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He disfrutado a plenitud “de la vida de ahora”La Atalaya 2005 | 1 de junio
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Poco después se nos reasignó a Rhodesia del Sur (ahora Zimbabue).
Viajamos en tren hasta la ciudad de Bulawayo, y en el camino vimos por primera vez las magníficas cataratas Victoria. Nos quedamos por un tiempo con la familia McLuckie, una de las primeras familias de Testigos de esa zona. Para nosotros fue un privilegio llegar a conocerlos bien durante los siguientes dieciséis años.
Nos adaptamos a los cambios
Después de dos semanas de preparación para familiarizarme con el campo africano, me nombraron superintendente de distrito. Dar testimonio en la sabana africana significaba cargar con agua, alimento, sábanas y colchas, ropa, un proyector de películas, un generador eléctrico, una pantalla grande y otras cosas necesarias. Todo este equipo se cargó en un camión lo suficientemente fuerte para transportarnos por el inhóspito terreno.
Trabajé con los superintendentes de circuito africanos, y Joyce colaboraba alegre con sus esposas y sus hijos, que nos acompañaban. Caminar por la meseta africana puede ser agotador, sobre todo durante el calor del día, pero pronto me di cuenta de que este clima era bueno para mi salud, y por ello estaba agradecido.
La mayoría de la gente era pobre. Muchos estaban sumidos en las tradiciones y las supersticiones, y practicaban la poligamia; sin embargo, respetaban la Biblia profundamente. En algunas zonas las reuniones de congregación se celebraban debajo de árboles frondosos, y durante la noche se usaban lámparas de aceite para alumbrar el lugar. No podíamos evitar un sentimiento de reverencia hacia Dios cuando estudiábamos su Palabra debajo de los cielos estrellados, una majestuosa parte de su creación.
Presentar las películas de la Watch Tower en las reservas africanas fue otra experiencia inolvidable. Aunque la congregación tuviera treinta Testigos, con frecuencia asistían mil personas o más cuando presentábamos una película.
A veces, la mala salud puede ser un problema en los trópicos, pero es esencial que siempre se mantenga un punto de vista positivo. Nosotros aprendimos a hacer eso: yo con mis ataques de paludismo, y Joyce con una enfermedad causada por las amebas.
Con el tiempo nos asignaron a la sucursal en Salisbury (ahora Harare), donde tuvimos el privilegio de colaborar con otros siervos fieles de Jehová, como Lester Davey, y George y Ruby Bradley. El gobierno me asignó para efectuar casamientos, lo cual me dio la oportunidad de casar a hermanos y hermanas africanos, y así fortalecer el vínculo de los matrimonios cristianos en las congregaciones. Unos años después recibí otro privilegio: visitar a todas las congregaciones de lenguas no africanas del país. Joyce y yo disfrutamos de visitar a nuestros hermanos de esta manera por más de diez años, y nos alegramos de ver su progreso espiritual. Durante ese tiempo también visitamos a los hermanos de Botsuana y Mozambique.
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He disfrutado a plenitud “de la vida de ahora”La Atalaya 2005 | 1 de junio
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[Ilustraciones de la página 27]
Sirviendo a un grupo aislado (arriba) y a una congregación (izquierda) en Rhodesia del Sur, ahora Zimbabue
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