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La juventud de hoy. Cómo hacer frente al desafío de esta década¡Despertad! 1990 | 8 de septiembre
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Puede que a alguien le sorprenda oír que la mejor fuente de consejo para los jóvenes es la Palabra de Dios, la Biblia. ¿La Biblia? Sí, este libro tiene mucho que decir a los jóvenes. (Véanse los capítulos 1-7 de Proverbios; Efesios 6:1-3.) Además, fue inspirada por nuestro Creador, quien conoce muy bien “las pasiones propias de la juventud”. (2 Timoteo 2:20-22, Martín Nieto; 2Ti 3:16.) Antes de descartar la idea de que los consejos contenidos en este libro antiguo puedan aplicar a esta década de los noventa, considera lo siguiente: ¿puede decirse que la mayor parte de los consejos propuestos por los “expertos” de hoy se leerán y respetarán de aquí a tan solo cincuenta años? Sin embargo, lo que dice la Biblia continúa tomándose en serio después de miles de años de haberse escrito.
Es cierto que la sociedad humana ha cambiado mucho desde los tiempos bíblicos, pero no ha sido así en el caso de la naturaleza humana. En realidad, las pasiones propias de la juventud siguen siendo las mismas. Por consiguiente, la Biblia sigue siendo actual. También llega a la raíz de muchos problemas que preocupan a la juventud de hoy, además de ofrecer a los jóvenes una esperanza para el futuro.
Como la Biblia procede de nuestro Creador, se esperaría que sus consejos fuesen factibles y prácticos. Y así son, como lo demuestran las experiencias cotidianas de miles de jóvenes cristianos de la actualidad que ponen por obra los consejos de la Biblia.
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La juventud de hoy. Cómo hacer frente al desafío de esta década¡Despertad! 1990 | 8 de septiembre
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Sea usted joven o mayor, tiene la obligación moral de familiarizarse con la Biblia. Los testigos de Jehová han ayudado a millones de personas a hacerlo mediante un estudio bíblico gratuito en su propio hogar, y tendrían mucho gusto en ayudarle a usted también. Al familiarizarse con el consejo de la Biblia, y aplicarlo, los jóvenes pueden conocer la solución práctica a los problemas de hoy y también la manera de conseguir el favor de Dios, quien invita a los jóvenes a que le sirvan. (Eclesiastés 12:1.)
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