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Impávidos en el fin del mundoLa Atalaya 1950 | 1 de agosto
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de las Escrituras, porque en ellas aprendemos quién es la fuente de las fuerzas. ¿No fué el Todopoderoso quien hizo las fuerzas? Él las creó. Cuanto más aprendemos de Jehová, y cómo proporciona él su poder, tanto más somos capacitados para recibirlo. El conocer a Jehová es el confiar en él. Nuestro Señor Jesús es el ejemplo perfecto de la completa confianza, no conociendo el temor del hombre, ni del mundo, ni del Diablo. La verdad nos da libertad de mente, de habla y de ser. “Dijo pues Jesús a aquellos judíos que le habían creído: Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”—Juan 8:31, 32.
11. ¿Cómo ha de recibirse la verdad, y por qué?
11 La verdad tiene que recibirse en mansedumbre. “Por lo cual, poniendo aparte toda inmundicia, y todo exceso vicioso, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual es poderosa para salvar vuestras almas.” (Sant. 1:21) El Señor Jesús era manso. Asimismo “aquel varón Moisés era muy manso, más manso que ningún hombre de cuantos había sobre la faz de la tierra”. (Núm. 12:3) La mansedumbre y el temor del Señor son prendas esenciales del cristiano, y Jehová bondadosamente ha hecho provisiones para nuestro estudio particular y colectivo para que crezcamos en cuanto a estas prendas. Mediante la mansedumbre vendrá la instrucción, y el discípulo fiel siempre se hallará esperando en el Señor e indagando Su voluntad. Entonces a todo tiempo la conciencia estará libre de ofensa para con el Señor al suplicarle ayuda y fuerzas para hacer su obra. La falta de mansedumbre con frecuencia resulta en que uno se esfuerce para lograr algo en sus propias fuerzas.
12, 13. ¿Cómo podemos animarnos y ayudarnos en la fe?
12 Al asociarnos para compañerismo, estudio y servicio, podemos animarnos y ayudarnos en la fe. “Entonces aquellos que temen a Dios estuvieron hablando unos con otros. Y Dios estuvo atento, y escuchó: y fué escrito ante él un libro de memoria a favor de los que temen al Señor, y tienen en el corazón su santo Nombre. Y ellos, dice el Señor de los ejércitos, en aquel día en que yo pondré en ejecución mis designios, serán el pueblo mío; y yo los atenderé benigno, como atiende el hombre a un hijo suyo que le sirve.” (Mal. 3:16, 17, Torres Amat) El hablar cada uno con su prójimo no puede lograrse quedándose en casa o con sólo leer las Escrituras. Para lograr esto necesariamente quiere decir que hay que reunirse los unos con los otros y discutir la Palabra del Señor y las obras que tienen que ver con la honra de su santo nombre. Quiere decir hablarles a los prójimos, y contarles la verdad. Con tales acciones está tan complacido el Señor que mandó que se escribieran las siguientes palabras: “Pero entretanto los que adoraban al Eterno se hablaban unos a otros, y el Eterno les puso atención y los oyó; ante él está un registro de sus adoradores que se apegan a él. ‘Y yo los reclamaré,’ declara el Señor de los ejércitos, ‘como mi propia posesión estimada, en el día cuando yo me ponga en acción; seré indulgente para ellos, indulgente como es el hombre para el hijo que trabaja en su servicio.’”—Mal. 3:16, 17, Móffatt (en inglés).
13 Entonces el apóstol Pablo declaró: “Observándonos los unos a los otros, estimulémonos a emular el amor y las buenas acciones los unos de los otros. No dejemos de reunirnos como es la costumbre de algunos, sino alentándonos los unos a los otros, y tanto más cuanto ven que se va acercando el gran Día.” Jesús dijo, “Porque donde dos o tres se hallan reunidos como seguidores míos, allí estoy yo entre ellos.” (Hech. 10:24, 25; Mat. 18:20, Una Tradu. Am. [en inglés]) Eso es para que podamos entender los buenos propósitos del gran Jehová, y conseguirnos un buen entendimiento del justo nuevo mundo y de su Rey, pues cada uno ha de aceptar estas verdades y estar convencido de ellas personalmente. Para tener confianza completa e implícita tenemos que tomar estas verdades a pecho, como parte de nosotros mismos, por decirlo así, y entonces podremos obedecer el mandato que dice, “Mantengan su puesto, pues, con la faja de la verdad alrededor de la cintura.” La verdad de veras que es nuestra armadura que nos proporciona Dios para capacitarnos a resistir los ataques del maligno y sus demonios en estos postreros días.—Efe. 6:11-14, Una Tradu. Am. (en inglés).
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Cómo seguir impávidos hasta el fin finalLa Atalaya 1950 | 1 de agosto
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Cómo seguir impávidos hasta el fin final
1. ¿Qué cosa quiere decir o qué exige el hablar juntos para conocer la verdad?
OBVIAMENTE el hablar juntos para conocer la verdad incluirá el asistir a los estudios bíblicos con regularidad, estando presentes y tomando parte hasta donde sea posible en las reuniones de servicio y las reuniones de la escuela en el ministerio, no dejando de estar presentes en las asambleas del circuito y otras asambleas que arregle la organización del Señor. Todas estas provisiones se hacen para que se aprenda la verdad y así se llenen de “poder en el Señor y en la potencia de su fuerza”. (Ver. Hisp.-Am.) Al aumentar cada siervo en conocimiento querrá ponerlo a la disposición de otros. De modo que, allí está la publicación de las buenas nuevas, el hablar a los que están fuera de las compañías, a la gente en general, sí, yendo de casa en casa, luego haciendo más visitas hasta que el interés se avive y haya el deseo de estudiar. Cuanto más frecuente conversen los hijos de Jehová y lleven estas nuevas a otros, tanto más agradable será su obra ante los ojos de Él.
2. ¿Qué resultado tiene en uno el hablar juntos fielmente?
2 ¿No es verdad que los siervos que asisten a las reuniones con regularidad, que toman interés en los
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