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Motívate¡Despertad! 2012 | octubre
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Motívate
Para motivarte en cualquier cosa que emprendas, debes ver su valor práctico.
¿QUÉ valor práctico tienen los estudios? Son un medio para adquirir sabiduría, y la Biblia afirma que “la sabiduría es [...] una protección” (Eclesiastés 7:12). ¿En qué sentido? Ilustrémoslo con un ejemplo. Imagínate que vas caminando por un vecindario peligroso. ¿Qué preferirías: estar solo o estar con un grupo de amigos que te ayudaran si fuera necesario? Pues bien, si recibes una buena educación, estarás acompañado en todo momento de “amigos” fuertes. Entre ellos figuran:
La capacidad de razonar. La educación te permite desarrollar lo que la Biblia llama “sentido común” y “discernimiento” (Proverbios 3:21, Nueva Traducción Viviente). Con estas facultades podrás resolver tus propios problemas en vez de esperar siempre que los demás te saquen de apuros.
Las habilidades sociales. La Biblia aconseja a los cristianos ejercitar cualidades como la gran paciencia y el autodominio (Gálatas 5:22, 23). Al relacionarte con tanta variedad de personas en la escuela, tienes una amplia oportunidad para dominar dichas habilidades, junto con otras como la tolerancia, el respeto y la empatía. Todas ellas te serán de gran utilidad en tu vida social de adulto.
Una preparación práctica. La escuela te enseña el valor de una sólida ética de trabajo, la cual te ayudará a encontrar un empleo y conservarlo. Además, la escuela desarrolla tu capacidad para analizar mejor el mundo que te rodea, la clase de persona que eres y lo que crees (Proverbios 14:15). Solo con convicciones firmes podrás defender tus creencias, siempre con respeto (1 Pedro 3:15).
Conclusión: Puesto que necesitas recibir una educación, ¿qué sentido tiene que les des vueltas y más vueltas a las cosas que te desagradan de la escuela? Es mejor que te motives pensando en los beneficios antes mencionados. Quizás hasta se te ocurran otros más.
¿Por qué no comienzas desde ahora? Piensa en cuál es tu motivación principal para estudiar.
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Organízate¡Despertad! 2012 | octubre
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Organízate
El pequeño esfuerzo que debas hacer para organizarte te reportará grandes beneficios: más tiempo, menos estrés y mejores notas.
IMAGÍNATE que entras en una tienda a comprar un artículo y encuentras que la mercancía se halla dispersa por todas partes, sin ningún tipo de orden. ¿Cuánto tiempo te tomaría hallar lo que buscas? ¿No sería más fácil si todo estuviera clasificado y organizado en las estanterías, y los pasillos estuvieran claramente identificados? Este mismo principio puede aplicarse a tus estudios. ¿Cómo?
Hazte un horario.
Zachary, un joven de 18 años de Estados Unidos, cuenta: “Una vez pasé todo el fin de semana en casa de un amigo y me olvidé de todo: de los deberes y de las tareas de la casa que me correspondían. El lunes me tocó rogarles a los profesores que me dejaran presentar los trabajos después. Ahora hago una lista de cosas pendientes para recordar lo que tengo que hacer”.
También a Celestine, de Papúa Nueva Guinea, le fue útil anotar las cosas. Recordando sus días de estudiante, ella dice: “Tenía una agenda con todas mis actividades: las tareas, los exámenes, los compromisos sociales... Eso me ayudaba a ordenar las prioridades y a entregar los trabajos a tiempo”.
Sugerencia: Lleva una lista de cosas por hacer en una libreta o en tu teléfono celular u otro aparato electrónico.
No lo dejes para después.
Es fácil decir: “Lo haré más tarde”. Pero es mejor no posponer las cosas, sobre todo los deberes.
Sugerencia: Ponte a hacer la tarea en cuanto llegues a casa, antes de encender la televisión o dedicarte a otra actividad recreativa.
Organiza tus útiles escolares.
¿Te ha pasado que llegaste a clase y allí te diste cuenta de que habías dejado en casa el cuaderno, el bolígrafo o un libro? ¡Qué fastidio! ¿Cómo evitar que eso te suceda? “Siempre preparaba mi mochila con tiempo”, dice Aung Myo Myat, de Myanmar.
Sugerencia: Mantén ordenada tu mochila para que encuentres las cosas más fácilmente.
Conclusión: Si te organizas, te ahorrarás el estrés de olvidar las cosas, llegar tarde y sentir que nunca te alcanza el tiempo para atender otros asuntos importantes.
¿Por qué no comienzas desde ahora? Piensa en un aspecto de tu vida en el que necesites organizarte. Luego, pídeles a tus padres o a un amigo que te den ideas para mejorar.
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Busca ayuda¡Despertad! 2012 | octubre
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Busca ayuda
Contar con un sistema de apoyo es indispensable no solo para salir adelante ahora, en tu vida escolar, sino también para conseguir cualquier objetivo en tu vida adulta.
¿QUIÉNES pueden contribuir a tu éxito en los estudios?
Tu familia.
Una joven brasileña de 18 años llamada Bruna cuenta: “Cuando necesitaba ayuda con una tarea, mi padre me explicaba el tema y me hacía preguntas orientadoras, pero dejaba que yo misma encontrara las respuestas”.a
Sugerencia: Para empezar, pregúntale a uno de tus padres cómo le fue en la asignatura en la que estás fallando. Si le fue bien, será la persona indicada para ayudarte.
Los profesores.
Cuando hay un alumno que realmente quiere aprender, la mayoría de los profesores se alegran y con gusto le ofrecen su ayuda.
Sugerencia: Simplemente, dile a tu profesor: “Ando flojo en esta materia, pero quiero entenderla bien. ¿Qué me recomienda?”.
Un tutor.
Tal vez un buen amigo de la familia pueda tenderte una mano. Esto presenta una ventaja doble: por un lado, obtienes la asistencia que necesitas, y, por el otro, aprendes a pedir ayuda cuando hace falta, una costumbre que te será de gran provecho cuando seas adulto. Lo cierto es que el éxito en la mayoría de las empresas de la vida es fruto del trabajo en equipo, como el de una orquesta, y no del esfuerzo individual, como el de un instrumento solista (Proverbios 15:22).
Sugerencia: Pregunta a tus padres quién pudiera ser un buen guía o tutor para ti.
Conclusión: No hay nada de malo en pedir ayuda.
¿Por qué no comienzas desde ahora? Escribe el nombre de dos o tres personas a quienes admires. ¿Podría alguna de ellas ayudarte con tus deberes?
a Si tienes hermanos mayores, también puedes pedirles su colaboración.
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Cuida tu salud¡Despertad! 2012 | octubre
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Cuida tu salud
Cuidar tu salud mejora tu rendimiento en los estudios, así como tu calidad de vida.
TU CUERPO es un regalo de Dios, y lógicamente debes cuidarlo (Salmo 139:14). Imagínate ahora que tienes un automóvil pero que nunca sacas tiempo para mantenerlo en buen estado: como es de esperar, tarde o temprano empezará a fallar. Lo mismo puede sucederle a tu cuerpo. ¿Qué tipo de “mantenimiento” debes darle?
Descanso.
Si duermes poco te ves demacrado, te sientes sin fuerzas y atontado, y con el tiempo hasta te puedes deprimir. En cambio, descansar lo suficiente te renueva las energías; además, acelera tu crecimiento, mejora el funcionamiento del cerebro, refuerza el sistema inmunitario y aumenta tu bienestar emocional. ¡Tantos beneficios con tan poco esfuerzo!
Sugerencia: Procura acostarte a la misma hora todas las noches.
Buena nutrición.
Los adolescentes crecen con rapidez. De hecho, entre los 10 y los 17 años, casi todos los muchachos duplican su peso corporal (sin contar la grasa). También las muchachas dan un estirón. El cuerpo en crecimiento exige grandes cantidades de “materia prima” y energía. Por eso, proporciónale a tu cuerpo la nutrición necesaria.
Sugerencia: No te saltes el desayuno. “Llenar el tanque” antes de clases es beneficioso para la concentración y la memoria a corto plazo.
Ejercicio.
La Biblia reconoce que “el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano” (1 Timoteo 4:8, Traducción en lenguaje actual). El ejercicio fortalece los músculos y los huesos, aumenta la resistencia, contribuye a regular el peso, mejora la capacidad mental, incrementa la inmunidad, alivia el estrés, levanta el ánimo y, encima de todo, puede ser entretenido si practicas actividades que te gustan.
Conclusión: Dormir lo suficiente, comer bien y hacer ejercicio moderado mantendrá tu “motor” en funcionamiento; esto, a su vez, te permitirá rendir más en clase.a
¿Por qué no comienzas desde ahora? Inicia un programa equilibrado de ejercicios. Lleva un registro de tus hábitos de sueño y alimentación durante un mes y observa dónde tienes que mejorar.
“Después de una caminata me siento con más energía, incluso si al comienzo estoy cansado.” (Jason, Nueva Zelanda.)
“Mi lema es: ‘Dios hizo los alimentos para que sean el combustible del cuerpo’, y yo quiero echarle a mi cuerpo el mejor combustible.” (Jill, Estados Unidos.)
“Tres veces a la semana salgo a correr y dos veces a caminar o andar en bicicleta. El ejercicio me da más energía y me quita el estrés.” (Grace, Australia.)
a Sobre el tema de la salud, ve el capítulo 10 del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 1), editado por los testigos de Jehová.
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Ten una meta¡Despertad! 2012 | octubre
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Ten una meta
La escuela cobra mayor importancia —y es más divertida— si sabes hacia dónde te lleva.
ESTUDIAR sin una meta es como correr en una pista sin línea de llegada. En la Biblia leemos: “Yo corro, pero no sin saber a dónde” (1 Corintios 9:26, El Libro del Pueblo de Dios). Tener una meta te mantendrá orientado y te hará más suave la transición al mundo laboral. ¿Cómo puedes trazártela?
Pregúntate: “¿Cómo pienso ganarme la vida?”. En vez de dejar la respuesta para más adelante, haz planes con anticipación. ¿Por qué? Míralo de esta manera: si quisieras irte de viaje, primero tendrías que saber a qué lugar te gustaría ir; luego buscarías un mapa con el fin de elegir la ruta más conveniente. Puedes seguir un plan de acción similar en tus estudios. Determina primero a qué quieres dedicarte y después elige los cursos que te permitan llegar a tu destino.
Cuidado: muchos jóvenes están tan empeñados en trabajar únicamente en aquello por lo que sienten verdadera pasión —como la música— que la simple idea de emplearse en algo diferente les resulta intolerable. ¿Qué sería mejor?
Evalúa tus habilidades. ¿Te gustan los trabajos que implican servir a los demás? ¿Eres bueno para la mecánica?, ¿los números?, ¿las finanzas?, ¿reparando cosas?
Considera tus opciones. ¿Qué oficios se adaptan mejor a tus habilidades? Baraja diversas opciones en lugar de obsesionarte con el trabajo de tus sueños. Y piensa en términos prácticos. Por ejemplo: ¿tendrás que endeudarte más allá de tus posibilidades para recibir la capacitación que necesitas?, ¿encontrarás trabajo en la profesión que deseas estudiar en caso de que te mudes?
Analiza qué oportunidades existen. Cuando sepas a qué quieres dedicarte, investiga qué demanda tiene ese tipo de trabajo en el mercado local. ¿Hay posibles empleadores? ¿Existen plazas de aprendiz? ¿Puedes matricularte en cursos vocacionales?
Sugerencia: Asesórate con tus padres, profesores y amigos adultos. Investiga en los periódicos y en Internet.
Conclusión: Tener una meta le dará sentido de dirección y propósito a tu educación.
¿Por qué no comienzas desde ahora? Reflexiona sobre los tres puntos anteriores ahora que todavía estás en la escuela. Escribe tus metas y habla de ellas con tus padres.
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