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  • “Sus pecados le son perdonados”
    La Atalaya 1953 | 1 de julio
    • de Aarón, el valor del rescate así se aplica primero a favor de la novia de Cristo, los 144,000 coherederos ungidos que forman su reino.—Heb. 9:11-14.

      El valor del rescate de Jesús aplicado a los demás de la humanidad, quienes mediante él reciben esperanzas terrestres, se representa en seguida por la muerte del macho cabrío de Jehová y el rociar su sangre. Esto lo hace el sumo sacerdote entrando al Santísimo por tercera vez. (V. 15) Pero hay otro detalle en conexión con el sacrificio del macho cabrío que se mencionó antes y con el cual estamos particularmente interesados porque demuestra cómo Jesús pudo perdonar legalmente los pecados de este hombre, aun cuando su propia sangre vital todavía no había sido derramada. Esto tiene que ver con el macho cabrío de escape.

      Se nota en el relato de la expiación que “el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte para Azazel, será colocado vivo delante de Jehová, para hacer expiación por medio de [o, “sobre”, Va] él, enviándole a Azazel en el desierto”. (V. 10) Esto significa que la expiación por el macho cabrío vivo se obtenía de su igual, el macho cabrío de Jehová, acabado de matar y, puesto que el mérito expiador de pecado del macho cabrío de Jehová era así trasladado a él, podía llevar mérito por expiación de pecado como si su propia sangre en realidad hubiera sido derramada, y sin embargo podía permanecer vivo para servir por Azazel.—Vs. 21, 22.

      Esta era exactamente la posición de Cristo Jesús en el Jordán. Habiendo voluntariamente cedido todo derecho a la vida sobre la tierra mediante el entregar su derecho a la vida humana en sacrificio, Jesús era considerado como ya muerto aunque su sacrificio tenía que ser consumado por su muerte en el madero de tormento, el 14 de nisán, tres años y medio después. Por lo tanto, aunque todavía estaba vivo en la carne como lo estaba el macho cabrío vivo, Jesús llevó consigo durante su ministerio en el desierto del mundo de Satanás el valor de su sacrificio y, junto con el incienso de alabanza en integridad, pudo usarlo como una señal para alabar más a Jehová demostrando este poder y autoridad que había recibido del gran Dador de Vida, Jehová Dios.

      Verdaderamente éste es un arreglo del Altísimo, y aunque los hombres que fueron curados de sus enfermedades en los días de Jesús murieron con el tiempo, ahora el tiempo está muy cerca cuando Jesús como Señor del sábado introducirá curaciones permanentes y sanará a las personas y las colocará en el camino que conduce a la vida eterna, todo lo cual se hace posible por medio del sacrificio expiatorio de Jesús y el perdón de los pecados del hombre.—Vea “Expiación para el Nuevo Mundo” (3 partes), La Atalaya de enero y la del 1 de febrero de 1943.

  • Pues, ¿dónde habría de querer vivir el hombre?
    La Atalaya 1953 | 1 de julio
    • Pues, ¿dónde habría de querer vivir el hombre?

      ● Lo siguiente se publicó en la columna “Trate de detenerme” por Bennett Cerf en el Telegram-News de Lynn (Massachusetts) el 25 de abril de 1951: “‘Todos los que quieran ir al cielo, tengan la bondad de ponerse de pie,’ dijo el ministro de una pequeña congregación de Maine—posiblemente para estar seguro de que todos estaban despiertos. Todos se levantaron inmediatamente menos un señor que ocupaba uno de los últimos bancos en la iglesia. ‘Mm-m-m,’ pensó el ministro. ‘Ahora tenga la bondad de ponerse de pie toda persona que quiera ir al hades.’ La congregación se rió entre dientes y echó miradas furtivas en dirección al miembro que se había quedado sentado previamente. De nuevo quedó inmóvil. El ministro ahora dirigió la palabra directamente a él: ‘¿He de entender, hermano Caldwell, que usted no quiere ir al cielo ni al otro lugar?’ ‘Precisamente eso,’ vino la respuesta. ‘Estoy satisfecho aquí.’”

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