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Los mensajes de Jehová: ayer y hoyVivamos muy pendientes del día de Jehová
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No obstante, hay una sección de la Biblia que para muchos es casi un territorio virgen lleno de tesoros por descubrir. Se trata del grupo de doce libros conocidos generalmente como los “profetas menores”. En la mayoría de las traducciones aparecen después de Ezequiel y Daniel —que son más extensos— y antes del Evangelio de Mateo, y también suelen ir en este orden: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías. Como ya hemos visto, la Biblia está inspirada por Dios y es muy provechosa, pues nos enseña el mejor modo de vivir. Pero ¿de verdad es así en el caso de estos libros?
7 ¡Claro que sí! De hecho, los “profetas menores” contienen tesoros muy útiles, tesoros que nos enseñan a vivir sabiamente en estos tiempos. Para entender mejor por qué algunas personas subestiman estos libros, fijémonos nuevamente en el nombre que reciben en muchos idiomas: “profetas menores”. ¿Pudiera influir esta manera de llamarlos en lo que opina la gente acerca de ellos? Aunque sea solo un poco, ¿habrá influido también en la opinión que tiene usted?
¿SON DE MENOR IMPORTANCIA LOS “PROFETAS MENORES”?
8. a) ¿Qué importantes instrumentos ha usado Dios para guiarnos? b) ¿Qué nombre suelen recibir los doce libros en cuestión, y qué indica esa expresión?
8 El apóstol Pablo inició así su carta a los Hebreos: “Dios, que hace mucho habló en muchas ocasiones y de muchas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas, al fin de estos días nos ha hablado por medio de un Hijo” (Hebreos 1:1, 2). Dado que estos profetas humanos fueron instrumentos que Dios usó para transmitir Sus mensajes, no podemos considerar de “menor” importancia a ninguno de ellos ni a sus libros. Sin embargo, dejándose llevar por el nombre “profetas menores”, hay quienes subestiman sus escritos o les conceden menor autoridad que a otros libros bíblicos. Pero lo cierto es que la expresión “profetas menores” —empleada en numerosos idiomas para esos doce libros— solo indica que, en comparación con otros escritos, son más breves.a
9. ¿Qué ejemplos muestran que el valor de un libro bíblico no depende de su tamaño?
9 Un libro bíblico no va a tener menor importancia o valor para el lector por el hecho de ser breve. Así, aunque la narración de Rut ocupa muchas menos páginas que los escritos precedentes y los posteriores, ¿verdad que es conmovedora? Este corto relato destaca cuánto debemos amar la adoración verdadera, subraya el gran valor que Dios concede a las mujeres y aporta detalles fundamentales sobre los antepasados de Jesús (Rut 4:17-22). Veamos otro caso. La carta de Judas, que está hacia el final de la Biblia, es tan corta que en algunas versiones ocupa menos de una página. Aun así, ofrece información y consejos valiosísimos. Por ejemplo, indica qué hizo Jehová con los ángeles malos, previene contra los hombres corruptos que se infiltran en la congregación y exhorta a luchar tenazmente por la fe. En definitiva, podemos estar seguros de que los libros de los “profetas menores” no tienen menor importancia y valor para nosotros porque sean breves.
¿EN QUÉ SENTIDO SON PROFÉTICOS?
10, 11. a) ¿Qué es para muchas personas un profeta? b) En el contexto bíblico, ¿quiénes eran los profetas, y qué hacían?
10 Hay otro aspecto que debe tenerse en cuenta: ¿qué sentido tienen los términos profeta y profético? Tal vez los relacionemos con la predicción del futuro. Para muchas personas, el profeta es el hombre que anuncia el porvenir, a menudo con palabras misteriosas que se prestan a muchas interpretaciones. Dicha idea influye en la opinión que algunos tienen acerca de estos doce libros.
11 Cuando leemos estos libros, vemos enseguida que, efectivamente, sus escritores hicieron gran número de predicciones, muchas de ellas sobre la venida del gran día de Jehová. Y este hecho coincide con el sentido básico de la palabra profeta: alguien con quien Dios mantenía una relación muy estrecha y a quien utilizaba para revelar lo que iba a suceder. Comenzando por Enoc, la Biblia menciona numerosos profetas que predijeron el futuro (1 Samuel 3:1, 11-14; 1 Reyes 17:1; Jeremías 23:18; Hechos 3:18; Judas 14, 15).
12. ¿Qué ejemplos hay de que la función de los profetas abarcaba más que predecir el futuro?
12 Sin embargo, hay que tener presente que la función de estos profetas abarcaba más que proclamar lo que Jehová anunciaba para el futuro. En muchas ocasiones, servían de portavoces suyos y daban a conocer Su voluntad. Ese fue el caso de Abrahán, Isaac y Jacob. Aunque nosotros no los asociemos con las predicciones, Salmo 105:9-15 se refiere a ellos como profetas. A veces, Dios utilizó a estos patriarcas para revelar sucesos venideros, como cuando Jacob bendijo a sus hijos. Pero los tres fueron también profetas en otro sentido: todos ellos comunicaron a sus familias qué papel tendrían en el propósito de Jehová, de acuerdo con lo que él les había revelado (Génesis 20:7; 49:1-28). Veamos otra indicación del amplio significado que tiene en la Biblia el término profeta. Las Escrituras dicen que Aarón era el profeta de Moisés, ya que él sirvió de “boca”, o vocero, de su hermano (Éxodo 4:16; 7:1, 2; Lucas 1:17, 76).
13, 14. a) Muestre con ejemplos que los profetas no se limitaban a predecir el futuro. b) ¿Por qué conviene recordar que los profetas no solo nos dejaron predicciones?
13 Pensemos también en los profetas Samuel y Natán (2 Samuel 12:25; Hechos 3:24; 13:20). Aunque Jehová los utilizó para anunciar el futuro, su misión profética abarcó más. Por ejemplo, Samuel animó a los israelitas a abandonar la idolatría y regresar a la adoración pura. Además, proclamó la condena divina contra el rey Saúl, dejando clara esta lección: Jehová valora más la obediencia que los sacrificios materiales. Así pues, una de las funciones que realizó Samuel como profeta fue explicar cómo quería Dios que viviera la gente (1 Samuel 7:3, 4; 15:22). Natán, por su parte, predijo que Dios afianzaría el reino de Salomón y que este edificaría el templo (2 Samuel 7:2, 11-16). Pero también actuó como profeta cuando puso al descubierto el pecado que había cometido David con Bat-seba y contra Urías. ¿Quién podría olvidar la forma en que reveló el adulterio de David? Sí, ¿quién no recuerda la parábola que usó acerca del rico que despojó a un pobre de su amada corderita, la única que poseía? Además, Natán ayudó a organizar la adoración verdadera en el santuario de Dios (2 Samuel 12:1-7; 2 Crónicas 29:25).
14 En resumen, no debemos pensar que estos libros, como son proféticos, se limitaron a predecir el futuro. Conviene recordar que contienen expresiones divinas sobre muchos otros asuntos. Así aprenderemos, por ejemplo, cómo quería Dios que se comportara su pueblo en aquel entonces y cómo quiere que se comporte hoy. De modo que podemos afirmar con seguridad que todos los libros de la Biblia, incluidos estos doce, resultan muy prácticos, pues nos enseñan el mejor modo de vida. En efecto, los doce libros inspirados nos ofrecen consejos valiosos para “vivir con buen juicio y justicia y devoción piadosa en medio de este sistema de cosas actual” (Tito 2:12).
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a “[El nombre] procede, al parecer, de la designación latina empleada en la Vulgata (Prophetae Minores). El adjetivo menores no indica que los doce profetas tengan menor importancia que Isaías, Jeremías o Ezequiel, sino más bien que sus libros tienen una extensión mucho menor.” (Encyclopaedia Judaica, vol. 12, pág. 49.)
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