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ZambiaAnuario de los testigos de Jehová 2006
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Explicamos nuestra postura
Las gestiones para declarar ilegal la obra de los testigos de Jehová avanzaban a ritmo acelerado. La sucursal quería explicar al gobierno nuestra postura neutral, de modo que se seleccionó a Smart Phiri y a Jonas Manjoni para exponer nuestras ideas ante un buen número de ministros del gobierno. Durante la exposición, un ministro arremetió contra los hermanos, diciendo: “¡Me encantaría sacarlos fuera y darles una paliza! ¿Se dan cuenta de lo que han hecho? Se han llevado a nuestros mejores ciudadanos, ¿y qué nos han dejado? ¡A los asesinos, los adúlteros y los ladrones!”.
Los hermanos le respondieron enseguida: “¡Pero es que eso es lo que algunos de ellos eran! Eran ladrones, adúlteros, asesinos, pero gracias al poder de la Biblia, han hecho cambios en su vida y se han convertido en los mejores ciudadanos de Zambia. Por eso les pedimos que nos dejen predicar en libertad” (1 Cor. 6:9-11).
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ZambiaAnuario de los testigos de Jehová 2006
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[Ilustración y recuadro de las páginas 241 y 242]
“¿Cómo vamos a dejar de predicar?”
Jonas Manjoni
Año de nacimiento: 1922
Año de bautismo: 1950
Otros datos: Sirvió en Betel de Zambia durante más de veinte años. En la actualidad sirve de anciano y precursor regular.
En plena segunda guerra mundial, mi hermano volvió de Tanzania con una Biblia y varios libros, entre ellos Gobierno y Reconciliación. Como las publicaciones de los testigos de Jehová aún estaban prohibidas, quise averiguar las razones. Leí el libro Reconciliación, pero me resultó difícil de comprender. Unos años después visité a mi hermano y lo acompañé a una reunión de su congregación. Aún no tenían Salón del Reino; se reunían en un claro en el monte, cercado con bambú. El orador no utilizó ningún bosquejo escrito, pero cuánto me satisfizo oír un discurso tomado directamente de las Escrituras. Las explicaciones bíblicas eran muy diferentes de las que se daban en mi iglesia, donde los feligreses ansiaban saludar la bandera y tocar los tambores, y hasta discutían por diferencias tribales y sobre el idioma en que debían cantar. En cambio, en esta reunión oí bellos cánticos que alababan a Jehová y vi a familias enteras que escuchaban sentadas el programa espiritual.
Me bauticé y seguí trabajando para un hospital, lo cual me exigía viajar a diversas poblaciones de la zona minera. En 1951 tomé dos semanas de permiso para ayudar en la sucursal de Lusaka. Poco después se me invitó a servir en Betel. Comencé en Envíos y, cuando más adelante la sucursal se trasladó a Luanshya, colaboré con los departamentos de Correspondencia y Traducción. A pesar de los cambios políticos que se produjeron en la primera mitad de la década de 1960, los hermanos continuaron produciendo buen fruto y manteniendo su postura neutral en medio de la agitación política.
Me entrevisté varias veces con el doctor Kenneth Kaunda, quien pronto sería presidente de Zambia. Una de esas ocasiones fue en marzo de 1963. Le expliqué las razones por las que no militábamos en partidos políticos ni comprábamos la tarjeta de afiliación. Le solicitamos su ayuda para que detuviera la intimidación que recibíamos de opositores políticos, y él pidió más datos. Años después, el doctor Kaunda nos invitó a visitar la Cámara legislativa, donde tuvimos el honor de hablar con el presidente y sus principales ministros. La reunión duró hasta bien entrada la noche. Aunque el presidente no se oponía a los testigos de Jehová como grupo religioso, preguntó si no podríamos solo reunirnos como otras religiones, sin predicar. “¿Cómo vamos a dejar de predicar? —repusimos—. Jesús predicó, no se limitó a construir un templo junto a los fariseos.”
Pese a nuestras peticiones, quedaron prohibidos algunos rasgos del ministerio teocrático. Pero encontramos, como siempre, maneras de honrar y alabar a Jehová, quien utiliza a sus siervos para realizar su propósito.
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