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  • Algo peor que el SIDA
    ¡Despertad! 1989 | 22 de abril
    • Me obsesionaba caer bien a mis compañeros de escuela, así que intenté por todos los medios que me aceptaran. Nada dio resultado, y para cuando tenía quince años de edad, pensaba que todo estaba perdido. Hasta traté de suicidarme, aunque sin éxito.

      Empecé a fumar tabaco y marihuana, pues pensaba que eso ayudaría a mejorar la situación. Pero no fue así. Al cabo de un tiempo decidí dejar la organización de Jehová y buscar felicidad en otro lugar. Comuniqué a mis compañeros de escuela que ya no era testigo de Jehová, y parece que eso les agradó.

      Una vida inmoral e inestable

      Con el tiempo, encontré un trabajo y un apartamento en un barrio bajo, una zona frecuentada por borrachos y prostitutas. Allí me enseñaron lo fácil que era conseguir dinero por medio de vender el cuerpo. Con su ayuda no tardé mucho en aprender todos los trucos. Pasé de ser una persona que quería caer bien a todo el mundo y vivir feliz, a ser alguien muy desgraciado y a quien todo el mundo utilizaba.

  • Algo peor que el SIDA
    ¡Despertad! 1989 | 22 de abril
    • Un traficante de drogas me ofreció el trabajo de distribuirlas. Además, yo formaba parte del selecto grupo de personas a quienes él daba la oportunidad de probar gratis todas las últimas “drogas de moda”. Ahora tenía una nueva clase de popularidad. Todos los que me conocían (y eran bastantes) sabían que tenía drogas. Me abordaban en las calles, en los bares y hasta en el trabajo, con la intención de comprarme algo.

      Tampoco perdí tiempo en enredarme en la inmoralidad, pues para mí era una forma de sentirme pretendido. Y me pretendían mucho. Aprendí a valerme de las relaciones sexuales para aprovecharme de otras personas y conseguir lo que deseaba. Viví así durante años.

  • Algo peor que el SIDA
    ¡Despertad! 1989 | 22 de abril
    • Contentamiento a pesar de tener el SIDA

      Sé que hay jóvenes que se encuentran en la misma situación en la que yo estuve, que desean ser aceptados por compañeros mundanos. Por favor, no se engañen creyendo que si pasan por alto el consejo de Dios, a ustedes no les pasará exactamente lo mismo que me pasó a mí cuando me metí en el mundo. Satanás puede utilizar diferentes señuelos, pero los resultados siempre son los mismos.

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