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Ande como instruye JehováLa Atalaya 1991 | 15 de junio
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En algunos lugares a los menores a quienes se considera maduros se les conceden derechos similares a los de los adultos. Sobre la base de su edad o de su pensar maduro, o de ambas cosas, se pudiera considerar que un joven es lo suficientemente maduro como para decidir sobre su propio tratamiento médico. Aun en lugares donde no existe esta ley puede que haya jueces o funcionarios que den mucho peso a los deseos de un joven que pueda expresar claramente su firme decisión sobre la sangre. Por otro lado, cuando un joven no puede explicar sus creencias con claridad y madurez, puede que el tribunal opine que tiene que tomar la responsabilidad de decidir lo que aparentemente es mejor hacer, tal como en el caso de un bebé.
16 Por años cierto joven había estudiado la Biblia de cuando en cuando, pero no se había bautizado. A pesar de que solo le faltaban siete semanas para cumplir la edad que le daría “derecho a rehusar personalmente el tratamiento médico que quisiera dársele”, el hospital que le daba tratamiento contra el cáncer buscó apoyo de un tribunal para ponerle transfusiones de sangre en contra de su voluntad y de la voluntad de sus padres. El concienzudo juez lo interrogó en cuanto a sus creencias respecto a la sangre y le hizo preguntas básicas, como la de que mencionara los primeros cinco libros de la Biblia. El joven no pudo mencionarlos ni pudo dar testimonio convincente que indicara que entendía por qué rehusaba la sangre. Lamentablemente, el juez autorizó las transfusiones y comentó: “Su rechazamiento de las transfusiones de sangre no se basa en un entendimiento maduro de sus propias creencias religiosas”.
17. ¿Qué postura adoptó una joven de 14 años en cuanto a que le pusieran sangre, y con qué resultado?
17 La situación pudiera resultar diferente en el caso de un menor que estuviera bien instruido en los caminos de Dios y anduviera activamente en Su verdad. Una cristiana menor que el joven que ya hemos mencionado tenía el mismo tipo raro de cáncer. Esta jovencita y sus padres entendían lo que implicaba la quimioterapia modificada y aceptaron que un especialista le diera ese tratamiento en un hospital bien conocido. Con todo, el caso fue llevado al tribunal. El juez escribió: “D.P. testificó que resistiría de toda manera posible todo intento de ponerle sangre. Para ella una transfusión es una invasión de su cuerpo, y la comparó al ultraje sexual. Pidió al Tribunal que respetara su decisión y le permitiera permanecer en [el hospital] sin que el Tribunal autorizara las transfusiones de sangre”. La instrucción cristiana que había recibido le fue muy útil en aquel momento difícil. (Véase el recuadro.)
18. a) ¿Qué postura firme adoptó una joven enferma tocante a que le pusieran sangre? b) ¿Qué opinión dictó el juez en cuanto al tratamiento de ella?
18 Una niña de 12 años estaba recibiendo tratamiento contra la leucemia. Una agencia para la protección infantil llevó el caso a un tribunal para que le pusieran sangre a la fuerza. El juez concluyó: “L. ha dicho claramente y con convicción a este tribunal que, si se intentara una transfusión, lucharía contra ella con todas sus fuerzas. Ha dicho —y yo le creo— que va a gritar, que resistirá con vigor, que se va a quitar la aguja que le pongan en el brazo y va a tratar de destruir la bolsa de sangre que pongan sobre la cama. Me niego a emitir una orden que haga pasar por tal sufrimiento a esta jovencita [...] El tratamiento que el hospital propone en el caso de esta paciente considera solo el aspecto físico de la enfermedad. No toma en cuenta las necesidades emocionales ni las creencias religiosas de ella”.
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Ande como instruye JehováLa Atalaya 1991 | 15 de junio
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[Recuadro en la página 17]
EL TRIBUNAL QUEDÓ IMPRESIONADO
¿Qué decisión emitió el tribunal respecto a D.P., mencionada en el párrafo 17?
“El Tribunal quedó muy impresionado por la inteligencia, el aplomo, la dignidad y el vigor de esta joven de catorce años y medio. Puede que a ella la haya agobiado el enterarse de que tenía una forma maligna de cáncer [...] Sin embargo, fue una joven madura la que compareció ante el Tribunal. Parece que tenía un concepto claro de la difícil tarea que afrontaba. Había ido a todas las sesiones de asesoramiento, había aceptado un tratamiento, había desarrollado una filosofía coherente sobre cómo, como ser humano, se encararía con aquel desafío médico, y compareció ante el Tribunal con la conmovedora petición: Respeten mi decisión [...]
”Además de ser madura, D.P. ha expresado tan aptamente la base para su decisión que el Tribunal la ha respetado. Se le haría daño en sentido espiritual, sicológico, moral y emocional si se le diera un tratamiento que incluyera transfusiones de sangre. El Tribunal respetará su selección de tratamiento.”
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