Estonia

Helgi es una estudiante de 17 años que no vivía con ninguno de sus padres divorciados y que mostró interés en la verdad, por lo que comenzó a estudiar la Biblia. Al principio no asistía a muchas reuniones, pues le dedicaba mucho tiempo a cantar en un conjunto musical. Pero a medida que su aprecio por la verdad creció, empezó a hacer cambios en su vida. Entre otras cosas, les explicó a sus compañeros del grupo por qué no podría trabajar en las noches de reunión. Se matriculó en la Escuela del Ministerio Teocrático y llegó a ser publicadora no bautizada. Por esos días se había inscrito en un concurso nacional de canto, en el que el ganador firmaría un contrato con una reconocida casa discográfica. Muchos participantes quedaron eliminados en las pruebas, pero Helgi se ganó de inmediato la aprobación de los jueces y pasó a la siguiente etapa del concurso. No obstante, esta se celebraría la misma noche en que le tocaba presentar su primer discurso en la escuela. ¿Qué iba a hacer? Su madre, que no es testigo de Jehová, le sugirió que cancelara el discurso o que lo cambiara de fecha. Helgi le respondió que no se trataba solo de dar un discurso, sino de qué asuntos tenían más importancia: los espirituales o los materiales. Después de pensar seriamente sobre la cuestión, decidió presentar su discurso y no asistir a la competencia de canto. Su madre respetó la decisión.

Pasó el tiempo. Un reportero asistió a la Asamblea de Distrito “¡Sigamos a Cristo!” con la intención de grabar una noticia sobre el programa y el bautismo. Cuando Helgi entró a la piscina de bautismo, el reportero se acercó para filmar, y luego la entrevistó. Aquello apareció en las noticias de la tarde. También aparecieron escenas de Helgi en una eliminatoria del concurso de canto, en el momento de su bautismo y en la entrevista, en la que decía con una radiante sonrisa: “Esta es la mejor decisión que he tomado en mi vida”.

[Ilustración de la página 58]

Helgi (a la derecha) presentando un discurso en la Escuela del Ministerio Teocrático