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  • ¡Despertad! 1990
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  • ¿Consistió entonces en el conocimiento?
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¡Despertad! 1990
g90 8/4 págs. 12-13

El punto de vista bíblico

¿Cuál fue el pecado original?

¿CUÁL fue el pecado original? “Las relaciones sexuales”, responden muchos. Creen que el fruto prohibido del jardín de Edén fue un símbolo de las relaciones sexuales, y que Adán y Eva pecaron al consumar el acto sexual.

Esa idea no es nueva. Según la historiadora Elaine Pagels, “la afirmación de que el pecado de Adán y Eva consistió en tener coito” era una idea “común entre maestros cristianos [del siglo II] como Taciano el sirio, quien enseñaba que el fruto del árbol del conocimiento transmitía conocimiento carnal”. Asimismo, en el siglo V E.C. Agustín, reconocido por la cristiandad como uno de los Padres de la Iglesia, pensaba que el pecado había tenido sus comienzos en el deseo sexual por parte de Adán. De hecho, la revista Psychology Today dijo que “el pecado de Adán fue el conocimiento carnal”.

Otros opinan que el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo representó el conocimiento en sí. La Encyclopædia Britannica afirma que el “conocimiento de lo bueno y lo malo” fue “una expresión literaria que se refería a todo el conocimiento”. Eso significaría que Dios quería que Adán y Eva fuesen ignorantes y que ellos se rebelaron contra Él al tratar de ampliar su conocimiento.

Desde luego, las dos interpretaciones pintan al Creador como un ser injusto y caprichoso. ¿Por qué crearía al hombre con unas necesidades sexuales e intelectuales si luego no iba a permitirle ningún medio de satisfacer tales deseos sin incurrir en la pena de muerte? ¿Quién se sentiría inclinado a amar y servir a tal clase de Dios?

¿Consistió el pecado original en las relaciones sexuales?

Muchas personas ignoran que estas dos interpretaciones contradicen por completo el contexto del relato de Génesis. Analicemos en primer lugar la idea de que la prohibición impuesta por Dios en Edén consistía en no permitir las relaciones sexuales. La ley en cuestión se registra en Génesis 2:16, 17: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.

¿Era eso en realidad una manera indirecta de hacer referencia a las relaciones sexuales? Veamos. Según se registra en Génesis 1:27, 28, Dios ordenó lo siguiente al hombre y a la mujer: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra”. ¿Cómo podrían Adán y Eva obedecer ese mandato sin tener relaciones sexuales? ¿Tenemos que suponer que Dios les dio un mandato y luego los sentenció a muerte por tratar de obedecerlo?

Además, el relato de Génesis indica que Adán y Eva pecaron por separado, no al mismo tiempo. El capítulo 3 y versículo 6 Gé 3:6 deja claro que primero se sedujo a Eva para comer del fruto y que “después dio de este también a su esposo cuando él estuvo con ella, y él empezó a comerlo”. Así que el mismo acto de comer del fruto prohibido sería un símbolo torpe e inverosímil de las relaciones sexuales.

¿Consistió entonces en el conocimiento?

¿Qué se puede decir acerca de la afirmación de que el fruto prohibido fue un símbolo de todo el conocimiento en general? Lo cierto es que tanto Adán como Eva ya habían asimilado mucho conocimiento antes de desobedecer la ley registrada en Génesis 2:16, 17. Su Creador, el propio Jehová, participó de manera directa en su educación. Por ejemplo, trajo ante el hombre todos los animales terrestres y todas las aves para que les pusiese nombre. (Génesis 2:19, 20.) Seguro que antes de dar a cada uno de esos animales un nombre apropiado, Adán tuvo que estudiarlos a fondo: no hay duda de que aprendió mucho sobre zoología. Eva, aunque fue creada más tarde, tampoco era una ignorante. De hecho, cuando la serpiente la interrogó, demostró que había sido instruida en la ley de Dios. Ella sabía la diferencia entre lo que estaba bien y lo que estaba mal, y hasta conocía las consecuencias que acarrearían las malas acciones. (Génesis 3:2, 3.)

La interpretación de que el pecado original consiste en las relaciones sexuales o en el conocimiento en general es justo eso: una interpretación humana, y nada más. El poco fundamento que tienen esos argumentos se destaca en la pregunta que formuló el fiel José: “¿No pertenecen a Dios las interpretaciones?”. (Génesis 40:8.) La Biblia resulta mucho más fácil de comprender cuando no la interpretamos desde un punto de vista humano, sino que dejamos que se interprete a sí misma. ¿Cuál fue entonces el pecado original? Pues bien, el relato de Génesis nos da toda razón para creer que el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo era un árbol real. Se nos dice en qué parte del jardín se encontraba y se hace mención de él en relación con los demás árboles. Su fruto era real, y Adán y Eva comieron literalmente de él.

¿Fue una cuestión de desobediencia?

Al comer de ese fruto, ¿qué estaban haciendo? La New Catholic Encyclopedia sugiere con cierto recato que “pudo haber sido tan solo un manifiesto desprecio hacia Dios, una insolente negativa a obedecerle”. ¿No es eso lo que se desprende con claridad del relato de Génesis? Romanos 5:19 lo confirma al decir: “Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores”. (Biblia de Jerusalén.) De modo que el pecado original fue un acto de desobediencia.

Aunque un pecado de desobediencia puede parecer de poca importancia, analicemos sus profundas implicaciones. En una nota al pie de la página, la Biblia de Jerusalén lo expresa de este modo: “[El conocimiento de lo bueno y lo malo] es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral [...]. El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios”. En efecto, “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” simbolizó la prerrogativa que Dios tiene de fijar normas para el hombre en cuanto a lo que está aprobado o condenado. Al rehusar obedecer la ley de Dios, el hombre estaba poniendo en tela de juicio el derecho de Dios a gobernar sobre él. Jehová respondió a ese desafío de una manera justa: permitió que el hombre se gobernase a sí mismo. ¿No concuerda usted en que los resultados de tal gobernación han sido desastrosos? (Deuteronomio 32:5; Eclesiastés 8:9.)

Esa es la razón por la que el tema de la Biblia, el reino de Dios, da tanta esperanza. Jehová promete que pronto pondrá fin a la opresiva gobernación humana y que la reemplazará con ese Reino: un gobierno que restaurará el paraíso terrestre que Adán y Eva perdieron. (Salmos 37:29; Daniel 2:44.)

[Ilustración en la página 12]

¿Fueron las relaciones sexuales el pecado original que Adán y Eva cometieron?

[Reconocimiento]

Gustavo Doré

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