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  • Familias grandes que sirven unidas a Dios
    La Atalaya 1999 | 15 de febrero
    • Un ejemplo típico es la familia de Uwadiegwu, de África occidental. Aunque él y su esposa tienen ocho hijos, ambos son precursores regulares, es decir, ministros de tiempo completo de los testigos de Jehová. Él dice: “Nuestra familia ha mantenido un estudio bíblico regular por más de veinte años. Hemos enseñado la Palabra de Dios a nuestros hijos desde que eran pequeños, no solo durante el estudio, sino en el ministerio y en otras ocasiones. Todos nuestros hijos son proclamadores de las buenas nuevas del Reino, y todos están bautizados, excepto la más pequeña, que tiene seis años de edad”.

  • Familias grandes que sirven unidas a Dios
    La Atalaya 1999 | 15 de febrero
    • El trabajo en equipo implica dar a los hijos responsabilidades espirituales cuando están listos para asumirlas. Un anciano cristiano que es padre de once hijos se levanta por la mañana temprano y estudia con varios de ellos antes de irse a trabajar. Los mayores, tras bautizarse, se turnan para ayudar a sus hermanos menores, lo que incluye enseñarles la Biblia. El padre supervisa estas actividades y los encomia por sus esfuerzos. Seis de los hijos están bautizados, y los demás continúan trabajando por alcanzar esa meta.

      La buena comunicación y las metas comunes

      La comunicación amorosa y las metas espirituales comunes son fundamentales para que haya unidad en la familia. Gordon, anciano cristiano de Nigeria, tiene siete hijos, cuyas edades oscilan entre los 11 y los 27 años. Seis son precursores, igual que sus padres. El menor se bautizó recientemente y participa con regularidad en la obra de hacer discípulos con el resto de la familia. Los dos mayores son siervos ministeriales de la congregación.

      Gordon estudió la Biblia personalmente con cada uno de sus hijos. Además, la familia tiene un exhaustivo programa de educación bíblica. Todas las mañanas analizan juntos el texto del día y luego se preparan para las reuniones de la congregación.

      Una de las metas que cada miembro de la familia se ha fijado es leer todos los artículos de las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Hace poco añadieron la lectura de la Biblia a su rutina diaria. Al hablar de lo que leen, se animan mutuamente a no abandonar este hábito.

      El estudio bíblico semanal de la familia está tan bien establecido que no es necesario recordárselo a nadie, porque todos lo esperan con anhelo. A través de los años, el contenido, el programa y la duración del estudio ha cambiado según las edades y necesidades de los hijos. La familia se relaciona estrechamente con otros siervos fieles de Dios, lo cual ha tenido un buen efecto en los hijos.

  • Familias grandes que sirven unidas a Dios
    La Atalaya 1999 | 15 de febrero
    • Monica, que vive en Kenia, se crió en el seno de una familia de diez hijos. Ella dice: “Mis padres nos enseñaron las verdades bíblicas desde la infancia. Papá estudiaba las publicaciones cristianas con nosotros todas las semanas. Debido a su trabajo, el estudio no siempre se conducía el mismo día de la semana. A veces, cuando llegaba del trabajo nos veía jugando afuera y nos decía que en cinco minutos debíamos entrar en la casa para celebrar el estudio bíblico. Cuando terminábamos, nos animaba a hacer preguntas o conversar sobre cualquier problema.

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