padres a comprenderte mejor?

      [Comentario en la página 22]

      “Si [tu mamá] se da cuenta de que quieres saber por qué ella piensa como lo hace sobre algunas cosas, y de que tienes presente eso, puede que trate de comprender mejor los sentimientos tuyos.”—La revista ‘Teen

      [Recuadro/Fotografía en las páginas 20 y 21]

      ¿Cómo puedo decírselo a mis padres?

      No es agradable tener que confesar a tus padres un mal que hayas cometido. Un joven llamado Vince dice: “Siempre supe que mis padres confiaban mucho en mí, y por eso se me hizo difícil abordarlos, porque no quería herirlos”.

      Por lo general los jóvenes que recurren a encubrir los males que cometen sufren los dolores de una conciencia herida. (Romanos 2:15.) Sus errores pueden hacérseles “una carga pesada”, demasiado pesada para llevarla. (Salmo 38:4.) Casi inevitablemente se ven obligados a engañar a sus padres y mentirles, y así siguen cometiendo males. Por eso, su relación con Dios se perjudica.

      La Biblia dice: “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia”. (Proverbios 28:13.) Como dice Betty, de 19 años: “De todas maneras, Jehová lo ve todo”.

      Si hay un mal grave implicado, pide perdón a Jehová y confiésale en oración el mal que has cometido. (Salmo 62:8.) Luego, di a tus padres lo que ha ocurrido. (Proverbios 23:26.) Ellos tienen experiencia en la vida y por lo general pueden ayudarte a enfrentarte debidamente a tus errores y borrar de ti su efecto, y a evitar repetirlos. “El hablar de ello en verdad puede ayudarte —dice Chris, de 18 años—. Es un alivio quitártelo por fin de la mente.” El problema es, ¿cómo decir a tus padres lo que ha ocurrido?

      La Biblia habla de “una palabra hablada al tiempo apropiado para ella”. (Proverbios 25:11; compara con Eclesiastés 3:1, 7.) ¿Cuándo pudiera ser eso? Chris continúa: “Espero hasta la hora de la cena y entonces le digo a papá que quiero hablar con él”. Un joven cuya madre no tiene esposo procuraba hablarle a ella en otra ocasión: “Yo acostumbraba hablar con mamá a la hora de acostarme, pues entonces ella estaba más tranquila. Cuando llegaba del empleo estaba demasiado agitada”.

      Pudieras, quizás, decir algo por el estilo de esto: “Mamá y papá, quiero decirles algo que me molesta”. ¿Y qué hay si parece que tus padres están demasiado ocupados para interesarse en tus asuntos? Podrías decirles: “Sé que están ocupados, pero hay algo que en verdad me perturba. ¿Podemos hablar de esto?”. Entonces podrías preguntarles: “¿Hicieron ustedes alguna vez algo que no quisieron decir a otros porque se avergonzaban de ello?”.

      Ahora viene la parte difícil: confesar a tus padres el mal que has cometido. Sé humilde y ‘habla la verdad’ sin tratar de restar gravedad a tu error ni de ocultar los detalles más desagradables. (Efesios 4:25; compara con Lucas 15:21.) Usa palabras que tus padres entiendan, no expresiones que tengan significado especial solo entre los jóvenes.

      Naturalmente, al principio tus padres quizás se sientan heridos y desilusionados. Por eso, ¡no te sorprendas ni te indignes si te reprenden severamente! Si hubieras prestado atención a lo que te habían dicho antes, quizás no estarías en esta situación. Por eso, manténte en calma. (Proverbios 17:27.) Escucha a tus padres y contesta sus preguntas, sin importar cómo las hagan.

      Sin duda tu deseo sincero de arreglar la situación impresionará profundamente a tus padres. (Compara con 2 Corintios 7:11.) Con todo, prepárate para aceptar la disciplina que bien mereces. “Es cierto que ninguna disciplina parece por el presente ser cosa de gozo, sino penosa; sin embargo, después, a los que han sido entrenados por ella, da fruto pacífico, a saber, justicia.” (Hebreos 12:11.) Recuerda, también, que esta no será la última vez que necesitarás la ayuda y el consejo maduro de tus padres. Acostúmbrate a confiarles los problemas pequeños que tengas, para que cuando surjan los problemas más graves no temas considerarlos con ellos.

      [Fotografía]

      Escoge un momento que se preste a que tus padres te escuchen

  • ¿Qué puedo hacer para que mis padres me den más libertad?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 3

      ¿Qué puedo hacer para que mis padres me den más libertad?

      TÚ DICES que tienes suficiente edad para quedarte fuera de casa hasta tarde los fines de semana. Tus padres dicen que tienes que regresar a casa temprano. Tú dices que quieres ver esa nueva película de la cual todos están hablando. Tus padres dicen que no puedes verla. Tú dices que has conocido a unos buenos muchachos con los cuales quisieras salir. Tus padres dicen que quisieran conocerlos primero.

      Como adolescente, a veces pudiera parecerte que tus padres te tienen bajo un agarro sofocante. Parece que cada vez que dices: “Quiero [...]”, inevitablemente te responden: “No, no puedes”. Y nada de tu vida parece escaparse de los “ojos inquisidores” de tus padres. Debbie, de 15 años, dice: “Papá siempre quiere saber dónde estoy, y a qué hora estaré de regreso en casa. La mayoría de los padres hacen eso. ¿Tienen que saberlo todo? Deberían darme más libertad”.

      Los jóvenes también se quejan de que sus padres no los respetan. En vez de confiar en ellos, los declaran culpables sin darles la oportunidad de explicar qué sucedió cuando algo resulta mal. En vez de dejar que tomen sus propias decisiones, les imponen muchísimas reglas.

      “Mente angustiada”

      ¿Te tratan a veces como un niñito tus padres? Si así es, recuerda que en verdad eras un niño poco tiempo atrás. La imagen de infante indefenso que grabaste en la mente de tus padres está bastante fresca en su memoria, y no es muy fácil de borrar. Todavía recuerdan los errores infantiles que cometías, y por eso quieren protegerte... sea que quieras esa protección o no.

      Ese impulso de protegerte es sumamente poderoso. Cuando mamá y papá no están ocupados suministrándote abrigo, ropa o alimento, a menudo están luchando con los problemas de cómo instruirte, adiestrarte y, sí, protegerte. El interés que muestran en ti no es casual. Tienen que responderle a Dios por la crianza que te dan. (Efesios 6:4.) Y se preocupan cuando parece que algo amenaza tu bienestar.

      Piensa en los padres de Jesucristo. Después de una visita a Jerusalén, sin darse cuenta empezaron su viaje de regreso sin llevar consigo a Jesús. Cuando notaron que no estaba con ellos, ¡lo buscaron diligentemente, hasta con desesperación! Y cuando al fin “lo hallaron en el templo”, la madre de Jesús exclamó: “Hijo, ¿por qué nos trataste de este modo? Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando con la mente angustiada”. (Lucas 2:41-48.) Pues bien, si Jesús —un niño perfecto— causó inquietud a sus padres, ¡imagínate cuánto más preocuparás tú a los tuyos!

      Considera, por ejemplo, el conflicto incesante en cuanto a la hora que tus padres te han fijado para que regreses a casa. Puede que tú no veas ninguna razón por la cual se te debería restringir así. Pero ¿has considerado alguna vez ese asunto desde el punto de vista de tus padres? Los autores de edad escolar del libro The Kids’ Book About Parents (El libro de los jóvenes sobre los padres) trataron de hacerlo. Compilaron una lista de lo que llamaron “lo que tienen que pensar los padres que los hijos hacen cuando no están en casa a la hora debida”. La lista incluyó cosas como ‘usar drogas, envolverse en un accidente de tráfico, perder tiempo en un parque, buscar que los arresten, ir a ver películas pornográficas, vender drogas, prestarse a que los violen o asalten, ir a parar a la cárcel y deshonrar el nombre de la familia’.

      No todos los padres se apresurarían a pensar en acciones tan improbables. Pero ¿no es cierto que muchos jóvenes sí participan en cosas como esas? ¿Deberías, pues, tomar a mal el que se sugiera que tanto el quedarte fuera de casa hasta tarde como las malas compañías podrían ser perjudiciales? Pues, ¡hasta los padres de Jesús quisieron saber dónde estaba él!

      Por qué tan estrecha atención

      ¡Algunos jóvenes dicen que ese temor de los padres de que algo les pase a sus hijos casi parece un desorden mental! Pero recuerda: ellos han invertido mucho tiempo y puesto mucha emoción en criarte. La idea de que al fin crezcas y te vayas del hogar pudiera causarles angustia. Cierto padre escribió: “Mi único hijo tiene 19 años, y apenas puedo soportar la idea de que algún día se vaya de aquí”.

      Esto hace que ciertos padres tiendan a dar demasiada atención o proteger demasiado a sus hijos. Pero en verdad sería una equivocación el que tú en reacción, cayeras en conducta extrema también. Cierta joven recuerda: “Hasta más o menos cuando cumplí los 18 años, la relación entre mamá y yo era estrechísima. [...] [Pero] después empezaron las dificultades. Yo quería alguna independencia, y ella tiene que haber visto en ello una amenaza a nuestra relación. Por eso, empezó a atarme más a sí, y yo reaccioné apartándome más”.

      Es bueno disfrutar de alguna independencia, pero no la consigas a costa del enlace con tu familia. ¿Qué puedes hacer para que tu relación con tus padres sea más como una relación entre adultos, basada en entendimiento, tolerancia y respeto mutuos? En primer lugar, el respeto produce respeto. Una vez el apóstol Pablo dio el siguiente recordatorio: “Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos”. (Hebreos 12:9.) Los padres de aquellos cristianos primitivos no eran infalibles. Pablo pasa a decir (en el Heb 12 versículo 10): “Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían  [...] según lo que más conveniente les parecía”. (Versión Popular.)

      A veces aquellos hombres cometían errores de juicio. Con todo, merecían el respeto de sus hijos. Tus padres también merecen tu respeto. El hecho de que sean padres que te estrechen con su atención o te protejan demasiado no es razón para que te rebeles. Dales el mismo respeto que quieres que te den.

      Malentendidos

      ¿Has llegado tarde a casa alguna vez por circunstancias que no pudiste evitar? ¿Reaccionaron de manera extrema tus padres? Esos malentendidos te dan otra oportunidad para ganarte su respeto. Recuerda cómo se comportó el joven Jesús cuando sus preocupados padres finalmente lo hallaron en el templo, conversando inocentemente sobre la Palabra de Dios con unos maestros. ¿Respondió Jesús con una explosión emocional y llanto o quejas dolorosas por la injusticia de que ellos pusieran en tela de juicio sus motivos? Nota su respuesta calmada: “¿Por qué tuvieron que andar buscándome? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?”. (Lucas 2:49.) Sin duda, los padres de Jesús quedaron impresionados por la madurez que desplegó allí. Sí, “la respuesta, cuando es apacible”, no solo “aparta la furia”, sino que también puede ganarte el respeto de tus padres. (Proverbios 15:1.)

      Normas y reglas

      El trato que se te dé depende mucho, también, de cómo respondas a lo que tus padres pidan de ti. Algunos jóvenes ponen una cara larga, mienten o desobedecen abiertamente. Procura un modo más maduro de encararte a los asuntos. Si quieres pedir permiso para estar fuera hasta tarde, no lo hagas con exigencias infantiles ni quejas de que “a todos los demás jóvenes los dejan quedarse fuera hasta tarde”. La escritora Andrea Eagan aconseja: “[Diles] cuanto puedas sobre lo que quieres hacer, para que entiendan bien la situación. [...] Si les das todos los detalles sobre dónde vas a estar, con quién, y por qué es importante para ti estar fuera hasta tarde [...], puede ser que te den permiso”.

      O si tus padres quieren investigar quiénes son tus amigos —como deberían hacerlo— no te quejes como un niñito. La revista Seventeen recomendó: “Trae a tus amigos a casa de vez en cuando, para que cuando digas que vas al cine con Bill, tu papá no grite desde la otra habitación: ‘¿Con Bill?, ¿qué Bill?’”.

      “Más se le dará”

      Jim sonríe cuando habla sobre su hermano menor, Ron. “Yo soy solo 11 meses mayor que Ron —dice—, pero nuestros padres nos trataban de manera muy diferente. A mí me daban mucha libertad. Me permitían usar el automóvil de la familia. Hubo un año en que hasta me permitieron llevar a un hermano menor en un viaje a la ciudad de Nueva York.

      “Sin embargo, era diferente en el caso de Ron —sigue diciendo Jim—. Le daban poca libertad. Papá ni siquiera se molestó en enseñarle a conducir el auto cuando Ron cumplió la edad que se necesitaba para ello. Y cuando Ron creía que tenía suficiente edad para salir con alguna muchacha, mis padres no se lo permitieron.”

      ¿Favoritismo? No. Jim explica: “Ron tendía a ser irresponsable. Le faltaba iniciativa. No estaba inclinado a hacer lo que se le asignaba. Y aunque yo nunca replicaba a mis padres, Ron les hacía saber que no concordaba con ellos. Pero siempre salía perdiendo”. Jesús dijo en Mateo 25:29: “Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero en cuanto al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado”.

      ¿Quieres más libertad y responsabilidad? Entonces demuestra que eres responsable. Toma en serio toda tarea que te asignen tus padres. No seas como el joven de una de las parábolas de Jesús. Después que su padre le había dicho: “Hijo, ve, trabaja hoy en la viña”, él dijo: “Iré, señor”, pero no fue. (Mateo 21:28, 29.) Convence a tus padres de que si te piden que hagas algo, sin importar cuán pequeña sea la tarea, pueden darla por hecha.

      “Les demostré a mis padres que podía aceptar responsabilidades y cumplir con ellas —recuerda Jim—. Me enviaban al banco, permitían que fuera a pagar las cuentas debidas y que fuera de compras al supermercado. Y cuando mamá tuvo que conseguir empleo, yo hasta preparaba las comidas para la familia.”

      Toma la iniciativa

      ¿Qué hay si tus padres sencillamente no te han dado asignaciones como esas? Toma la delantera. La revista Seventeen sugirió: “Ofrece preparar una comida para la familia, y di a tus padres que quieres hacerlo todo: planear la comida, preparar la lista de ingredientes, calcular los gastos, hacer la compra, cocinar y limpiar”. Y si el cocinar no es tu especialidad, mira alrededor para ver qué otra cosa podrías hacer. No tienes que esperar hasta que tus padres te digan específicamente que hay que lavar los platos, barrer el piso o arreglar las habitaciones.

      Muchos jóvenes consiguen un empleo de media jornada durante el verano o los fines de semana. Si tú haces eso, ¿has demostrado que puedes ahorrar y dar uso sabio a tu dinero? ¿Has ofrecido una contribución por tus gastos de alojamiento y comida? (Puede que te sorprenda cuánto cuesta alquilar una habitación en tu comunidad.) El que des esa contribución pudiera significar que tendrías menos dinero para gastos personales, pero no hay duda de que cuando tus padres vean que manejas el dinero como un adulto, estarán inclinados a darte más libertad.

      Más independencia

      Los padres deberían ser nuestros amigos íntimos, preciosas fuentes de consejo. (Compara con Jeremías 3:4.) Pero eso no significa que deberías contar con que tomen toda decisión, hasta la más insignificante, por ti. Es solo por el uso de las “facultades perceptivas” que desarrollarás confianza para tomar decisiones. (Hebreos 5:14.)

      Por eso, en vez de acudir a tus padres a la primera señal de una leve perturbación, primero trata de pensar sobre el problema tú mismo, para resolverlo. En vez de ser ‘demasiado apresurado’ o impulsivo en cuanto a los asuntos, sigue el consejo bíblico de ‘considerar conocimiento’ primero. (Isaías 32:4.) Efectúa un poco de investigación, especialmente si hay principios bíblicos implicados. Después de considerar los asuntos con calma, entonces aborda a tus padres. En vez de siempre decir: ‘Papá, ¿qué debo hacer?’, o: ‘Mamá, ¿qué harías tú?’, explícales la situación. Diles lo que has pensado sobre ella. Luego pídeles su opinión.

      Ahora tus padres no te oyen hablar como un niño, sino como adulto. Has dado un gran paso hacia demostrar que te estás convirtiendo en un adulto que merece alguna libertad. Bien puede ser que tus padres empiecen a tratarte como adulto.

      Preguntas para consideración Capítulo 3

      ◻ ¿Por qué suelen preocuparse tanto los padres por proteger a sus hijos y saber dónde están?

      ◻ ¿Por qué es importante que trates con respeto a tus padres?

      ◻ ¿Cuál es la mejor manera de manejar los malentendidos con tus padres?

      ◻ ¿Cómo puedes cooperar con las normas y reglas de tus padres y todavía disfrutar de alguna libertad?

      ◻ ¿De qué maneras puedes mostrar a tus padres que eres responsable?

      [Comentario en la página 29]

      “Papá siempre quiere saber dónde estoy, y a qué hora estaré de regreso en casa. [...] ¿Tienen que saberlo todo?”

      [Fotografía en la página 27]

      ¿Te parece que tus padres te encierran demasiado?

      [Fotografía en la página 30]

      El permanecer en calma cuando surgen malentendidos es un modo de ganarte el respeto de otros

  • ¿Por qué se divorciaron mis padres?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 4

      ¿Por qué se divorciaron mis padres?

      “Recuerdo cuando papá se fue de casa. No podíamos entender qué estaba pasando. Mamá tuvo que empezar a trabajar fuera, y nosotros nos quedábamos siempre solos. A veces lo único que hacíamos era sentarnos junto a la ventana, preguntándonos si acaso ella también nos había dejado...”—Una hija de padres divorciados.

      EL DIVORCIO de los padres de uno puede parecerle a uno el fin del mundo, una catástrofe que traiga sufrimientos que duren toda la vida. Suele inundar a los hijos con emociones como vergüenza, ira, ansiedad, temor de verse abandonados, culpa, depresión y el dolor profundo de la pérdida... hasta un deseo de venganza.

      Si tus padres se han divorciado recientemente, puede que tú estés entre los afectados así. Después de todo, lo que nuestro Creador quería era que fueras criado por un padre y una madre. (Efesios 6:1-3.) Pero ahora te falta diariamente uno de tus queridos padres. “Yo apreciaba mucho a mi padre y quería estar con él —dice, lamentándose, Paul, cuyos padres se divorciaron cuando él tenía siete años de edad—. Pero nos pusieron bajo la custodia de mamá.”

      El porqué del divorcio

      A menudo los padres han ocultado bien sus dificultades. “No recuerdo que mis padres pelearan —dice Lynn, cuyos padres se divorciaron cuando ella era una niña—. Yo creía que se llevaban bien.” Y hasta cuando los padres sí riñen, ¡todavía puede venir como sorpresa el divorcio!

      En muchos casos el rompimiento ocurre porque uno de los padres se hace culpable de infidelidad sexual. Dios sí permite que el cónyuge inocente obtenga un divorcio. (Mateo 19:9.) En otros casos, “ira y gritería y habla injuriosa” han llevado a la violencia, y han hecho que uno de los cónyuges tema por su bienestar físico y el de sus hijos. (Efesios 4:31.)

      Es cierto que algunos divorcios se obtienen sin base sólida. En vez de buscar solución a sus problemas, algunos obran egoístamente y se divorcian porque son ‘infelices’ o ‘ya no están enamorados’. Esto desagrada a Dios, quien “ha odiado un divorciarse”. (Malaquías 2:16.) Jesús también indicó que algunos disolverían sus matrimonios porque sus cónyuges se harían cristianos. (Mateo 10:34-36.)

      Cualquiera que sea el caso, el que tus padres hayan decidido permanecer callados o den solamente respuestas vagas a tus preguntas en cuanto al divorcio no significa que no te amena. Puede que el mismo dolor que sienten les dificulte hablar sobre el divorcio. (Proverbios 24:10.) Puede que también se les haga difícil y embarazoso admitir sus fallas mutuas.

      Lo que puedes hacer

      Trata de ver cuándo es apropiado considerar con calma tus preocupaciones con tus padres. (Proverbios 25:11.) Dales a conocer lo triste y confundido que te deja el divorcio. Quizás te den una buena explicación. Si no lo hacen, no te desesperes. ¿No retuvo Jesús de sus discípulos información que creyó que ellos no podían asimilar al momento? (Juan 16:12.) Y ¿no tienen tus padres derecho a mantener privados algunos de sus asuntos?

      Finalmente, comprende que el divorcio, por la razón que sea, es una disputa entre ellos, ¡no contigo! En su estudio de 60 familias divorciadas, las investigadoras Wallerstein y Kelly hallaron que los implicados culpaban del divorcio a su cónyuge, a su patrono, a otros miembros de la familia y a amigos. Pero añadieron: “Nadie —lo cual es significativo— culpó a los hijos”. Tus padres sienten hacia ti lo mismo que antes.

      El efecto curativo del tiempo

      Hay un “tiempo de sanar”. (Eclesiastés 3:3.) Y tal como una herida literal —como cuando se rompe un hueso— toma semanas o hasta meses para curarse totalmente, así las heridas emocionales toman tiempo para sanarse.

      Las investigadoras Wallerstein y Kelly descubrieron que, en solo un par de años después del divorcio, “los muchos temores, el pesar, la turbación [...] se disiparon o hasta desaparecieron por completo”. Algunos expertos creen que lo peor de un divorcio se supera en solo tres años. Esto pudiera parecerte mucho tiempo, pero son muchas las cosas que tienen que suceder antes de que tu vida se estabilice.

      En primer lugar, hay que reorganizar la rutina de la familia, una rutina interrumpida por el divorcio. También pasará tiempo antes de que tus padres se hayan recuperado emocionalmente. Solo entonces podrán darte por fin el apoyo que necesitas. A medida que tu vida se vaya regularizando, empezarás a volver a la normalidad.

      Sin embargo, Salomón dio esta advertencia: “No digas: ‘¿Por qué ha sucedido que los días anteriores resultaron ser mejores que estos?’, porque no se debe a sabiduría el que hayas preguntado acerca de esto”. (Eclesiastés 7:10.) El ver el pasado como mejor puede cegarte a la realidad del presente. ¿En qué situación se hallaba tu familia antes del divorcio? “Siempre había muchas peleas, gritos e insultos”, admite Annette. ¿Pudiera ser que ahora tengas tranquilidad en el hogar?

      ‘Puedo unirlos de nuevo’

      Algunos jóvenes sueñan con volver a unir a sus padres, ¡y quizás se aferren a esas fantasías hasta cuando sus padres ya tienen nuevos cónyuges!

      Con todo, el negar la realidad del divorcio no cambia nada. Lo más probable es que de nada te sirvan todas las lágrimas, súplicas y tretas del mundo para hacer que tus padres se unan de nuevo. Por eso, ¿de qué vale que te atormentes pensando en lo que difícilmente pasaría? (Proverbios 13:12.) Salomón dijo que hay un “tiempo de dar por perdido”. (Eclesiastés 3:6.) De modo que acepta que el divorcio es una realidad y que es permanente. Así habrás dado un gran paso hacia sobreponerte a la situación.

      Trata de comprender a tus padres

      Puede que estés enfadado con tus padres —y con razón— por el trastorno que te han causado en la vida. Así expresó un joven su amargura: “Mis padres fueron egoístas. En verdad no pensaron en nosotros ni en cómo nos afectaría lo que harían. Pensaron solo en qué hacer para sí, y eso hicieron”. Puede que tengas razón. Pero ¿puede uno ir por la vida lleno de ira y amargura sin perjudicarse a sí mismo?

      La Biblia aconseja: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira [...] Más bien háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros”. (Efesios 4:31, 32.) ¿Cómo puedes perdonar a alguien que te ha herido tanto? Trata de ver a tus padres objetivamente: como personas que pueden equivocarse, que son imperfectas. Sí, hasta tus padres ‘pecan y no alcanzan a la gloria de Dios’. (Romanos 3:23.) El que te des cuenta de eso puede ayudarte a aceptarlos como son.

      Expresa lo que sientes

      “Hasta ahora no he hablado con nadie de cómo me afectó el divorcio de mis padres”, nos dijo un joven con quien nos entrevistamos. Aunque al principio contenía sus emociones, el joven fue exteriorizando gradualmente sus sentimientos —hasta con lágrimas— mientras hablaba del divorcio de sus padres. Salieron a la superficie sentimientos que él había enterrado dentro de sí mucho tiempo atrás. Sorprendido por su propia reacción, confesó: “Creo que me ha ayudado hablar de esto”.

      Puede que a ti también te ayude el confiarte a alguien, en lugar de aislarte. Comunica a tus padres cómo te sientes, tus temores y tus ansiedades. (Compara con Proverbios 23:26.) Cristianos maduros también pueden ayudarte. Por ejemplo: Keith obtuvo muy poco apoyo, si acaso alguno, de su familia desgarrada por el divorcio. Pero recibió fortaleza de otra fuente. Dice Keith: “La congregación cristiana llegó a ser mi familia”.

      Sobre todo puede oírte tu Padre celestial, el “Oidor de la oración”. (Salmo 65:2.) Un joven llamado Paul recuerda lo que le ayudó a sobreponerse al golpe emocional del divorcio de sus padres: “Oraba constantemente; Jehová siempre fue muy real para mí”.

      La vida sigue adelante

      Puede que después de un divorcio nada vuelva a ser como era antes. Pero eso no significa que no puedas vivir una vida productiva y feliz. La Biblia aconseja: “No sean holgazanes en sus quehaceres”. (Romanos 12:11.) Sí, en vez de permitir que el pesar, el dolor o la ira te paralicen, ¡sigue adelante con tu vida! Concéntrate en tus tareas escolares. Busca una afición en que te deleites. Ten “mucho que hacer en la obra del Señor”. (1 Corintios 15:58.)

      Se requiere esfuerzo, resolución y tiempo. Pero al fin lo que dominará tu vida no será el hecho de que tus padres disolvieran su matrimonio.

      [Nota a pie de página]

      a Las investigadoras Wallerstein y Kelly descubrieron que, “de los hijos más jóvenes bajo estudio [hijos de padres divorciados], cuatro quintas partes no recibieron ni explicación adecuada ni garantía de que se les seguiría atendiendo. En efecto, cuando despertaron una mañana, ya uno de los padres se había ido”.

      Preguntas para consideración Capítulo 4

      ◻ ¿Puedes mencionar razones que llevan a un divorcio?

      ◻ ¿Por qué pudiera hacérseles difícil a tus padres hablar sobre su divorcio? ¿Qué puedes hacer si ellos no quieren expresarse?

      ◻ ¿Por qué es inútil pensar que el pasado era mejor, o soñar con unir de nuevo a tus padres?

      ◻ ¿Qué cosas prácticas puedes hacer para sobreponerte al golpe emocional del divorcio?

      ◻ ¿Qué pudieras hacer en cuanto al enojo que pudieras sentir hacia tus padres?

      [Recuadro en las páginas 36 y 37]

      ‘¿Arruinará mi vida el divorcio?’

      Tras el divorcio de sus padres, algunos jóvenes casi se arruinan la vida. Algunos toman decisiones precipitadas, como dejar de ir a la escuela. Otros desahogan su frustración y enojo portándose mal... como para castigar a sus padres por haberse divorciado. Denny recuerda: “El divorcio de mis padres me entristeció y me hizo sentir muy mal. Empecé a tener problemas en la escuela y me atrasé un año. Después [...] me convertí en el gracioso de la clase y me metí en muchísimas peleas”.

      Bien puede ser que por una conducta escandalosa te atraigas la atención de tus padres. Pero ¿qué logra eso realmente, aparte de añadir tensión a una situación ya tensa? En verdad el único que resulta castigado por la mala conducta es el que se porta mal. (Gálatas 6:7.) Trata de comprender que tus padres también están sufriendo, y que el que aparentemente te descuiden no es malintencionado. La madre de Denny confesó: “No cabe duda de que descuidé a mis hijos. Después del divorcio estaba tan confundida que no podía ayudarlos”.

      La Biblia aconseja en Hebreos 12:13: “Sigan haciendo sendas rectas para sus pies, para que lo cojo no se descoyunte”. Aunque te falte la disciplina de tus padres, no tienes excusa para comportarte mal. (Santiago 4:17.) Acepta tu responsabilidad por tus actos y disciplínate a ti mismo. (1 Corintios 9:27.)

      Evita, además, tomar decisiones precipitadas; por ejemplo: irte de la casa. “El sagaz considera sus pasos.” (Proverbios 14:15.) Si parece que por el momento tus padres están demasiado sumidos en sus propios asuntos para prestarte atención, ¿por qué no hablas con un amigo mayor que tú sobre las decisiones que pienses tomar?

      Con todo, puede que te vengan ciertas preocupaciones en cuanto a tu futuro. Has visto a tus padres fracasar en su matrimonio, y se entiende que te preguntes si acaso tú podrás tener un matrimonio de éxito. Afortunadamente, la infelicidad marital no se hereda de los padres, como las pecas. Tú eres persona aparte, y el éxito de tu matrimonio futuro no depende de los fracasos de tus padres, sino del grado a que tú y tu cónyuge apliquen la Palabra de Dios a su matrimonio.

      Quizás también empieces a preocuparte por cosas que antes dabas por sentadas: alimento, ropa, abrigo, dinero. Sin embargo, normalmente los padres hallan alguna manera de proveer para sus hijos después del divorcio, aunque eso signifique que mamá tenga que buscar empleo. Con todo, el libro Surviving the Breakup (Cómo sobreponerse al divorcio) da esta advertencia práctica: “Lo que antes mantenía a una sola familia ahora debe mantener a dos, y eso significa un nivel de vida inferior para cada miembro de la familia”.

      Por eso, es muy posible que tengas que acostumbrarte a pasarla sin cosas que antes tenías, como ropa nueva. Pero la Biblia nos recuerda: “Nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas”. (1 Timoteo 6:7, 8.) Quizás hasta puedas ayudar a planear un nuevo presupuesto familiar. Además, recuerda que Jehová es “padre de huérfanos de padre”. (Salmo 68:5.) Puedes estar seguro de que se interesa mucho en que recibas lo que necesitas.

      El profeta Jeremías dijo: “Bueno le es al hombre físicamente capacitado llevar el yugo durante su juventud”. (Lamentaciones 3:27.) Es cierto que hay poco de “bueno” en ver que se rompe el matrimonio de los padres de uno. Pero hasta de esa experiencia indeseable es posible sacar provecho.

      La investigadora Judith Wallerstein comentó: “El desarrollo emocional e intelectual [entre hijos de padres divorciados] a que contribuyó la crisis familiar fue impresionante, y algunas veces conmovedor. Los jóvenes [...] consideraron sensatamente las experiencias de sus padres y sacaron serias conclusiones para su propio futuro. Se interesaron en hallar maneras de evitar los errores que sus padres habían cometido”.

      No hay duda de que el divorcio de tus padres dejará su marca en tu vida. Pero el que esa marca sea solo una mancha que vaya desapareciendo o sea una herida ulcerosa depende mucho de ti.

      [Fotografía en la página 35]

      Una de las experiencias más dolorosas de los hijos es ver que se rompe el matrimonio de sus padres

      [Fotografía en la página 38]

      Ver el pasado como mejor solo servirá para deprimirte

  • ¿Cómo ver el nuevo casamiento de papá (o mamá)?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 5

      ¿Cómo ver el nuevo casamiento de papá (o mamá)?

      “El día que papá se casó con Rita fue el peor día de mi vida —recuerda Shane—. Estaba furioso. Furioso con papá por haber traicionado a mamá. Furioso con mamá por haberse ido a estudiar derecho y habernos abandonado. Furioso con los dos hijos malcriados de Rita, que vendrían a vivir en casa [...] Pero, sobre todo, estaba furioso con Rita [...] la odiaba. Y porque no me parecía correcto odiar, también estaba furioso conmigo mismo.”—Stepfamilies—New Patterns in Harmony (Familias por afinidad—Nuevos modelos de armonía), por Linda Craven.

      CUANDO los padres de uno se han divorciado y uno de ellos se casa después con otra persona, uno ve destruida la esperanza de que algún día sus padres se reconcilien. Eso puede crear en uno sentimientos de inseguridad, de haber sido traicionado, y celos.

      El nuevo casamiento puede ser especialmente doloroso para uno si viene poco después de la muerte de su padre o madre con quien uno estuviera muy encariñado. “La muerte de mi madre me amargó mucho”, admitió Missy, de 16 años. “Pensaba que la prometida de mi padre estaba tomando el lugar de mi madre, así que me portaba muy mal con ella.” Por lealtad a tu pariente muerto, quizás hasta te sientas culpable si empiezas a cobrarle afecto a tu nuevo pariente por el casamiento.

      No sorprende, pues, que muchos jóvenes desahoguen su dolor emocional en actos destructivos. Algunos hasta se esfuerzan por disolver el nuevo matrimonio. Pero recuerda, tu pariente natural (padre o madre) y la persona con quien ese pariente se ha casado recientemente han pronunciado sus votos matrimoniales ante Dios. “Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre [o niño].” (Mateo 19:6.) Y aunque pudieras separarlos, eso no lograría que tus padres naturales volvieran a unirse.

      Tampoco tiene sentido el estar en conflicto constante con tu nuevo pariente por afinidad (padrastro o madrastra). Proverbios 11:29 (E. M. Nieto) advierte: “El que perturba su casa, heredará viento”, es decir, acabará sin nada. El resentimiento de Gerri (una joven de 15 años) contra su madrastra terminó al fin en una enconada disputa. ¿Qué resultado tuvo esto? Su madrastra exigió que el padre de Gerri escogiera entre las dos. Gerri terminó yéndose a vivir con su madre natural... quien también había vuelto a casarse.

      El amor te ayuda a encararte a la situación

      ¿Cuál es el secreto de encararte con éxito al nuevo casamiento de tu pariente natural? Manifestar el amor basado en principios que se describe en 1 Corintios 13:4-8:

      El amor “no busca sus propios intereses”. Esto significa ‘no buscar nuestra propia ventaja, sino la de la otra persona’. (1 Corintios 10:24.) Si uno de tus padres ha decidido que necesita de nuevo el compañerismo de un cónyuge, ¿deberías resentirte por ello?

      “El amor no es celoso.” A menudo los jóvenes no quieren compartir con ninguna otra persona el amor de su pariente natural. Pero no tienes que temer que a ese pariente se le acabe el amor, pues el amor puede ensancharse. (Compara con 2 Corintios 6:11-13.) Tu pariente natural puede extender su amor a un nuevo cónyuge sin perder el cariño que te tiene. ¿Abrirás tu corazón para dar cabida en él a tu padrastro (o madrastra)? El hacerlo no significa de ninguna manera que estés siendo desleal a tu pariente difunto.

      El amor “no se porta indecentemente”. El vivir con nuevos hermanos o hermanas por afinidad (hermanastros) puede crear presiones morales. Según se informa, en el 25% de las familias con enlaces de afinidad se incurre en relaciones sexuales ilícitas.

      David, quien llegó a tener cuatro hermanastras adolescentes por el nuevo casamiento de su madre, dice: “Se me hizo necesario levantar un bloqueo mental contra los deseos sexuales”. Tú también querrás cuidarte para evitar familiaridad indebida, a la vez que te aseguras de que ni en tu ropa ni en tu conducta haya provocación sexual. (Colosenses 3:5.)

      El amor ‘sabe soportar’; ‘lo sufre todo’. (Versión Popular.) ¡A veces parece que nada puede hacer que desaparezcan las emociones dolorosas! Marla confesó: “Me parecía que estaba de más en casa. Hasta le dije a mamá que quisiera no haber nacido nunca”. ¡Marla se rebeló, y hasta se fue de la casa! Pero ahora dice: “El mejor proceder es aguantar”. Si aguantas, con el tiempo disminuirán la amargura, el desconcierto y el dolor que sientas al principio.

      ‘¡Usted no es mi verdadero padre (o madre)!’

      No es fácil someterse a la disciplina de alguien que ocupa el lugar del padre o la madre que uno ha perdido, y cuando esa persona le dice a uno que haga algo, quizás uno se sienta tentado a decir bruscamente: ‘¡Usted no es mi verdadero padre (o madre)!’. Pero recuerda el principio que se declara en 1 Corintios 14:20: “[Sean] maduros en el modo de pensar”. (Versión Reina-Valera, 1977.)

      El aceptar la autoridad de tu nuevo pariente para disciplinarte es una manera de demostrar que ‘eres maduro en tu modo de pensar’. Esa persona cumple con las obligaciones de un pariente natural y merece que le muestres respeto. (Proverbios 1:8; Efesios 6:1-4.) En tiempos bíblicos, a Ester la crió un padre adoptivo, o “cuidador”, cuando sus padres murieron. Aunque Mardoqueo no era el padre natural de Ester, ‘le imponía mandatos’, ¡que ella obedeció hasta en la edad adulta! (Ester 2:7, 15, 17, 20.) En realidad, la disciplina de esa persona generalmente manifiesta amor e interés en tu bien. (Proverbios 13:24.)

      Con todo, necesariamente habrá ocasiones en que tendrás quejas legítimas. Cuando eso suceda, demuestra madurez al obrar, como insta Colosenses 3:13: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro”.

      Aprende a compartir, aprende a ceder

      Cuando Jamie (una joven de 15 años) vivía sola con su madre, tenía su propia habitación y vestía ropa cara. Aquella situación cambió cuando su madre volvió a casarse y Jamie llegó a formar parte de una familia en la que ya había otros cuatro menores. “Ahora ni siquiera tengo mi propia habitación —dijo ella en lamento—. Tengo que compartirlo todo.”

      Puede que tú también cambies de posición y ya no seas ni hijo mayor ni hijo único en la familia. Si eres varón, puede que por mucho tiempo hayas servido como el hombre de la casa... la posición que ahora ocupa tu padrastro. O si eres hija, puede que tu mamá y tú hayan sido como hermanas y hasta hayan dormido en la misma habitación, pero ahora tu padrastro toma tu lugar.

      “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”, recomienda la Biblia. (Filipenses 4:5.) La palabra original que se usó significaba “ceder”, y transmitía el espíritu de alguien que no insistía en todos sus derechos legítimos. Así que trata de ceder, de acomodarte a la voluntad de la otra persona. Aprovecha al máximo tu nueva situación, y evita el vivir de recuerdos. (Eclesiastés 7:10.) Comparte de buena gana con tus hermanastros y hermanastras, y no los trates como a extraños. (1 Timoteo 6:18.) Mientras más pronto empiecen todos a tratarse como verdaderos hermanos y hermanas, más rápido se desarrollarán buenos sentimientos entre todos. Y en cuanto al nuevo hombre de la casa, no te resientas por él. Alégrate de que esté allí para ayudar a llevar la carga de las responsabilidades domésticas.

      Cómo encararte al trato desigual

      Después de reconocer que su padrastro era amoroso, una joven añadió: “Pero hay una diferencia. En nuestro caso él espera más, nos disciplina más, es menos comprensivo [...] que en el caso de sus propios hijos de la misma edad. Eso nos duele”.

      Date cuenta de que el que no es pariente natural tuyo no va a sentir para ti lo mismo que siente para su prole natural. Eso no se debe tanto al enlace de sangre con su propia prole como a las experiencias que han compartido en la vida. Después de todo, hasta los padres naturales pueden amar a un hijo más que a otro. (Génesis 37:3.) Sin embargo, hay una distinción importante entre igual y justo. Cada persona tiene su propia personalidad, y necesidades diferentes. Por eso, en vez de preocuparte demasiado en cuanto a si se te trata en igualdad con los demás, trata de ver si tu padrastro (o madrastra) se esfuerza por darte lo que necesitas. Si crees que eso no se está haciendo, entonces tienes razón para considerar el asunto con esa persona.

      Tus hermanastros pueden ser también fuente de contienda. Nunca olvides que ellos también quizás estén pasando por un difícil período de ajuste a la situación de la nueva familia. Puede que hasta se resientan de ti, por verte como una intrusión en su familia. De modo que esfuérzate por mostrar bondad. Si te desprecian, trata de ‘vencer el mal con el bien’. (Romanos 12:21.) Además, no es raro que hasta hermanos y hermanas de la misma sangre tengan sus discordias de vez en cuando. (Ve el capítulo 6.)

      ¡La paciencia da resultados!

      “Mejor es el fin de un asunto, posteriormente, que su principio. Mejor es el que es paciente que el que es altivo de espíritu.” (Eclesiastés 7:8.) Normalmente tienen que pasar varios años antes de que entre los miembros de una familia en que hay tanto lazos naturales como de afinidad se desarrolle un grado de confianza que les permita sentirse a gusto unos con otros. Solo entonces pueden combinarse en una rutina que funcione bien diversas costumbres y valores. ¡Por eso, ten paciencia! No esperes recibir ‘amor instantáneo’ o que el resultado de la situación sea una ‘familia instantánea’.

      Cuando la madre de Thomas volvió a casarse, él se sintió incómodo, por no decir nada peor. Su madre tenía cuatro hijos, y el hombre con quien ella se casó tenía tres hijas. “Teníamos peleas, disputas, perturbaciones, terribles tensiones emocionales”, escribió Thomas. ¿Cómo se resolvió aquella situación? “Al aplicar los principios bíblicos, las dificultades se resolvieron; no siempre al instante, pero con el tiempo y la aplicación de los frutos del espíritu de Dios, se allanaron al fin las asperezas.” (Gálatas 5:22, 23.)

      El que el comprometerse a obedecer los principios bíblicos realmente trae éxito en familias en tal situación lo ilustran las siguientes experiencias de jóvenes entrevistados:

      Jóvenes en familias con parentesco por afinidad

      Entrevistador: ¿Cómo evitaste el resentirte por la disciplina de tu padrastro?

      Lynch: Mi madre y mi padrastro siempre se ponían de acuerdo al disciplinar. Cuando sucedía algo, la decisión de disciplinarme era de ambos; por eso, cuando yo recibía castigo sabía que venía de los dos.

      Linda: Al principio se me hacía muy difícil, porque yo decía: “¿Qué derecho tiene él para decirme eso?”. Pero entonces pensaba en lo que la Biblia dice: ‘Honra a tu madre y a tu padre’. Aunque él no fuera mi padre natural, a la vista de Dios todavía era mi padre.

      Robin: Sabía que heriría mucho a mamá si me resentía contra alguien a quien ella amaba.

      Entrevistador: ¿Qué promovió la buena comunicación?

      Lynch: Uno tiene que interesarse en lo que su padrastro hace. Yo lo ayudaba en su empleo seglar. Y mientras trabajábamos, siempre hablábamos. Esto me ayudó a saber cómo pensaba él. Otras veces, simplemente me sentaba con él para hablar de cualquier cosa.

      Valerie: Mi madrastra y yo pasamos mucho tiempo juntas, y llegué a comprenderla. Nos hicimos muy buenas amigas.

      Robin: Mi madre volvió a casarse precisamente al año de la muerte de mi padre. Yo no quería tenerle afecto a mi padrastro porque no quería que tomara el lugar de mi padre. Oré a Dios que me ayudara a sobreponerme a la muerte de mi padre y a cultivar una relación más estrecha con mi padrastro. Oré constantemente. Jehová realmente me contestó aquellas oraciones.

      Entrevistador: ¿Qué hacían para que hubiera mejor relación entre ustedes?

      Valerie: A veces le pedía a mi madrastra que me acompañara a alguna función artística; íbamos ella y yo solas. O cuando yo salía le compraba flores o un jarrón, algo para mostrarle que había estado pensando en ella. Ella agradecía mucho aquello.

      Eric: Hay que buscar algo que interese a las dos personas. Lo único que tenía en común con mi padrastro era que él estaba casado con mi madre y que vivíamos en la misma casa. Lo que más ayudó fue que empecé a interesarme en la Biblia como él. Mientras más me acercaba a Jehová Dios, más estrecha se hacía la relación entre mi padrastro y yo. ¡Ahora sí tenemos algo en común!

      Entrevistador: ¿Qué beneficio personal has recibido?

      Robin: Cuando en casa vivíamos solo mi madre y yo, yo era rebelde y un niño mimado. Siempre quería todo a mi manera. Ahora he aprendido a pensar en otros y a ser más altruista.

      Lynch: Mi padrastro me ayudó a pensar como un hombre. Me ha hecho más apto en algunos trabajos y me ha enseñado a usar las manos. Cuando yo pasaba un mal rato y necesita a alguien, podía contar con él. Es el mejor padre que pudiera tener.

      Preguntas para consideración Capítulo 5

      ◻ ¿Cómo se sienten muchos jóvenes cuando sus padres vuelven a casarse? ¿Por qué?

      ◻ ¿Cómo ayuda a un joven a encararse a la situación el desplegar amor cristiano?

      ◻ ¿Hay que someterse a la disciplina de los padrastros?

      ◻ ¿Por qué es importante aprender a ceder y compartir?

      ◻ ¿Deberías esperar trato igual al que reciben tus hermanastros? ¿Qué puedes hacer si crees que se te trata injustamente?

      ◻ ¿Qué cosas puedes hacer para llevarte mejor con tu padrastro (o madrastra)?

      [Comentario en la página 45]

      “Pensaba que la prometida de mi padre estaba tomando el lugar de mi madre, así que me portaba muy mal con ella”

      [Fotografía en la página 43]

      A menudo los hijos sienten ira, inseguridad y celos cuando uno de sus padres se casa de nuevo

      [Fotografía en la página 46]

      La disciplina de los padrastros no suele aceptarse con gusto

  • ¿Por qué no puedo llevarme bien con mis hermanos?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 6

      ¿Por qué no puedo llevarme bien con mis hermanos?

      HA HABIDO rivalidad entre los hermanos desde los días de Caín y Abel. No se trata de que realmente uno odie a su hermano o su hermana. Un joven reconoció: “Creo que en el fondo de mi corazón, bien escondido allá, le tengo cariño a mi hermano; y si no es cariño, es algo parecido”.

      ¿Por qué es tan común la discordia entre hermanos? La escritora Harriet Webster cita las palabras de Claudia Schweitzer, consejera de familias, quien dijo: “Cada familia dispone de cierta cantidad de recursos, algunos emocionales y otros materiales”. Añade: “Por lo general, la pelea entre hermanos se debe a que compiten por esos recursos, que abarcan desde el amor de los padres hasta el dinero y la ropa”. Por ejemplo, Camille y sus cinco hermanos y hermanas comparten tres dormitorios. “A veces deseo estar a solas —dice Camille—, y me gustaría encerrarme en la habitación para que nadie me moleste; pero no puedo.”

      También pueden surgir problemas por la cuestión de compartir privilegios y responsabilidades en la casa. Los hijos mayores quizás se resientan por tener que hacer la mayor parte de las tareas domésticas. A los más pequeños tal vez les disguste que un hermano mayor les dé órdenes, o quizás envidien a sus hermanos mayores porque estos reciben privilegios que ellos desean. Una adolescente de Inglaterra se lamentó así: ‘Mi hermana está aprendiendo a conducir un auto, y yo no puedo. Eso me molesta mucho, y por eso trato de hacerle la vida imposible’.

      A veces la discordia entre hermanos se debe sencillamente a conflictos de personalidad. Una joven de 17 años llamada Diane dice esto de sus hermanos: “Si la misma gente se ve día tras día, [...] y si uno ve todos los días a la misma persona hacer la misma cosa que molesta a uno, llegará el momento en que no aguante más”. Un joven llamado Andre añade: “Cuando uno está en casa [...], se comporta como en verdad es”. Desgraciadamente, muchas veces ‘el comportarse uno como en verdad es’ significa olvidarse de la cortesía, la bondad y la prudencia.

      El que los padres tengan preferencias (‘¡Mamá te prefiere a ti!’) es otra causa de discordia entre los hermanos. Lee Salk, profesor de sicología, admite: “Es imposible que un padre ame a todos los hijos de la misma manera, pues son seres humanos diferentes que inevitablemente provocan reacciones diferentes en nosotros [los padres]”. Esto sucedió también en tiempos bíblicos. El patriarca Jacob (Israel) “amaba a José más que a todos sus otros hijos”. (Génesis 37:3.) Esto despertó la envidia de sus hermanos.

      Apaga el fuego

      Proverbios 26:20 dice: “Donde no hay leña, se apaga el fuego”. Para evitar la propagación de incendios forestales, a veces se hacen cortafuegos; es decir: se corta un sendero ancho del que se eliminan todos los árboles. Si hay un incendio, el fuego por lo general avanza hasta ese punto, y entonces se apaga. Del mismo modo, hay maneras de evitar, o por lo menos limitar, los desacuerdos. Una de estas es conversar sobre los asuntos, comunicarse en cuanto a ellos, y tratar de llegar a un acuerdo antes de que estalle una disputa.

      Por ejemplo, ¿se debe el problema a que se quiere estar en privado y no se puede? En ese caso, traten de hablar del asunto en un momento en que no estén enojados, y organicen un horario. (‘La habitación es para mí durante estos días o estas horas, y es tuya estos otros días u horas.’) Entonces, ‘signifique tu palabra Sí, Sí, tu No, No’, mediante respetar lo que se haya acordado. (Mateo 5:37.) Si hay que hacer algún ajuste por cualquier motivo, háblale de antemano a tu hermano o hermana, en vez de imponerle el cambio sin previo aviso.

      ¿Peleas por tus derechos de propiedad? Una adolescente se quejó: “Mi hermanastra siempre usa mis cosas sin pedirme permiso. ¡Hasta usó mi maquillaje y después tuvo el descaro de decirme que comprara otro mejor!”. En casos de ese tipo puedes acudir a tus padres para que tomen la decisión final. Pero mejor aún es que en un momento de calma hables del asunto con tu hermano o hermana. En vez de buscar riñas por tus propios “derechos”, muestra disposición ‘a compartir’. (1 Timoteo 6:18.) Debe tratarse de concordar en algunas reglas, y una de estas podría ser la de siempre pedir permiso antes de tomar algo prestado. Si es necesario, deben establecerse reglas específicas. ¡Así podrás ver que ‘el fuego se apaga’ antes de empezar!

      Pero ¿qué hay si la personalidad de uno de tus hermanos es totalmente opuesta a la tuya? En verdad es muy poco lo que se pueda hacer en ese caso. Por eso, es necesario aprender a ‘soportarse unos a otros en amor’. (Efesios 4:2.) En vez de exagerar las faltas y los defectos de tus hermanos, aplica el amor cristiano, el cual “cubre una multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8.) En vez de ser áspero o poco amable, desecha toda “ira, cólera, maldad, habla injuriosa”, y esfuérzate para que tu “habla siempre sea con gracia”. (Colosenses 3:8; 4:6.)

      ‘¡No es justo!’

      “A mi hermana le dan todo lo que quiere —se lamenta una joven—. Pero a mí nunca me toman en cuenta.” ¿Te parece que has oído antes esas palabras? Nota, sin embargo, los dos términos absolutos: “todo” y “nunca”. ¿Es en verdad tan crítica la situación? No parece que lo sería. Y aunque lo fuera, ¿sería razonable esperar que a dos personas diferentes se las tratara exactamente igual? ¡Por supuesto que no! Puede que tus padres solo estén respondiendo a las necesidades y al temperamento individuales de ustedes.

      Pero ¿no es injusto que los padres favorezcan a un hijo en particular? No necesariamente. Recuerda que Jacob mostraba preferencia por su hijo José. ¿Por qué? Porque José era el hijo que le había dado su amada esposa Raquel, que había muerto. ¿No es comprensible, entonces, que Jacob sintiera mayor afecto por este hijo? Sin embargo, el que Jacob amara a José no significaba que no amara a sus otros hijos, pues realmente estaba interesado en el bienestar de ellos. (Génesis 37:13, 14.) Por eso, ¡no había razón para que los hermanos de José le tuvieran envidia!

      De manera similar, puede que tus padres le muestren mayor afecto a tu hermano o a tu hermana que a ti, quizás porque comparten ciertos intereses o tienen personalidades similares, o por otros factores. Pero eso no significa que no te amen. Si te resientes por ello o sientes envidia, debes reconocer que tu corazón imperfecto te está dominando. Esfuérzate por vencer esa mala actitud. Si se te está dando lo que necesitas, ¿por qué perturbarte si un hermano parece recibir atención adicional?

      Es una bendición tener hermanos

      Puede que a veces eso se te haga difícil de creer, especialmente cuando tus hermanos te causan irritación. Pero una joven llamada Diane, quien tiene siete hermanos, nos recuerda: “Es divertido tener hermanos y hermanas, pues siempre hay alguien con quien hablar y con quien compartir intereses”.

      Anne Marie y su hermano Andre añaden lo siguiente: “Aunque puedes salir de vez en cuando con tus amigos, con tus hermanos puedes hacerlo siempre. Cada vez que deseas jugar, practicar un deporte o ir al parque, allí tienes para ello a tus hermanos”. Donna ve otra ventaja práctica: “Hay otra persona con quien compartir lo que hay que hacer en la casa”. Otros han descrito a su hermano o hermana como “un consejero especial que sabe escuchar a uno” y alguien que “comprende a uno”.

      Los mismos problemas que ahora tienes con tus hermanos los tendrás más adelante con otras personas. La envidia, los derechos de propiedad, el recibir trato desigual, el no poder estar a solas cuando se quiere, el egoísmo, las diferencias de personalidad... todos esos problemas son parte de la vida. El que aprendas a llevarte bien con tus hermanos te servirá de educación en el campo de las relaciones humanas.

      Andre, de 17 años, concuerda con las palabras de 1 Juan 4:20 cuando dice: “Si no puedes llevarte bien con las personas a quienes ves, ¿cómo puedes llevarte bien con Jehová, a quien no puedes ver?”. De vez en cuando tendrás diferencias personales con tus hermanos. Pero puedes aprender a compartir, a tener buena comunicación con ellos y hasta a ceder a veces. ¿Qué resultados tendrá ese esfuerzo? Quizás te des cuenta de que, después de todo, no es tan malo tener hermanos.

      Preguntas para consideración Capítulo 6

      ◻ ¿Por qué suelen pelear los hermanos?

      ◻ ¿Cómo se pueden evitar las peleas por el deseo de estar a solas a veces, y por los derechos de propiedad?

      ◻ ¿Qué hace que los padres a veces prefieran a un hijo? ¿Crees que eso sea necesariamente injusto?

      ◻ ¿Es desventajoso ser hijo único?

      ◻ ¿Qué ventajas hay en tener hermanos?

      [Comentario en la página 52]

      “Es imposible que un padre ame a todos los hijos de la misma manera, pues son seres humanos diferentes.” —Lee Salk, profesor de sicología

      [Recuadro en la página 54]

      ‘Soy hijo único’

      Si te hallas en esa situación, no es una desventaja. Por una parte, aunque otros jóvenes quizás tengan dificultades con sus hermanos, tú puedes escoger a tus amigos íntimos (por supuesto, con el consentimiento de tus padres). Hasta puedes disponer de más tiempo para estudiar, meditar o desarrollar ciertas aptitudes o talentos. (Ve el capítulo 14 sobre la soledad.)

      Un joven llamado Thomas señala otra ventaja: “Porque era hijo único, mis padres me daban toda la atención”. Naturalmente, el dar atención excesiva a un hijo puede llevarlo a verse como el centro de todo. Pero si tus padres son equilibrados al darte atención, ese cuidado puede ayudarte a madurar con mayor rapidez y a desenvolverte bien entre personas adultas.

      Sin embargo, puesto que no tienes hermanos con quienes compartir tus cosas, existe el peligro de que te hagas egoísta. Jesús recomendó: “Practiquen el dar”. (Lucas 6:38.) Trata de compartir tus cosas con amigos o familiares. Muestra interés en las necesidades de otros y, cuando sea posible, ofrece ayuda. La gente responderá a esa generosidad tuya, y quizás descubras que, aunque seas hijo único, no eres un joven solitario.

      [Fotografía en la página 53]

      A veces lamento no tener una hermana; pero en verdad tengo algunas ventajas

  • ¿Debo irme de casa?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
    • Capítulo 7

      ¿Debo irme de casa?

      “Mamá y papá:

      “Bueno, por fin me voy de casa. Como les he dicho antes, no lo hago para irritarlos ni para vengarme de ustedes. No puedo ser feliz con las limitaciones que ustedes me imponen. Quizás tampoco sea feliz si me voy, pero solo quiero ver si es así o no.”

      ASÍ comenzó la carta de despedida que dirigió a sus padres una joven de 17 años. En la República Federal de Alemania, por ejemplo, entre los jóvenes de 15 a 24 años, de cada tres muchachas, una, y de cada cuatro muchachos, uno, ya no viven con sus padres. Quizás tú también hayas pensado en irte de casa.

      Dios previó que el deseo de casarse llevaría a las personas a ‘dejar a su padre y a su madre’. (Génesis 2:23, 24.) Y hay otras razones válidas para irse de casa, como la de servir más de lleno a Dios. (Marcos 10:29, 30.) Sin embargo, muchos jóvenes se van de su casa solo para librarse de lo que consideran una situación intolerable. Cierto joven dice: “Lo que pasa es que uno quiere ser más independiente. Ya no está satisfecho con vivir en casa con sus padres. Siempre surgen discusiones, y los padres no entienden lo que uno necesita. Además, uno se siente muy restringido; siempre tiene que dar cuenta a sus padres de todo lo que hace”.

      ¿Estás listo para independizarte?

      Pero ¿significa el que desees independencia que ya estés listo para recibirla? En primer lugar, el vivir por tu cuenta quizás no sea tan fácil como crees. A menudo es difícil conseguir empleo. Los alquileres han aumentado mucho. ¿Y qué se ven obligados a hacer muchas veces los jóvenes que se ven atrapados en un lío económico? Los autores de Pulling Up Roots (El desarraigo) dicen: “Regresan a casa y esperan que los padres vuelvan a asumir la carga de mantenerlos”.

      ¿Y qué hay de tu madurez mental, emocional y espiritual? Puede que tú te imagines que eres mayor, pero quizás tus padres todavía vean en ti “cosas características de pequeñuelo”. (1 Corintios 13:11.) ¿Y no están tus padres realmente mejor capacitados para juzgar cuánta libertad puedes tener ya? ¡El rebelarte contra la decisión de ellos e irte de casa pudiera ser desastroso! (Proverbios 1:8.)

      ‘¡No me llevo bien con mis padres!’

      ¿Sucede eso en tu caso? Así y todo, no es razón para que te vayas de casa. Como joven, todavía necesitas a tus padres, y lo más seguro es que te beneficies de su perspicacia y sabiduría por muchos años más. (Proverbios 23:22.) ¿Deberías excluirlos de tu vida solo porque hayas tenido unos problemas con ellos?

      Un joven alemán llamado Karsten, que dejó su hogar para emprender una carrera de ministro de tiempo completo, se expresó así: “No te vayas de casa solo porque no puedes llevarte bien con tus padres. Si no puedes llevarte bien con ellos, ¿cómo podrás llevarte bien, después, con otras personas? El irte de casa no solucionará tu problema. Al contrario, solo demostrará que eres demasiado inmaturo para valerte por ti mismo, y te apartará más de tus padres”.

      La moralidad y los motivos

      Los jóvenes también tienden a pasar por alto los peligros morales que surgen cuando uno se va de casa antes de estar listo para ello. En Lucas 15:11-32 Jesús habla sobre un joven que quería ser independiente y se fue de su casa. Puesto que ya no estaba bajo la buena influencia de sus padres, empezó a ‘vivir una vida disoluta’ y sucumbió a la inmoralidad sexual. En poco tiempo malgastó su dinero. Se le hizo tan difícil conseguir empleo que hasta aceptó un trabajo que los judíos despreciaban... guardar cerdos. Sin embargo, el llamado hijo pródigo, o despilfarrador, recobró el sentido. Se tragó el orgullo, volvió a casa y le rogó a su padre que lo perdonara.

      Aunque esa parábola se relató para destacar la misericordia de Dios, también contiene esta lección práctica: ¡el irte de casa por un motivo imprudente puede perjudicarte en sentido moral y espiritual! Lamentablemente, algunos jóvenes cristianos que han emprendido un derrotero independiente han sufrido ruina espiritual. Porque no han podido mantenerse a flote económicamente, algunos han recurrido a compartir los gastos con otros jóvenes cuyo estilo de vida no armoniza con los principios bíblicos. (1 Corintios 15:33.)

      Un joven alemán llamado Horst recuerda a cierto joven de su misma edad que huyó de casa; dice: “Aunque no estaban casados, él y su novia empezaron a vivir juntos. Celebraban fiestas en que el licor fluía libremente, y muchas veces él terminaba borracho. Si hubiera seguido en su casa, sus padres no habrían permitido nada de aquello”. Horst concluyó: “Es verdad que uno tiene más libertad cuando se va de casa. Pero, con toda sinceridad, ¿no es cierto que muchas veces se usa esa libertad para hacer cosas malas?”.

      Por eso, si quieres más libertad, pregúntate: Realmente, ¿para qué la quiero? ¿Es para obtener posesiones materiales o para hacer cosas que mis padres me prohibirían hacer si viviera en casa? Recuerda lo que la Biblia dice en Jeremías 17:9: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”.

      ¿Cómo puedo desarrollarme si no me voy de casa?

      El libro Adolescence comenta: “El solo irse del hogar de su familia no garantiza éxito en la transición [a la edad adulta]. Y el permanecer en casa tampoco significa que uno no se desarrolle”. De hecho, el desarrollo significa más que simplemente tener uno su propio dinero, empleo y apartamento. En primer lugar, uno aprende a vivir al enfrentarse directamente a los problemas. Nadie gana nada con huir de situaciones que no le gustan. Lamentaciones 3:27 dice: “Bueno le es al hombre físicamente capacitado llevar el yugo durante su juventud”.

      Por ejemplo, considera el caso de los padres con quienes no es fácil llevarse bien, o que son demasiado estrictos. Mac, quien ahora tiene 47 años, tuvo un padre que lo cargaba de quehaceres en la casa cuando llegaba de la escuela. Durante las vacaciones de verano, mientras los demás jóvenes jugaban, Mac tenía que trabajar. “Yo creía que él era el peor hombre del mundo, porque no nos dejaba jugar ni divertirnos —dice Mac—. Muchas veces pensaba: ‘¡Si solo pudiera irme de aquí y vivir mi propia vida!’.” Pero ahora Mac ve aquella situación de otra manera: “Fue inapreciable lo que papá hizo por mí. Me enseñó a trabajar duro y sobrellevar las dificultades. Desde entonces he tenido que hacer frente a problemas mucho más graves, pero sé como afrontarlos directamente”.

      Vida en las nubes

      Sin embargo, el sencillamente vivir en casa no garantiza que madurarás. Cierto joven dice: “Vivir en casa con mis padres era como vivir en las nubes. Ellos lo hacían todo para mí”. Parte de tu desarrollo consiste en que aprendas a hacer las cosas por tu propia cuenta. Hay que reconocer que el sacar la basura o lavar la ropa no es tan divertido como escuchar tus discos favoritos. Pero ¿qué pudiera suceder si nunca aprendes a hacer esas cosas? Puedes llegar a ser un adulto inútil que dependa completamente de los padres u otras personas.

      ¿Te estás preparando (sea cual sea tu sexo) para tu independencia futura mediante aprender a cocinar, limpiar, planchar o hacer reparaciones en el hogar o en el automóvil?

      Independencia económica

      Los jóvenes que viven en países prósperos tienden a creer que es fácil conseguir dinero, y más fácil aún gastarlo. Si tienen un empleo de media jornada, tienden a gastar sus ingresos en equipo estereofónico y ropa de marca. Pero ¡qué sorpresa penosa se llevan cuando se van de casa para vivir por su cuenta! Horst (mencionado antes) recuerda: “Para el fin del mes [cuando vivía por mi cuenta] tanto la billetera como la alacena estaban vacías”.

      ¿Por qué no aprendes a dar buen uso al dinero mientras vives en casa? Tus padres han tenido años de experiencia haciéndolo, y pueden ayudarte a evitar muchos peligros. El libro Pulling Up Roots (El desarraigo) sugiere que les hagas preguntas como estas: ‘¿Cuánto pagamos mensualmente por la electricidad?, ¿por la calefacción?, ¿por el agua?, ¿por el uso del teléfono? ¿Qué impuestos pagamos? ¿Cuánto pagamos de alquiler?’. ¡Quizás te sorprenda saber que a menudo los jóvenes que han conseguido un empleo tienen más dinero para sus gastos personales que sus padres! Por eso, si tienes un empleo, ofrece una contribución razonable para el mantenimiento del hogar.

      Aprende antes de salir de casa

      No; no es necesario que te vayas de casa para desarrollarte. Pero mientras estás en casa debes esforzarte por desarrollar buen juicio y sensatez. Aprende, también, a llevarte bien con los demás. Demuestra que puedes aguantar crítica, fracaso o desilusión. Cultiva ‘benignidad, bondad, apacibilidad, dominio de ti mismo’. (Gálatas 5:22, 23.) Esas cualidades son las verdaderas señales de un cristiano desarrollado.

      Es probable que tarde o temprano surjan circunstancias (como la del matrimonio) que te hagan dejar el nido hogareño de tus padres. Pero hasta entonces, ¿por qué tener prisa por irte? Considera el asunto con tus padres. Ellos quizás se alegren de que te quedes, especialmente si de veras contribuyes al bienestar de la familia. Con su ayuda, puedes seguir desarrollándote, aprendiendo y madurando allí mismo en casa.

      Preguntas para consideración Capítulo 7

      ◻ ¿A qué se debe el deseo de muchos jóvenes de irse de casa?

      ◻ ¿Por qué no están preparados para ese paso la mayoría de los jóvenes?

      ◻ ¿A qué peligros se encara el joven que se va del hogar antes de estar listo para ello?

      ◻ ¿Qué problemas pudieran afrontar los jóvenes que huyeran de casa?

      ◻ ¿Cómo es posible que madures estando todavía en tu hogar?

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