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  • Testigo del aumento en el África meridional
    La Atalaya 1990 | 1 de febrero
    • Nos encaramos a la persecución en tiempos de guerra

      En septiembre de 1939 estalló la II Guerra Mundial, y el año siguiente nuestra literatura bíblica fue proscrita. Nos resolvimos a poner a prueba la legalidad de la ley distribuyendo la literatura pasara lo que pasara. Hubo arrestos y sentencias, y confiscación y quema de nuestros libros y Biblias.

      Cierta mañana, después de nuestra predicación, un detective nos pidió que fuéramos en busca de nuestros hijos, que habían sido llevados a la comisaría de la policía. Rechazamos su invitación y dijimos que, puesto que al parecer los jóvenes estaban bajo arresto, a la policía le tocaba cuidarlos. Aquella tarde, después de regresar del ministerio del campo, encontramos a nuestros hijos en casa sanos y salvos, ¡pero no había ningún policía a la vista!

      En otra ocasión, en 1941, Carmen fue sentenciada a tres meses de cárcel aunque estaba embarazada. Pero Estrella nació antes de que Carmen comenzara a cumplir su sentencia. En vez de dejar a la bebé en casa conmigo, Carmen prefirió llevársela a la cárcel. Así fue como Estrella llegó a tener como niñera a una africana que había asesinado a su esposo. Cuando Carmen fue puesta en libertad, aquello angustió tanto a la asesina que lloró amargamente.

  • Testigo del aumento en el África meridional
    La Atalaya 1990 | 1 de febrero
    • Por un año trabajé en Sudáfrica, pero entonces Carmen, nuestro hijito Peter y yo nos mudamos a Rhodesia del Sur, adonde mi hermano Jack me había invitado a ir para participar con él en una empresa relacionada con la extracción de oro. Después que nos establecimos, Lyall y Donovan, quienes habían pasado a alojarse con la madre de Carmen, se unieron a nosotros.

      Nos encaramos a la persecución en tiempos de guerra

      En septiembre de 1939 estalló la II Guerra Mundial, y el año siguiente nuestra literatura bíblica fue proscrita. Nos resolvimos a poner a prueba la legalidad de la ley distribuyendo la literatura pasara lo que pasara. Hubo arrestos y sentencias, y confiscación y quema de nuestros libros y Biblias.

      Cierta mañana, después de nuestra predicación, un detective nos pidió que fuéramos en busca de nuestros hijos, que habían sido llevados a la comisaría de la policía. Rechazamos su invitación y dijimos que, puesto que al parecer los jóvenes estaban bajo arresto, a la policía le tocaba cuidarlos. Aquella tarde, después de regresar del ministerio del campo, encontramos a nuestros hijos en casa sanos y salvos, ¡pero no había ningún policía a la vista!

      En otra ocasión, en 1941, Carmen fue sentenciada a tres meses de cárcel aunque estaba embarazada. Pero Estrella nació antes de que Carmen comenzara a cumplir su sentencia. En vez de dejar a la bebé en casa conmigo, Carmen prefirió llevársela a la cárcel. Así fue como Estrella llegó a tener como niñera a una africana que había asesinado a su esposo. Cuando Carmen fue puesta en libertad, aquello angustió tanto a la asesina que lloró amargamente. A propósito, Estrella empezó a servir como precursora en 1956, cuando tenía 15 años. Más tarde, se casó con Jack Jones y por más de 20 años ya ha servido con su esposo en Sudáfrica y actualmente en las oficinas centrales de la Sociedad Watch Tower en Brooklyn, Nueva York.

      Poco después yo también pasé varios meses en la cárcel por predicar. Mientras estaba en la cárcel, en enero de 1942, murió Joseph Rutherford. No pude evitar derramar algunas lágrimas aquella noche en la soledad de mi celda. Tenía oportunidades de testificar, y cierto domingo por la mañana, mientras los demás estaban en el patio exterior haciendo ejercicios, bauticé a un prisionero que había respondido favorablemente al mensaje del Reino.

      Una nueva sucursal

      Después de salir de la cárcel, conseguí empleo en los ferrocarriles de Bulawayo. Carmen había aprendido costura en la prisión y usó aquella destreza para ayudarme a mantener la familia. Lyall regresó de Sudáfrica, donde había sido precursora, y también ayudó a cubrir los gastos. Como resultado, pronto teníamos más ingresos de los que en realidad necesitábamos, así que consideramos el asunto y concordamos en que yo podía servir de nuevo como ministro de tiempo completo.

      Un billete de favor para el ferrocarril me permitió en 1947 ir por tren a Ciudad del Cabo para ver al hermano Phillips. Recibí una gran sorpresa: se me dio la asignación de abrir un almacén de literatura de la Sociedad en Bulawayo. Después, el año siguiente, Nathan H. Knorr, el tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, vino de visita e hizo arreglos para convertir el almacén en una sucursal el 1 de septiembre de 1948, y Eric Cooke sería el superintendente de la sucursal de Rhodesia del Sur. Por los siguientes 14 años tuve el privilegio de trabajar en la sucursal mientras, por supuesto, vivía en casa con nuestra creciente familia. Estoy muy agradecido por el apoyo material que Carmen y nuestros hijos mayores dieron, pues eso me permitió seguir trabajando en la sucursal.

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