¿Tiene usted razón para clamar gozosamente?
¿Puede usted discernir la generosidad y consideración de un Creador amoroso en nuestros alrededores naturales? Aunque las nubes, los árboles, los ríos y las montañas tienen más razón de ser que simplemente su cautivadora belleza, ¿no es extraordinario que, de todas maneras, fueran hechos de un modo tan atractivo a nuestra vista? ¿Y quién no disfruta del efecto pacífico y relajante —pero a la vez tonificante— de un paseo por semejantes parajes? Cuando añadimos a todo esto las bendiciones del aire fresco que se respira, la fragancia de las flores y el canto de los pájaros, no se nos hace difícil concordar con la declaración: “A causa de las obras de tus manos clamo gozosamente. ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!”. (Salmo 92:4, 5.)
Es cierto que debido al egoísmo y la imperfección del hombre, en la actualidad muchas personas se ven privadas de todas estas bendiciones. Pero se acerca el tiempo en que el gobierno del Reino de Dios satisfará las necesidades de toda criatura viviente. (Salmo 104; Lucas 21:7-36.)