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  • “Predica la palabra”
    La Atalaya 1950 | 1 de marzo
    • o la autoridad religiosa no tiene el poder ni el derecho verdadero para prohibirnos. Si estuviésemos propagando filosofías humanas de clase religiosa, social o política, algunas autoridades humanas bien podrían oponerse y tomar las medidas necesarias en nuestra contra. Sin embargo, hasta entre la sociedad libre y democrática las filosofías humanas que no son subversivas a la buena moral o a la autoridad constituída tienen el derecho de esparcirse y de interesar a diferentes personas. Mas nosotros no proclamamos ni abogamos por ninguna filosofía humana ni por las tradiciones de los hombres.

      17 Así como Jesucristo mismo, el apóstol Pablo se opuso firmemente a las tradiciones religiosas de los hombres, porque él tenía conocimiento de cómo se extravía el que está bajo el poder de dichas tradiciones. Concerniente a sí mismo él dijo: “Pablo, apóstol (no de parte de los hombres, ni por medio de hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, que lo resucitó de entre los muertos), ... Porque os hago saber, hermanos, respecto del evangelio que fué predicado por mí, que no es según hombre. Porque no lo recibí de hombre alguno, ni tampoco me fué enseñado; sino que lo recibí por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi manera de vida, en otro tiempo, en el judaísmo, de cómo perseguía desmedidamente a la iglesia de Dios y la destrozaba: y me adelantaba en el judaísmo más que muchos de los de mi edad, en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.” (Gál. 1:1, 11-14) Las filosofías humanas y las tradiciones religiosas de los hombres han resultado en un mundo dividido y confuso. No han logrado suplir las necesidades de la gente ni han proporcionado alivio. Por fin dejan a la gente desilusionada.

      18, 19. ¿Qué se nos requiere predicar? y ¿de qué consta?

      18 “¡La palabra!” Eso es lo que se nos manda predicar. Esta Palabra viene por inspiración de Dios y se encuentra en las sagradas escrituras de la Biblia. Eso es lo que Pablo acababa de exhortarle a Timoteo que siguiera creyendo y practicando, cuando él dijo: “Persevera tú en las cosas que has aprendido, y de que has tenido la seguridad, sabiendo de quién las aprendiste; y que desde la niñez has conocido las Santas Escrituras, que pueden hacerte sabio para la salvación, por medio de la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios; y es útil para enseñanza, para reprensión, para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, estando bien preparado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:14-17) Puesto que fué en su última carta que Pablo escribió esto, las santas escrituras que Timoteo entonces tenía a la mano constaban de toda la Biblia que ahora tenemos con la excepción del relato del evangelio por Juan y sus tres cartas y el libro del Apocalipsis, y posiblemente la carta de Judas. Pero hoy día “la palabra” incluye todo esto. Es la Biblia completa. Dios la ha producido, siendo él su Inspirador desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Ninguna organización religiosa de la cristiandad puede tomar para sí el crédito por su hechura, pretendiendo que es un libro religioso de su secta.

      19 El predicador que es verdadero “varón de Dios” no recibe autoridad de Dios, a quien representa, para predicar filosofías humanas, tradiciones religiosas de los hombres, o cualquier otra cosa que no sea la Palabra divinamente inspirada. Dios no unge a hombres con su espíritu para que proclamen lo que está contra Él y su mensaje inspirado. Él no se contradice y no puede negarse a sí mismo. Su Palabra es una y está de acuerdo con sí misma desde el principio hasta el fin. Es el único libro que contiene la “sana doctrina” y que prepara al cristiano para toda buena obra. Cuando una persona se consagra a Dios por medio de Cristo y recibe Su espíritu y el requerimiento divino de predicar, esparcirá por dondequiera todas las verdades que están contenidas en esa Palabra. Proclamará que las profecías bíblicas se están cumpliendo, incluyendo hasta la última jota y tilde, probando así la inspiración del Libro, y que el reino de Jehová ejercido por su Hijo real es el Gobierno duradero del nuevo mundo y que es la única esperanza de toda la humanidad. Bajo ese Gobierno Mundial justo y perfecto todos los humanos muertos en los sepulcros recibirán una oportunidad para la vida eterna mediante la resurrección a una tierra limpia y paradisíaca.

  • Cómo y por qué ha de predicarse hoy día
    La Atalaya 1950 | 1 de marzo
    • Cómo y por qué ha de predicarse hoy día

      1. ¿La distribución de Biblias es todo lo que debe incluir esta predicación? ¿Por qué?

      ¿CÓMO ha de predicarse “la palabra”? ¿Distribuyéndola mediante la página impresa en forma de Biblias? En parte sí, porque así se establece un fundamento apropiado para que podamos llevar a cabo el mandato de predicar. No podemos hacer a un lado la Palabra escrita o impresa, así como no lo hizo Jesús. El siempre hizo referencia a la Palabra escrita, citándola con la introducción “Está escrito” o “Así está escrito”. Pero nosotros que nos hemos enterado de su contenido porque la hemos leído y estudiado o porque hemos oído su lectura, tenemos que hablar a otros acerca de su contenido. La Palabra fué puesta en forma escrita, no para permanecer callada en la página impresa, sino para que se proclamara y se hiciera comprensible a los oyentes. De esta manera es como se trae la esperanza de vida eterna bajo el reino de Dios a los corazones de la gente. El apóstol Pablo da énfasis a este punto al decir: “En esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que nunca miente, prometió antes de los tiempos eternos; y a su debido tiempo manifestó su palabra [¿cómo?] por la predicación que me fué confiada a mí por mandato de Dios nuestro Salvador.” (Tito 1:2, 3, Ver. Hisp.-Am.)

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