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  • Vecino, prójimo
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • Se ordena amar al prójimo. Por toda la Biblia se enseña que se ha de amar al prójimo, ser bondadoso y generoso con él y ayudarlo, tanto si es meramente alguien que vive cerca, como si se trata de un asociado, un compañero, un conocido íntimo o un amigo. La Ley ordenaba: “Con justicia debes juzgar a tu asociado [forma de ʽa·míth] [...]. No debes odiar a tu hermano en tu corazón. Debes sin falta censurar a tu asociado, para que no cargues pecado junto con él. [...] Y tienes que amar a tu prójimo [forma de ré·aʽ] como a ti mismo”. (Le 19:15-18.) (En la Septuaginta griega la palabra ré·aʽ se traduce en este pasaje por la expresión griega ho plē·sí·on.) David encomia al hombre que “no ha calumniado con su lengua. A su compañero [forma de ré·aʽ] no ha hecho nada malo, y ningún oprobio ha repetido contra su conocido íntimo [forma de qa·róhv]”. (Sl 15:3.) Se repiten los mandatos de no hacer daño al prójimo (ré·aʽ), incluso no despreciarlo ni desear cualquier cosa que le pertenezca. (Éx 20:16; Dt 5:21; 27:24; Pr 14:21.)

      El apóstol Pablo dijo: “El que ama a su semejante ha cumplido la ley”. A continuación señala algunos de los mandamientos de la Ley, y concluye: “Y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo [plē·sí·on] como a ti mismo’. El amor no obra mal al prójimo [plē·sí·on]; por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley”. (Ro 13:8-10; compárese con Gál 5:14.) Santiago llama “ley real” al mandato de amar al prójimo como a uno mismo. (Snt 2:8.)

      El segundo mandamiento más importante. A un judío que le preguntó: “¿Qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”, y que deseaba saber qué mandamientos debía seguir, Jesús le mencionó cinco de los Diez Mandamientos y añadió el mandato de Levítico 19:18: “Tienes que amar a tu prójimo [plē·sí·on] como a ti mismo”. (Mt 19:16-19.) También clasificó este mandato como el segundo más importante de la Ley y como uno de los dos de los que penden toda la Ley y los profetas. (Mt 22:35-40; Mr 12:28-31; Lu 10:25-28.)

      ¿Quién es mi prójimo? Asimismo, Jesús mostró a sus oyentes un significado más profundo de la palabra plē·sí·on cuando otro hombre, deseoso de demostrar que era justo, preguntó: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo [plē·sí·on]?”. En la ilustración del buen samaritano, Jesús recalcó que el verdadero prójimo es aquel que, como mandan las Escrituras, demuestra amor y bondad a otra persona, aunque viva lejos o no sea pariente ni asociado. (Lu 10:29-37.)

  • Vecino, prójimo
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • El consejo de Proverbios. Aunque se debe amar y ayudar al prójimo, hay que tener precaución para no abusar de su compañía. El proverbio expresa la idea en estos términos: “Haz cosa rara tu pie en la casa de tu semejante [forma de ré·aʽ], para que no tenga su suficiencia de ti y ciertamente te odie”. (Pr 25:17.)

      No obstante, el libro de Proverbios aconseja que el compañero debe ser fiel y confiable, y recomienda acudir a él en tiempo de necesidad: “No dejes a tu propio compañero ni al compañero de tu padre, y no entres en la casa de tu propio hermano en el día de tu desastre. Mejor es un vecino [scha·kjén] que está cerca que un hermano que está lejos”. (Pr 27:10.) Aquí el escritor dice que debe estimarse al que es amigo íntimo de la familia y que ha de buscársele como ayuda incluso antes que a un pariente tan cercano como un hermano, si este está lejos, pues tal vez el pariente no se halle tan dispuesto a ayudar como el amigo de la familia o no le sea posible hacerlo.

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