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  • “Tus planes serán firmemente establecidos”
    La Atalaya 2007 | 15 de mayo
    • “Haz rodar sobre Jehová mismo tus obras”

      Planificar implica pensar, una actividad propia de nuestro corazón simbólico. Por lo general, los planes preceden a las acciones. ¿Lograremos alcanzar nuestros objetivos? Salomón responde: “Haz rodar sobre Jehová mismo tus obras, y tus planes serán firmemente establecidos” (Proverbios 16:3). Hacer rodar sobre Jehová nuestras obras supone confiar en él y en que él nos cuidará. Es como si hiciéramos rodar una carga de nuestros hombros y la descargáramos sobre los suyos. El salmista cantó: “Haz rodar sobre Jehová tu camino, y fíate de él, y él mismo obrará” (Salmo 37:5).

      Ahora bien, si queremos que nuestros planes queden firmemente establecidos, deben armonizar con la Palabra de Dios y brotar de buenos motivos. Además, tenemos que rogarle a Jehová su ayuda y apoyo, y esforzarnos por seguir los consejos bíblicos. En especial, es importante que ‘arrojemos nuestra carga sobre Jehová’ al enfrentarnos a problemas o dificultades, pues “él [nos] sustentará”. En efecto, “nunca permitirá que tambalee el justo” (Salmo 55:22).

  • “Tus planes serán firmemente establecidos”
    La Atalaya 2007 | 15 de mayo
    • “El corazón del hombre terrestre puede idear su camino”

      El ser humano fue creado con libre albedrío, con la capacidad de elegir entre lo bueno y lo malo (Deuteronomio 30:19, 20). Nuestro corazón simbólico es capaz de plantearse diferentes opciones y decidirse por una o por varias de ellas. Tomar decisiones es responsabilidad nuestra. Así lo indica Salomón cuando dice: “El corazón del hombre terrestre puede idear su camino”. Y una vez tomada la decisión, “la dirección de sus pasos la efectúa Jehová mismo” (Proverbios 16:9). Puesto que Jehová puede guiar nuestros pasos, es prudente que busquemos su ayuda a fin de que ‘nuestros planes sean firmemente establecidos’.

      Como hemos visto, el corazón es traicionero y puede tejer razonamientos falsos. Por ejemplo, el de alguien que comete un pecado podría buscar justificaciones. En lugar de abandonar su senda pecaminosa, la persona tal vez diga en su corazón que, como Dios es tan amoroso, bondadoso, misericordioso e indulgente, él ‘ha olvidado, ha ocultado su rostro y ciertamente nunca lo verá’ (Salmo 10:11). Sin embargo, abusar de la misericordia de Dios es un error muy peligroso.

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