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Siguen sirviendo a Jehová a pesar de las amenazasAnuario de los testigos de Jehová 2017
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El hermano André Carbonneau, un abogado de Canadá que defendió a los Testigos en aquellos años, recuerda: “Normalmente un hermano se quedaba vigilando con un teléfono celular cerca del lugar de reunión. Si veía que una chusma se acercaba, avisaba de inmediato a los ancianos”.
Los agresores quemaron la casa de la familia Shamoyan (izquierda) y un almacén de publicaciones (derecha).
Después de cada incidente, dos representantes de la sucursal visitaban a los hermanos para animarlos. André comenta: “Cuando los representantes de la sucursal llegaban, se encontraban el lugar de reunión repleto de caras felices”.
Los opositores estaban tanto dentro como fuera de la sala del juzgado.
Muchas personas que no fueron víctimas directas de las agresiones, como estudiantes de la Biblia, mostraron una actitud parecida. André recuerda que un día una señora que estaba a punto de ser publicadora no bautizada le dijo: “Al ver los ataques por televisión, noté la diferencia entre los verdaderos cristianos y los falsos, y yo quiero ser una verdadera cristiana”.
Defienden con valor a sus compañeros cristianos
Los publicadores demostraron una fe y un valor dignos de imitar, pues siguieron muy activos en la predicación durante aquellos años tan difíciles. Y quienes defendieron a sus compañeros cristianos en los tribunales también demostraron esa clase de fe.
Los medios de comunicación solían proyectar una imagen distorsionada de los Testigos: decían que dividían a las familias, que se negaban a aceptar tratamientos médicos y que eran enemigos del Estado. Por otro lado, los abogados que los defendieron pusieron en riesgo su carrera profesional y su reputación.
Hermanos del Departamento de Asuntos Legales de Estados Unidos defendieron con valor a sus compañeros cristianos en los tribunales.
John Burns, un abogado de la sucursal de Canadá que ayudó a los hermanos georgianos por aquel entonces, cuenta: “Los hermanos y hermanas georgianos que eran abogados se hicieron disponibles. No tenían miedo de ir a los tribunales y decir que eran testigos de Jehová, aunque eso pudiera poner en peligro su trabajo”. Aquellos Testigos contribuyeron con valor a “defender y establecer legalmente las buenas nuevas” (Filip. 1:7).
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