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  • El nuevo pacto reporta mayores bendiciones
    La Atalaya 1998 | 1 de febrero
    • El nuevo pacto reporta mayores bendiciones

      “Jesús [...] también es mediador de un pacto correspondientemente mejor.” (HEBREOS 8:6.)

      1. ¿Quién llegó a ser la ‘descendencia de la mujer’ prometida en Edén, y cómo se le ‘magulló en el talón’?

      DESPUÉS de pecar Adán y Eva, Jehová dictó sentencia contra Satanás, quien engañó a la mujer, y le dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Génesis 3:15). La Descendencia prometida en Edén, finalmente apareció cuando Jesús se bautizó en el río Jordán en 29 E.C. Y cuando murió en el madero de tormento en 33 E.C., se cumplió una parte de aquella antigua profecía. Satanás había ‘magullado el talón’ de la Descendencia.

      2. Según las propias palabras de Jesús, ¿cómo beneficia su muerte a la humanidad?

      2 Ahora bien, esa herida, aunque sumamente dolorosa, no fue permanente. Jesús resucitó de entre los muertos como espíritu inmortal y ascendió a su Padre en el cielo, donde ofreció el valor de su sangre derramada como “rescate en cambio por muchos”. Así se cumplieron sus propias palabras: “Tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Mateo 20:28; Juan 3:14-16; Hebreos 9:12-14). El nuevo pacto desempeña un papel clave en el cumplimiento de la profecía de Jesús.

      El nuevo pacto

      3. ¿Cuándo se vio en acción el nuevo pacto por primera vez?

      3 Poco antes de su muerte, Jesús dijo a sus seguidores que la sangre que él derramaría era la “sangre del [nuevo] pacto” (Mateo 26:28; Lucas 22:20). Diez días después de ascender al cielo, se vio en acción el nuevo pacto cuando se derramó el espíritu santo sobre unos ciento veinte discípulos reunidos en un aposento alto de Jerusalén (Hechos 1:15; 2:1-4). La introducción de estos 120 discípulos en el nuevo pacto mostró que el pacto “anterior”, el pacto de la Ley, era ya obsoleto (Hebreos 8:13).

      4. ¿Falló el pacto antiguo? Explique.

      4 ¿Falló el antiguo pacto? De ninguna manera. Es cierto que el Israel carnal dejó de ser el pueblo especial de Dios cuando ese pacto fue reemplazado (Mateo 23:38). Pero ese hecho se debió a que Israel desobedeció y rechazó al Ungido de Jehová (Éxodo 19:5; Hechos 2:22, 23). Sin embargo, la Ley logró mucho antes de ser reemplazada. Suministró por siglos un modo de acercarse a Dios y también fue una protección contra la religión falsa. Contenía vislumbres del nuevo pacto, y con sus sacrificios periódicos demostraba la desesperada necesidad que tenía el hombre de ser redimido del pecado y de la muerte. En realidad, la Ley fue un ‘tutor que conducía a Cristo’ (Gálatas 3:19, 24; Romanos 3:20; 4:15; 5:12; Hebreos 10:1, 2). No obstante, la bendición prometida a Abrahán se cumpliría finalmente mediante el nuevo pacto.

      Se bendice a las naciones mediante la Descendencia de Abrahán

      5, 6. En el cumplimiento espiritual básico del pacto abrahámico, ¿quién es la Descendencia de Abrahán, y qué nación fue la primera que se bendijo por medio de él?

      5 Jehová prometió a Abrahán: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18). Muchas personas mansas se bendijeron bajo el pacto antiguo al relacionarse con Israel, la descendencia nacional de Abrahán. Sin embargo, en su cumplimiento espiritual básico la Descendencia de Abrahán fue un hombre perfecto. Pablo lo explicó así: “Las promesas se hablaron a Abrahán y a su descendencia. No dice: ‘Y a descendencias’, como si se tratara de muchos, sino como tratándose de uno solo: ‘Y a tu descendencia’, que es Cristo” (Gálatas 3:16).

      6 En efecto, Jesús es la Descendencia de Abrahán, y mediante Él las naciones reciben una bendición mucho mayor que la que hubiera sido posible a través del Israel carnal. De hecho, la primera nación que recibió esta bendición fue el mismo Israel. Poco después de Pentecostés de 33 E.C., el apóstol Pedro dijo a un grupo de judíos: “Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios pactó con sus antepasados, al decir a Abrahán: ‘Y en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra’. A ustedes primero Dios, después de haber levantado a su Siervo, lo ha enviado para que los bendijera, apartando, a cada uno, de sus hechos inicuos” (Hechos 3:25, 26).

      7. ¿Qué naciones se bendijeron por medio de Jesús, la Descendencia de Abrahán?

      7 Al poco tiempo, la bendición se extendió a los samaritanos y luego a los gentiles (Hechos 8:14-17; 10:34-48). Entre los años 50 y 52 E.C., Pablo escribió a los cristianos de Galacia (Asia Menor): “La Escritura, viendo por anticipado que Dios declararía justa a gente de las naciones debido a fe, declaró las buenas nuevas de antemano a Abrahán, a saber: ‘Por medio de ti todas las naciones serán bendecidas’. Por consiguiente, los que se adhieren a la fe están siendo bendecidos junto con el Abrahán que tuvo fe” (Gálatas 3:8, 9; Génesis 12:3). Aunque muchos cristianos de Galacia eran “gente de las naciones”, se les bendijo mediante Jesús debido a su fe. ¿De qué manera?

      8. ¿Qué implicaba la bendición mediante la Descendencia de Abrahán para los cristianos del tiempo de Pablo, y cuántos finalmente recibieron esta bendición?

      8 Pablo dijo a los cristianos gálatas, sin importar su procedencia: “Si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa” (Gálatas 3:29). Para aquellos gálatas, la bendición mediante la Descendencia de Abrahán incluía ser partícipes del nuevo pacto y también coherederos con Jesús, es decir, parte con Jesús de la descendencia de Abrahán. No conocemos el número de habitantes del antiguo Israel. Solo sabemos que llegó a ser “como los granos de arena que están junto al mar por su multitud” (1 Reyes 4:20). En cambio, sí conocemos el número final de aquellos que formarán parte de la descendencia espiritual con Jesús: 144.000 (Revelación 7:4; 14:1). Estos 144.000 proceden “de toda tribu y lengua y pueblo y nación” de la humanidad y participan en administrar las bendiciones del pacto abrahámico a otras personas (Revelación 5:9).

      Profecía cumplida

      9. ¿Cómo tienen dentro de ellos la ley de Jehová los que están en el nuevo pacto?

      9 Jeremías escribió proféticamente sobre el nuevo pacto: “Este es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días —es la expresión de Jehová—. Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré” (Jeremías 31:33). Una característica de los que han sido introducidos en el nuevo pacto es que sirven a Jehová por amor (Juan 13:35; Hebreos 1:9). Llevan escrita la Ley de Jehová en el corazón, y desean fervientemente hacer Su voluntad. Es cierto que en el Israel antiguo hubo quienes amaron intensamente la ley de Jehová (Salmo 119:97). Pero otros muchos no la amaban y con todo seguían formando parte de la nación. Nadie puede permanecer en el nuevo pacto si no tiene escrita la ley de Dios en el corazón.

      10, 11. ¿De qué manera llega a ser Jehová el Dios de los que están en el nuevo pacto, y cómo lo conocerán todos?

      10 Jehová dijo además con relación a los que están en el nuevo pacto: “Ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo” (Jeremías 31:33). En el antiguo Israel muchos adoraban a los dioses de las naciones, aunque seguían siendo israelitas. Jehová creó sobre la base del nuevo pacto una nación espiritual, “el Israel de Dios”, para reemplazar al Israel carnal (Gálatas 6:16; Mateo 21:43; Romanos 9:6-8). Sin embargo, nadie continúa formando parte de la nueva nación espiritual si deja de rendir a Jehová adoración exclusiva.

      11 Jehová también dijo: “Todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos” (Jeremías 31:34). En Israel muchos desoían a Jehová, diciendo de hecho: “Jehová no hará bien, y no hará mal” (Sofonías 1:12). Nadie sigue formando parte del Israel de Dios si pasa por alto a Jehová o contamina su adoración pura (Mateo 6:24; Colosenses 3:5.) Los israelitas espirituales son el “pueblo que conoce a su Dios” (Daniel 11:32). Les complace ‘adquirir conocimiento del único Dios verdadero y de Jesucristo’ (Juan 17:3). Conociendo a Jesús profundizan su comprensión de Dios, pues Jesús es ‘el que ha explicado a Dios’ como nadie más lo ha hecho (Juan 1:18; 14:9-11).

      12, 13. a) ¿Sobre qué base perdona Jehová los pecados de los que están en el nuevo pacto? b) ¿Cómo es superior el nuevo pacto al antiguo en lo que respecta al perdón de pecados?

      12 Finalmente, Jehová prometió: “Perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34b). En la Ley de Moisés había centenares de disposiciones escritas que los israelitas debían obedecer (Deuteronomio 28:1, 2, 15). Todos los que quebrantaban la Ley ofrecían sacrificios para expiar sus pecados (Levítico 4:1-7; 16:1-31). Muchos judíos llegaron a creer que podían alcanzar la justicia mediante sus propias obras en conformidad con la Ley. Sin embargo, los cristianos reconocen que nunca podrán ganarse la justicia por sus propias obras, pues no pueden evadirse del pecado (Romanos 5:12). Bajo el nuevo pacto solo es posible conseguir la condición de justos ante Dios sobre la base del sacrificio de Jesús. Ahora bien, tal condición es una dádiva, una bondad inmerecida de Dios (Romanos 3:20, 23, 24). Jehová sigue pidiendo obediencia de sus siervos. Pablo dice que quienes han sido introducidos en el nuevo pacto están “bajo ley para con Cristo” (1 Corintios 9:21).

      13 De modo que para los cristianos también hay un sacrificio por el pecado, aunque de mucho más valor que los sacrificios que se ofrecían bajo el pacto de la Ley. Pablo escribió: “Todo sacerdote [bajo el pacto de la Ley] ocupa su puesto de día en día para rendir servicio público y para ofrecer los mismos sacrificios muchas veces, puesto que estos no pueden en ningún tiempo quitar los pecados completamente. Pero [Jesús] ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente, y se sentó a la diestra de Dios” (Hebreos 10:11, 12). Puesto que los cristianos que están en el nuevo pacto tienen fe en el sacrificio de Jesús, Jehová los declara justos, sin pecado, y por ello en condición de ser ungidos como hijos espirituales suyos (Romanos 5:1; 8:33, 34; Hebreos 10:14-18). Cuando pecan debido a la imperfección humana, pueden suplicar el perdón divino, y Jehová se lo concede sobre la base del sacrificio de Jesús (1 Juan 2:1, 2). Sin embargo, si optan por un proceder de pecado deliberado, pierden la condición de justos y el privilegio de ser partícipes del nuevo pacto (Hebreos 2:2, 3; 6:4-8; 10:26-31).

      El antiguo pacto y el nuevo

      14. ¿Qué circuncisión se requería bajo el pacto de la Ley? ¿Y bajo el nuevo?

      14 En el antiguo pacto se circuncidaba a los varones como señal de que estaban bajo la Ley (Levítico 12:2, 3; Gálatas 5:3). Cuando se fundó la congregación cristiana, hubo quienes pensaron que los cristianos no judíos también debían circuncidarse. Pero los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, dirigidos por la Palabra de Dios y el espíritu santo, percibieron que no era necesario (Hechos 15:1, 5, 28, 29). Unos cuantos años más tarde, Pablo dijo: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. Más bien, es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito” (Romanos 2:28, 29). La circuncisión física, aun en el caso de los judíos carnales, ya no tenía ningún valor espiritual a los ojos de Jehová. Los que están en el nuevo pacto deben tener circuncidado el corazón, no la carne. Tienen que cortar de sí todo pensamiento, deseo y motivación que sea desagradable a Jehová o inmundo a sus ojos.a Muchas personas hoy constituyen un testimonio vivo del poder que tiene el espíritu santo para transformar de ese modo los patrones de pensamiento (1 Corintios 6:9-11; Gálatas 5:22-24; Efesios 4:22-24).

      15. ¿Cómo pueden compararse el Israel carnal y el Israel de Dios en lo que respecta a reinado?

      15 Según el pacto de la Ley, Jehová era el Rey de Israel, y con el tiempo ejerció su soberanía mediante reyes humanos en Jerusalén (Isaías 33:22). Jehová también es el Rey del Israel de Dios, el Israel espiritual, y desde el año 33 E.C. ha gobernado mediante Jesucristo, quien ha recibido “toda autoridad [...] en el cielo y sobre la tierra” (Mateo 28:18; Efesios 1:19-23; Colosenses 1:13, 14). En la actualidad, el Israel de Dios reconoce a Jesús como Rey del Reino celestial de Dios, que fue establecido en 1914. Jesús es un Rey mucho mejor que Ezequías, Josías y todos los demás reyes fieles del antiguo Israel (Hebreos 1:8, 9; Revelación 11:15).

      16. ¿Qué clase de sacerdocio es el Israel de Dios?

      16 Israel no era tan solo un reino, sino que también poseía un sacerdocio ungido. En 33 E.C., el Israel de Dios reemplazó al Israel carnal y se convirtió en el “siervo” de Dios, en sus “testigos” (Isaías 43:10). Las palabras de Jehová a Israel recogidas en Isaías 43:21 y Éxodo 19:5, 6 fueron aplicables a partir de entonces al Israel espiritual de Dios. La nueva nación espiritual de Dios era “una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial”, con la responsabilidad de ‘declarar en público las excelencias de Jehová’ (1 Pedro 2:9). Todos los miembros del Israel de Dios, tanto hombres como mujeres, componen un sacerdocio colectivo (Gálatas 3:28, 29). Como la parte secundaria de la descendencia de Abrahán, dicen ahora: “Alégrense, oh naciones, con su pueblo” (Deuteronomio 32:43). Los que quedan en la Tierra del Israel espiritual forman “el esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Solo se puede rendir servicio sagrado aceptable a Dios en unión con ellos.

      El cumplimiento final: el Reino de Dios

      17. ¿Qué nacimiento experimentan los que están en el nuevo pacto?

      17 Después de 1513 a.E.C., los israelitas se hacían partícipes del pacto de la Ley al nacer. Aquellos a quienes Jehová introduce en el nuevo pacto experimentan asimismo un nacimiento, en su caso, un nacimiento espiritual. Jesús lo explicó así a un fariseo llamado Nicodemo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Los 120 discípulos del Pentecostés de 33 E.C. fueron los primeros seres humanos imperfectos que experimentaron este nuevo nacimiento. Se les declaró justos bajo el nuevo pacto y recibieron el espíritu santo como “una prenda por anticipado” de su herencia real (Efesios 1:14). ‘Nacieron del espíritu’ para ser adoptados como hijos de Dios, lo que los convirtió en hermanos de Jesús y, por tanto, en “coherederos con Cristo” (Juan 3:6; Romanos 8:16, 17). Su ‘nuevo nacimiento’ les abrió el camino a una esperanza maravillosa.

      18. ¿Qué esperanza maravillosa tienen los que están en el nuevo pacto al nacer de nuevo?

      18 Cuando Jesús medió el nuevo pacto, concertó además otro pacto con sus seguidores. Dijo: “Yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino” (Lucas 22:29). Este pacto del Reino prepara el camino para el cumplimiento de la notable visión de Daniel 7:13, 14, 22, 27. Daniel vio a “alguien como un hijo del hombre” a quien “el Anciano de Días”, Jehová Dios, le daba autoridad real. Luego, Daniel vio que “los santos tomaron posesión del reino mismo”. Jesús es el “hijo del hombre” que recibió de Jehová Dios el Reino celestial en 1914. Sus discípulos ungidos por espíritu son “los santos” que comparten ese Reino con él (1 Tesalonicenses 2:12). ¿De qué manera?

      19, 20. a) ¿Qué cumplimiento final y glorioso tendrá la promesa a Abrahán para los que están en el nuevo pacto? b) ¿Qué otra pregunta hay que responder?

      19 Al igual que Jesús, cuando estos ungidos mueren, son resucitados como criaturas espirituales inmortales para ser reyes y sacerdotes con él en el cielo (1 Corintios 15:50-53; Revelación 20:4, 6). ¡Qué esperanza más gloriosa! Estos “han de reinar sobre la tierra”, y no solamente sobre el territorio de Canaán (Revelación 5:10). ¿‘Tomarán posesión de la puerta de sus enemigos’? (Génesis 22:17.) Sí, y lo harán de manera definitiva, cuando sean testigos de la destrucción de la enemiga ramera religiosa, Babilonia la Grande, y cuando estos ungidos resucitados pastoreen a las naciones “con vara de hierro” con Jesús y aplasten la cabeza de Satanás. De este modo participarán en el cumplimiento de la parte final de la profecía de Génesis 3:15 (Revelación 2:26, 27; 17:14; 18:20, 21; Romanos 16:20).

      20 Pero aún cabe la pregunta: ¿benefician únicamente a estas 144.000 almas fieles el pacto abrahámico y el nuevo pacto? No, otras personas que no están directamente implicadas en estos pactos también se bendecirán por medio de ellos, como veremos en el artículo siguiente.

  • Las otras ovejas y el nuevo pacto
    La Atalaya 1998 | 1 de febrero
    • Las otras ovejas y el nuevo pacto

      “A los extranjeros [...], todos los que guardan el sábado para no profanarlo, y que se asen de mi pacto, yo también ciertamente los traeré a mi santa montaña.” (ISAÍAS 56:6, 7.)

      1. a) ¿Qué se logra mientras se retienen los vientos del juicio de Jehová, según la visión de Juan? b) ¿Qué notable muchedumbre vio Juan?

      EN LA cuarta visión del libro de Revelación, el apóstol Juan vio que se retenían los vientos destructivos del juicio de Jehová mientras se terminaba de sellar a los miembros del “Israel de Dios”. Estos son los primeros a quienes se bendice por medio de Jesús, la parte principal de la descendencia de Abrahán (Gálatas 6:16; Génesis 22:18; Revelación 7:1-4). En esa misma visión Juan vio “una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas [...], clamando con voz fuerte [...]: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero’” (Revelación 7:9, 10). Al decir “la salvación se la debemos [...] al Cordero”, la gran muchedumbre muestra que también se bendice por medio de la Descendencia de Abrahán.

      2. ¿Cuándo apareció la gran muchedumbre, y qué sabemos de su identidad?

      2 A esta gran muchedumbre se la reconoció en 1935, y hoy la componen más de cinco millones de personas. A sus miembros, marcados para sobrevivir a la gran tribulación, se les separará para vida eterna cuando Jesús divida a “las ovejas” de “las cabras”. Estos cristianos de la gran muchedumbre pertenecen a las “otras ovejas” de la ilustración de Jesús sobre los apriscos. Tienen la esperanza de vivir para siempre en una Tierra paradisíaca (Mateo 25:31-46; Juan 10:16; Revelación 21:3, 4).

      3. ¿En qué se diferencian los cristianos ungidos de las otras ovejas con respecto al nuevo pacto?

      3 En el caso de los 144.000, la bendición del pacto abrahámico se administra mediante el nuevo pacto. Como partícipes de este pacto, están “bajo bondad inmerecida” y “bajo ley para con Cristo” (Romanos 6:15; 1 Corintios 9:21). De modo que solo los 144.000 miembros del Israel de Dios toman apropiadamente de los emblemas en la Conmemoración de la muerte de Jesús, y solo con ellos concluyó Jesús su pacto para un Reino (Lucas 22:19, 20, 29). Los miembros de la gran muchedumbre no son partícipes del nuevo pacto. Sin embargo, se relacionan con el Israel de Dios y viven con él en su “tierra” (Isaías 66:8). Por tanto, es razonable decir que ellos también llegan a estar bajo la bondad inmerecida de Jehová y bajo la ley para con Cristo. Aunque no son partícipes del nuevo pacto, son beneficiarios de él.

      Los “extranjeros” y el “Israel de Dios”

      4, 5. a) ¿Qué grupo sería ministro de Jehová, según Isaías? b) ¿Cómo se cumple Isaías 56:6, 7 en la gran muchedumbre?

      4 El profeta Isaías escribió: “A los extranjeros que se han unido a Jehová para ministrarle y para amar el nombre de Jehová, a fin de llegar a ser siervos de él, a todos los que guardan el sábado para no profanarlo, y que se asen de mi pacto, yo también ciertamente los traeré a mi santa montaña y haré que se regocijen dentro de mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán para aceptación sobre mi altar” (Isaías 56:6, 7). En Israel esto significaba que los “extranjeros”, es decir, los que no eran israelitas, adorarían a Jehová amando su nombre, obedeciendo el pacto de la Ley, guardando el sábado y ofreciendo sacrificios en el templo, la “casa de oración” de Dios (Mateo 21:13).

      5 En nuestro día, “los extranjeros que se han unido a Jehová” son los miembros de la gran muchedumbre. Estos son ministros de Jehová junto con el Israel de Dios (Zacarías 8:23). Ofrecen los mismos sacrificios aceptables que el Israel de Dios (Hebreos 13:15, 16). Adoran en el templo espiritual de Dios, su “casa de oración” (compárese con Revelación 7:15). ¿Guardan ellos el sábado semanal? Ni a los ungidos ni a las otras ovejas se les ha mandado que lo hagan (Colosenses 2:16, 17). Sin embargo, Pablo dijo a los cristianos ungidos hebreos: “Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Porque el hombre que ha entrado en el descanso de Dios ha descansado él mismo también de sus propias obras, así como Dios de las suyas” (Hebreos 4:9, 10). Aquellos hebreos entraron en este “descanso sabático” cuando se sujetaron a “la justicia de Dios” y descansaron de tener que justificarse por las obras de la Ley (Romanos 10:3, 4). Los cristianos ungidos gentiles disfrutan del mismo descanso al sujetarse a la justicia de Jehová, y la gran muchedumbre se une a ellos en ese descanso.

      6. ¿Cómo se asen las otras ovejas hoy del nuevo pacto?

      6 Además, las otras ovejas se asen del nuevo pacto tal como los extranjeros de tiempos antiguos se asían del pacto de la Ley. ¿De qué manera? No haciéndose partícipes de él, sino sometiéndose a sus leyes y beneficiándose de sus provisiones (compárese con Jeremías 31:33, 34). Como sus compañeros ungidos, las otras ovejas tienen la ley de Jehová escrita ‘en el corazón’. Aman profundamente a Jehová y obedecen sus mandamientos y principios (Salmo 37:31; 119:97). Conocen a Jehová, al igual que los cristianos ungidos (Juan 17:3). ¿Qué puede decirse de la circuncisión? Unos mil quinientos años antes de instituirse el nuevo pacto, Moisés dijo a los israelitas: “Ustedes tienen que circuncidar el prepucio de sus corazones” (Deuteronomio 10:16; Jeremías 4:4). Aunque la circuncisión obligatoria de la carne desapareció con la Ley, tanto los ungidos como las otras ovejas deben ‘circuncidarse’ el corazón (Colosenses 2:11). Finalmente, Jehová perdona el error de las otras ovejas sobre la base de la “sangre del pacto” que Jesús derramó (Mateo 26:28; 1 Juan 1:9; 2:2). Dios no los adopta como hijos espirituales, como hace con los 144.000. No obstante, los declara justos, del mismo modo que Abrahán fue declarado justo como amigo de Dios (Mateo 25:46; Romanos 4:2, 3; Santiago 2:23).

      7. ¿Qué perspectiva se abre hoy ante las otras ovejas, a quienes se ha declarado justas como Abrahán?

      7 Al ser declarados justos, los 144.000 pueden abrazar la esperanza de gobernar con Jesús en el Reino celestial (Romanos 8:16, 17; Gálatas 2:16). En el caso de las otras ovejas, el que se las declare justas como amigas de Dios les permite abrigar la esperanza de vivir eternamente en la Tierra paradisíaca, ya sea sobreviviendo al Armagedón como parte de la gran muchedumbre o mediante la ‘resurrección de los justos’ (Hechos 24:15). ¡Qué privilegio abrigar tal esperanza y ser amigo del Soberano del universo, ser un “huésped en [su] tienda”! (Salmo 15:1, 2.) En efecto, tanto los ungidos como las otras ovejas reciben una maravillosa bendición por medio de Jesús, la Descendencia de Abrahán.

      Un Día de Expiación mayor

      8. ¿Qué prefiguraron los sacrificios del Día de Expiación bajo el pacto de la Ley?

      8 Al hablar sobre el nuevo pacto, Pablo recordó a sus lectores el Día de Expiación anual del pacto de la Ley. En ese día se ofrecían dos sacrificios diferenciados, uno para beneficio de la tribu sacerdotal de Leví y otro para las doce tribus no sacerdotales. Por tiempo se ha explicado que estos sacrificios prefiguraron el gran sacrificio de Jesús, del cual se beneficiarían tanto los 144.000, cuya esperanza es celestial, como otros millones de personas que tienen una esperanza terrenal.a Pablo mostró que en el cumplimiento los beneficios del sacrificio de Jesús se administran mediante un Día de Expiación mayor bajo el nuevo pacto. Como Sumo Sacerdote de ese día mayor, Jesús dio su vida perfecta a modo de sacrificio expiatorio con el fin de obtener una “liberación eterna” para los seres humanos (Hebreos 9:11-24).

      9. ¿Qué promesa podían hacer suya los cristianos hebreos ungidos al estar en el nuevo pacto?

      9 Muchos cristianos hebreos del siglo primero aún eran “celosos por la Ley” mosaica (Hechos 21:20). Por ello Pablo les recordó: “[Jesús] es mediador de un nuevo pacto, para que, habiendo ocurrido una muerte para la liberación de ellos por rescate de las transgresiones bajo el pacto anterior, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9:15). El nuevo pacto liberó a los cristianos hebreos del antiguo, el cual ponía de relieve su condición pecaminosa. Gracias al nuevo pacto, podían hacer suya “la promesa de la herencia eterna” celestial.

      10. ¿Qué agradecen a Dios los ungidos y las otras ovejas?

      10 “Todo” el que “ejerce fe en el Hijo” se beneficiará del sacrificio de rescate (Juan 3:16, 36). Pablo dijo: “El Cristo fue ofrecido una vez para siempre para cargar con los pecados de muchos; y la segunda vez que aparece será aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para la salvación de ellos” (Hebreos 9:28). Hoy esperan con intenso anhelo a Jesús tanto los cristianos ungidos del Israel de Dios que quedan en la Tierra como los millones de personas que forman la gran muchedumbre, cuya herencia también es eterna. Ambas clases dan gracias a Dios por el nuevo pacto y sus bendiciones vivificantes, entre ellas el Día de Expiación mayor y el ministerio de Jesús, el Sumo Sacerdote, del Santísimo celestial.

      Ocupados en servicio sagrado

      11. ¿Qué hacen con alegría tanto los ungidos como las otras ovejas, con conciencia limpia gracias al sacrificio de Jesús?

      11 En su carta a los Hebreos, Pablo destacó la superioridad del valor del sacrificio de Jesús en el nuevo pacto con relación a las ofrendas por el pecado del pacto antiguo (Hebreos 9:13-15). El sacrificio superior de Jesús puede limpiar “nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo”. Para los cristianos hebreos, las “obras muertas” eran “las transgresiones bajo el pacto anterior”. Para los cristianos de hoy, son los pecados cometidos en el pasado, de los que se han arrepentido y que Dios ha perdonado (1 Corintios 6:9-11). De este modo, los cristianos ungidos rinden “servicio sagrado al Dios vivo” con la conciencia limpia. Y también lo hace la gran muchedumbre. Como han limpiado su conciencia con “la sangre del Cordero”, se hallan en el gran templo espiritual de Dios, donde le rinden “servicio sagrado día y noche” (Revelación 7:14, 15).

      12. ¿Cómo demostramos que tenemos “la plena seguridad de la fe”?

      12 Además, Pablo dijo: “Acerquémonos con corazones sinceros en la plena seguridad de la fe, pues los corazones se nos han limpiado por rociadura de una conciencia inicua, y los cuerpos se nos han lavado con agua limpia” (Hebreos 10:22). ¿Cómo podemos demostrar que tenemos “la plena seguridad de la fe”? Pablo dio esta exhortación a los cristianos hebreos: “Tengamos firmemente asida la declaración pública de nuestra esperanza [celestial] sin titubear, porque fiel es el que ha prometido. Y considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca” (Hebreos 10:23-25). Si tenemos una fe viva, nosotros tampoco ‘olvidaremos el reunirnos’. Nos complacerá estimular a nuestros hermanos al amor y a las obras excelentes y ser estimulados por ellos, así como recibir la fortaleza para efectuar la obra vital de declarar públicamente nuestra esperanza, sea esta terrenal o celestial (Juan 13:35).

      El “pacto eterno”

      13, 14. ¿De qué maneras es eterno el nuevo pacto?

      13 ¿Qué sucederá cuando el último de los 144.000 vea realizada su esperanza celestial? ¿Terminará la vigencia del nuevo pacto? Entonces no habrá en la Tierra ningún miembro del Israel de Dios. Todos los que son partícipes del nuevo pacto estarán con Jesús “en el Reino de [su] Padre” (Mateo 26:29). Pero no podemos olvidar las palabras de Pablo en su carta a los Hebreos: “El Dios de la paz [...] hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno” (Hebreos 13:20; Isaías 55:3). ¿En qué sentido es eterno el nuevo pacto?

      14 Primero, a diferencia del pacto de la Ley, nunca será reemplazado. Segundo, los resultados que se consiguen mediante él son permanentes, tal como lo es el reinado de Jesús (compárese Lucas 1:33 con 1 Corintios 15:27, 28). El Reino celestial tiene un lugar eterno en los propósitos de Jehová (Revelación 22:5). Y tercero, las otras ovejas seguirán beneficiándose del nuevo pacto. Durante el Reinado de Mil Años de Cristo, los seres humanos fieles continuarán “rindiendo [a Jehová] servicio sagrado día y noche en su templo”, tal como lo hacen ahora. Jehová no sacará a la luz de nuevo los pecados que cometieron en el pasado, pues les habrán sido perdonados sobre la base de la “sangre del pacto” de Jesús. Seguirán disfrutando de una condición justa como amigos de Jehová, y todavía tendrán escrita la ley de Dios en el corazón.

      15. Explique la relación de Jehová con sus adoradores terrestres en el nuevo mundo.

      15 ¿Podrá decir entonces Jehová de estos siervos humanos: ‘Yo soy su Dios, y ellos son mi pueblo’? Por supuesto. “Él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos” (Revelación 21:3). Se convertirán en el “campamento de los santos”, representantes terrestres de “la ciudad amada”, la novia celestial de Jesucristo (Revelación 14:1; 20:9; 21:2). Todo ello será posible debido a su fe en la “sangre del pacto” que Jesús derramó y a su sujeción a los reyes y sacerdotes celestiales, quienes cuando estaban en la Tierra componían el Israel de Dios (Revelación 5:10).

      16. a) ¿Qué aguarda a los que reciban una resurrección terrestre? b) ¿Qué bendiciones vendrán al final de los mil años?

      16 ¿Qué puede decirse de los muertos que resuciten en la Tierra? (Juan 5:28, 29.) A ellos también se les invitará a ‘bendecirse’ por medio de Jesús, la Descendencia de Abrahán (Génesis 22:18). También tendrán que amar el nombre de Jehová, servirle, ofrecerle sacrificios aceptables y rendirle servicio sagrado en su casa de oración. Los que así lo hagan entrarán en el descanso de Dios (Isaías 56:6, 7). Al final de los mil años, todos los fieles habrán alcanzado la perfección gracias al ministerio de Jesucristo y de los 144.000 sacerdotes que sirven con él. Entonces no solo se les declarará justos como amigos de Dios, sino que serán justos. “Volverán a vivir”, pues se hallarán completamente libres del pecado y de la muerte heredados de Adán (Revelación 20:5; 22:2). ¡Qué bendición será esta! Desde nuestra perspectiva actual, parece que entonces se habrá cumplido la obra sacerdotal de Jesús y de los 144.000. Las bendiciones del Día de Expiación mayor habrán sido aplicadas por completo. Además, Jesús ‘entregará el reino a su Dios y Padre’ (1 Corintios 15:24). Habrá una prueba final para la humanidad, y luego se destruirá para siempre a Satanás y sus demonios (Revelación 20:7, 10).

      17. En vista del gozo que nos espera, ¿qué deberíamos estar resueltos a hacer todos?

      17 ¿Qué papel desempeñará el “pacto eterno” en la emocionante era que entonces comenzará? No lo sabemos. Lo que Jehová ha revelado hasta ahora es suficiente por el momento, y sobrecogedor. Piense tan solo en la vida eterna como parte de unos “nuevos cielos y una nueva tierra” (2 Pedro 3:13). Que nada debilite nuestro deseo de heredar esa promesa. Es posible que no resulte fácil permanecer firmes. Pablo dijo: “Ustedes tienen necesidad de aguante, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa” (Hebreos 10:36). Recuerde, no obstante, que cualquier problema que haya que superar, cualquier oposición que haya que vencer, no es nada en comparación con el gozo que nos aguarda (2 Corintios 4:17). Por lo tanto, que ninguno de nosotros seamos de “la clase que se retrae para destrucción”. Demostremos ser, por el contrario, de “la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma” (Hebreos 10:39). Tengamos todos plena confianza en Jehová, el Dios de los pactos, para nuestra bendición eterna.

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